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Biblioteca Evoliana

Artículos sobre Evola

Cuando Bedenetto Croce "esponsorizaba" a Evola

Cuando Bedenetto Croce "esponsorizaba" a Evola

Biblioteca Julius Evola.- Se suele creer que Evola era un individuo aislado en la Italia de su tiempo. No era así. No solamente pudo relacionarse con las más altas instancias italianas y alemanas de la época, sino que además, logró el respeto de los medios intelectuales y culturales italianos que, aún sin compartir sus opiniones consideraban que sus trabajos estaban realizados con un alto rigor intelectual. Uno de los filósofos cuyo apoyo obtuvo fue Benedetto Croce quien lo introdujo en las Ediciones Laterza. Este artículo de Alessndro Barbera que apareció inicialmente en "L'Italia" y, posteriormente, en la revista belga "Vouloir" asi lo demuestra.

 

 

Cuando Benedetto Croce "esponsorizaba" a Evola...

Alessandro Barbera

El filósofo liberal y antifascista ha jugado un papel extraño, como “protector” de Evola. Alessandro Barbera nos cuenta la historia inédita de una relación que nadie sospechaba...

Julius Evola y Benedetto Croce. En apariencia, se trata de dos pensadores muy alejados uno de otro. Sin embargo, en cierto período de su existencia, han estado en contacto. Y no se trató de un episodio efímero sino de un lazo de larga duración, extendiéndose durante casi un decenio de 1925 a 1933. Para ser más precisos, digamos que Croce, en esta relación, ha representado el papel de “protector” y Evola, el de “protegido”. Esta relación empezaba cuando Evola entra en el prestigioso areópago de autores de la Editorial Laterza de Bari.

En los años 30, Evola había publicado varias obras en Laterza Laterza, que han sido reeditadas en la postguerra italiana. Hoy, se desconocen los detalles de estos lazos en el interior de la propia editorial. De hecho, dos investigadores, Daniela Coli y Marco Rossi, nos habían facilitado en el pasado informaciones sobre la relación triangulas entre Evola, Croce y la Editorial Laterza. Daniela Coli había abordado la cuestión en una obra publicada hace diez años en la editorial Il Mulino (Croce, Laterza e la cultura europea, 1983). Marco Rossi, por su parte, había suscitado la cuestión en una serie de artículos consagrados al itinerario cultural de Julius Evola en los años 30, y aparecidos en la revista de Renzo De Felice, Storia contemporanea (n° 6, diciembre de 1991). En su autobiografía, Il camino dal cinabrio (ed. it., Scheiwiller, 1963; ed. franc., Arke/Arktos, Milan/Carmagnole, 1982), Evola evoca las relaciones que mantuvo con Croce pero nos dice pocas cosas, finalmente, mucho menos en todo caso de lo que se adivina y se sabe hoy. Evola escribe que Croce, en una carta, que le hizo el honor de juzgar uno de sus libros: "con rigor y realizando un razonamiento exacto”- Y Evola añade que conoce bien a Croce, personalmente. La encuesta nos lleva a los archivos de la editorial de Bari, depositadas actualmente en los archivos del Estado de esta ciudad, que consentirán quizás hoy facilitarnos índices mucho más detallados en cuanto a las relaciones que han reunido a ambos hombre.

La primera carta de Evola que se encuentra en los archivos de la Editorial Laterza se remonta a finales de junio de 1925. En esta misiva, el pensador tradicionalista responde a una respuesta negativa precedente y solicita la edición de su Teoria dell'individuo assoluto. Escribe : « No es seguramente una situación simpática en la que me encuentro, obligado a insistir y reclamar su atención sobre el carácter serio y el interés de esta obra: creo que la recomendación del señor Croce es garantía suficiente para demostrarlo".

El interés del filósofo liberal se confirma igualmente en una carta dirigida por la Editorial Laterza a Giovanni Preziosi, enviada el 4 de junio del mismo año. El editor escribe: "Tego sobre la mesa desde hace veinte días las notas que me ha comunicado el Señor Croce sobre el libro de Julius Evola, Teoria dell'individuo assoluto, y me recomienda su publicación". En efecto, Croce había ido a Bari hacia el 15 de mayo y es en esta ocasión que transmite sus notas a Giovanni Laterza. Pero el libro será publicado en Bocca en 1927. Esta es la primera intervención de una larga seria, que el filósofo realiza a favor de Evola.

Algunos años después, Evola vuelve a llamar a la puerta del editor de Bari, para promover otra de sus obras. En una carta enviada el 23 de julio de 1928, el tradicionalista propone a Laterza la edición de un trabajo sobre el hermetismo alquímico. En esta ocasión, recuerda a Laterza la intercesión de Croce para su obra de naturaleza filosófica. Esta vez también, Laterza responde de manera negativa. Dos años pasan antes de que Evola proponga nuevamente su libro, habiendo obtenido, por segunda vez, el apoyo de Croce. El 13 de mayo de 1930, Evola escribe : « El Señor Senador Benedetto Croce me comunica que usted no contempla, en principio, la posibilidad de publicar una de mis obras sobre la tradición hermética en su colección de obras esotéricas”. Esta vez. Laterza acepta la petición de Evola sin oponer obstáculos. En la correspondencia de la época entre Croce y Laterza, que se encuentra en los archivos, no hay referencias a este libro de Evola. Es por ello que puede suponerse que han hablado de viva voz en el domicilio de Croce en Nápoles, donde Giovanni Laterza se había desplazado algunos días después. En conclusión, cinco años después, de su primera intervención, Croce consigue finalmente dar entrada a Evola en el catálogo de Laterza.

La tercera manifestacion de interés por parte de Croce, probablemente germinó en Nápoles y tiene que ver con la reedición del libro de Cesare della Riviera, Il mondo magico degli Heroi. En los comentarios relativos a esta reedición, se encuentra una primera carta del 20 de enero de 1932, en donde Laterza dice a Evola que no ha conseguido encontrar las notas sobre este libro. Un día más tarde, Evola responde y pide que se le procure una copia de la segunda edición original, a fin de que pueda examinarlo. Entre tanto, el 23 de enero, Croce escribe a Laterza : «He visto en los estantes de la Biblioteca Nacional este libro sobre la magia de Riviera, ces un bonito ejemplar de lo que yo creo es la primera edición de Mantova, con fecha 1603. Sería preciso reeditarla, con la dedicación y el prefacio". El libro terminará por ser editado con un prefacio de Evola y su transcripción modernizada. La lectura de la correspondencia nos permite emitir la siguiente hipótesis: Croce ha sugerido a Laterza confiar este trabajo a Evola. Este, en una carta a Laterza, fechada el 11 de febrero da su opinión y juzga que “la cosa puede ser más complicada de lo que había pensado”.

En cuarto intento, que no llegó a buen puerto, tiene que ver con una traducción de escritos seleccionados de Bachofen. En una carta del 7 de abril de 1933 a Laterza, Evola escribe: "Con el Senador Croce, había evocado un día el interés que podría revestir una traducción de fragmentos escogidos de Bachofen, un filósofo del mito en voga en la Alemania actual. Si la cosa os interesa (podría eventualmente tratarse de la colección de « Cultura Moderna »), podría darle mi opinión, teniendo en cuenta también el criterio del Senador Croce”. En efecto, Croce se había preocupado de las tesis de Bachofen, como lo prueba uno de sus artículos de 1028. El 12 de abril, Laterza consulta al filósofo: "Evola me escribió que usted le había hablado de un volumen que compilaría fragmentos escogidos de Bachofen. ¿Creo usted que es un proyecto que debemos tomar en consideración?". En la respuesta de Croce, fechada al día siguiente, no hay ninguna referencia a este proyecto, pero debemos de considera un hecho: la carta no ha sido conservada en su versión original.

Evola, en todo caso, no ha renunciado a la idea de realizar esta antología de escritos de Bachofen. En una carta del 2 de mayo, anuncia que propone «escribir al Senador Croce, a fin de recordarle aquello a lo que se hizo alusión" en una conversación entre ellos. En una segunda carta, fechada el 23, Evola pide a Laterza si ha solicitado a su vez la opinión de Croce, confirmando haber escrito al filósofo. Dos días más tarde, Laterza declara « no haber pedido la opinión a Croce”, a propósito de la tradución, porque, añade, “teme que no lo apruebe ». Se trata, evidentemente, de una mentira. En efecto, Laterna ha pedido la opinion de Croce, pero no sabemos siempre cuál ha sido la respuesta, ni lo que ha sido decidido. La antología de escritos de Bachofen aparecerá finalmente muchos años después, en 1949, en la Editorial Bocca. A partir de 1933, los lazos entre Evola y Croce parecen llegar a su fin, al menos según lo que nos permite concluir los archivos de Laterza.

Para encontrar la huella de una nueva aproximación, precisamos referirnos a la postguerra, cuando Croce y Evola terminaron por encontrarse una vez más en el mundo de la edición, pero sin que el pensador tradicionalista lo advirtiera. En 1948, el 10 de diciembre, Evola propone a Franco Laterza, que acaba de suceder a su padre, publicar una traducción del libro de Robert Reininger, Nietzsche e il senso de la vita. Tras haber recibido el texto el 17 de febrero, Laterza escribe a Alda Croce, la hija del filosofo: “Te adjunto a la presente un manuscrito sobre Nietzsche, traducido por Evola. Parece que se trata de un buen trabajo ; ¿puedes ver si podemos aceptarlo en el marco de la “Biblioteca de la Cultura Moderna”. El 27 del mismo mes, el filósofo responde. Croce estima que la operación es posible, pero emite algunas reservas. Remite su decisión al regreso de Alda, que pasaba unos días en Palermo. La decisión final ha sido tomada en Nápoles, hacia el 23 de marzo de 1949, en presencia de Franco Laterza. La opinión de Croce es negativa, verosímilmente bajo la influencia de Alda, su hija. El 1º de abril, Laterna confirma a Evola que « el libro fue muy apreciado (sin precisar por quién, NDT) en razón de su valor”, pero que, por razones de “oportunidad”, se había decidido no publicarlop. La traducción se editará más tarde, en 1971, en la Editorial Volpe.

Este rechazo a editar la obra, intrigó a Evola, que ignoraba los verdaderos nombres y circunstancias del episodio. Un año más tarde, en algunas cartas, que vuelven a colocar el tema sobre el tapete, Evola considera la hipótesis de una “depuración”. Esta insinuación irritó a Laterza. Tras esta polémica, las relaciones entre el escritor y la editorial, se enfriaron. A fin de cuentas, podemos concluir que Evola entró en Laterza gracias al interés que tenía Croce sobre él. Salió a causa de una negativa emitida por la hija de Croice, Alda, a una de sus propuestas.

(c) Syrgies Européennes, L'Italia (Rome) / Vouloir (Bruxelles), Aout, 1994]

(c) Por la traducción : Ernesto Milá – infokrisis@yahoo.es

 

 

El pensamiento de Julius Evola en Brasil. César Ranquenat Jr

El pensamiento de Julius Evola en Brasil. César Ranquenat Jr

Biblioteca Julius Evola.- El autor de este artículo, César Ranquenat Jr nos lo ha remitido con permiso de publicación y traducción. La obra de Julius Evola en Brasil es solamente conocida por pequeñas minorías y en la actualidad solamente el mercado brasileño dispone de una obra editada de Evola, debiendo nutrirse de otras obras publicadas en Portugal. A pesar de todo existe cierto interés de Evola en determinados círculos y algunos trabajos demuestran que, al menos una parte de su obra ha sido leida (aunque, probablemente, no muy bien entendida, especialmente por sectores neo-paganos u ocultistas.

 

 

El pensamiento de Julius Evola en Brasil.

 

Procuraremos demostrar en este artículo, la presencia del pensamiento de Julius Evola en tierras brasileñas. Para este fin, mencionaremos artículos, libros, revistas y webs donde se hace alguna referencia al pensador italiano. En un segundo momento expondremos de forma sucinta el análisis de algunos grupos “alternativos” sobre la figura y la obra de J. Evola.

Un rápido panorama de la vida intelectual en el Brasil actual

En Brasil se constata algo que no es muy diferente de lo que ocurre en otros países latino-americanos: la hegemonía intelectual de la izquierda progresista. Gran parte de las universidades (especialmente en las áreas de las Ciencias Sociales, la Historia, Filosofá y Letras), de los centros de investigación, de las revistas y los periódicos, las cadenas de televisión y radio las editoriales, están bajo el control directo de los “intelectuales” vindulados a las diversas corrientes de pensamiento izquierdista. Son pocas las voces que se yerguen, en este país, contra el monopolio cultural progresista. Para empeorar aún más la situación, el gogierno está en manos de un partido de izquierdas, el PT (Partido dos Trabalhadores). No existe en el país, un partido político de “derechas” como expresión nacional y una única revista cultural que defienda los principios intelectuales que se oponían al discurso izquierdis gramsciano. Ante escuadro, corrientes de pensamiento e intelectuales anti-progresistas, carecen de voz y son prácticamente desconocidos. Los estudiantes universitarios en el campo de las llamadas Humanidades, conocen a Bourdieu, Foucault, Derrida, Gramci, Marx, Habermas et caterva, pero desconocen absolutamente quienes fueron Eric Voegelin, Carl Schimitt, Joseph de Maistre, Marcel de Corte, Oswald Spengler,Ernst Jünger, René Guénon, Fritjof Schuon y demás. Si estos pensadores “conservadores” son prácticamente desconocidos en las universidades brasileñas ¡qué decir de Julius Evola, que fue el crítico más radical de la modernidad, del progresismo y del racionalismo ilustrado!

La presencia de J. Evola en libros, revistas, diario y en Internet

En la actualidad un solo libro de Evola fue editado en Brasil, se trata de “El Misterio del Grial” que fue publicado por la editora Pensamento en 1986. Esta misma editora publicó dos libros de René Guénon –“La Gran Triada” y “Los Simbolos de la ciencia sagrada”- y de Fritjof Schuon –“El esoterismo como principio y como camino”-. La editorial en cuestión esta especializada en la publicación de libros sobre esoterismo, ocultismo y religiones. Cabe aquí resaltar que “El Misterio del Grial” ya había sido editado en lengua portuguesa por la editorial Vega de Portugal en 1078. Esta misma editora portuguesa publicó en 1993 “Metafísica del Sexo”. Otros dos libros de Evola fueron editados en Portugal, “Revuelta contra el mundo moderno” en 1989, por la Editorial Dom Quixote, en una colección titulada Tradição-Biblioteca de Esoterismo e Estudos Tradicionais y “La Tradición Hermética” por las Edições 70, en 1979. La edición portuguesa de “Revuelta contra el mundo moderno”, seguida por una breve nota sobre la vida de Julius Evola y la obra de este autor en Portugal, realizada por Rafael Gomes Filipe que afirma “Una obra de Antônio Marques Bessa, “Ensaio sobre o fim da nossa idade” (Edições do Templo, 1978) acusa cierta similitud con el pensamiento evoliano, siendo incluso este autor citado en un epígrafe. También Antônio Quadros se ha referido con frecuencia a los trabajos de Evola, especialmente en Portugal: “Razão e Mistério” y en “Poesia e Filosofia do Mito Sebastianista - volume 2º[...].”

En el año 2000 la editora portuguesa Hugin publicó una pequeña biografía de Evola, escrita por el francés Jean-Paul Lippi, autor de un estudio titulado “Julius Evola, métaphysicien et penseur politique” . Hago esta rápida exposición sobre los libros de Evola en Portugal, dado que muchos brasileños tomaron contacto con este autor a través de las traducciones portuguesas.

Es bastante probable que la primera referencia a Julius Evola en un libro en Brasil haya sido hecha por Fernando Guedes Galvão, traductor e introductor de René Guénon en este país y mantuvo con él una larga correspondencia. Guedes Galvão tradujo en 1948 para la Editorial Martins Fontes “La crisis del mundo moderno”. La edición traducida por Guedes Galvão posee un interesante apéndice donde se hace una exposición sintética de las principales obras de René Guénon. En un determinado momento, el traductor del metafísico francés trata sobre la campaña de silencio realizada en torno a la obra de Guénon y citando a Evola dice: “J. Evola se expresa sí: “G_uénon es combatido en Francia por todos los medios y formas; incluso intentan hacer desaparecer sus libros de la circulación”.

No hay duda de que René Guénon es más conocido que Julius Evola en tierras brasileñas. La razón está ligada a la consideración aparente pero positiva que el metafísico francés tuvo hacia el catolicismo.

El IRGET (Instituto René Guénon de Estudos Tradicionais) fundado en 1984, en São Paulo, por el periodista Luiz Pontual se dedica al estudio de la obra de René Guénon, tal como declara la Web[1] de este instituto. Es interesante señalar que Luiz Pontual es también un admirador de la obra evoliana, reconociendo su radical oposición al mundo moderno. Por ello en la web del IRGET, Pontual afirma: “Partidarios de Evola, por otro lado, nos censuran por el nivel en el que colocamos a Guénon. E estos les remitimos al propio Evola que en sus libros registró, más de una vez, el orgullo de ser un Kshatrya (poder temporal) reconociendo en Guénon a un Brâmane (autoridad espiritual). Estos dispensa de mayores explicaciones.” Pontual demuestra no conocer la obra de Evola en profundidad, pues el pensador italiano afirma que en tiempos primordiales, en la Edad de Oro, no había separación entre autoridad espiritual y poder temporal. La figura de la realeza sagrada, del rey-sacerdote, del pontifex, del emperador divino en las civilizaciones tradicionales atestigua la presencia de una autoridad superior a la casta sacerdotal y a la casta guerrera.

El periodista y filósofo Olavo de Carvalho, en su web menciona el libro de Evola “La Tradición Hermética”, como uno de los grandes libros que formó su vsión del mundo. Olavo de Carvalho es un intelectual que escribe diversos artículos en periódicos y revistas, donde expresa su revuelta ante la hegemonía intelectual izquierdista. Su pensamiento tiene cierta influencia en algunos grupos conservadores brasileños. El libro “Jardim das Aflições”, escrito por O. de Carvalho en 2000, hace una interesante referencia a Evola: “No deja de ser interesante que la disputa de prioridad espiritual entre las castas secerdotal y real se reproduzca, en la escala discreta que conviene al caso, entre los dos mayores escritores esotéricos del siglo XX: René Guénon y Julius Evola.” O. de Carvalho es un estudioso de Guénon ye de otros autores tradicionalistas. En este libro trata, entre otras cuestiones, sobre la relación entre la autoridad espiritual y el poder temporal.

La Editorial “Revisão”, dedicada a publicar libros revisionistas favorables al nazismo, publicó en el año 1996 un curioso libro titulado “O elo secreto” de Hélio Oliveira. El libro intenta demostra que son las fuerzas ocultas las que conducen la Historia. La tesis central del autor es que detrás de todo está la acción del judaismo y la masonería. Esta tendencia reduccionista, evidentemente, le impide percibir que precisamente el judaismo y la masonería moderna son instrumento de las fuerzas superiores. Pero lo que nos interesa es la cita  que Hélio Oliveira hace de Evola, al tratar sobre “Los Protocolos de los Sabios de Sión”. El autor afirma: “Algunos escritores judíos se manifestaron sobre la fidelidad del libro. Para Julius Evola “nigún libro del mundo fue objeto de semejante boycot como “Los Protocolos de los Sabios de Sión. Puede decirse sin esfuerzo, que aunque sean falsos y sus autores agentes provocadores, en ellos se reflejan las ideas típicas de la ley y del espíritu de Israel.” La cita de Evola es auténtica, lo que no es cierto es la afirmación de Hélio Oliveira de que su autor sea judío...

Es preciso destacar aquí, el libro del historiador norte-americano Nicolas Clarke “O Sol Negro” publicado por la Edtora Mdras en 2004. El libro de este historiador trata de las relaciones entre el nazismo y el ocultismos y trata la influencia de algunos pensadores “malditos” en la formación de grupos neonazistas o neofascistas. El autor dedica un caítulo entero a Julius Evola. En este capítulo, Clarke procura sintetias los aspectos principales del pensamiento evoliano. Además de Evola, hay otros capítulos dedicados a Savitri Devi, Miguel Serrano y Francis Parker Yockey. La síntesis hecha por Clarke es razonable, mientras el autor insiste en resaltar el carácter pagano y anticristiano de J. Evola. El libro tuvo algún éxito entre los grupos neopaganos brasileños.

La antropóloga Denise Maldi, yá fallecida, escribió un artículo para la Revista de Antropología en 1997, en el que cita a Evola en diversos momentos. El artítulo se titula “De confederados a bárbaros: a representação da territorialidade e da fronteira indígenas nos séculos XVIII e XIX” y aborda la cuestion de la territorialidad y de la frontera en cuanto categorías culturales. Al tratar sobre el concepto de nacionalidad se remite a Evola citando un fragmento de “Revolta do Mundo Moderno”: “La Edad Media conoció nacinalidades, no nacionalismos. La nacionalidad es un dato natural, que circunscribe un cierto n´mero de cualidades elementales comunes, de cualidades que mantienen tanto en la diferenciación como en la participación jerárquica y que no se oponen de manera alguna”. Al final del artículo la antropóloga se refiere especialmente a Evola: “En este sentido, el proyecto de construcción del Estado (la autora trata sobre el Estado-Nación moderno) impicó también una antinomia en relación a la diversas en moldes completamente distintos del proyecto colonizador, en el que la naturalidad cedió lugar a la nacionalidad y el ethnos cedió ante el demos, conforme demostró Julius Evola (1989). Esto significa la superación de la diversidad en el interior de la ideología del Estado y la homogeneización de las diferencias étnicas en favr de la unidad jurídica y de la ciudadanía.” La antropóloga quiere mostrar que el Estado Nacional moderno es una construcción artificial, anti-natural, y que el nacionalismo es un producto de la modernidad, apoyándose en la distinción que Evola traza en “Revuelta contra el mundo moderno” entre el principio de las nacionalidades, de origen medieval y el nacionalismo moderno.

El 14 de mayo de 1995, el Jornal Folha de São Paulo, uno de los mayores diarios del país, publicó un artículo del escritor Umberto Eco, con el titulo de “La nebulosa fascista”. El famoso escritor italiano procuró elaborar un conjunto de rasgos de lo que llamó “de los protofascismo al Fascismo Eterno”. Entre los rasgos dibujados por Eco figura el culto a la tradición y al tradicionalismo. Sobre esto escribe: “Basta dar una ojeada a los patronos de cualquier movimiento fascista para encontrar a los grandes pensadores tradicionalistas. La gnosis nazi se nutria de elementos tradicionalistas, sincréticos y ocultos. La fuente teórica más importante de la nueva derecha italiana, Julius Evola, fundió el Santo Graal y los Protocolos dos Sabios de Sión, alquimia y Sacro Imperio Romano-Germânico”. La oposición de Eco al pensamiento de Evola es evidente. El escritor italiano no conoce las críticas de Julius Evola al Fascismo[2] en libros como “El fascismo visto desde la derecha - Notas sobre el Tercer Reich”. En estos libros, J. Evola muestra los aspectos anti-tradicionales del fascismo italiano y del nacional-socialismo alemán, como el culto al jefe, o el populismo, o el nacionalismo, o el racismo biológico etc. En relación con la Nueva Derecha italiana, esta se nutre solamente de algunos aspectos de la obra de Evola. En todo caso el artículo de Eco, fue muy leído por la intelligentsia brasileña, aunque apenas sirvió para otra cosa que para denigrar la imagen de Evola y deformar la naturaleza de su pensamiento.

Más recientemente, el 26 de diciembre de 2003, el historiador de la UFRJ (Universidade Federal do Rio de Janeiro), Francisco Carlos Teixeira da Silva, muy conocido en medios académicos, publicó un pequeño artículo en el Jornal do Brasil, uno de los más importantes del país, con el nombre de “Estadista ou pastor de almas”. El artículo en cuestiónes tiene como objetivo manchar la figura del Papa Pio XII. El historiador argumenta que Pío XII, calló ante el holocausto y eraen el fondo un filomazi. Al final del artículo declara: “Desde el punto de vista puamente teológico y filosófico, los fascismo (alemán o italiano, poco importa) son absolutamente incompatibles con el cristianismo. La base racial y el culto a la violencia chocan inevitablemente con la solidaridad cristiana, hecho constantemente mencionado por los ideólogos fascista, como Julius Evola o Alfred Rosemberg, que consideraban el cristianismo como una religión montada por mendigos, prostitutas y esclavos.” Habría que añadir que Julius Evola, jamas fue ideólogo del fascismo, en ningún momento formó parte del partido fascista e incluso escribio diversos textos en los que se opone claramente a algunos aspectos del fascismo. En 1930, Evola escribió en la Revista La Torre, de nítida orientación tradicionalista. La revista tuvo apenas cinco meses de vida y fue prohibida por orden de algunos elementos del gobierno fascista que no coincidían con las críticas de la Revista La Torre al fascismo. En segundo lugar, Evola jamás se referió al cristianismo de la forma como quiere ver el historiador Francisco Teixeira. Si bien es verdad que Alfred Rosemberg, en su obra “El mito del Siglo XX” se opone radicalmente a la tradición católico-cristiana sociando esta al universalismo y al judaismo, y defendiendo una nueva religión de sangre y de raza, Evola no pensaba de la misma forma. El barón J. Evola, establecía una distinción entre el mero cristianismo de los orígenes, que conformaba una espiritualidad lunar, sacerdotal y el catolicismo. En este reconocía algunos aspectos positivos y superiores. De acuerdo con J. Evola la tradición católico romana habría sufrido el inflijo de la tradición céltica, nórdico-germánica, romana y griega.

La opinión de los tradicionalistas católicos, los “peremnialistas” y la influencia de Evola en círculos neo-paganos

Evola es poco conocido en los medios tradicionalistas católicos de Brasil que se agrupan en torno a organizaciones como la Asociación Cultural Monfort, dirigida por el profesor Orlando Fidelli, la TFP (Tradição, Família e Propriedade), fundada por Plínio Corrêa de Oliveira, la fraternidad San Pío Pio X y el grupo “Permanencia” de Rio de Janeiro, dirigido por Dom Lourenço Fleichman. En una conversación personal que mantuve con el príncipe Dom Bertrand de Orléans e Bragança, heredero de la família imperial brasileña, ligado a TFP, el dirigente del grupo pro-monárquico que defiende el retorno del sistema monárquico a Brasil, afirmó: “El problema de Evola es que es ocultista y esoterista”. Esta opinión la comparte Orlando Fedelli, de la Asociación Montfort que llega más lejos afirmando que se trata de un pensador gnóstico. En realidad, los miembros de estas organizacioens no conocel el pensamiento evoliano, y jamás han leído ni un libro ni un artículo de Evola. Sistemáticamente, todo pensador que destaca la relevancia de otras tradiciones metafísicas, es tachado por estos grupos como gnóstico, lo que muestra el sectarismo y el exclusivismo de estas organizaciones, incapaces de comprender la “unidad trascendente de las religiones”.

En relación a los “peremnialistas” brasileños, estudiosos y seguidores de la “philosophia perennis”, que Evola denominó Tradicionalismo Integral. Formado por pensadores como Guénon, Schuon, Ananda Coomarawamy, Martin Lings, Titus Burckhardt expresam una mayor simpatía por Evola. Para el profesor de Filosofia Murilo Cardoso de Castro, investigador y difusor de la escuela “peremnialista” en Brasil por medio de una excelente Web[3], Julius Evola puede ser definido como un autor “peremnialista”. Murilo Castro considera al pensador italiano, como un estudioso de la “Tradición primordial”, un “buscador de la verdad”. En su Web ofrece diversos textos de Evola en italiano, español, francés e inglés, indicando también otras ebs ue tratan sobre Julius Evola. Entre tanto, el principal difusor e investigador de los autores peremialistas en Brasil, es periodista y licenciado en Historia, Mateus Soares de Azevedo especialista en Frijof Schuon, y autor de algunos libros sobre el tema y traductor de algumas obras de Schuon, así como de un libro de Martins Lings y otro de Rama Coomaraswamy, no hace referencia a Evola. El referido periodista jamás ha mencionado a Evola en sus escritos, lo cual es bastante extraño. Considera a Guénon como “pai” [equivalente a obispo] de la escuela “peremnialista”, pero muestra una mayor simpatía por Schuon , considerando a este como superior al metafísico francés.

En determinados grupos ocultistas, neoapganos y seguidores del hitlerismo mágico de  Miguel Serrano la figura y la obra de Evola ha despertado un mayor interés. La traducción de la obra de Nicolas Clarke “O Sol Negro”, tuvo un gran impacto entre estos grupos, que así tomaron contacto con el pensamiento de Evola. Pro otro lado, algunos seguidores de Miguel Serrano en el Sur de Brasil, demuestran cierto interés por Evola, debido a las distintas referencias que este escritor chileno hace del pensador italiano. Por medio de las obras de Serrano y de Clarke, estos grupos identifican a Julius Evola como un ocultista, un defensor del paganismo y un enemigo del cristianismo. Esta visión distorsionada del pensamiento evoliano, ha colaborado en crear una mayor función sobre el contenido de la obra de Evola en Brasil. Los artículos de Evola “L’equivoco del “nuovo paganesimo” (1936) y “Hitler e le società secrete” (1971)  y su libro “Máscara y Rostro del espiritualismo contemporâneo”, publicado en el año 2003 por las ediciones Heracles, demuestran el aspecto contra-tradicional de los grupos ocultistas, neopaganos y espiritualistas que pululas en la sociedad moderna. Si estos textos fueran leidos y estudiados por tales grupos sería posible deshacer esta imagen de Evola sería deshecha. La verdad es que pocos “neo-paganos” conocen las principales obras de Evola.

A modo de conclusión podemos afirmar que el pensmiento de Evola es poquísimo conocido en Brasil. La única obra publicada de este pensador, “El Misterio del Grial”, se encuentra fuera de circulación. La intelligentsia brasileña desconoce la obra de Evola. El cotacto con el pensamiento de Evola es un efecto del esfuerzo individual de unos pocos que perciben en el maestro italiano y en su monumental obra un conjunto de orientaciones fundamentales para que un tipo humano diferenciado –el hombre tradicional- pueda mantenerse en pie entre las ruinas de esta civilización decadente.

Cesar Ranquetat Jr

Email: franquetat@yahoo.com.br

 

Notas:

(1)http://www.reneguenon.net/oinstitutoindex.html

(2) Ver  “Más allá del fascismo”, Ediciones Heracles -, 2º edição, 2006, con introducción del Professor Marcos Ghio do Centro de Estudos Evolianos de Argentina.

(3) www.sophia.bem-vindo.net

(c) Por el texto Cesar Ranquetat Jr

(c) Por la traducción del portugués,r Ernesto Milà



 

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El fascismo rumano y los intelectuales

El fascismo rumano y los intelectuales

Biblioteca Julius Evola.-  Hemos traducido este artículo publicado por la revista y la web Le Libre Penseur. El artículo está escrito con una bajeza intelectual y moral extraordinaria. Para el autor, el hecho de haberse alineado con la Guardia de Hierro  ya inhabilita definitivamente la actividad intelectual de los autores tratados. Ahorabien, el artículo tiene un elemento interesante que conecta con el contenido de este blog: explica a través de quien, Julius Evola entró en contacto con Corneliu Codreau. La pieza de enlace era Mircea Eliade. En los próximos días publicaremos los textos de Evola en los que alude a su encuentro con el jefe de la Guardia de Hierro.



 

El fascismo rumano y los intelectuales 

Cómplices con las manos limpias

La mayoría de los intelectuales rumanos ha sido cómplica de la ideología totalitaria de la Guardia de Hierro (1). En efecto, tal como subraya Norman Manea (2) "se encuentra la mayor parte de estas ideas en la tradición del pensamiento conservador rumano. Y los grandes escritores rumanos del siglo XIX y XX se han hecho los vectores de estas ideas en el periodismo o la filosofía. Los nombres más grandes de la cultura rumana, tal como el poeta nacional Mihai Eminescu (3), B.P. Hasdeu, Nicolae Iorga, Octavian Goga y más recientemente Eliade y su amigo. El brillante pensador y escritor Constantin Noica, han sido los portaestandartes de los movimientos de extrema derecha (…). Evidentemente, los escritos políticos de estos hombres no llamaban abiertamente a la muerte –aunque, algunos de sus textos nacionalistas, sus propuestas intolerantes y odiosas alcanzaron un nivel insoportable de violencia- pero, a buen seguro, incitaban a seguir las vías más oscuras".

Así, "en los pasillos de la universidad de Bucarest se oìan los ecos de las canciones antisemitas mientras que en los anfiteatros, profesores “respetables” hablaban sobre los valores del oro y los valores de la sangre” (4).

Cuatro intelectuales rumanos fecilitaron, particularmente, el triste ejemplo de esta deriva: Ionescu, Eliade, Cioran y Noica.

Nao Ionescu (1890 – 1940). "Profesor adulado de la Facultad de filosofía de Bucarest, figura emblemática de la época vue juega un papel decisivo en el compromiso político de los espíritus más brillantes de la  Joven Generación (…) al lado de la Guardia de Hierro”, tal como lo definió G. Liiceanu (5). Habiendo estudiado en Munich, estuvo influenciado por los filósofos germánicos. De vuelta a Rumania se « puso a militar en favor del fascismo italiano y del nazismo alemán » (6) y defenderá luego, en sus cursos, la primacía de la sangre y del suelo. Director de Cuvântul, importante diario de opinión, se aproxima en 1933 al Movimiento Legionario, propone en sus editoriales la necesidad de una revolución espiritual y se convierte en prácticamente su ideólogo apasionado. Bajo su influencia, el Movimiento Lenionario "registra numerosas adhesiones entre los estudiantes, los profesores y las profesiones liberales” (7). En cuanto a su antisemitismo, el testimonio del mismo Eliade lo explica: "Si los hijos de Sión sufren, es porque debe ser así”, escribía Ionescu aportando las razones: los judíos habían rechazado ver en Jesús al Mesías. Sus sufrimientos a través de la historia atestiguan en cierto sentido el destino del pueblo judío, el cual, al haber había rechazado conocer a Cristo, no podía ser admitido en la redención" (8).

En abril de 1938, Ionescu es arrestado e internado en la Escuela de Agricultura de Mircurea-Ciuculiu, requisada como prisión. Transferido al hospital militar de Brasov, lo abandonará en diciembre de 1939 para morir de un paro cardíaco en marzo de 1040. En su entierro estará presente un destacamento de la Guardia de Hierro en uniforme de gala.

Mircea Eliade (1907 – 1986). Con él, historiador de las religiones de renombre mundial, tenemos un caso ejemplar, pues, contrariamente a lo que tenemos derecho de esperar de un intelectual de su nivel, durante muchos años ha intentado borrar en sus escritos autobiográficos su pasado político. Lo que autoriza E. Reichman a escribir: “Mircea Eliade, tras la derrota alemana hasta su desaparición en 1986, camufla de manera hábil sus simpatías. Las hace públicas en sus memorias póstumas, lamentando, con la boca pequeña, los excesos de sus antiguos amigos” (9).

Eliade nació en Bucarest donde emprende estudios en la Facultad de Filosofía y Letras hasta la obtención de su licenciatura en 1928 (su memoria trata de “La filosofía italiana de Ficino a Giordano Bruno). Para el período entre 1929 a 1931 en la India. Regresa al país, obteniendo en 1932 el doctorado en filosofía con una tesis sobre el yoga y entra en la enseñanza universitaria al año siguiente. Para él 1933 es también el año de su « conversión » al « rumanismo », sobre las huellas y bajo la influencia de N. Ionescu, su maestro: "Nosotros, los discípulos y sus colaboradores, éramos solidarios de las concepciones y opiniones políticas del profesor”, escribirá más tarde (10).

Miembros del nido legionario " Axa " (Eje) de Bucarest que tenía como fin reunir a las personalidades de la cultura de la capital, se convertirá en su dirigente. Es con esta función que se encontrará con Julius Evola (11), llegado en 1938 a Bucarest para entrevistarse con Codreanu (12). El año precedente, había sido elegido diputado en la lista legionaria. Eliade es también detenido en junio de 1938 a causa de su actividad periodística, políticamente comprometida. Pasará las primeras seis semanas de detención en los locales de la Seguridad General, siendo internado igualmente en el campo de Miercurea-Ciuculiu donde se encontrará con su turbulento maestro Ionescu; la mayoría de internados estaba formada por sacerdotes ortodoxos e intelectuales. Eliade seguirá internado hasta octubre de 1938, cuando será enviado al sanatorio de Moroni de donde saldrá un mes después. Había rechazado la propuesta de A. Calinescu de desvincularse del Movimiento Legionario a fin de de adelantar la fecha de su liberación.

En 1940, il es nombrado agregado cultural en Londres y al año siguiente, en Lisboa de donde propondrá como modelo para el dictador rumano Antonescu… a Oliveira Salazar; escribirá incluso en 1942 un libro sobre el dictador portugués. A finales de la guerra “Eliade no vuelve ya a Rumania. En Occidente, su imagen de anticomunista le ha protegido sin duda durante cierto tiempo de las cuestiones más indiscretas sobre sus amistades fascistas. Se termina a pesar de todo por plantear las cuestiones” (13). En 1945, en efecto, se establecerá, como si nada hubiera ocurrido, en París donde enseñará incluso en la Sorbonne. Naturalizado francés, se instala en 1958 en Chicago donde morirá en 1986, tras haber continuado sin problemas su enseñanza universitaria y obtenido varios doctorados honoris causa.

Es a uno de sus estudiantes americanos, Mac Linscott Ricketts, a quien debemos la publicación de dos volúmenes de documentos sobre él. En su conclusión (14), el autor debe reconocer que "los ideales de la Legión eran los mismos que aquellos de los que Eliade se reclamaba (…) En cuanto a la misión de Rumania, considera que está encarnada en el programa de la legión (…). Eliade hablaba de una nueva aristocracia constituida por la Legion (…). No existe sombra de dudas de que en la época contaba firmemente con el triunfo del movimiento legionario (…) De importación extranjera, la democracia hacía referencia a dato que no son puramente rumanos, con abstracciones como los derechos del individuo, los derechos de las minorías, la libertad de opinión política. Todo esto, dice Eliade, no está en el corazón del problema rumano".

Un pequeño florilegio del pensamiento del Eliade se impone:

"En mi opinió, escribía en 1936, no hay ningún interés en saber si Mussolini es o no un tirano. Para mí, pues, lo que ocurrirá en Rumania tras la liquidación de la democracia me parece sin consistencia. Que Rumania abandone la democracia, se convierta en un Estado fuerte, armado, consciente de su poder y de su destino” (15).

"En el nombre de la Rumania milenaria, que durará hasta el Apocalipsis, las reformas sociales serán realizadas con una brutalidad terrible, todas las provincias invadidas por extranjeros serán enteramente reconquistadas, todos los traidores serán castigados, el mito de nuestro Estado se extenderá en todo el paìs y las noticias de nuestro poder desbordarán las fronteras " (en Vremea del 18 diciembre de 1937).

"De los que han sufrido tanto, humillados durante siglos por los húngaros, luego por los búlgaros -el pueblo más imbécil que jamás haya existido-, de estos jefes políticos de la Transilvania heroica y mártir, esperamos una Rumania nacionalista, fanatizada, patrota, en armas, fuerte, implacable, vengadora" (en Cuvintul, el 21 de enero de 1938).

"¿Es que la raza rumana podrá poner fin a una vida agotadora por la miseria y por la sífiles, invadida por judíos y debilitada por extranjeros? (…). La revolución legionaria debe alcanzar el fin supremo: la redencio de la raza” (en Buna Vestire del 17 diciembre de 1937).

Tras haber escrito tan hermosas frases, Eliade a actuado también: " Por ejemplo, es un hecho a partir de ahora notorio que en 1940, cuando supo que el estudiante comunista Gogu Radulescu (…), habñia sido detenido en el Cuartel General de la Legió, y luego golpeado con cuertas trenzadas, Eliade no se contentó con aprobar con placer este “castigo” bárbaro, sino que añadió que, por su parte, le habría arrancado los ojosa" (16).

Emil Cioran (1911 – 1995) n.d.l.r ver también el Libre Penseur n° 75 correspondiente a diciembre de 1992. Filósofo y ensayista conocido. Hijo de un sacerdote ortodoxo, había nacido en Transilvania. Tras estudiar en el Liceo de Sibiu, se inscribe en 1928 en la Facultad de Letras de Bucarest donde obtiene una licenciatura en 1932. Al año siguiente, parte hacia Berlín y durante su estancia de casi dos años en Alemania que le lleva también a Munich y Dresde, es bastante más que un oscuro becario. Envía, en efecto, una quincena de artículos al bimensual de extrema-derecha Vremea. En el aparecido el 29 de abril de 1934, consagrado a Rumania frente al extranjero, podemos leer: "Ya que nuestra cultura no es más que pura aspiración, ya que nos es rechazada toda espiritualidad, tengamos al menos la explosión primitiva de vida, un impulso bárbaro de afirmación, un culto de poder, un frenesí y una violencia de instintos”. Los miembros de la Guardia de Hierro no tendrán más que tomarle la palabra. Y el 15 de julio siguiente, Cioran escribirá también: « No hay hombre político en el mundo de hoy que me inspire más simpatía y admiración que Hitler (pues) el mérito de Hitler es haber sabido derribar el espíritu crítico de toda una nación".

Así, de regreso a Rumanía en 1935, "se muestra como muy contaminado" (17). Es lo menos que puede decirse. Enseña fiosofía en el liceo de Brasov durante el año escolar 1935–1936 y hacia el fin de este último año publica su libro «maldito» Schimbarea la fata a Romaniei (Transfiguración de Rumania) "algunos de cuyos framentos (elimindos en las ediciones de postguerra) son propiamente aterradores” (18). Por ejemplo: “Rumania tiene necesidad de una exaltación (…) No puedo amar más que una Rumania en pleno delirio » y, en su delirio, reprocha incluso a la Iglesia ortodoxa rumana su “falta de intolerancia”.

En 1937, Cioran se instala en París como becario del Institut Français de Bucarest (un estatuto que podrá mantener hasta 1944) donde manifiesta su simpatía por Jacques Doriot y su partido.

Entre 1937 y 1944, se produce un episodio significativo: de regreso, pasa algún tiempo en Bucarest y aprovecha para hablar, en noviembre de 1940, en la radio rumana, de Codreanu como de aquel que “ha insuflado el honor a una nación de esclavos”. Tras el golpe frustrado de enero de 1941, huye a Francia donde, antes del ascenso al poder de Antonescu, ocupará (apenas dos o tres meses) una plaza en el servicio cultural de la legación rumana en Vichy (19). Había obtenido este empleo en otoño de 1940, probablemente gracias al apoyo del nuevo jefe de la Guardia de hierro, Horia Sima. Sus simpatías fascistas persisten: en efecto, ha animado a la « Guarnición rumana » de París (una cincuentena de miembros) y escribe, probablemente, el prefacio de un opúsculo a la gloria de Codreanu, publicado en París en 1943.

No es más que a partir de 1946 cuando Ciorán « se ha desvinculado completamente de sus compromisos políticos anteriores” (20). Se trata sin embargo, de cartas privadas, pues, como precisa el mismo P. Bollon (21): "El hecho es que Cifran no quiso jamás volver explícitamente sobre este error".

Constantin Noica (1912 – 1987). Estudios de filosofía en la Universidad de Bucarest (igualmente educado por Nae Ionescu), luego, desde 1931, estancias en Berlín y París. Había profetizado en 1938, en Vremea del 30 de enero, que “nuestros amigos judíos deberán sufrir a causa del Movimiento Legionario”. Esta posición cínica le llevará de manera natural, tras haberse afiliado a la Guardia de Hierro en 1938, a asumir el cargo de redactor en jefe de la revista del movimiento Buna Vestire, desde septiembre de 1940.

Tras permanecer en Rumania será condenado a varios años de prisión por el régimen socialistas tras la guerra. Es el único de los « tres mosqueteros » en haber pagado sus errores. Delirios políticos y religiosos.

Es incontestable que todos estos intelectules (y otros muchos más) han mantenido en sus tomas de posición públicas, el misticismo criminal de la Guardia de Hierro.

Las citas que siguen demostrarán los lazos estrechos que los fascistas rumanos han tenido con la religión.

"Para Codreanu el Movimiento Legionario no constituye un fenómeno político, era de esencia ética y religiosa" (22).

"Tenemos una religión, somos servidores de una fe" (23).

"Nae Ionescu compara el manual de las instrucciones legionarias con los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, en tanto que el movimiento legionario es una escuela espiritual” (24).

"Este sacrificio que es la realidad que arranca a nuestra personalidad la cáscara de la indiferencia ante las cosas divinas y, transformando en herida viviente (…), nos pone en comunión inmediata con la Divinidad" (25).

"Los grupos legionarios, parados en alguna parte o en marcha, repetían sin cesar un canto religiosos que no tenía más que una sola frase: “Dios está con nosotros; comprended, pueblos, y someteros, pues Dios está con nosotros" (26).

« Las misas, los óbitos (misas de aniversario de los fallecimientos), los grandes ayunos, las plegarias constituían buena parte de las actividades de los legionarios encarcelados. Y la más patética ironía de esta primavera de 1938, es que el hundimiento del único movimiento político rumano que tomaba en serio al cristianismo y a la Iglesia, ha empezado bajo la autoridad del patriarca Miron (jefe de gobierno" (27).

"En el campo, en la tarde, la oración colectiva acababa sobre con un impresionante « Dios con nosotros », cantado por trescientas voces. En el último ìso se encontraba una habitación reservada para la oración permanente. Durante una hora, de día y de noche, un detenido oraba y leía la Biblia” (28).

"El mismo Codrenau afirmaba actuar en nombre del arcángel San Miguel, a partir de las revelaciones que recibia de él” (29).

"El servicio religioso (…) precedía inevitablemente a las asambleas legionarias” (30).

"El Movimiento Legionario es un fenómeno que hunde la mayor parte de sus raíces en el cristianismo oriental” (31).

"El Movimiento Legionario ha nacido bajo el signo del Arcángel San Miguel y vencerá por la gracia divina (…); la revolución legionaria (…) es espiritual y cristiana" (32).

"Nae Ionescu opone un cristianismo áspero, asocial (...), exclusivamente teocéntrico, cuya norma única era el amor de Dios; frente a esto, el amor al prójimo aparecía solamente como una desviación occidental" (33).

" En Roumanie, Corneliu Codreanu dirigía a sus legionarios discursos llenos de una poesía ruda, llamaba al sacrificio, al honor, a la disciplina, reclamaba este estado de iluminación colectiva que se encuentra siempre en las grandes experiencias religiosas que llamaba “estado de ecumenismo nacional” y creaba el movimiento original, monástico y militar de la Guardia de Hierro” (34).

"El Movimiento Legionario tenía abiertamente una estructura y una vocación de secta mística y no de movimiento político. Era (…) lo que me repitió Puiu Cârcineanu en nuestras largas conversaciones, cuando afirmaba que el fin supremo del Movimiento no era ni siquiera la redención individual mediante un martirio, sino la resurrección de la nación adquirida gracias a una saturación de torturas y de sacrificios sangrientos" (35).

Tras esto, nos sentimos con el derecho de concluir que nunca la máxima según la cual hay muertos que matan, ha encontrado una confirmación tan pesada como en el caso de la deriva de numerosos intelectuales rumanos de las entreguerras.

Claude Cantina

 

Nota

  1. Ver e Libre Penseur de septembre dernier
  2. Págs 104-105
  3. En sus poetas, recientemente reeditados expresa amenudo violentos sentimientos xenófobos y antisemitas.
  4. Mihail Sebastian, Journal, Paris 1998 (pag. 7 del prefacio).
  5. Pag. 29
  6. N. Manea, p. 91
  7. Mircea Eliade, Mémoires I, Paris 1980, p. 428.
  8. Ibidem, p. 396.
  9. L’insomniaque du Danube, Paris 1992, p. 223.
  10. Cité in C.Mutti, p. 95.
  11. Como Evola, Eliade y "todos los representantes del pensamiento tradicional (…), no alimentaban esperanza en la renovación cósmica o social antes de de la desintegración del mundo moderno, pensando, como algunos entre ellos (…) que era posible contener esta desintegración sosteniendo movimientos políticos o metapolíticos de revuelta contra el mundo moderno" (C.Mutti, p. 27-28 : introducción de Philippe Baillet que ha traducido la obra del italiano).
  12. "Es exacto que Mircea Eliade ha formado parte de la Guardia de Hierro, hasta el punto de que a través suyo tomé contacto con el jefe de ésta, Codranu en Bucarest en 1936 (en realidad, marzo de 1938): pero Eliade no ama, por razones comprensibles que le sea recordado su pasado”, escribirá J. Evola (carta del 29 de julio de 1971 a G. Cannizzo, director de Vie della Tradizione (Palerme), citada en C.Mutti, p. 80).
  13. N. Manea, p. 99 bis Mircea Eliade.
  14. Ibidem, p. 105-106
  1. ibidem, p. 106
  2. Cf : N. Manea, p. 112
  3. G. Liicean, p. 35
  4. P. Bollon, p. 26-27
  5. Incluso si la comparación no es obligatoriamente cierta, es útil recordar que Eugène Ionesco ha trabajado igualmente en la Legation Rumana de Vichy de 1942 a 1944, como agregado de prensa primero, luego como agregado cultural
  6. P. Bollon, p. 293, nota 195
  7. Pag. 28
  8. M.Eliade, p. 35
  9. Ion Mota citado en C. Mutti, p. 15
  10. C. Mutti, p. 15-16
  11. Ion Mota cité in C. Muttin, p. 16
  12. Faust Bradesco citado M. Mutti, p. 24
  13. M.Eliade, p. 35
  14. Ibidem, p. 39
  15. Philippe Baillet en C. Mutti, p. 22
  16. Nicholas Nagy-Talavera, The Green Shirts and the Others, Stanford 1971, p. 247
  17. Philippe Baillet en C. Muttin, p. 31
  18. Mircea Eliade en Buna Vestire del 17 de diciembre 1937.
  19. Mircea Vulcanescu en C. Mutti, p. 63
  20. Robert Brasillach, Morceaux chosis, Genève 1949, p. 122.
  21. M. Eliade, p. 40

Bibliographie
Bollon Patrice, Cioran l’hérétique, Paris 1997

Eliade Mircea, Mémoires II (1937-1960) " Les moissons du solsitce ", Paris 1988.

Jesi Furio, Cultura di destra, Milan 1979

Liiceanu Gabriel, Itinéraires d’une vie : E.M. Cioran, Paris 1995

Manea Norman, " Mircea Eliade et la Garde de Fer " in les Temps modernes, Paris, avril 1992

Mutti Claudio, Les Plumes de l’Archange, Chalon-Sur-Saône 1993.

Sur Nae Ionescu, une biographie (auteur Mircea Vulcanescu) est parue à Bucarest en 1992.

© Por el texto Claude Cantina

© Publicado en Le Libre Penseur - Administrador aderam@worldcom.ch
© Por la traducción del francés, Ernesto Milá.

 

El filósofo prohibido y el archivista. Marcos Ghio

El filósofo prohibido y el archivista. Marcos Ghio

Biblioteca Julius Evola.- Reproducimos a continuacion la conferencia del profesor Marcos Ghio, presidente del Centro de Estudios Evolianos de Buenos Aires, el 31 de junio de 2005, con ocasión de la presentación de la obra de Evola sobre el pensamiento del filósofo chino Lao-Tzé, autor del Tao Te King. La obra de Lao-Tzé siempre fue tenida en gran estima por Evola el cual recogió algunas de sus ideas en "Cabalgar el Tigre" y escribió varios artículos y ensayos de divulgación sobre el taoismo. El provesor Ghio pasa revista a todo este material.

 

 

EL FILÓSOFO PROHIBIDO Y EL ARCHIVISTA

Marcos Ghio

(Conferencia dictada el pasado 31-5-05 en la ciudad de Buenos Aires)

En el día de la fecha presentamos la obra de Julius Evola El Tao te king de Lao tsé. Dicho texto, escrito por el aludido pensador chino quien viviera en el siglo VI a C., se encuentra precedido por una esclarecedora introducción al taoísmo elaborada por J. Evola. Acotemos al respecto que, si bien del Tao te king se habla mucho hoy en día existiendo del mismo una pluralidad de versiones, es muy poco lo que se sabe en cambio de su autor. Pero henos también con la paradoja que de J. Evola, autor nacido en 1898 y muerto en 1974, esto es, hace poco más de 30 años, es todavía menos lo que de él se sabe entre el gran público. Hasta nos arriesgaríamos a decir que, mientras que todos los aquí presentes conocen o han escuchado hablar del filósofo chino y de la obra que presentamos, en cambio de J. Evola algunos hasta ignoraban su existencia. Y ello es por una razón muy especial. No porque haya escrito muy pocos libros o que lo que escribió carezca de importancia, sino todo lo contrario; ello es por el hecho esencial de que se trata de un pensador sumamente conflictivo e inconveniente para los principales círculos del poder, cultural, mediático, político, académico, etc., que rige en el planeta, el que lo reputa como una especie de outsider en el mejor sentido del término, un autor conflictivo por las cosas que sostiene y por los influjos que puede ocasionar y ante el cual, en tanto resulta sumamente difícil deformarlo como en otros casos, lo más conveniente en cambio consiste en aplicarle un espeso manto de silencio. Sin embargo debemos acotar también dentro de esta misma perspectiva que en Europa, debido al creciente interés que se ha despertado por su obra entre algunos sectores, no hace mucho tiempo un autor que no es exactamente de la línea de Julius Evola ha escrito un sugestivo libro titulado Evola, el filosofo prohibido, obra de más de quinientas páginas, redactada para un círculo muy selecto de personas, pero en la cual, más que indagarse seriamente en lo que el autor pensó, se expresan en cambio las razones por las cuales tal doctrina debería ser excluido por lo riesgosa que la misma resulta ser para el normal desarrollo de la modernidad. Pero lo destacable a recordar aquí es que utilizó un término que sería bueno incluirlo de ahora en más: lo llamó el filósofo prohibido, resaltando de tal modo las abismales distancias que existen entre su pensamiento y la modernidad. Con Lao Tsé y el Tao tê king, obra que, tal como veremos, en su espíritu no es disímil de lo que Evola ha manifestado a través de sus escritos, en cambio, gracias a las características especiales que posee el idioma chino, el que admite una pluralidad de interpretaciones, ha sido posible en cambio modificarle el sentido esencial convirtiéndolo en inofensivo para la modernidad hasta incluso haberse llegado al absurdo de transformarlo nada menos que en un texto anticipatorio de la principal ideología que conforma a nuestra época: el liberalismo.

Sin embargo digamos aquí inmediatamente, para contrarrestar tal sofisma, que no solamente ello no es cierto, sino que la obra de Lao tsé y la de Evola tienen muchos puntos en común que trataremos de reseñar, justamente en el profundo contenido antimoderno que las informa, aunque convengamos que las existencias de ambos fueron muy diferentes. Y convengamos también que, si bien las circunstancias históricas en que vivieron fueron sumamente distintas, la labor desempeñada por Lao Tsé tuvo caracteres similares a la de J. E., en tanto que ambos, en circunstancias históricas distintas, ofrendaron por igual su vida entera a la difusión y testimonio de una doctrina metafísica esencial, milenaria e inmutable. Lao Tsé fue un archivista de la corte del emperador; pero enseguida tenemos que hacer una corrección con la finalidad de sortear las distancias abismales que existen con la situación de nuestros días respecto de alguien que escribiera hace 2.500 años. Cuando se piensa en tal función inmediatamente se imagina uno a una de las tantas figuras rentadas y mediocres, encargadas actualmente de acomodar en diferentes estantes los decretos y reglamentos que elabora una clase política en mayor o menor medida corrompida, como puede ser la nuestra o la de los otros países en los que se practica un mismo sistema político; aquello que en nuestro léxico florido y argentino hoy en día se califica como a un ñoqui. En verdad los archivos que cuidaba Lao tsé eran documentos milenarios en los que se hallaban los principios esenciales referentes al buen gobierno. Principios que, si bien eran relativos a la actividad política, en tanto encuadrados en una óptica tradicional y no moderna, eran por lo tanto también y esencialmente de carácter metafísico por su valor inmutable, permaneciendo siempre idénticos en todo tiempo y lugar, resultando absolutamente inmunes al devenir histórico. Por supuesto que la labor de un archivista de esos tiempos no era simplemente la de acumularlos en unos estantes, cuidarlos, limpiándolos del polvo que recibiesen con los años, sino, a la inversa, de hacerlos presentes y de recordarlos sea a quienes tenían la función eminentísima de gobernar como a aquellos que debían ser gobernados. Pero además ello no significaba meramente la tarea erudita de repetirlos mecánicamente, desentendiéndose del grado de comprensión que tuviesen los interlocutores, sino en cambio de adaptarlos a los léxicos del propio tiempo a fin de hacerlos comprensibles a los contemporáneos, y especialmente entre éstos a la figura eminentísima a quien iba principalmente dirigido el mensaje, el emperador chino, a fin de que éste no sucumbiera a las tentaciones propias de un político, cual es el halago de las muchedumbres o el deseo de mandar. Y a su vez la ardua labor de hacerlos comprensibles al tiempo en el que se vivía no debía significar en manera alguna degradarlos, haciendo perder el sentido de las distancias que siempre debe poseer un texto sagrado, incurriéndose así en un terreno propio de terminologías demagógicas y populacheras tan comunes entre nuestros hombres públicos y entre muchos de nuestros “comunicadores”. Ésta es la razón por la cual el texto fue formulado en un lenguaje poético, haciéndose notar así las abismales diferencias que existen entre lo que pertenece al saber y al sentido vulgar y lo que es en cambio propio de lo metafísico, entre lo que corresponde al lenguaje coloquial propio de las muchedumbre, que tan sólo afinca en lo que ya se es y aquel que en cambio eleva y transforma.

A tal efecto y adentrándonos ya en el texto que aquí tratamos, intentemos contestar a estas dos preguntas esenciales: ¿cuáles eran los principios que allí se indicaban? Y ¿cuáles las razones por las que los mismos debían formularse justamente en ese tiempo, en el siglo VI por parte de ese ocasional archivista llamado Lao Tsé?

Vayamos primero a la segunda pregunta. Se ha dicho que el siglo VI fue una etapa significativa en la historia de la humanidad. René Guénon sostiene que fue un momento de inflexión en el que se produjo el estado de aceleración y de caída en el Kali Yuga o Edad del hierro, propio de nuestro ciclo histórico. Tres acontecimientos esenciales en diferentes civilizaciones acontecen en tal siglo. En Grecia surge la filosofía, en la India el buddhismo y en China el taoísmo con la obra que aquí comentamos. Sin embargo, de acuerdo al punto de vista que se adopte, tales movimientos pueden ser concebidos sea como una profundización de la decadencia, en tanto que pueden haber significado una caída de nivel y vulgarización del saber tradicional, así como, a la inversa, de restauración y puesta a punto de ciertos principios primordiales justamente como un reactivo ante un desvío. Si en Grecia la filosofía puede ser comprendida como una caída de nivel en tanto significó el pasaje del mito al lógos o de la sabiduría (sofía) al simple amor o preparación para la misma (filo-sofía), en la India a su vez el buddhismo representa una concepción espiritual surgida de una casta jerárquicamente inferior, la de los kshatriyas (guerreros) respecto de los brahamanes (contemplativos), en donde la acción, bajo la forma del ascetismo y del heroísmo, se sustituye a la contemplación. Pero a su vez, desde otro punto de vista, en tanto que se considera que la decadencia se genera siempre en su origen como una caída acontecida en el seno de las castas superiores, tales fenómenos pueden ser comprendidos también como reacciones acontecidas ante un estado de aletargamiento espiritual, de decaimiento de lo que es superior hasta el nivel de un mero ritualismo burocrático carente de la levadura propia de la verdadera espiritualidad. Así pues, sea el buddhismo, como la filosofía en Grecia pueden ser comprendidos también como corrientes de renovación y de revitalización de ciertos principios, tales como en algunas vertientes del buddhismo como el zen y en algunas escuelas filosóficas griegas, sea pre-socráticas como post-socráticas, tales como las de Parménides, Platón, Aristóteles o Plotino. En todos estos casos depende pues de la óptica desde la cual nos ubiquemos para juzgar a ciertos fenómenos. Toda vez que existe un movimiento de decadencia también sobrevienen por reacción escuelas y figuras que por el contrario resaltan hasta límites de mayor profundidad los principios metafísicos esenciales. Tal es el caso de lo sucedido en el siglo pasado, siglo signado por la crisis más notable en toda la historia universal, con expresiones notorias de materialismo extremo y de postmodernidad como no sucediera nunca, pero en el cual, paradojalmente y como un verdadero contraste, ha podido darnos también en su pureza metafísica más plena la doctrina tradicional, a través de las inigualables plumas de Julius Evola y René Guénon, la que fue formulada en sus principios de una manera tan nítida y contundente como no sucediera en otras épocas anteriores en las que la decadencia aun no había socavado  y embrutecido tanto a la humanidad. En el caso específico del Tao que aquí nos convoca, podemos decir que, analizado desde una óptica estrictamente tradicional, el mismo representa un texto que fuera escrito a la manera de un alerta en previsión de ciertas tendencias de decaimiento del orden social acontecidas, sea en la cúspide del Estado y sea por extensión en el resto de la comunidad toda. Por lo cual es que se hacía necesario formular de una manera clara y contundente los principios que hacen a la ciencia política relacionados siempre con su disciplina rectora, la metafísica.

Pasemos a analizar ahora el sentido en que se entendía la ciencia política que emana del Tao. Como en toda disciplina común a las distintas tradiciones, sea occidentales como orientales, la política no era entendida como un saber y una práctica autosuficientes. A diferencia de lo que acontece hoy en día, las ciencias y las técnicas no se convertían en tales en tanto se separaran de su tronco principal y se independizaran adquiriendo un método propio, tal como se entiende en nuestros días, sino que, al contrario, todo saber podía reputarse como científico tan sólo en tanto estuviese orientado jerárquicamente por una disciplina superior que le indicara su razón de ser, la de constituirse como un medio adecuado a la realización de la meta esencial del hombre, su conquista de la inmortalidad. Todas las actividades, sea científicas como artísticas o técnicas, estaban orientadas hacia tal fin y era ello lo que les otorgaba su carácter científico. Un conocer por el mero conocer o peor aun en función de un dominio o acrecentamiento del poder sobre la naturaleza eran reputados como cosas inconcebibles y como el producto de una severa crisis. Como consecuencia de tales independencias de los diferentes saberes hoy en día hemos arribado a la época de las especializaciones en donde se ha hecho en modo tal que todas las disciplinas se han convertido en compartimientos estancos en la medida en que se han separado de su causa final, careciendo totalmente de un rumbo que las determine en su camino, de una razón última de ser, convirtiéndose así, al decir de Guénon, como formando parte todas de un “saber ignorante”. Y ha sido justamente este abandono de lo superior lo que ha hecho en modo tal que, en lo referente a lo que es propio de la política, presenciemos el fenómeno de que hoy en día los políticos ya ignoran lo que signifique propiamente gobernar, sino que en cambio hayan suplantado tal actividad por la inferior y económica de administrar, llegándose así al absurdo extremo de confundir lo que es la acción de gobierno con la actividad meramente administrativa, equiparable a la actividad de quien lleva los libros contables de una empresa. Es decir la política se ha convertido en la actividad encargada meramente de asegurar el bien común de las personas, entendiendo por ello principalmente el bienestar económico de las sociedades, razón ésta por la cual en los días que corren dicha disciplina, que en un primer momento de decadencia ha comenzado declarándose como autosuficiente y autónoma respecto de un saber superior que la orientara, ha terminado con el tiempo como estando cada vez más subordinada a una de carácter inferior cual es la economía. Pues de acuerdo a un dicho tradicional, una vez que se ha abandonado lo superior, lo que se produce no es la emancipación de un saber sino la consecuencia forzosa de subordinación a lo que es inferior. En coherencia con tal tendencia, se ha hecho ya un lugar común en los regímenes democráticos modernos manifestar no solamente que un gobernante es un administrador, sino que quien lo hace y quien posee la principal influencia en el Estado es el ministro de Economía.

No nos cansaremos de manifestar, en razón de las terribles confusiones en que se ha incurrido en los tiempos actuales, que el Tao, lejos de ser un anticipo de la mentalidad moderna y progresista, es esencialmente un texto antimoderno. La política se encuentra allí orientada por una ciencia superior cual es la metafísica, representando una rama práctica de la misma, la encargada de realizar esa dimensión suprema  en el hombre. Se parte aquí de una visión antropológica diametralmente opuesta a la de los tiempos actuales. Mientras que hoy en día, en virtud de la antes mentada decadencia, rigen criterios unidimensionales con respecto al ser humano, en donde todo se uniforma y confunde: se confunde el cuerpo con alma, el individuo con la persona, la psicología con la conducta externa y ostensible de los sujetos, etc. reduciéndose así toda la realidad a aquello que es tangible y visible, a lo que se capta a través de los sentidos, y la política a su vez, tal como dijéramos, queda comprendida por la economía y la administración; el pensamiento tradicional en cambio es tridimensional en tanto comprende que en el hombre existen tres dimensiones claramente diferenciadas entre sí, con leyes propias aunque no independientes, ordenadas todas bajo un principio de jerarquía en donde lo inferior sólo se comprende a través de lo superior y no a la inversa. Existe la esfera más primaria y elemental que es la espacial, vinculada con el cuerpo, luego la temporal relacionada con el alma y finalmente la eterna, que es la relativa al espíritu o persona en el hombre. Y era a su vez una premisa esencial que informaba toda acción de gobierno verdadero –que por supuesto no es la propia de los modernos administradores o políticos minúsculos que nos “gobiernan”– la de que, mientras se nace con las dos primeras dimensiones, existe una educación especial que es la que nos permite obtener y despertar la tercera.

Despertar al espíritu en el hombre, convertir al individuo en persona, a la masa en pueblo: tal es la función principal del hombre de Estado tradicional. El Estado era pues comprendido esencialmente como un pedagogo, como un ente formativo del hombre. Como aquel que era capaz de convertirlo de mero animal social y gregario, que era aquello perteneciente a la naturaleza inmediata que éste traía al nacer, en un ser libre y con espíritu. Era pues su función, más que la de satisfacer las necesidades del vientre, más que administrar o hacer “felices” a los hombres, la de elevarlos hacia la dimensión eterna, es decir, arrancar al ser humano del mundo meramente animal, físico y promiscuo por el que se encuentra mancomunado a todo lo existente, para enaltecerlo hacia una dimensión que trasciende la propia inmediatez natural con la que nace. Por ello era un esencial alerta formulado por el Tao en el sentido de que nunca puede ser la mera vida o el “bienestar general” la meta principal del hombre de Estado verdadero, sino lo que es más que vida, la supravida, o eternidad, la capacidad de trascender la esfera natural e inmediata en la que se ha nacido. Fue así como clásicamente se consideraba al gobernante como un pontífice, es decir, como un hacedor de puentes entre la tierra y el Cielo, entre lo natural y lo sobrenatural, entre lo material y físico que captan nuestros sentidos externos y lo metafísico y eterno que es propio de la esfera espiritual.

Pero a pesar de tales contundentes aseveraciones, los modernos, basándose en párrafos parciales y arrancados de contexto, insisten en su confiscación del Tao para su ideología con la excusa de que en el mismo se habla de una no intervención del Estado en las cosas privadas. Digamos una vez más: no existe un texto que se encuentre más alejado del liberalismo o de la modernidad que el Tao te king que aquí comentamos. Lejos de pretender disolverse y de desaparecer como brega tal ideología, el Estado tradicional es un ente sumamente activo y omnipresente. No es el organismo que despliega o ayuda a desplegar la naturaleza del hombre tratando de intervenir lo menos posible a fin de no interferir en su sagrada espontaneidad, sino por el contrario es el que la modifica y transforma, elevándola por encima de lo que es su mera inmediatez.

Es desde tal perspectiva como es posible comprender el sentido de no-acción que aparece formulado en el texto, como formando parte del carácter esencial del gobernante taoísta. Hay no-acción tan sólo en tanto un gobernante verdadero no se entretiene en cuestiones secundarias, como la economía, la administración, las relaciones públicas, etc., sino que, al ser su meta principal la eternidad, es hacia ella que ordena todo lo existente. Nada que ver pues con el laissez faire liberal del gobernante que se entromete lo menos posible en la vida de sus semejantes, sino que aquí en cambio está presente la idea aristotélica de causa final, de motor inmóvil que mueve sin moverse, que atrae como un imán en tanto poseedor de un carisma del que carece el común de los hombres. A la inversa exacta de la ideología moderna y liberal, el gobernante tradicional, lejos de permanecer ajeno y desinteresado respecto de las acciones particulares de sus semejantes, está presente absolutamente en todas aun en las más mínimas e insignificantes, tratando de otorgarles a todas ellas un contenido superior, un sentido a la totalidad de la existencia de sus gobernados. Por ello es que su acción debe ser siempre a la distancia, como la de un imán que atrae hacia sí, constituyéndose de esta manera en una fuerza mucho más fuerte e indoblegable que la más poderosa de las acciones materiales. Estamos así lejos también del concepto moderno del Estado que ejerce el monopolio de la fuerza física; el gobernante tradicional puede estar desarmado pero sin embargo, por su prestigio y autoridad, por el carisma que emana de sus actos, alcanza a obtener de sus súbditos una obediencia reverencial muy superior a la que alcanza a través del miedo y el terror el más tiránico de los gobernantes.

El emperador chino permanecía por lo tanto alejado de la muchedumbre, vivía su existencia entera en una ciudad oculta de la que nunca salía, ni siquiera para viajar y conocer el mundo como hacen los líderes actuales, a fin de no contaminarse y no mezclarse con los afanes del vulgo al cual él debía transformar; pero no por ello permanecía ajeno a los verdaderos “intereses” de su pueblo, sino por el contrario, por su acción a la distancia que les dirigía el rumbo, él le estaba siempre presente, mucho más cerca que el más pegajoso e incisivo de los demagogos actuales, siempre a disposición de la gente, poblando con sus imágenes mediáticas nuestra vida cotidiana, aunque no por ello estando más cercanos a nosotros.

El emperador tradicional era la causa primera de todo lo existente en el orden social, la instancia última y final en la cual hallaban un sentido todas las acciones de gobierno, todas las actividades de los habitantes, aun aquella que se pudiese concebir como la más particular de todas. Lejos se estaba así sea de la democracia moderna, que sostiene que el origen del poder emana del pueblo y que por lo tanto es efímero y voluble como los caprichos de una voluntad permanentemente mutable, como del principio republicano por el que se comprende como Estado justo a aquel en el cual el poder se encuentra dividido, en forma en algunos casos tripartita, aunque el tiempo nos proporcione otras divisiones. Todo ello es contrario a una perspectiva estrictamente metafísica pues un poder que puede dividirse y limitarse no es propiamente tal, sino que representa en cambio un signo de impotencia, del mismo modo que lo es también uno delegado pues, si existe una causa que recibe de otro su razón de ser, esta causa no es primera, sino segunda y subordinada. Una soberanía que no sea absoluta, que no halle tan sólo en sí misma el origen de la propia legitimidad, no es verdaderamente soberanía y por lo tanto gobierno verdadero, sino apenas una parodia del mismo. El concepto de soberanía delegada es una falsificación totalmente contraria a tal postura, pues si la misma es delegada no es verdadera soberanía en el que la ejerce sin tan sólo el que la delega es su detentor. Podrá tal parodia subsistir por un tiempo incluso prolongado, pero tarde o temprano tal contradicción se irá degradando hasta desaparecer. El fundamento del carácter absoluto del poder del Estado se encuentra única y exclusivamente en su dimensión sagrada, hallándose así inspirado en razones que pertenecen a la esfera de lo alto y no en la voluntad numérica, ni tampoco en la fuerza material que detente.

Pero dijimos que el Tao representa un alerta en función de los tiempos que se avecinaban. Tiempos de decadencia que tan sólo una doctrina formulada en su pureza mayor y en el momento oportuno, puede llegar a interrumpir. La decadencia sobreviene justamente en la cúspide, que es cuando el poder se degrada, cuando abandona su sacralidad y se convierte en puramente temporal. Evola nos habla de un movimiento en sus comienzos apenas perceptible, como el que da origen a una posterior avalancha que va a acelerando de a poco su caída. Acontece en el momento en el cual el poder se separa de su principio sagrado, esto es, cuando acontece una primera división entre lo que es el poder temporal y la autoridad espiritual. Todo movimiento de decadencia representa un movimiento de escisión que va siempre de lo uno hacia lo múltiple. Evola analiza pormenorizadamente este proceso en el seno de nuestra civilización occidental por el que gradualmente se fueron sucediendo una serie de etapas cíclicas por todos conocidas. Fue necesario primeramente que en plena Edad Media, a través del acontecimiento histórico conocido como la querella por las investiduras, se produjese la primera escisión cuando el Estado perdiera su carácter pontifical y formativo para que pasara a convertirse en un ente tan sólo temporal encargado meramente de administrar el bien común. Vaciado así de su esencia sagrada y metafísica, la que quedó relegada tan sólo al sacerdocio, generándose de este modo la primera y más importante de todas las divisiones, el paso siguiente y necesario tuvo que ser el absolutismo monárquico por el cual el Estado, tras perder su carisma de sacralidad, descendió a la esfera del mero ejercicio de la fuerza material, desconociendo sobre si la soberanía de la autoridad espiritual. Y el sustento de la autoridad no fue más un principio metafísico afincado por afuera del tiempo y la materia, que a través del carisma y el prestigio obtuviera el consentimiento y la adhesión de los gobernados, sino el miedo que producía el monopolio en la posesión de las armas. Tuvimos así el Segundo Estado, esto es aquel en donde la política se encuentra desgajada de la metafísica y las simples “razones de Estado” se convierten en el fin último del mismo. De modo tal que lo que siempre significara la adhesión a un principio superior terminará suplantado por la búsqueda y el reconocimiento del mero interés singular. Y en tanto que desde la cúspide se produjo la sustitución de los principios universales y sacros por el simple interés egoísta de las partes, en tanto se pasara del Imperio universal a los simples estados o monarquías nacionales, se abrió camino al paso subsiguiente cual fue la irrupción en el campo político de las clases económicas, representantes de los distintos “intereses” del cuerpo constitutivo de esas naciones, las cuales con el tiempo, en tanto el valor por ellas representado adquirió forma “política” y de “partido”, terminaron tomando la primacía por encima del mismo Estado hasta convertirlo en un organismo subsidiario de los propios intereses, en un complemento que permite realizar el fin esencial de las mismas cual es el bienestar material de las distintas clases. Sucesivas revoluciones cada vez más descendentes fueron signando tal derrotero inaugurado con la primera de todas, cual fue la escisión acontecida en plena Edad Media entre el poder político y la autoridad espiritual, entre lo humano concebido en su forma arquetípica superior y lo divino recluido a la esfera de los templos y el sacerdocio, ya no comprendidas en uno solo, sino en instituciones distintas, la Iglesia y el Imperio. Tuvimos así que, tras el absolutismo monárquico, la primera revolución, sobrevinieron una nutrida serie de revoluciones sucesivas, conocidas con nombres distintos como la revolución burguesa, la industrial, la tecnológica, la proletaria, las que nos trajeron la irrupción sucesiva de formas cada vez más degradadas de Estado esta vez pertenecientes a clases económicas, tal el tercero y el cuarto Estado (es decir el Estado burgués, el Estado proletario), hasta arribar finalmente a nuestros días con la revolución postmoderna y el posterior advenimiento del quinto estado. En el mismo el hombre se encuentra vaciado ya no sólo de toda dimensión metafísica, sino aun de cualquier rasgo aun remoto y caricaturesco que se le pareciera, expresado bajo la forma de la simple búsqueda de un ideal que fuese superior al mero interés inmediato, a través de la hoy notoria consigna de lo que ha dado en llamarse como la “muerte de las ideologías”, es decir el vivir al día y sublimando los instantes placenteros, por la cual hoy presenciamos la desaparición de la persona reducida a la masa y del individuo rebajado al rol de un mero animal que consume y goza y finalmente de un Estado, otrora ente sagrado y pontifical, convertido en un mero ente burocrático y efímero, reducido al rol de recaudador de impuestos que acciona tan sólo allí donde la iniciativa privada no puede actuar adecuadamente y en incesante aunque nunca consumada amenaza de desaparecer del todo el día en que la educación de las masas lo haga prescindible. Digamos que, a pesar de la pregonada muerte de las ideologías, subsistirá siempre en todas las vertientes modernas y postmodernas la utopía de que el Estado se trata de un mal tan sólo provisorio que durará hasta que llegue el día en que las personas por la educación lleguen a obtener una conciencia cívica suficiente que les haga superflua la existencia de cualquier ente coactivo, sucediendo así del mismo modo a como el hijo que, tras emanciparse de la autoridad de su padre, se gobierna a sí mismo y entonces acontecería, tal como dijera el marxismo, que con la consumación de la historia el Estado habrá pasado a formar parte de los “trastos viejos de la historia”. Aunque paradojalmente hagamos notar aquí que el Estado moderno, lejos de desaparecer como incesantemente nos pregona, es cada vez más hipertrófico y burocrático entrometiéndose, cada día que pasa, de manera mucho más totalitaria y tiránica de lo que pudiera haber hecho el Estado tradicional.

Desde la óptica de la tradición es tan sólo el Estado y su consecuente soberanía lo que asegura la existencia normal de cualquier orden social. Sólo con el Estado puede existir la nación y el pueblo, distinguiendo a tal ente de la mera masa anónima y sin alma que hoy tanto nos circunda. Y justamente para evitar que dicho mal acontezca se hace necesario que el Estado sea libre en el mejor y más amplio sentido del término. Sólo la libertad del soberano es lo que permite que los gobernados sean también libres. Y a su vez cuanto mayor ésta sea, también lo será la de estos últimos. Al respecto el moderno posee una concepción totalmente diferente de lo que es la libertad. En tanto basa la misma en el irracional concepto de igualdad, considera que todos deben tener la misma libertad y que ésta, en tanto debe ser igual para todos, consecuentemente debe ser limitada y finita, en tanto que todos deberían ser acreedores de los mismos derechos. El pensamiento tradicional en cambio considera a la libertad como una potencia infinita que se posee en mayor o menor medida de acuerdo al valor y las virtudes que haya desplegado una persona. Cuanto más condición de persona se haya alcanzado a desarrollar en sí mismo, mas libertad se posee. Y así como no todos son persona de la misma manera, en tanto que, tal como dijéramos, se trata éste de un concepto relativo al despliegue que cada uno haya podido hacer de su naturaleza espiritual, en tanto se nace individuo pero se deviene persona, y así como existen seres que transcurren toda su existencia sin haber podido desarrollar casi ningún aspecto de personalidad –éstos son los individuos-masa o parias según la tradición hindú–; existe también aquel que, en tanto persona absoluta, posee una libertad ilimitada, la que a su vez, por ser tal, es garantía y reaseguro de la libertad de quienes le resultan inferiores. Tal es el emperador que es el único ser verdaderamente libre y que por lo mismo tiene simultáneamente el derecho y el deber de gobernar. La libertad del gobernante lejos de limitar o coartar la libertad de los gobernados es aquella que por el contrario la incrementa. De allí el origen de la palabra autoridad correlativo necesario del concepto de libertad (del latin augere = aumentar, acrecentar). Cuanta mas libertad se posea consecuentemente tanta más autoridad se tiene.

Pero hay otra idea esencial que aparece en el Tao y que nos permite una vez más ahondar en el carácter metafísico que posee tal texto. De la misma manera que las ciencias son hoy independientes entre sí, y la realidad toda es una suma de compartimientos estancos y de mónadas sin ventanas,  se consideran como dos cosas separadas y autónomas el mundo de la naturaleza y el que es propio del hombre, la cultura. En el Tao en cambio, así como la política no se encuentra disociada de la metafísica, el mundo la naturaleza no representa una cosa ajena al mundo de la cultura. En concordancia con la antigua óptica judeo cristiana del que es heredero, el moderno sigue considerando a estos dos planos como separados e independientes entre sí, de modo tal que, si la naturaleza ha sido creada por Dios, el mundo de la cultura es reputado en cambio como una cosa que es propia del hombre. Y más aun basándose en tal dualismo, el concepto de rey de la creación, aportado por tal cosmovisión, ha sido entendido a través del tiempo bajo la forma de un dominio arbitrario y caprichoso ejercido sobre este mundo al que se concibe como una realidad puesta totalmente a nuestra disposición y frente a la cual todas las acciones son posibles. Es totalmente diferente la postura que en cambio aparece en el Tao. El carácter de señor de la creación que allí también se sostiene es concebida como una acción de conservación del orden creado. El hombre es comprendido como un colaborador en la obra creadora y no como una simple criatura, siendo de tal modo la misma considerada como una empresa inconclusa que debe ser siempre actualizada y consumada por éste. De la misma manera que no podía encontrarse separada la política de la metafísica, tampoco podían considerarse como dos cosas totalmente ajenas y divorciadas entre sí el mundo de la naturaleza y el de la cultura. Se consideraba al universo como a una unidad jerárquica y de ninguna manera se pensaba que eran indiferentes los hechos que acontecieran en una esfera respecto de la otra. Todo hecho tenía un significado superior que lo explicaba. De acuerdo a la concepción tradicional, al ser el hombre un intermediario entre Dios y el mundo, encargado de cumplir así con la función esencial de conservador del orden, no estaban disociados en manera alguna lo que acontecía en el mundo de la naturaleza de lo que sucedía en el de la cultura, sino que ambos componían una misma unidad por lo que el quiebre en una de las partes generaba a su vez terribles consecuencias para la otra. En razón de tal vinculo estrecho, era una máxima tradicional que todo desorden acontecido en el mundo humano, al operarse en la cúspide de la Creación, inmediatamente se transfería por irradiación hacia el de la naturaleza produciendo cataclismos y desórdenes de inmensa envergadura. A tal respecto el Diluvio Universal, relatado en manera disímil por diferentes tradiciones, nos explicita un momento de caída en uno de los ciclos cósmicos con secuelas terribles transmitidas por proyección al mundo de la naturaleza una vez que su principio rector, el hombre, ha decaído. A su vez, en su obra Rebelión contra el mundo moderno, Evola nos hace notar cómo en los tiempos remotos, pertenecientes al origen del actual Manvantara, la raza divina originaria, la hiperbórea o raza roja, habitante en su momento en la tierra polar, debido a un decaimiento o decadencia en su accionar, dio como resultado a su vez un quiebre cósmico de inmensas dimensiones cual fuera el desplazamiento del eje de la tierra y el posterior congelamiento de los polos. De tales hechos, como el de la misma existencia de la Atlántida relatada por Platón, sólo existen rastros que únicamente un ojo atento puede percibir. Por ejemplo el mismo nombre de Groenlandia (Tierra verde y por lo tanto espacio de clima templado) otorgado a un territorio en la actualidad totalmente congelado y desértico, sito en la cercanía con el Polo Norte, puede ser un eco de aquella antigua tradición. El proceso de la decadencia es pues un acontecimiento cósmico de dimensiones universales.

Es justamente con la finalidad de evitar tal decadencia y mantener el equilibrio del cosmos que existe el gobernante, consistiendo así su función en algo muy superior a lo que la moderna ciencia política concibe. Justamente hoy en día en donde la profanación del mundo marcha pareja a la desacralización del Estado es donde vemos cómo junto a un exasperado afán por el lujo y consumo en todas las clases, tanto en las que tienen como hasta en las que carecen de lo esencial, en un mundo cultural sometido por la economía y la superficialidad, la tecnología con sus depredaciones ecológicas lleva a cabo el destino de un hombre concebido como amo arbitrario y caprichoso de una naturaleza de la que se ha convertido de armonioso soberano en su cruel depredador y enemigo. Las consecuencias de tales destrucciones que comenzaron primeramente en un plano moral y cultural y que consecuentemente se trasladan al ámbito físico no tardarán en mostrarse; más aun, ya están presentes en nuestros días y el problema estribará tan sólo en determinar si al final de este ciclo será posible la instauración de uno nuevo con una cierta continuidad. Al respecto la obra aquí presentada proporciona aportes efectivos para una acción de reenderezamiento.

Preservar al Imperio extremo oriental de la decadencia a través del sostenimiento pleno y cabal de los principios fue la máxima esencial de esta obra magistral que aquí presentamos por primera vez en habla hispana formulada en su más estricta pureza y librada de todas las desviaciones antes mentadas que han intentado hacerla inofensiva y hasta contraria a lo que se expresara. Su efecto será de una contundencia tal que no tendrá equivalente alguno en toda la historia. Mientras que Occidente verá caer uno tras otro a los distintos imperios tradicionales, el único que a lo largo del tiempo se mantendrá incólume durante tantos milenios será el chino, cuya caída será recién en el año 1912 momento en el cual, tras una revolución de neto corte moderno y occidental en el sentido caduco de tal término, el emperador, tras ser expulsado de la ciudad oculta, concluirá definitivamente con su mandato sagrado. Y ello no ha obedecido a ninguna fatalidad cíclica que obligue necesariamente a un proceso a encontrar su final o punto de detención. Ha sido la voluntad humana la que en su decaimiento, a pesar de la contundencia del texto aquí mentado y del sostén proporcionado, arribó a un momento de detención e inició así su curso acelerado sea hacia la China sea marxista-leninista como la más reciente y gemela, la competitiva y de economía de mercado. Pero esto es apenas una anécdota que no debe apartarnos de lo esencial. Tales principios, vueltos a formular en nuestro siglo por Evola y Guénon, esperan tan sólo el momento oportuno para ser restaurados.

Concluyamos esta exposición con una reflexión final respecto de la manera como Lao tsé desapareció de escena, a los 81 años luego de haber difundido el Tao te king. Algunos dicen que se fue para el Occidente para no volver nunca más. Ello en cambio tiene que ver con una máxima esencial del pensamiento tradicional para el cual nunca el autor con su singularidad debe ocultar el contenido esencial de su obra. La individualidad humana debe disolverse totalmente en la función. Y cuando ésta se ha consumado, la misma debe desaparecer para impedir la distracción del público sobre la figura del autor. Ello es por supuesto diferente esencialmente de lo que acontece en cambio en la modernidad en donde el autor, una vez que ha formulado un texto, por el contrario aparece más que nunca en escena en un exasperado afán por exhibirse y obtener premios o confirmaciones.

 

 

Fuego en el cuerpo. Julius Evola y la metafísica del sexo

Fuego en el cuerpo. Julius Evola y la metafísica del sexo

Biblioteca Julius Evola.- El presente artículo fue publicado en la revista "Punto y Coma" en marzo de 1986, por Fernando García Mercadal. Como se sabe, la revista "Punto y Coma" fue, durante un breve plazo de tiempo, el portavoz del segundo intento de llevar las tesis de la Nueva Derecha a la calle, que aparecía nueve años después de la revista "El Martillo". El presente artículo es interesante porque puede considerarse una introducción al "Metafísica del Sexo", una de las obras "técnicas" más importantes de Evola.

Fuego en el cuerpo. Julius Evola:
una metafísica del sexo

Fernando García Mercadal

La llama del sexo que anida en todo ser humano puede elevarse hacia lo alto, sobre la sordidez de lo físico, o transformarse en un instrumento abrasivo y destructor. Evola, filósofo de la tradición, cuya obra continúa incomprensiblemente sin ser divulgada en España, entendió bien esta naturaleza dual de la existencia y apostó por el sexo como fuente de armonía entre la puribundez de ciertos sectores puritanistas y el genitalismo desordenado de los pornócratas de siempre (1).

El mundo de eros no es nuevo. Echemos un vistazo a la etnología, la historia de los mitos o el folclore, y adivinaremos en seguida la pulsión sexual detrás de muchas de las manifestaciones de los pueblos. Sin embargo, la filosofía de las relaciones intersexuales tiene escasos precedentes. Contrastan las pobres páginas dedicadas por los pensadores al asunto (si exceptuamos a Platón y Schopenhauer) con el aluvión de libros, manuales y recetas sobre las técnicas sexuales más diversas que se exponen ante los impávidos ojos del consumidor moderno. Incluso ha surgido una pseudociencia, la sexología, asentada sobre métodos vulgares de investigación como los conocidos informes americanos. Claro está que este fenómeno no es únicamente el reflejo de un discurso narcisista. La banalización del sexo y el omnipresente papel que protagoniza en nuestra civilización (no sólo en sus ejemplos más procaces de vedettismo hortera, sino también en los amparados por la coartada esteticista) encierra un significado más profundo: son anuncio de una era crepuscular en la que los principios heroicos han sido sustituidos por los instintos del vientre. La sonrisa imbécil de la publicidad y el estruendo de los mass-media explican por sí mismos este estado de cosas. El mundo real es vacuo, los ideales fracasan, y a Evola, consciente de todo esto, le queda la sublime protesta de combatir casi en solitario el pansexualismo freudiano y las nuevas religiones naturalistas de la carne.

El erotismo de este tiempo, nos dirá, se presenta como una excitación difusa y crónica que encuentra sus raíces en el prejuicio darwinista y en la antropología psicoanalítica, y que resulta eficaz para entender el hecho sexual en sus aspectos más groseros, pero que no permite descifrar el conjunto de factores afectivos y morales que, sobrepasando el terreno biológico, integran el amor sexual. Ni el instinto de la reproducción, el impulso genésico o el principio del placer nos facilitan la comprensión de esa magia elemental que empuja al hombre hacia la mujer y viceversa. Los enamorados tienen tan poco en cuenta el hedonismo como la idea aislada de la procreación. Esto no debe inducirnos a juzgar todo ars amandi como depravado y decadente. El debate esencial consiste en comprobar si en la experiencia erótica predomina la dimensión más profunda del alma, quedando subordinado el instinto al fin, o se impone la obsesión libertina del deseo. Por ello el sexo para Evola es ante todo imponderable destino: no se existe más que como hombre o como mujer (sin que sus certeros análisis sobre el andrógino y la homosexualidad supongan contradicción alguna con esta afirmación), y su inevitabilidad es subrayada con una especulación personal traída de las antiguas sabidurías de Oriente (la teoría de la polaridad de los sexos, ying/yang, entre los que se produce un campo de atracción magnética), dualismo que explica tanto el hechizo del amor como lo absurdo de la guerra entre lo masculino y lo femenino. Ambos extremos, viril y telúrico, se complementan y realizan en su propia naturaleza, adquiriendo absoluta plenitud en el dulce abrazo conyugal. Es de este modo, si el amante no goza sólo para sí, y tiene presente la realidad del otro, cuando el sexo ejerce su función auténticamente liberadora.

La via regia que nos propone Julius Evola rompe los mecanismos sociales que se interponen entre la pasión y el objeto, y disipa el alumbrado artificial del gran teatro del mundo, suministrando la luz original del amor que ciega a la promiscuidad y nos descubre el verdadero rostro del mundo.

(1) Las ideas fundamentales de Evola sobre la sexualidad están expuestas en su obra Metafísica de sesso. Edicioni Mediterranee. Roma, 1969. Existe una edición española, traducida por Manuel García Viñó en Ediciones Heliodoro, colección "La rama dorada". Madrid, 1981. (Nota: una edición más actual de esta obra puede encontrarse dentro de la colección SOPHIA PERENNIS, editor José J. de Olañeta).

Jullius Evola y el tradicionalismo ruso. Alexandr Duguin.

Jullius Evola y el tradicionalismo ruso. Alexandr Duguin.

Biblioteca Julius Evola.- Elsigueinte artículo ha sido traducido del italiano, tras habernos sido enviado por un lector. Fue escrito por Alexandr Duguin, uno de los editores de la obra de Evola en Rusia, En los próximos días iremos publicando distintos artículos sobre la influencia de Evola en determinados países. El artículo de Duguir es importante porque, no solamente, alude al impacto de las obras de Evola, sino que, sobre todo, se centra en los motivos doctrina que favorecieron el interés de Evola por el público ruso. El artículo fue publicado por primera vez en la web abierta por el autor a finales de los años 90.

 

Julius Evola y el tradicionalismo ruso

1. El descubrimiento de Evola en Rusia  

La obra de Evola ha sido descubierta en Rusia en los años 60 por un pequeño  grupo de intelectuales disidentes anticomunistas, llamados "los disidentes de derecha". Fue un pequeño círculo de personas que rechazaron intencionalmente la participación en la vida cultural soviética y eligieron la existencia clandestina. Contestaron radicalmente la realidad soviética y buscaron los principios fundamentales que habrían podido explicar las raíces de este juicio negativo absoluto. Y sobre estas bases de rechazo del comunismo descubrieron trabajos de autores antimodernos y tradicionalistas: sobre todo las obras de Réné Guénon y Julius Evola. Dos personajes centrales animaron este grupo: el filósofo musulmán Geidar Djemal y el poeta no conformista Evgeni Golovin. Gracias a ellos, los "disidentes de derecha" han conocido los nombres y las ideas de estos grandes tradicionalistas de nuestro siglo. En los años 70 se hicieron las primeras traducciones de los textos de Evola ("La Tradición Hermética", siempre en el marco del mismo círculo y han sido distribuidas bajo forma de samizdat. La calidad de las primeras traducciones fue muy ordinaria porque fueron ejecutadas por apasionados poco competentes, en los márgenes del grupo de los intelectuales tradicionalistas específicamente. En el 1981 apareció en el mismo entorno la traducción de "Heidnische Imperialismus", el único libro disponible en la Biblioteca Lenin de Moscú. Esta vez la distribución por samizdat había sido muy amplia y la calidad de la traducción mejoró. Poco a poco se había ido formado la verdadera corriente de los tradicionalistas cuyos puntos de referencia iban del anticomunismo a la antimodernidad, extendiendo el rechazo total de la realidad soviética al mundo moderno en cuánto tal, coherentemente con la visión tradicionalista integral. Hace falta señalar que las ideas de los tradicionalistas en cuestión en aquella época estuvieron muy lejanas de las otras ramas de los "disidentes de derecha", cristianos ortodoxos, monárquicos y nacionalistas. Evola arraigó más entre las personas que se interesaron, en general, por el espiritualismo, el yoga, el teosofismo, el psiquismo, etc.

En el curso de la perestroika todas las formas de disidencia anticomunista pudieron manifestarse la luz del sol y, a partir de los "disidentes de derecha", se creó la corriente ideológica, cultural y política de la Derecha  nacionalista, nostálgica, antiliberal y antioccidental. En este contexto y siguiendo el desarrollo específicamente de la glastnost, las ideas tradicionalistas, los nombres de Guénon y Evola se han introducido en el complejo cultural de Rusia.

Los primeros textos de Evola han aparecido en los años 90 en la llamada prensa "patriótica" o "conservadora" de gran tirada y el argumento del tradicionalismo se ha vuelto el tema de polémicas virulentas y muy animadas en el campo de la derecha rusa en el sentido más extenso del término. Las revistas "Elementy", "Nach Sovremennik", "Mily Anguel", "Den" etc. empezaron a publicar fragmentos de los escritos de Evola o artículos inspirados en sus obras donde su nombre fue muchas  veces citado. Poco a poco, el campo de los "conservadores" fue estructurado ideológicamente y se produjo la separación entre la Derecha arcaica, nostálgica, monárquica y la otra Derecha más abierta, no conformista y "ortodoxa", un tipo de "novye pravye" en ruso, que se puede traducir como "nueva derecha", pero precisando que se trata de un fenómeno muy original y muy diferente de la ND europea occidental. Este partido de los "patriotas" se podría calificar como "terzaforzisti", "nazional-revolucionarios" etc. La línea de ruptura pasa precisamente por la aceptación o el rechazo de las ideas de Evola o ante el espíritu de la obra de Evola que no se puede calificar solamente como "conservadora" o "reaccionaria" sino como “Revolución Conservadora”, tal como la "Revuelta contra el Mundo Moderno". El primer libro "Heidnische Imperialismus" ha sido publicado con una tirada en 50.000 copias. Un programa del primer canal de TV estuvo dedicado a Evola. Así puede decirse que Evola entró en Rusia por la puerta grande. Lo que fue un núcleo intelectual extremadamente marginal antes de la perestroika se ha vuelto un fenómeno ideológico y político importante. Pero es evidente que Evola escribió sus libros y formuló sus ideas en un contexto temporal, cultural, histórico y étnico muy diferente. Por eso es lícito plantear el problema sobre ¿qué hay de válido en la obra de Evola para la Rusia actual y qué parte de su obra tiene que ser adaptada o rechazado en las actuales condiciones? Por eso vale la pena realizar al menos un breve análisis de las divergencias y las convergencias entre el tradicionalismo de Evola y la tradición sagrada y política rusa.  

2. Contra el occidente moderno  

Inicialmente hace falta precisar que el rechazo del mundo moderno profano y desacralizado que se manifiesta en la civilización occidental del fin de ciclo es común a Evola y a toda la tradición intelectual eslavófila. Autores rusos como Homyakov, Kirievsky, Aksakov, Leontiev, Danilevsky, entre los filósofos y Dostoevsky, Gogol, Merejkovsky entre los escritores, casi critican el mundo occidental en los mismos términos de Evola. En ellos encontramos la misma aversión al reino de la cantidad, al sistema de la democracia moderna, al deterioro espiritual y a al mundo profano. A menudo se ven correspondencias sorprendentes entre la definición de las raíces del mal moderno -masonería profana, judaismo extraviado, llegada de las masas, endiosamiento de la razón- en Evola y en la cultura "conservadora" rusa. De algún modo, la tendencia reaccionaria es común, pues la crítica del occidente por parte de Evola es completamente comprensible y aceptable en la línea general de los conservadores rusos. Además de esto se encuentra a menudo en Evola la crítica formulada en un modo más próximo a la mentalidad rusa que a la europea -el mismo gusto por la generalización, la evocación frecuente de motivos místicos y mitológicos, el vivo sentimiento del mundo espiritual interior a partir del que se percibe orgánicamente la realidad inmediata moderna como perversión y desviación. En general, para la tradición conservadora rusa el estilo de la explicación mitológica de los acontecimientos históricos y también contemporáneos es casi obligatorio. La llamada al nivel supra-racional o no racional se entiende perfectamente en Rusia dónde la excepción consiste en argumentar de forma racional. Además puede notarse la influencia ejercida por los conservadores rusos sobre Evola: en sus obras Dostoevsky es citado a menudo; Merejkovsky, al que, por otra parte, conoció personalmente, y algunos otros autores rusos. De otro lado, estas frecuentes referencias a Malynsky y a León de Poncins lo hacen parcialmente regresar en la tradición contra-revolucionaria típica del este europeo. También pueden citarse sus referencias a Serge Nilus, el editor de los famosos "Protocolos" que Evola reedito en Italia. 

Al mismo tiempo es evidente que Evola conoció muy mal la cultura conservadora rusa en su conjunto que, por otra parte, no lo interesó particularmente a causa de su idiosincrasia anticristiana. A propósito de la tradición ortodoxa solo dijo algunas palabras poco significativas. La afinidad entre su posición respecto a la crisis del mundo moderno y el antimodernismo de los autores rusos es debida a la comunidad de las reacciones orgánicas, excepcional e individual en el caso de Evola y tradicionales en el caso de los rusos. Pero gracias a la espontaneidad de las convergencias antimodernas, el testimonio de Evola aún más se pone interesante y más precisa. Sea como fuere, esta parte crítica de Evola regresa perfectamente en el marco de la corriente ideológica de la Derecha rusa y aporta mucho a esta visión de la decadencia histórica, dando fórmulas nuevas a veces más completas, más radicales y más profundas. Bajo este aspecto las ideas de Evola son muy positivamente comentadas en la Rusia actual donde el antioccidentalismo es un factor ideológico y político extremadamente potente.  

3. Roma y Tercera Roma  

El otro aspecto del pensamiento evoliano advertido por los rusos como un tema íntimo, extremadamente importante, es su exaltación de la idea imperial. Roma es para Evola el punto crucial de su Weltanschauung. Esta fuerza sagrada, viviente e inmanente que se manifiesta por el Imperio ha constituido para Evola la esencia de la herencia tradicional del occidente. Los restos del edificio de Nerón y las antiguas construcciones romanas han sido percibidas por él como el testimonio directo del carácter sagrado orgánico y concreto cuya unidad y continuidad ha sido desmigajada por el "castillo" kafkiano del Vaticano o católico güelfo. Su fórmula gibelina está clara: el imperio contra la Iglesia, Roma contra el Vaticano, el carácter sagrado orgánico e inmanente contra las abstracciones devocionales y sentimentales de la fe, implícitamente dualista y farisea. Pero un complejo parecido se encuentra naturalmente en los rusos, cuya suerte histórica está intensamente ligada al imperio. Esta noción ha sido fijada dogmáticamente en el concepto ortodoxo del starets Philophe ("Moscú - Tercera Roma"). Hace falta notar que la "primera Roma" en esta visión cíclica ortodoxa no es la Roma cristiana sino la Roma imperial, porque la "segunda Roma" o "nueva Roma", fue para la cristiana Constantinopla, la capital del imperio cristiano. La idea misma de "Roma" corresponde a los ortodoxos rusos la comprensión del carácter sagrado como inmanencia de lo Sagrado, como "sinfonía" necesaria e inseparable entre autoridad espiritual y poder temporal. Para los tradicionalistas ortodoxos la separación católica entre el Rey y el Papa no es concebible y revela la herejía, llamada precisamente "herejía latina". En esta concepción ruso-ortodoxa se encuentra el ideal puramente gibelino en que el imperio es teológicamente tan cotizado que no se puede concebir la Iglesia sino como algo de extraño. Este centralidad del carácter sagrado del Regnum en la tradición ruso-ortodoxa se basa en la epístola de Pablo dónde se trata del "katehon", "el que sustenta”, identificado precisamente con el Sacro Imperio, el último obstáculo contra la irrupción de los "Hijos" de la Perdición, equivalentes a los Gog y Magog bíblicos. Pues la concepción de Moscú como Tercero Roma, de algún modo consubstancial al pensamiento tradicional ruso, corresponde perfectamente al ideal evoliano gibelino. Además, la denuncia del catolicismo y de su papel funesto en la decadencia del occidente es casi idéntico en Evola a las acusaciones de los cristianos ortodoxos contra la "herejía latina". También en esta ocasión se percibe la convergencia perfecta entre la doctrina de Evola y la aptitud "normal" del pensamiento conservador ruso. Y una vez más, la exaltación espiritual y brillante del imperio en los libros de Evola resulta inestimable para los rusos a la búsqueda de su identidad auténtica y tradicional. "El imperialismo sinfónico" de los rusos ortodoxos reconoce fácilmente la misma imagen en el "imperialismo pagano" o "gibelino" de Julius Evola. Aún puede añadirse un detalle importante. Se sabe que el autor de "El Tercer Reich", Arthur Mueller van den Bruck, ha sido intensamente influido por los escritos de Dostoevsky en los que la idea de la Tercera Roma fue central. Se halla cerca de van den Bruck la misma visión escatológica del imperio Final, en correspondencia simbólica con las ideas "paracléticas" de los montanistas y con las profecías de Joachim de Fiore. Mueller van den Bruck, cuyas ideas han sido evocadas a veces por Evola, ha adaptado la concepción de Tercera Roma de la tradición ruso-ortodoxa a Alemania, elaborando el proyecto político-espiritual retomado sucesivamente por los nacional-socialistas. Detalle interesante: ¡Erich Müeller, discípulo de Nikisch, muy inspirado por van den Bruck, ha sugerido que si el Primer Reich alemán fue católico, el Segundo Reich protestante, el Tercer Reich habría tenido que ser precisamente ortodoxo!

Evola participó en los debates intelectuales del círculo de la revolución conservadora alemana, el "Herrenklub" de von Gleichen, del que fue miembro; este círculo fue la continuación del “Juniklub” fundado por Mueller van den Bruck, en cuyos trabajos aparecieron argumentos similares vivamente controvertidos. He aquí la otra vía intelectual que une a la corriente conservadora rusa con el pensamiento de Evola. Evidentemente no puede hablarse aquí de concepciones idénticas, pero es evidente que existe una afinidad extraordinaria y aproximaciones "naturales" sorprendentes, explican además la facilidad de asimilación del mensaje de Evola en Rusia dónde sus vistas aparecen menos extravagantes que en Europa dónde el conservadurismo tradicional parece reservado en su mayor parte a católicos y nacionalistas en el sentido moderno del término y muy raramente imperial y ligado a lo Sagrado.  

4. Evola visto por Izquierda  

En Evola hay otro aspecto muy interesante que se manifiesta en los estrenos y en las últimas etapas de su vida. Califícado a veces como "anarquismo de derecha", evidente en sus obras artísticas de juventud y sobre todo en "Cabalgar la tigre". Al mismo tiempo, su posición antiburguesa coherente y permanente lo aisla considerablemente de la Derecha convencional occidental. De otra parte, también en el seno de la Tradición, siempre fue atraído por los dominios poco usuales que remiten, más o menos, a la perspectiva de la Vía de la Mano Izquierda. Indudablemente, en el conjunto de sus escritos es muy evidente lo que se podría  llamar la "izquierda" del mensaje evoliano. El anticonformismo total hacia la realidad moderna occidental, la contestación radical de los valores burgueses acercan Evola a ciertas ramas de la izquierda. Este fenómeno no es la manifestación de su naturaleza personal. Hay aquí un lado sintomático extremadamente importante. La Revuelta evoliana contra el mundo moderno posee aspectos destructivos como resulta evidente en toda su obra. Su radicalismo intransigente lo empuja a la rotura con el conservador habitual que defiende por inercia los valores de ayer contra los valores de hoy. Para Evola el "ayer" no es completamente ideal. Su orientación va mucho más lejos, hacia el mito primordial, hacia lo Hiperbórea perdida, hacia la Transcendencia, hacia el eterno Presente. Esta búsqueda de lo absoluto aquí y ahora, obliga a superar los límites convencionales y también a desmoronar las formas secundarias de la Tradición conformadas con el kali-yuga. Evola no acepta una parte de lo Sagrado, lo quiere Todo, enseguida. Este Retorno le hace tomar "partido", denegar la legitimidad de las formas tradicionales vaciadas de vida. De otra parte, en este orden de ideas explica la posición auténtica del adepto de los Tantras, en "El Yoga de la Potencia". Pero paradójicamente la misma antinomia es propia de la corriente de izquierda radical y a la fenomenología existencial y estética de las dos revueltas, que, aun siendo diferentes, las une casi perfectamente en algunos casos. La revolución, la guerra, la crisis, el vuelco social, siempre provocan un trauma profundo que necesariamente obliga el ser humano a encontrar la realidad ontológica profunda que supera los clisés profanos de la vida "normal". Ernst Jünger, sobre el que Evola se interesó mucho, desarrolló en sus novelas y escritos políticos este problema del reencuentro del hombre moderno, intensamente ajeno, con la realidad superior en las situaciones de crisis extrema.

De en otra parte, Evola atravesó períodos de crisis personal que le llevaron al límite del suicidio. ¡Pues la sed de lo absoluto está en lógica relación con las experiencias "negativas" y a veces también "antinómicas". Estas consideraciones también explican el interés de Evola por algunos personajes juzgados por los otros tradicionalista, Guénon, Burkhardt, etc., como claramente "contra-iniciáticos", Alaister Crowley, Juliano Kremmerz, Gustav Meyrink, etc. ++A. estraga, sobre todo a lo extrema izquierda, encuéntrate fácilmente el mismo complejo, la misma pasión, la misma exaltación de la experiencia traumática y en el mismo tiempo el mismo ifiuto del conformismo, la misma aversión visceral en relación a las normas y a las convenciones, la misma vuelve contra lo habitual. De otra parte, la cultura ideológica de la "izquierda revolucionaria" es no priva de acercamientos esotéricos que a veces son como los mismos en el caso de los tradicionalista y la "revolución conservadora". Citamos a título de ejemplo a Theodore Reusse, activista de izquierda y promotor a la masonería del mismo Guénon! El extenso "accidente" de Evola vuelve a llamar la paradoja política de la Rusia actual dónde los neocomunisti, antiliberali hacen frente común con los conservatorios ruso-ortodoxos. Cosa que se puede pensar también de ciertos aspectos del bolchevismo ruso histórico en que se han desarrollado por calles heterodoxas y contradictorias las tendencias profundas del carácter sagrado ruso-ortodoxo - la aversión por el mundo occidental burgués, la búsqueda del Regnum, los factores escatológicos, la experiencia directa, revolucionaria e inmediata de la Verdad. Más ancla, fue al alba de la corriente comunista ronca acercamientos esotéricos extremadamente curiosos con los representantes de las corrientes espirituales locales y europeas. Usted puede decir que entre Evola y Rusia existen no sólo las correspondencias a nivel de corriente ideológica "conservadora", "de derecha", pero también ciertos lados de la "izquierda" rusa, en su dimensión profunda y paradójica, pueden ser comparados con los escritos de Evola y también aclarados gracias a su método de búsqueda de la estructura de los fenómenos traumáticos. El hecho mismo que el comunismo les haya vencido en el país más conservador y más tradicionalista que Europa nos obliga a volver a ver los esquemas habituales conservatorios a propósito de la naturaleza profana y moderna del comunismo, como tapa avance del degrado actual civilización. De en otra parte, las previsiones de los conservatorios y contra-revolucionarios, como Léon de Poncin, concernenti la necesidad de la victoria de la cuarta casta proletaria en todo el planeta son desmentidas por el triunfo actual de la civilización burguesa, presunta tercera casta, en Rusia postsovietica. El mismo Evola cometió el mismo error aceptando la posición radicalmente antisocialista y anticomunista, propia de los conservadores reaccionarios con los que, a nivel metafísico, él estuvo en lleno desacuerdo, debido a la diferencia profunda entre la Calle de la Mano Izquierda que le fue propia y la Calle de la Mano Derecha que, a veces, indirectamente y parcialmente inspira los conservatorios convencionales. En otras palabras la "izquierda metafísica" en Evola no ha podido encontrar a la manifestación doctrinal coherente a nivel político y el extenso "anarquista" y "esotérico" quedan de algún modo sobrepuestos muy contradictoriamente a su fidelidad a la "reacción" política. La misma equivocación existe en sus relaciones con el fascismo y con el nazional-socialismo dónde él criticó el aspecto político de izquierda y al mismo tiempo intentó reforzar el aspecto "metafísico de izquierda", por ejemplo insistiendo sobre el paganismo contra las relaciones con el Vaticano. Usted historia política de los años 80-90 exhibición que el comunismo no fue la última forma de decadencia de las castas. Pues Evola se equivocó en predecir la victoria de los soviéticos y por consiguiente de tomar partido partido radicalmente partido y de no reconocer el lado paradójico y de algún modo tradicional de la Revolución. A pesar de su interés particular para "El obrero" de Junger, Evola ha identificado falsamente, siguiendo la lógica de la Derecha no revolucionaria, las castas tradicionales con las clases de la civilización occidental. A este propósito, se puede volver a llamar la advertencia extremadamente importante de George Dumezil relativo el hecho que en la sociedad tradicional indoeuropea, pues aria, los trabajadores pertenecen a la tercera casta y no a la cuarta. Además de eso, los mercante, (es decir los jefe de tipógrafo*-capitalistas, no pertenecen completamente al sistema de las castas en tal sociedad y todas las funciones de distribución de los bienes y el dinero he sido renta anual de los guerreros, de los kshatryas. Eso significa que la clase de los mercante no corresponde absolutamente a la estructura de la sociedad aria y es sobrepuesta históricamente a ella con la mezcla cultural y racial. Pues la lucha antiborghese de los socialistas posee implícitamente a la dimensión tradicional e indoeuropea, cosa que explica perfectamente las tendencias "antigiudaiche", hasta antisemita, de un gran número de teóricos socialistas a partir de Fourrier, Marx y hasta Stalin. Esta consideración enseña la justificación del elemento socialista, e incluso nazional-comunista, en las corrientes de la Revolución Conservadora - especialmente en Spengler, Sombart, van den Bruck, junger y hasta Nikisch. Y' fuera de duda que con este entorno alemán de anteguerras Evola tuvo óptimas relaciones intelectuales, cosa que ay de mí, no lo ha ayudado a esfumar sus posiciones y a rectificar a sus calles doctrinales y tradicionalista. Esta contradicción en Evola es notable si se enfrentan "Orientaciones" y "Los Hombres y las Ruinas" de un lado, y "Cabalgar la Tigre" del otro. "Evola de izquierda" no es descubierto todavía y reconocido. Pero una vez más - Rusia y su historia conservadora y revolucionaria, paradójico y reveladora, antigua y moderna nos ayuda a comprender Evola en sus ideas explícitas y sobre todo el sentido implícito de su mensaje que queda que descubrir y asimilar. No sólo en Rusia, pero en este último aspecto también en Occidente.  

5. La cuestión cristiana  

Lo que pone los mayores problemas en la asimilación de los escritos de Evola en Rusia es resueltamente su impostación anticristiana. Según él la entera tradición cristiana es la expresión de la degeneración cíclica, una raíz de la decadencia del occidente tradicional y la "subversión" del espíritu del Sur, de la mentalidad "semítica" proyectada al Norte a europeo arriano. Está' en esta cuestión que hay aspectos inaceptables de su mensaje por el contexto del tradicionalismo ruso. Aquí hace falta cuanto menos distinguir dos aspectos diferentes del problema. 1, de un extenso Evola conoció sobre todo la forma católica de la tradición cristiana - la que fue propia al occidente. Aquí la crítica severa de Evola del papel del cristianismo occidental en el proceso de caída de la civilización europea es muy justa, aunque no sin ciertas generalizaciones algo fundáis. además de este en la óptica de la Iglesia Ortodoxa, y sobre todo en la óptica de la Iglesia rusa después de la caída doy Constantinopla y la adhesión del Patriarcado de Constantinopla a la unidad Católica, se encuentran a menudo los mismos motivos en la denuncia dell' "herejía latina". El devozionismo, el racionalismo escolar y el papismo del Vaticano son los objetos de crítica constante de la ortodoxia contra el catolicismo con más o menos las mismases conclusiones riguardanti la responsabilidad de la "desviación católica" en el desacralizzazione del conjunto europeo que ha llegado al rechazo casi total de la tradición y a la llegada de la era laica. La tradición cristiana ortodoxa difiere mucho de la tradición católica en los puntos esenciales dogmáticos, rituales y, lo que es más importante en nuestro caso, metafísicos. El espíritu ortodoxo es contemplativo, apofantico, esicastico, comunitario y resueltamente anti-individualista. El objetivo claramente declarado de la ortodoxia es la "deificación" del hombre por vía ascética descrita en los términos puramente esotéricos y utilizando los procedimientos iniciáticos. Esta calle de la deificación es absolutamente otra cosa con respecto del misticismo exoterico occidental donde se exalta el humanismo. se trata de la visión tradicional de la realización metafísica. En otras palabras la ortodoxia no es la religión entendida en el sentido de Guénon, (retomado sucesivamente por Evola), porque no contempla a la "salud del alma individual", pero a la realización puramente espiritual y a metafísica - pues sovraindividuale y sovrapsichica. La ortodoxia no es el exoterismo necessitante de la existencia de sociedad iniciáticos exteriores para llegar a la completa realización espiritual, la ausencia histórica de sociedades iniciáticas fuera de la Iglesia en los países ortodoxos lo testimonia en una manera sorprendente. Y' antes la tradición completo inglobante esoterismo y exoterismo como en el caso del Islam. L`esempio más cerca de este particular de la Iglesia Oriental se encuentra en el shiísmo iraní donde no hay más distinción neta entre el dominio esotérico y exoterico, a este propósito ver a Henri Corbin "Él homme del lumiere". Usted diferencia esencial entre la tradición católica y aquella ortodoxa devuelve la posición anticattolica y "antiguelfa" de Evola plenamente comprensible y aceptable. Además de eso, algunas objeciones formuladas por Evola contra la insuficiencia metafísica de la aptitud de la Iglesia Occidental ayudan mucho los ortodoxos a encontrarse conscientemente en la misma tradición, cosa que falta fatalmente al catolicismo. 2, el otro aspecto de este problema consiste en el rechazo de parte de Evola de la tradición cristiana primordial, en su desprecio por la naturaleza del cristianismo de los orígenes que él siempre calificó como "plebeyo", "semítico", y pre "antitradizionale". Él se inscribe definitivamente en la tradición romana precristiana y anticristiana repitiendo en los rasgos generales las acusaciones a la Iglesia de parte de los filósofos paganos y neoplatónicos. Ciertos elementos los ha sacado de los manantiales anticlericales masónicos por Arturo Reghini etc. Él tiende a identificar la tradición cristiana con la tradición judeo-cristiana cosa que sólo es exigida en parte e históricamente se aplica sobre todo específicamente al origen y a la particularidad de la tradición a católica, tanto que la Iglesia oriental o las Iglesias Orientales, deben ser calificadas como heleno-cristianismo. Un análisis excelente de esta diferencia fundamental se encuentra entre los autores rusos como Nikolaev "V poiskah sabe Bojestvom", V.Lossky "Theologie mystique" y más recientemente en autores francesas como Jean Bies "Voyage au monte Athos" y Michel Fromaget "Corps, ame, esprit". La tradición de la devoción pasiva, de la búsqueda de la salvación individual, el igualitarismo póstumo, etc., caracterizan, contrariamente, la esencia de la Tradición Cristiana en las afirmaciones de Evola. Pero es un argumento demasiado complejo para ser tratado en este escrito. Se trato aquí sólo de constatar que a los ojos de los cristianos orientales no sólo este aspecto de la crítica de Evola no es aceptable, pero es algo comprensible, porque los motivos específicamente judeo-cristianos son muy raros y marginales en la ortodoxia. La Iglesia bizantina y tras su caída, la Iglesia rusa han heredado la parte más sublime de la tradición helénica incorporándola en el conjunto armónico de la Revelación evangélica. En la Iglesia oriental los apóstoles "gnósticos" y contrajudaicos son particularmente venerados: San Pablo, el Apóstol San Juan, Andrés (patrón de la Iglesia rusa), etc. Por el contrario, San Pedro o Santiago, polos judeo-cristianos del cristianismo de los orígenes, tienen papeles secundarios. El espíritu de la Iglesia oriental está muy caracterizado por el marcionismo o monofisismo implícito. Aquí, Cristo es sobre todo Pantokrator y el Zar, el Dios de la Segunda Llegada terrible y omnipotente. Es también el espíritu aristocrático y ascético activo y heroico. El punto culminante de la afirmación consciente de esta naturaleza de la Iglesia oriental fue la santificación de San Gregorio de Palama, el eminente esoterista cristiano cuyo doctrina esicástica de la Luz Increada y la deificación ha escandalizado mucho más a los católicos que el sector filocatólico de la ortodoxia. Ese mismo esicasmo está presente en la mayoría de los santos rusos (San Serge de Radohej, San Nil Sorsky, etc), hasta en los artistas de los iconos (Iría Rubliev recientemente canonizado san como del concilio de la Iglesia Ortodoxa). En el rechazo absoluto del cristianismo en cuánto tal, Evola pone un serio obstáculo a su asimilación por parte del tradicionalismo ruso. La aceptación literal un retorno al paganismo sólo daría efectos ridículos a causa de la ausencia total en Rusia de restos de la tradición eslava precristiana. La adaptación del anticristianismo de Evola a la realidad rusa puede realizarse por la aceptación de su crítica del catolicismo, del espíritu judeo-cristiano con la búsqueda simultánea de los aspectos positivos -heroicos y viriles- al interior mismo de la tradición ortodoxa y sobre todo en el dominio esotérico de ésta, en el simbolismo de los iconos, en el esicasmo, en los procedimientos iniciáticos de la deificación. Se puede estar de acuerdo con el rechazo del espíritu "semítico" y con la alabanza del espíritu "ario" y "helénico". Pero en Rusia todo eso está obligado a quedar en el marco de la ortodoxia cristiana, dado que tales son las condiciones históricas y "geográfico-sacras" de la civilización rusa.  

5. Las raíces hiperbóreas de los eslavos  

Hay en Evola un aspecto extremadamente importante concernente a los orígenes hiperbóreos de la Tradición. Se encuentra la misma idea en otros tradicionalistas, sobre todo en Guénon y en B.G Tilak y también en el ensayista alemán Hermann Wirth. De en otra parte, Evola habla de Guénon y Wirth, como dos de los tres personajes que lo han influenciado más que otros, siendo el tercero Guido de Giorgio. Tal es el punto fundamental de su doctrina. El gran mérito de Evola consiste en el hecho que intentó reanimar el mito hiperbóreo, proponerlo como realidad espiritual concreta como la orientación por excelencia, no sólo en las búsquedas esotéricas, sino también como factor metapolitico y casi existencial. Esta reactivación del argumento hiperbóreo es el aspecto más sorprendente de su Weltanschauung. Una vez más, esta idea de Evola aparece extremadamente próxima al tradicionalismo ruso, porque el pueblo ruso siendo un pueblo indoeuropeo, esto es ario, tiene necesariamente que tomar conciencia de su más lejano pasado para reafirmar su identidad y encontrar en sí mismo la esencia espiritual. Hace falta reconocer que, a pesar de su importancia fundamental, tal cuestión no fue casi nunca planteada seriamente en el tradicionalismo ruso, salvo algunas intuiciones muy vagas de ensayistas pre-revolucionarios que se ocuparon de los orígenes de los eslavos. La visión tradicional de los orígenes presupone el conocimiento de las leyes cíclicas y las correspondencias cósmicas. En este caso, la obra de Evola nos provee de muchas informaciones preciosas sobre este tema. Evola se interesó bastante por el estudio de las influencias hiperbóreas en la Europa occidental y en el Cercano Oriente, aplicando los métodos de Guénon, de Bachofen y de Wirth para reconstruir la tipología cíclica de las civilizaciones a partir de la edad del oro hasta hoy en día ("Revuelta contra el mundo moderno"). En sus obras dedicadas al problema de las "razas espirituales", ha concretado algunos datos tradicionales sobre los tipos de hombres europeos con sus particularidades físicas, psíquicas y espirituales. En todas estas obras subrayó la centralidad del tipo "hiperbóreo", "norteño", "apolíneo". Estas búsquedas ayudan a comprender las relaciones que existen entre la dinámica histórica, incluida en la perspectiva tradicional y el status quo crítico de nuestra situación moderna. Dibujó las grandes líneas del itinerario de las corrientes hiperbóreas en correspondencia con las etnias y las regiones europeas. Evidentemente, todo eso se aplica sobre todo a la realidad europeo-occidental o mediterránea. Los espacios étnicos y geográficos de Eurasia Norte-oriental quedan fuera del marco de sus investigaciones. Pero el método y los principios de la búsqueda elaborados por Evola, tal como el ejemplo de su aplicación a la realidad concreta, nos dan la posibilidad de cumplir un trabajo parecido en relación a Rusia y a sus uniones con las tendencias hiperbóreas. Se puede afirmar que Evola se interesa por esta cuestión extremadamente importante para Rusia porque abre las vías de la investigación de los orígenes primordiales que fueron desconocidos antes de él y resultaban casi impensables. Tal es la otra razón del gran interés de Evola por Rusia, que inspira en gran medida los "estudios hiperbóreos" relacionados con Rusia y Eurasia. Como ejemplo puede citarse a A. Dughin, "Rusia y el Misterio del Eurasia", Madrid, Grupo 88, 1992, dónde se intentan definir las líneas del estudio "hiperbóreo" de Eurasia. 

6. Evola y el imperio euro-soviético de Jean Thiriart  

La adaptación de las ideas de Evola a Rusia y al descubrimiento mediante su método tradicional del carácter sagrado ruso, plantea en general una serie de cuestiones interesantes sobre la doctrina de la Tercera Vía, sea a nivel metafísico como a nivel geopolítico y político. Estos dos niveles siempre están en realidad íntimamente atados y la misma vida de Evola testimonia la importancia absoluta de descubrir esta correspondencia "natural" y sagrada que el mundo moderno siempre tiende a negar o a esconder. En el empeño político de Evola no hay nada casual o convencional. Sus ideas esotéricas y sus opiniones políticas están en perfecta armonía. És un extraordinario ejemplo de coherencia y firmeza de espíritu frente el caos moderno que trata siempre de desviar a los hombres en su búsqueda de la verdad.

Puede decirse que hay una lógica notable entre el tradicionalismo metafísico de Evola y su defensa de la idea política imperial, antimoderna, "hiperbórea" y europea. Su posición ideológica despega directamente de la identificación de dos formas del deterioro espiritual de occidente en el capitalismo americano, el polo occidental, y en el comunismo soviético, el polo oriental. Políticamente está contra el mundo burgués y el mundo socialista, geopoliticamente él está contra el extremo Occidente (Estados Unidos) Francia, Inglaterra, pues los países atlantistas, y contra el oriente comunista, el bloque euroasiático socialista. De eso deriva lógicamente una simpatía innegable, aunque matizada, por el fascismo y el nacional-socialismo a nivel político y por la defensa de la Europa central germánica a nivel geopolítico. En esta visión muy coherente, Rusia y el mundo eslavo, políticamente, geopolíticamente, e incluso racialmente, ocupan la posición hostil, de ahí la afirmación extrema de que "los eslavos no tuvieron nunca la tradición" ("Heidnischer Imperialismus").

Puede suponerse que esta visión geopolítica le fue inspirada por los fundamentos en la geografía sagrada o por cierta versión de la geografía sagrada propia del occidente imperial primero helénico, luego romano y por fin germánico, que vio en los espacios eurasiáticos las tierras de la barbarie, pobladas por los "untermenschen" eslavo-tártaros. Esta misma concepción ha sido retomada por la catolicidad occidental, sobre todo después del cisma. Este “tercerismo” de Evola (ni Occidente ni Oriente, - Europa), está relacionada íntimamente con los demás aspectos ya mencionados que impiden integrar plenamente y sin matices su doctrina en el tradicionalismo ruso-ortodoxo. La valoración del socialismo como algo esencialmente antitradicionale, va al paso con la escasa consideración por la civilización eslava. Estos dos aspectos son atados intrínsecamente.

Si en el caso de Evola hay correspondencia directa entre visión metafísica y doctrina política, existieron otros representantes de la misma tendencia política que siguieron la misma línea sin ninguna referencia esotérica, pero llena conformidad con los principios que ellos mismos ignoraron totalmente. El “tercerismo” geopolítico y político del Tercer Reich, no de van den Bruck, sino de Adolf Hitler, y en menor medida del estado fascista italiano, han fundado sus ideologías, en los rasgos generales, sobre la misma base doctrinal. De eso deriva el ataque contra URSS y la guerra contra las potencias atlantiste (Inglaterra y Estados Unidos).

Puede decirse que la misma visión es propia hasta hoy de los entornos de la extrema derecha europea, independientemente del hecho que sus representantes lean o menos "Orientaciones" o "Los Hombres y las Ruinas", por no hablar de "Revuelta contra el mundo moderno". Resulta positivo volver a llamar la atención sobre el caso extremadamente interesante de la evolución política de "Joven Europa" de Jean Thiriart que perteneció en general a estos movimientos terceristas de extrema derecha de la posguerra, intentando aplicar el concepto de patria a la realidad concreta de la Europa democrática y desnacificada. El Thiriart de los años 60 representó la versión "secularizada" y "racionalizada" de la doctrina de Evola, privada de sus extensiones metafísicas, pero conservando la coherencia puramente política. El propio Evola cita Thiriart en "Los Hombres y las Ruinas". Thiriart empezó con la estrecha fórmula "Ni Occidente ni Oriente - Europa Imperial", fórmula idéntica a la visión de Evola.

En el curso de los años 70 y 80, después de retirarse de las luchas políticas, Thiriart ha llegado a la conclusión de que los dos términos negativos de esta fórmula ya no son iguales. Ha reconocido en el sistema socialista soviético mucho más afinidades con sus mismos ideales que en el mundo capitalista. Ha encontrado afinidades en las corrientes de la Revolución Conservadora alemana, en el fascismo de izquierda europea e italiana, en la República Social y también en el nacional-bolchevismo ruso, etc. A partir de este él proclama el eslogan un poco provocador de “un  Impero Euro-soviético de Vladovostock hasta Dublín", afirmando con eso la compatibilidad política y geopolítica del “tercerismo” europeo con el socialismo euroasiático.

Estas ideas han influenciado mucho el entorno nacional-revolucionario en las corrientes políticas europeas. Hace falta señalar que todo esto ha sido hecho en el espíritu del pragmatismo político más frío, sin ninguna relación con la Tradición. Pero se puede, teóricamente al menos, encontrar la exacta correspondencia metafísica con la operación geopolítica de Thiriart. Ésto significaría la revisión del pensamiento evoliano desde el punto de vista "euroasista", en la óptica del tradicionalismo ruso-ortodoxo.

Thiriart permaneció fiel a su primer impulso político (fue, por otra parte, un combatiente de las SS) cambiando completamente su visión geopolítica, se puede quedar incluso fieles a la profunda esencia metafísica del mensaje de Evola, adaptando ciertos aspectos de su visión "euroasiática" con todas las implicaciones necesarias. Thiriart y también ciertos representantes del ND europea y de los corrientes NR han optado resueltamente por la designación del enemigo único absoluto que es el capitalismo cosmopolita y la dominación geopolítica de los Estados Unidos.

El campo socialista ha sido antes percibido como "posible aliado". Si se hiciera la transposición de esta valoración política al nivel espiritual más elevado se llegará al elogio sumariamente positivo de la tradición ruso-ortodoxa, al descubrimiento de la componente eslava del conjunto indoeuropeo y también al reconocimiento en el bolchevismo ruso de tendencias antimodernas y de algún modo tradicionales. En este caso, se llegará a la fórmula "Oriente contra Occidente", socialismo y socialismo nacional contra "capitalismo", "eurasiáticos contra atlantistas", "Rusia con la Europa germánica y continental contra los Estados Unidos y los países anglosajones" etc. se opera la revisión de las ideas de Evola que corresponde exactamente a la lectura "rusa" de sus escritos (más la acentuación de su aspecto revolucionario, de "izquierda").

Tercera Roma, Tercer Reich y Tercera Internacional se mostrarán de golpe como símbolos íntimamente ligados entre sí, como tres formas diferentes pero complementarias de la “Revuelta contra el Mundo Moderno”, no siempre conscientes de sus implicaciones transcendentes y a veces extraviadas e incluso paródicas. Pero quizás en la edad oscura en que nosotros nos encontramos, en este Kali-Yuga, no se deben esperar de la realidad exterior, las realizaciones resplandecientes y sublimes de las verdades tradicionales. Algunos aspectos repugnantes de las ideologías contemporáneas y, sobre todo, su puesta en práctica pueden esconder a veces los tesoros espirituales como los "guardianes" del umbral de la tradición tibetana, monstruosos y agresivos, custodian el depósito precioso de la Tradición, esta metáfora ha sido utilizada una vez por el profesor Claudio Mutti a propósito del aspecto exterior de los régimenes comunistas; hace falta precisar que Mutti es tradicionalista guénoniano y evoliano, rusófilo y al mismo tiempo admirador de las ideas de Jean Thiriart.

Puede añadirse que, a pesar de muchas comparaciones en relación al aspecto esotérico del nacional-socialismo, y de muchas palabras severas pronunciadas en relación al movimiento hitleriano, el propio Evola aceptó participar en la lucha intelectual en este campo ideológico, intentando "corregir los nombres", según la expresión esotérica de la tradición china, y abrir las perspectivas del tradicionalismo auténtico, no desde fuera, sino desde el interior del movimiento que representó, con sus más y sus menos, la Revuelta por lo absoluto. Pues, "los guardianes del umbral" del espiritualismo ariosofista impidieron a Evola mezclarse activamente en el combate espiritual al lado de los nacional-socialistas. Hace falta reconocer que el propio Evola no siguió una evolución parecida a la de Thiriart. En todo caso su último libro doctrinal es "Cabalgar la tigre" y no "Orientaciones". El imperio euro-soviético de Vladivostock hasta Dublín, el campo de la revuelta paradójica de los "rojo-pardos" eurasiáticos en busca del Regnum se opone totalmente a la modernidad, a esta modernidad que se concreta escatologicamente en el "dominio absoluto del capital" y en la "mentalidad semítico-mercantil", en la llegada final del tipo social que no pertenece ni a la tercera, ni a la cuarta casta tradicional indoeuropea, todo eso se puede deducir de la lectura "rusa" de Evola, de la lectura "revolucionaria" de Evola que desmigaja a la escuela tradicionalista impotente, académico, y anima y vivifica su espíritu que, de en otra parte, no ha muerto.  

7. conclusión  

Julius Evola fue un hombre genial. Fue un hombre archetípico que vivió en su suerte personal la suerte de la Tradición en medio de las tinieblas escatológicas. Su herencia es más que preciosa. Sus errores están cargados de sentido tanto como sus auténticas revelaciones. Testimonió la calidad de la actual realidad, enseñó heroicamente la orientación que lleva más allá. Su mensaje es necesario para Europa y también es necesario para Rusia que atraviesa un momento histórico crucial en que la cuestión de su identidad tradicional y sagrada se plantea en cada alma rusa. Gracias a la luz de sus ideas, aunque no coincidimos en todo con él,  podemos restaurar nuestra tradición metafísica, encontrar las llaves olvidadas o perdidas. Ésto explica la popularidad de Evola en la Rusia actual. Ésto también explica la razón de las polémicas apasionadas que provocan las traducciones de sus libros y sus artículos.

El encuentro de Rusia con Evola no es una cuestión de erudición, de extremismo político marginal o un asunto de "espiritualistas". Los aspectos que Evola toca son las realidades vivientes, las fuerzas sagradas que se despiertan en espera de la "Acción Transcendente" del que Evola ha hablado proféticamente en los sus primeros libros. Evola es el último héroe de Occidente. Pero se sabe que en la óptica escatológica lo último siempre es lo "primero". El mensaje de Evola concluye cierto ciclo, pero abre otro.

Esperamos que sea el ciclo de la Revuelta Absoluta contra el mundo moderno.  

 

Julius Evola y la Sociedad Teosófica Independiente de Roma

Julius Evola y la Sociedad Teosófica Independiente de Roma

Biblioteca Julius Evola.- Hemos traducido este interesante artículo escrito por Marco Colorado y que fue traducido al francés por la web VoxNR. Evoa y, sobre todo, René Guenon, frecuentaron en su juventud los ambientes ocultistas, de los que pronto terminarían por renunciar y que posteriormente criticaron con conocimiento de causa. Las relaciones de Julius Evola con la Sociedad Teosófica Independiente de Roma apenas eran conocidas, pero el paso apresurado por la revista Ultra, fue un intermedio entre su salida del dadaismo y el inicio de su período filosófico. Vale la pena conocer este período con detalle.


 

Julius Evola y la Sociedad Teosófica Independiente de Roma

   

La Sociedad Teosófica romana, la Liga Teosophica Indépendante, fue fundado el 22 de febrero de 1897 por Gualtiero Aureli, AC Loyd, la Señora de Moskvitinoff, Enrico Mannucci, Oliviero Boggiani y Decio Calvari, en enlace directo con la logia de Londres. Esta sociedad reunió dos grupos de teósofos romanos que existieron alrededor del 1895 con una biblioteca circulante financiada por la condesa Constancia Wachtmeister.    

Este centro de cultura teosófica atrajo enseguida a intelectuales, escritores y artistas, muy importantes. Basta con señalar que un hombre muy célebre que Giovanni Amendola fue miembro de ella para tener conciencia del interés que despertó la creación de esta sociedad. Eva Kuhn, la incansable novia de Amendola, recuerda: “A diez ocho años, Giovanni tuvo su primer contacto con la rama romana de la Sociedad Teosófica. He encontrado en su biblioteca un libro de Lady Isabel Oakley, entonces presidenta de este grupo, con una dedicatoria fechada en 1900. Fue un trabajo sobre los elementos místicos en la masonería". Además, su hijo Giorgio, uno de los primero miembros del Partido Comunista italiano, recuerda como Annie Besant, “la gran sacerdotisa del nuevo orden espiritual ", tenía a su padre en alta estima.   

En enero de 1907, Decio Calvari, alto funcionario del estado, fundó una revista de estudios y búsquedas espirituales a la que dio el nombre de “Ultrao”. Calvari se impuso como jefe de la Sociedad Teosófica romana a la que condujo con autoridad e inteligencia durante las polémicas creadas por los conflictos entre Rudolf Steiner -que fundó un nuevo concepto, la Antroposofía que atribuyó una importancia particular a los misterios cristianos- y Annie Besant, fiel a la enseñanza de Blavatsky. Decio Calvari tuvo la inteligencia de permanecer independiente en la polémica, emitió críticas personales y originales, y se posicionó como propagador y analista de los problemas más serios y más profundos que la cultura espiritualista debatió en estos años. Tuvo en su revista a colaboradores entre los mejores especialistas de la época como Arturo Reghini [NDLR: miembro del OTO, franc-masón especialista en la filosofía pitagórica]. 

Después de la primera guerra mundial, Ultra continuó presentándose no sólo como un órgano calificado de discusión de temas teosóficos, sino también de otros temas espiritualistas, religiosos y filosóficos. Otras actividades que van desde cursos sobre la historia de las religiones, a la organización de conferencias y debates, a menudo reunieron a la intelectualidad de esos años, a pesar de su dispersión entre diferentes polos artísticos y radicalismos políticos. La cultura de esta época se distinguió por una apertura de mente notable, por la publicación de numerosas revistas interesantes y por los debates incesantes. De forma óptima Ultra fue el catalizador de estos encuentros y de estos enfrentamientos intelectuales gracias a la dirección hábil de Calvari. Años después, Evola lo definió como una personalidad que tuvo un valor real y que fue deudor de “su primera introducción al tantrismo".   

Ultra publicó bajo el título de Movimiento Espiritualista una agenda que ocupó las últimas páginas de la revista y que señaló las reuniones, conferencias, debates, etcétera. Así sabemos que el “Barón J Evola tuvo el 13 de diciembre de 1923 bajo la égida del periódico una conferencia sobre el tema El idealismo, el ocultismo y el problema del espíritu moderno”; la conferencia dio lugar a la redacción de un artículo que Evola publicó en el mismo número bajo el título ligeramente diferente de “El idealismo, el ocultismo y el problema del espíritu contemporáneo”. Fechado en Cortina d’Ampezzo, en agosto de 1923, siguió al cierre de sus experiencias artísticas futurista y dadaísta en pintura y poesía a finales de 1922. Esta fue, probablemente, la primera publicación de Evola concerniente a los temas esotéricos, filosóficos y espirituales.

En ese mismo período, redactó “Teoría y fenomenología del individuo absoluto”,  trabajo fundamental que no fue publicado sin embargo hasta 1927. Es pues particularmente significativo que Evola haya elegido a Ultra y a la Sociedad Teosófica de Calvari para empezar su nuevo ciclo de actividad.   

Es interesante notar que “El idealismo, el ocultismo y el problema del espíritu contemporáneo” declara que la Teosofía de Blavatsky y el Antroposofia de Steiner son “los únicos medios esotéricos y mágicos mediante los cuales el hombre moderno puede ser ayudado en su construcción de la inmortalidad", en otras palabras convertirse en "Dios" en la realidad concreta. En esto se de cita una larga tradición filosófica que va de Kant al idealismo alemán, a Nietzsche y al individualismo de Stirner. Bajo esta iluminación, el ocultismo teosófico sólo tiene el defecto de no estar en plano de igualdad con el nivel teórico con las alturas especulativas y las posiciones gnoséologiques alcanzadas por la tradición idealista.

La insuficiencia gnoséologique y teórico de la Teosofía puede ser integrada, sin embargo, con la ontología idealista, así que se podría decir, más o menos, que el idealismo mágico -tal es el nombre dado por Evola a su concepción filosófica- es la fusión cultural de estas dos concepciones. Así la teosofía representaría la “práctica", el "trabajo" heredero de la acción espiritual y mágica que el ego tiene que emprender para alcanzar la inmortalidad concebida en términos de convertirse en Dios, y, al mismo tiempo, es la realización práctica de la teoría steinerienne de “lo único”.    

En 1924, año de crisis a causa del fascismo y de las protestas democráticas y antifascistas, Evola siguió entregando sus contribuciones a Ultra y a la Sociedad Teosófica. También reforzó sus relaciones con los medios culturales masónicos y con una corriente antifascista agrupada en torno a la personalidad de Giovanni Amendola, Colonna de Cesaro y Adriano Tilgher.   

En junio de 1924, Ultra publicó el texto de una conferencia dada por Evola el 10 de abril del mismo año en la Sociedad Teosófica de Roma. En esta contribución titulada “El poder como valor metafísico”, Evola reafirmó la idea de que “el ego sólo consiste en la voluntad y que el espíritu y Dios no son nada más de las posibilidades autarquicas y solipsistas, determinadas por el poder infinito y absoluto del individuo que trata de convertirse en un individuo absoluto".   

Durando todo el año, Evola continuó una serie de contribuciones que aún más lo ataron a los círculos espiritualistas. También escribió en Athanor y en Ignis, dos revistas publicadas por Reghini. Este último, miembro de la fansmasonería, defendió ideales aristocráticos, fue un especialista del esoterismo y el pitagorismo, amigo de René Guénon y defensor de un imperialismo pagano en el campo político y religioso. Evola también colaboró con el periódico Il Mondo que se hizo campeón de la política antifascista de Giovanni Amándola, al que definió como un antifascista aristócrata.   

A fin año, Ultra salió con un ensayo de Evola sobre la escuela de sabiduría de Hermann Keyserling en la que reconoció de numerosos méritos al trabajo de este filósofo y ocultista alemán, especialmente concerniente a su presentación de lo que era el itinerario espiritual del ego.   

En 1925, Evola continúa su colaboración con Ultra. Es el período en el que profundiza en sus búsquedas sobre el tantrismo. Da conferencias sobre este tema y reelabora su interpretación de esta tradición sobre la base de su idealismo mágico. Esto acaba con la publicación de su libro a “El hombre como potencia”, a finales del año 1926.   

La primera parte del libro tuvo su origen en los artículos publicados en tres números sucesivos de Ultra, bajo el título “El problema del oriente y el occidente” y “La teoría del conocimiento según el Tantra”. Se trató superar las fronteras entre  oriente y el occidente sobre las bases de la práctica tántrica. Esta interpretación fue inmediata y severamente criticada por Guénon; luego, Evola, en su madurez, rescribió el texto que debía finalmente convertirse en “El yoga de la potencia”. Sea como fuere, la publicación en Ultra es un indicador importante de las relaciones de Evola con la Sociedad Teosófica en esta época.   

Ese mismo año, los cursos de cultura espiritual organizados por la Sociedad Teosófica de Roma conocieron un interés creciente. Además de Evola, Calvari, el célebre psicólogo Roberto Assagioli y los colaboradores tradicionales de éste, tomaron la palabra Adriano Tilgher, Colonna de Cesaro, el eminente orientalista Giuseppe Tucci, Bernardino Varisco, el poeta Arturo Onofri, Nicolás Moscardelli y Luigi Volpicelli.   

En el último número de Ultra en 1925, se publicó otro ensayo de Evola, “El individuo y el devenir del mundo”. Este ensayo generó tal estruendo que fue traducido al alemán y publicado en 1931 en la prestigiosa revista Logos que contó entre sus redactores Ernst Cassirer y Edmundo Husserl. El artículo en cuestión fue una presentación de la esencia solipsista del Idealismo mágico y de la Teoría y la fenomenología del individuo absoluto, que el autor propuso como una solución espiritual-existencialista audaz a los problemas del alma europea en estos tiempos de decadencia.    

La línea radicalmente solipsista de la filosofía evoliana en este período buscó un desarrollo práctico y teórico en la religión, la iniciación y la magia. Es con esta óptica que tienen que ser vistos sus trabajos sobre el taoísmo y el tantrismo. Sabemos hoy como este itinerario concluyó con un Evola que llega en su madurez a una posición teórica muy próxima a la del tradicionalismo integral de René Guénon. A mediados de los años veinte, sin embargo, la búsqueda de Evola todavía fue extremadamente caótica. En busca de puntos de referencia para sustentar su solipsismo ontológico y espiritual, fue del tantrismo al paganismo grecorromano, del taoísmo a la tradición alquímico hermética, interpretando todo a la fría luz del individuo absoluto. Está vía le hizo entrar en conflicto en 1926 con Calvari y los demás colaboradores de Ultra. En un ensayo titulado “La Vía de la realización del yo según los misterios de Mitra”, Evola distinguió claramente su vía espiritual mágica, iniciática, masculina, de auto-realización y de construcción individual de lo que consideraba como inferior, exaltado por las escuelas que se refieren al Védanta que tendían esencialmente a reducir al individuo a un no-individuo. Pero el Védanta estaba en el corazón mismo de la espiritualidad teosófica, y a causa de eso Calvari se desmarcó enseguida de la posición de Evola.    

En 1926, el gran poeta y filósofo hundú Rabindranath Tagore, fue a Italia, siendo recibido por Mussolini y por el filósofo Benedetto Cruce. Durante todo su estancia, Tagore fue acompañado por Roberto Assagioli, vicedirector de la Sociedad Teosófica romana y secretario de redacción de Ultra. Éste consiguió de Tagore una contribución a la revista y organizó un encuentro entre Tagore y los principales miembros de la redacción de Ultra y la Sociedad Teosófica romana, incluido Evola. Eso no atenuó sin embargo la crisis entre este último y la Sociedad Teosófica. Evola empezó a colaborar regularmente con otro órgano de prensa, Crítica Fascista de Giuseppe Bottai, y de un modo significativo empezó a competir con Ultra publicando en el enero de 1927 el primero número de Ur, “publicación mensual de ciencias initiatiques".   

El choque definitivo tuvo lugar a causa de una crítica de Vittorino Vezzani al libro de Evola sobre el tantrismo, “El hombre como potencia” que fue publicado en 1926. Besan, uno de los pilares de Ultra, escribió a principios de 1927 un artículo que tras haber realizado una alabanza al “joven y genial escritor", abordó el anticristianismo  y el idealismo mágico, definiéndolos como ni morales, ni religiosos, sino como un tipo bajo de una moralidad y de una religión que no comprende: “Es amoral e irreligioso y constituye, por consiguiente, una línea de desarrollo infra-humano trágicamente peligrosa para cualquiera capaz de seguirlo en particular y por la humanidad en general".   

A parte su crítica del cristianismo sobre la que no volvió nunca, incluso reconociendo el valor positivo de la tradición católica, númeras críticas que Vezzani hizo de “El Hombre como potencia” serán retomadas sucesivamente por el mismo Evola. Evola que, vino a admitir en su vejez, que si el hombre occidental hubiera adoptado “directamente tales doctrinas, el efecto casi hubiera sido un cortocircuito inevitable y destructor, locura o automóvil-destrucción".   

En 1927, Evola, estaba lejos de haber aclarado la esencia profunda de la espiritualidad tradicional. Así, el artículo de Vezzani azuzó una polémica violenta que continuó en los siguientes números de Ultra y que confirmó que las dos posiciones era irreconciliables. Evola, fiel a su concepto de Dios como una simple posibilidad del individuo, afirmando que éste, construyendo la inmortalidad, tiene que operar “más allá del bien y del mal”, en un proceso mágico parecido “al proceso químico en la formación de la dinamita que no es bueno ni malo, sino sencillamente posible. El bien y el mal sólo conciernen al uso que puede hacerse de la dinamita". Besan, por  su parte, estimando que la moral es un aspecto fundamental, no sólo de la vía religiosa, sino también de la vía esotérica e iniciática, niega todo “desarrollo autónomo en oposición con la divinidad, queriendo romper sus leyes” y defendió los valores de amor y de caridad que reconocía como fundamental en todas las tradiciones, empezando por el Budismo Mahayana.   

La línea de “experimentación trascendental” sostenida por Evola en Ur y en sus escritos de la época, se opuso lógicamente a la cultura teosófica de Ultra y de la Sociedad dirigida por Calvari. En un largo ensayo, aparecido en noviembre de 1927 sobre Bilychnis, Evola condena el teosofismo como opuesto al verdadero ocultismo ("que sólo es un sistema de experiencias prácticas y trascendentales") y como ejemplo de las divagaciones visionarias y sentimentales mezcladas de un gnosticismo mal comprendido.   

La ruptura, sin embargo, fue mucha violenta y radical como ambiguo bajo ciertos aspectos. Numerosos colaboradores de Ur fueron Antropósofos, otros se refirieron a Kremertz, al cristianismo esotérico o a la tradición masónica. Evola deseó condenar severamente los aspectos irracionales, modernos y democráticos de la cultura teosófica y antroposófica, pero no pudo al mismo tiempo negar algunos aspectos intelectuales e iniciáticos que este conjunto contenía.   

Ya, en el número de junio/julio de 1925, de Ignis, mientras seguía colaborando con Ultra, Evola había atacado calurosamente a la Antroposofía creada por el teósofo Rudolf Steiner en 1913, mientras que sus principales colegas estuban en camino de convertirse en steinerianos. Algunos años más tarde, en el junio de 1930, Evola volvió a la Teosofía para denunciar sus pretensiones espirituales, aún reconociendo  la calidad y la dignidad de diferentes personalidades de la escena teosófica europea empezando por Decio Calvari.   

Finalement dans Masques et visages du spiritualisme contemporain publié en 1932, Evola confirma sa condamnation de la Théosophie et de l’Anthroposophie tout en leur reconnaissant encore quelques aspects positifs.

Por fin, en “Máscara y Rostros del Espiritualismo Contemporáneo” publicado en 1932, Evola incluso confirmó todavía su condena de la Teosofía y a la  Antroposofía aun reconociendo algunos aspectos positivos.   

Sea como fuere, más allá de los acontecimientos particulares que marcaron la colaboración de Evola con Ultra y la Sociedad Teosófica durante los años veinte, parece que un elemento mayor sobresale. La experiencia de la cultura teosófica fue para Evola un acontecimiento de importancia fundamental para construir las bases sólidas de su ideal personal y de su panorama espiritual.   

Durante los años veinte, Evola, como muchos intelectuales, vivieron a través de la cultura teosófica una experiencia efectiva de realización intelectual y espiritual. Tuvo la oportunidad de encontrar nuevos escenarios y otros horizontes, más allá de las visiones estrechas del cristianismo y el materialismo.   

 

[Adaptado de un artículo de Marco Colorado, Julius Evola and the Independent Theosophical Asociation of Roma, Theosophical History]   

 

Tristán Tzara y la filosofía

Tristán Tzara y la filosofía

Biblioteca Evoliana.- Reproducimos aquí este texto del que ignoramos su procedencia y que nos ha sido enviado por un lector. A pesar de tratarse de un artículo sobre Tristan Tzara y no sobre Evola, éste último es mencionado en varias ocasiones. Por otra parte, sabemos la importancia que tuvo el dadaismo en la vida de Evola, una primera opcion estético-artística que le ayudó a modelar sus concepciones antiburguesas y su primer intento de superación del nihilismo, al que volvió en la última etapa de su vida con la publicación de "Cabalgar el Tigre".

 

Tristan Tzara y la filosofía

Tzara y "nihilismo"

Esta tesis tiene como objeto de estudio el pensamiento de Tristan Tzara durante el periodo dadá, esto es, desde 1916 hasta 1923. Como se sabe bien, es un periodo especialmente interesante por el importante papel que en el movimiento dadá jugó Tzara quién, entre otras cosas, fue el redactor del conjunto de manifiestos más conocido del movimiento.

Esto nos plantea, inmediatamente, una pregunta: ¿cómo entender la relación entre Tzara y el movimiento dadá, o mejor dicho, entre la obra de Tzara y la idea de "Dadá"? Naturalmente, no todo el pensamiento de Tzara se puede reducir a la palabra "Dadá", pero podemos afirmar que sí confluye en ella la mayor parte de sus reflexiones y de sus propuestas. Y no sólo en la etapa dadá, objeto de nuestro estudio, sino en toda su obra posterior. No sólo porque hasta el último momento de su vida, no cesará de intentar aclarar el impulso del movimiento dadá, sino que seguirá desarrollando este mismo impulso por su cuenta. Y es que si toda actividad creativa supone una idea, en la palabra "Dadá" está contenida la idea directriz de toda la producción de Tzara. Esta idea, este impulso no es otro que el de unir arte y vida, el de liberar, al mismo tiempo, uno y otra de los límites que cada uno de ellos tienen al ser separados, y de exponer las potencialidades o virtualidades que una tal unión suponen. Desde este punto de vista, podemos considerar que nuestro objeto de investigación ocupa un lugar clave para la comprensión tanto de la obra entera de Tzara como del movimiento dadá, independientemente de la pertinencia de las líneas desplegadas en nuestra investigación.

Generalmente, Tzara y el movimiento dadá han compartido, hasta el momento, un destino común: el de ser considerados "nihilistas". Y han compartido este destino, sobre todo, en virtud de los escritos de Tzara (y en particular, de sus Manifiestos) que han sido tomados como sostén teórico del movimiento dadá. Han redundado y siguen redundando en este prejuicio no sólo los manuales de historia de arte, sino, incluso, la gran mayoría de la obra crítica específicamente dedicada a Dadá y a Tzara —apenas podemos mencionar autores que escapen claramente a este lugar común, entre los cuales los más sobresalientes serían Won Ko, quien se propone disolver el presunto nihilismo de Tzara en el pensamiento oriental, y Marc Dachy. Este último, con razón, intenta liberar a Dadá del esquema dialéctico en el que históricamente ha sido situado a causa del surgimiento del surrealismo —es decir, se ha considerado a Dadá como "negativo" desde el punto de vista del surrealismo que se supone "positivo"—, y así sacar a la luz los aspectos propiamente positivos del dadaísmo. Pero, sin duda, quien ha hecho el trabajo más consistente en este sentido, es Rita Eder, al considerar el pensamiento de Ball —y parte de Dadá­— a la luz de su relación con Nietzsche. Así, nos dice por ejemplo: "Un análisis de la filosofía de Nietzsche aclara la complejidad que se encuentra bajo el aparente nihilismo de los dadaístas." Por nuestra parte, precisamente, uno de los objetivos principales de esta tesis es aclarar, desde nuestro punto de vista, lo plenamente afirmativo del pensamiento de Tzara tras su "negatividad" aparente.

Ciertamente, algunos textos de Tzara —sobre todo algunos de sus manifiestos— son fáciles, a primera vista, de conectar con la negatividad debido al carácter agresivo de la crítica contenida en ellos. Sin embargo, pensamos que esto no es más que una apariencia. El aspecto crítico de los manifiestos de Tzara, incluso en sus momentos más virulentos, es inseparable (e incluso, indiscernible) de su aspecto afirmativo. Por tanto, no sólo nos parece inadecuado el extraer únicamente ese aspecto supuestamente negativo y extenderlo a todo el manifiesto, sino que, en el caso de Tzara (como, por ejemplo, en el caso de Nietzsche), la crítica no puede entenderse simplemente como ejercicio negativo. En efecto, una lectura algo cuidadosa bastaría para ver que Tzara, al mismo tiempo que critica, afirma la vida, afirma la alegría y la fuerza para acabar con el régimen de miseria y de tristeza —enfermo, en una palabra— en que se hallan sumidas la cultura y sociedad de su tiempo. Por lo demás, si vamos a otros textos de Tzara —así los que componen su revista Dada como las conferencias—, encontraremos prácticamente la misma composición de elementos críticos y afirmativos; pues, durante el periodo dadá, Tzara no deja nunca de mantener estos dos elementos en activo. En este sentido, podemos afirmar que el pensamiento afirmativo de Tzara no es necesario buscarlo en otro lugar que en sus textos hechos públicos en su día, incluyendo también los manifiestos, esto es, precisamente los textos que han servido comúnmente para "demostrar" el carácter "nihilista" de su pensamiento y en gran parte de Dadá.

Que Tzara rechace —con un rigor e insistencia inusitados— el estatuto mismo del arte tal y como aparece determinado por la sociedad y la cultura de su tiempo, y que tanto el arte como la sociedad y la cultura, dado su carácter enfermo, precisen de una "operación" es ciertamente un sorprendente diagnóstico realizado desde un movimiento artístico. ¿Cómo un movimiento artístico puede ir tan lejos y rechazar el suelo mismo que pisa y sobre el que ejerce su arte? Sin embargo, precisamente para Tzara, el arte que no cuestiona de manera radical la función, el sentido del mismo en el conjunto de la cultura, y sobre todo, con respecto a la vida, no es plenamente arte, sino que es cómplice del estado general de cosas —estado que se caracteriza esencialmente por limitar la vida más que por acrecentarla. En síntesis, podemos decir que el aspecto destructivo de la obra de Tzara no proviene del supuesto nihilismo de su pensamiento, sino que, al contrario, se hace necesario precisamente para vencer el nihilismo inherente al arte, a la sociedad y la cultura de su época.

Por otro lado, aparte de estos textos aparentemente negativos, existen momentos manifiestamente afirmativos en el pensamiento de Tzara durante el periodo dadaísta. Se trata de momentos que articularemos en torno a la noción de "lo cósmico". Esta noción contiene toda una concepción del mundo que implica un nuevo modo de relacionar al elemento humano con los otros elementos de la existencia. Pero, en cualquier caso, como ya hemos dicho, consideramos que también los momentos críticos de los que está impregnada toda su obra durante este periodo, no son menos afirmativos. Esos momentos también son susceptibles de articulación, y en último extremo constituyen una parte esencial de lo que Tzara llama "dictadura del espíritu". En esta última, la invitación a destruir lo que en nosotros y en la cultura hay de caduco, convencional y rígido nos parece parte fundamental del proceso de afirmación de la vida, y de un arte para la vida, o en otras palabras, de un "arte para la diversidad cósmica".

Arte y filosofía: influencias de Nietzsche y Bergson

A nuestro parecer, uno de los elementos que ayudaron a consolidar, de alguna manera, esta lectura parcial (o prejuicio, simplemente) de reconocer en el dadaísmo sólo su parte destructiva, es un cierto determinismo histórico, desde el cual Dadá —movimiento que se considera agresivamente opuesto a la guerra— se comprende única y exclusivamente como fenómeno derivado de la primera guerra mundial. En una palabra, Dadá sería una simple reacción a la guerra. El hecho de que naciera en plena guerra mundial y en un país neutral reafirmó esa idea. Y no es extraño que desde este punto de vista se haga extremadamente difícil ver algo más en el movimiento dadá y en Tzara.

Por nuestra parte, no reduciremos al mínimo el valor de la guerra, como en algún caso se ha hecho, lo que nos conduciría a otra lectura parcial. Pero lo cierto es que la guerra no explica todo el movimiento dadá, ni su aspecto crítico ni su producción artística y literaria; la guerra podría considerarse, eso sí, como detonante del movimiento, pero de ningún modo un factor determinante. Tal vez el problema del determinismo histórico sea, paradójicamente, su falta de la historia (no necesariamente de la Historia mundial): los dadaístas vivieron la guerra, pero también otros "devenires" —otras historias, hasta cierto punto independientes, como la del pensamiento. En el caso de Dadá, pensamos que esta última no sólo habría que considerarla realmente como importante, sino incluso como decisoria. La misma actitud de Dadá y de Tzara frente a la guerra corrobora este punto: ellos no la veían como un hecho aislado sino como una consecuencia de una cultura enferma —diagnosis imposible de realizar sin participar ya de una determinada corriente de pensamiento de su tiempo.

A este respecto, cabría señalar la importancia manifiesta de la filosofía en los movimientos que preceden inmediatamente a Dadá. Sobre todo, la importancia de la filosofía de Nietzsche y de Bergson, dos filósofos que en la época tenían una gran celebridad. Si bien, las obras de estos filósofos dieron lugar a violentos debates políticos y religiosos, en el campo artístico dieron lugar a fértiles experiencias. Veamos rápidamente algunas de estas influencias positivas, a través de la bibliografía existente —ciertamente escasa— sobre el tema.

Varios autores han destacado ya la influencia ejercida por Nietzsche —"acontecimiento" europeo antes de 1914— en diversos artistas. Así en Gabriele D'Annunzio o André Gide, autores que expresaron tempranamente su entusiasmo por el pensamiento de Nietzsche. Si estos escritores están influidos por el simbolismo, Nolte ve también una clara influencia de Nietzsche en Dimitri Mereschkowski, el "cofundador del simbolismo ruso".

Algunos autores han señalado asimismo las resonancias nietzscheanas en la crítica del arte y en el individualismo anarquista de Guillaume Apollinaire.

En Alemania, evidentemente, se deja ver también el influjo de la filosofía de Nietzsche. A este respecto, Nolte se refiere, por ejemplo, a un grupo de poetas relacionado con la Freie Bühne, revista considerada como "uno de los órganos principales de penetración del influjo de Nietzsche". En un manifiesto de esta revista, "se subraya « la grande, saludable y creadora convicción en el gran derecho fundamental del artista al desarrollo libre de la personalidad », así como se acentúa la « interna conexión entre arte y vida »."

Se ha resaltado igualmente la influencia de Nietzsche en el expresionismo —y en general, en toda la cultura alemana y en la vanguardia—, como veremos en las siguientes citas de Paolo Bertetto y de Giulio Carlo Argan respectivamente, citas en las que se mencionan a dos artistas dadaístas, Hugo Ball y Max Ernst:

Ball era fortemente influenzato dall'espressionismo, e, come tutta la cultura espressionista, da Nietzsche. ... E, d'altra parte, Nietzsche e la sua critica dei valori costituiscono un punto di riferimento essenziale di tutta l'avan­guardia.

La cultura de Ernst tiene un origen romántico, y posteriormente pasa a través de Nietzsche, cuyo pensamiento domina la cultura alemana de las dos primeras décadas del siglo.

Respecto a la influencia de Bergson en el campo artístico, ésta no puede considerarse mucho menor. Precisamente, en la obra Modernism. A guide to European Literature 1890-1930, podemos leer: "Bergson's ideas exercised an influence on twentieth-century European literature second only to Nietzsche's." Varios autores han puesto de relieve la influencia de Bergson sobre los movimientos de vanguardia.

Así, Mark Antliff advierte que la historia del arte trata aún a Bergson como una figura marginal de la cultura, y en especial, no se le tiene en cuenta, en lo que respecta a la importancia de su pensamiento "en el reino de la innovación formal". Antliff, por su parte, destaca la influencia de Bergson en los movimientos artísticos siguientes: cubismo, futurismo, neosimbolismo, fauvismo, orfismo, y otros. Evidentemente, como señala el autor, el bergsonismo de estos movimientos es diferente (así el del cubismo y futurismo).

Esta influencia de Bergson sobre algunos movimientos de vanguardia —así el cubismo y el futurismo—, ya había sido señalada por Ivor Davies, quien habla tanto de la "adopción" de vocabulario o pasajes del filósofo, como del estilo o de ilustraciones gráficas, las cuales considera derivadas directamente de las obras y conferencias de Bergson:

The terms "operation of thought"; "duration"; "fusion of ob­jects"; "multiplicity of conscious states" and the method used by Picasso and Braque of representing different view­points simultaneously are suggested by Henri Bergson at the beginning of his first thesis "Time and Free Will" (1889).

Though this only indicates parallel affinities between Bergson's philosophy and Futurism and certain contemporary movements in art, other passages in "Time and Free Will" and more particularly "Creative Evolution" (1907) resemble the works and manifestations of these artists enough to conclude that they derived the conception of reality as movement from Bergson and that words, style and subjects of his graphic illustrations came to art direct from his text or from his popular lectures.

Estos dos autores, Antliff y Davies, además, han resaltado que Bergson mismo se interesaba por el cubismo e incluso que lo apoyaba.

Finalmente podemos subrayar que ya en el vocabulario de la obra Du cubisme realizada por los cubistas Metzinger y Gleizes, algunos autores han visto tanto resonancias bergsonianas como nietzscheanas.

Los dadaístas y la filosofía

¿Qué ocurre con Dadá? ¿Hay en Dadá, alguna alguna relación con estos filósofos? A este respecto es significativa la observación de Hugo Ball, el fundador del Cabaret Voltaire, medio donde nace Dadá: "À l'époque du Cabaret, nous nous sommes beaucoup intéressés à Bergson, y compris à son simultanéisme. Le résultat en fut un art de l'assemblage."

El comentario de Ball nos hace entrever como la filosofía, para los dadaístas, no era sólo un punto más de esa experiencia colectiva inicial de Dadá, sino que a ella hace responsable de la dirección que tomaría su producción artística. Y esto no es de sorprender si tenemos en cuenta el interés común por la filosofía entre los considerados fundadores del movimiento: Hugo Ball, Tristan Tzara, Hans Arp, Richard Huelsenbeck y Marcel Janco. Así, Ball realizó estudios de filosofía terminando por realizar una disertación sobre Nietzsche. Arp, en el seno de sus actividades creativas, no dejaba de leer a los presocráticos. La importancia de la filosofía para Huelsenbeck se deja ver en la siguiente frase: "o el dadaísmo se sitúa dentro de alguna tendencia del pensamiento moderno o pronto será olvidado". Y finalmente, es innegable la profunda relación —aunque esta relación, a veces, resulte ser paradójica— que Tzara tuvo con la filosofía. De hecho, podríamos decir que sus años de juventud son marcados por su interés por la filosofía: se dice que ya en su época de liceo leía Nietzsche, y en 1914, Tzara se inscribe en la Facultad de Filosofía de Bucarest, al igual que hará un año después en Zurich. El testimonio de Tzara mismo, el cual habla de "algunos años perdidos en la filosofía", no indica sino el recuerdo de su antiguo entusiasmo. Y no es sólo un recuerdo de primera juventud, como destaca Jacques Gaucheron:

Après ses études secondaires, il s'oriente vers des travaux universitaires de mathématiques et de philosophie. Celle dernière, on le sait, prépare à l'esprit critique, nécessaire à la création, mais également, sur le plan humain, à la remise en question des « valeurs », qui la rendent suspecte, comme discipline, à tous les conservatismes. On sait que dès son arrivée en Suisse, il substitue l'activité poétique et dadaïste aux études philosophiques. Mais il en garde quelque chose, et dans le mode d'approche des problèmes et dans le ton.

En realidad, como veremos, Tzara no rechaza toda filosofía y de hecho, como señalará su mujer, Greta Knutson, Tzara sigue leyendo a Nietzsche después de Dadá. Los libros de este autor, sobre todo los de su última etapa, son los libros preferidos de Tzara, según su testimonio.

Que los fundadores del movimiento dadá, sobre todo Tzara y Ball, tuvieran un contacto tan significativo con la filosofía nos permite valorar Dadá como un movimiento con una profunda dimensión filosófica. Y en este sentido, es sorprendente que la literatura secundaria sobre Dadá y Tzara no haya resaltado apenas su aspecto filosófico. A pesar de que algunos autores (como, por ejemplo, Sanouillet, además del ya mencionado Huelsenbeck) han expresado la necesidad de un acercamiento de este tipo, en nuestro conocimiento no se ha publicado ningún monográfico sobre la relación entre Dadá y la filosofía. Entre la escasa bibliografía sobre el tema, contaremos con el artículo ya mencionado de Eder en el que trata la relación entre la filosofía y Ball. Respecto a Tzara, podemos resaltar el trabajo de Won Ko que, como dijimos, conecta el pensamiento de Tzara con el pensamiento oriental, cosa que ya hizo por su parte el dadaísta japonés, Shinkichi Takahashi. Asimismo, en un artículo, Paolo Bertetto relaciona directamente a Tzara y Nietzsche, pero, desafortunadamente para nosotros, con el fin de reafirmar el nihilismo (eso sí, "activo") de Tzara.

Tzara, Nietzsche y Bergson

Sea como sea, es indudable la existencia de un componente filosófico en el pensamiento de Tzara. Y lo cierto es que muchos pasajes de la obra de Tzara, que parecen incomprensibles, se iluminan bastante si los relacionamos con algunas problemáticas y conceptos de los filósofos que Tzara conocía. Y entre ellos, nos ha parecido especialmente fructífero el relacionar y contrastar el pensamiento de Tzara con los dos filósofos ya mencionados: Nietzsche y Bergson.

¿Cómo, concretamente, el pensamiento de Tzara se cruza con el de Nietzsche y de Bergson? Para ver muy rápidamente sólo un aspecto de esta relación fecunda, tal vez nos convenga partir del siguiente comentario de Deleuze sobre la "voluntad de poder" en Nietzsche: "La volonté comme volonté de puissance a donc deux degrés extrêmes, deux états polaires de la vie, d'une part le vouloir-prendre ou vouloir-dominer, d'autre part le vouloir identique au devenir et à la métamorphose, « la vertu qui donne »." A nuestro parecer, estos dos estados polares de la voluntad de poder son precisamente los que sirven mejor para caracterizar el pensamiento de Tzara tanto en su momento destructivo como en su momento afirmativo (y la indiscernibilidad de estos dos momentos). Por un lado, Tzara ataca al "querer dominar" en el campo que sea: religioso, social, artístico, intelectual, etc. El objetivo de su crítica es este: descubrir las estrategias de esa voluntad, que aparece enmascarada en el burgués, en el "filósofo" universitario, en el profeta, en el artista, el científico, etc. Por otra parte, ¿qué significaría para Tzara el otro grado extremo de la voluntad de poder: "el querer idéntico al devenir"? A nuestro parecer, "Dadá", tal como lo ve Tzara, no es otra cosa que la actualización de esta voluntad de poder: es, como insiste Tzara, un espíritu activo o libre, transparente o camaleónico, en devenir, metamorfosis, forma de vida. De aquí que Tzara conciba Dadá como un espíritu que no se limita al movimiento artístico que lleva el nombre, aunque se aplique a él específicamente. Dadá se aplica a todos los individuos, pues Dadá, como dice Tzara, no es una cosa sino un estado de espíritu, y como tal está en todos los individuos. Podríamos decir que Dadá, más allá de un movimiento artístico, es un movimiento molecular del espíritu. En síntesis, Dadá, para Tzara, será un modo de afirmar la vida dos veces: una vez como crítica vital del "querer-dominar", y otra vez como un nuevo comienzo, como un movimiento encaminado a una plena afirmación del devenir de la vida misma. O, en otras palabras, es un estado de espíritu que primero selecciona, es decir, toma de la vida sólo lo que en ella hay ya de afirmativo, su riqueza inmanente, y luego la lleva a su máxima potencia o intensidad...

Así, pensamos que el pensamiento de Tzara se desarrolla en una fructuosa resonancia con algunas ideas claves de Nietzsche. Sin embargo, cabe destacar en seguida que un acercamiento demasiado estrecho a Nietzsche nos puede llevar a una interpretación parcial, porque, como veremos en la parte que corresponda de la tesis, reconocemos en el pensamiento de Tzara una relación no menos fecunda con el pensamiento de Bergson. Así, por ejemplo, pensamos que en el rechazo de Tzara a lo mecánico, a lo solidificado, a todo lo que obstaculiza el contacto inmediato con la fluidez de la vida, con el devenir, hay una inspiración claramente bergsoniana —aunque esto de ningún modo excluye su probable compenetración con ciertas ideas nietzscheanas.

Si, sólo con el fin de indicar la orientación global de nuestra investigación, tuviéramos que resumir grosso modo la aportación de uno y otro, diríamos que Nietzsche tiene más peso en la crítica que Tzara realiza a la cultura, y que Bergson estaría más relacionado con la concepción de la naturaleza o de la vida de Tzara. Esta tendencia la indica el vocabulario mismo utilizado por Tzara: algunas nociones usuales en la "crítica" de Tzara, a nuestro juicio, están íntimamente ligadas a la gran crítica nietzscheana (como moral, impotencia, piedad, etc.), y pensamos que el uso de la noción de "espíritu"—noción igualmente esencial en Tzara— se entiende plenamente sólo cuando lo contrastamos con el uso del mismo término por Bergson. Pero insistimos que esta separación no es más que una primera aproximación, ya que, como veremos, en la crítica que Tzara realiza al conocimiento es esencial la crítica que Bergson realizó a la inteligencia o al pensamiento lógico. Y esto no es de extrañar porque, en este campo, las críticas de los mismos Nietzsche y Bergson se cruzan. Por otro lado, la concepción ética de Tzara, que tiene, a nuestro parecer, una clara inspiración en Nietzsche, se articula con una concepción vital muy cercana a la de Bergson.

Por nuestra parte, el interés principal de esta investigación radica en presentar, de un modo articulado, el pensamiento de Tzara, y de ningún modo en hacer un listado exhaustivo de la relación entre el pensamiento de Tzara y el pensamiento de Nietzsche o el de Tzara y Bergson. Por tanto, nos contentaremos con exponer, en la medida en que creamos imprescindible ciertas coincidencias entre Tzara y ellos. Y, además, nos parece imposible poder hacer otra cosa sin reducir el propio pensamiento de Tzara que, en cierta medida, es una recreación artística profundamente original de las ideas de los filósofos arriba citados. A este respecto podríamos decir, que si Dadá ha mostrado una gran maestría en el uso del collage (visual o verbal o las dos cosas a la vez), los textos de Tzara no son menos un collage, un collage espiritual, cuya unidad transmuta los elementos heterogéneos que contiene.

Finalmente, añadiremos que, así como no queremos reducir el pensamiento de Tzara a las influencias recibidas tampoco queremos reducir la filosofía de Dadá al pensamiento de Tzara. Es otro lugar común del que queremos escapar, resaltar el valor de Tzara con respecto a los otros integrantes del grupo (así por ejemplo diciendo que Tzara es el " inventor" del movimiento dadá). Se ha querido así, suponemos, rendir homenaje a Tzara, pero a costa de eliminar la fuerza colectiva de la que precisamente se nutre el pensamiento de Tzara, como los otros del suyo. A nuestro modo de ver, lo que hace rico a Dadá es precisamente, la falta de un reductor u homogeneizador de sus integrantes. El pensamiento de Tzara, no germina solitario; su riqueza se funda en la interrelación de elementos propios y ajenos. Así, el pensamiento de Ball, el de Huelsenbeck o el de Arp tienen problemáticas distintas y puntos en común.

Contenido de la tesis

Como ya hemos dicho, el propósito de nuestra investigación es presentar el pensamiento de Tzara en una unidad. Concretamente, la tesis se compondrá de tres partes que se caracterizarán, respectivamente, por los tres elementos claves de Tzara: el "asco", la "dictadura del espíritu" y lo "cósmico".

En la primera parte, "El asco", estudiaremos la crítica —extremadamente variada y compleja— que realiza Tzara a la cultura y a la sociedad de su tiempo. Al examinar detalladamente los diferentes aspectos de esta crítica, que aparece diseminada en sus textos y expuesta en pinceladas, veremos cómo ella se articula, sobre todo, en torno a lo que Tzara llama la "selfcleptomanía" y el "instinto de dominación".

La segunda parte trata de la noción, tan singular como compleja, de la "dictadura del espíritu". Esta noción, que ha sido prácticamente olvidada por los investigadores de la obra de Tzara, nos parece que tiene una importancia decisiva en tanto que sirve para expresar el sentido mismo de la actividad dadá. Para Tzara, el espíritu dadá se contrapone, por su propia intensidad y por su carácter afirmativo, a la cultura burguesa europea. Y una cierta "dictadura" de este espíritu dadá —"la dictadura del espíritu"— es, para Tzara, el único procedimiento para abolir esta cultura enferma. En este sentido, podríamos decir que se trata de una especie de paideia del espíritu; y la crítica, desde este punto de vista, no es otra cosa que una parte de esta dictadura. Especifícamente, la tarea de esta "dictadura" consiste esencialmente en liberarnos de las mediaciones: intelectuales, morales, estéticas, etc. Es porque estas mediaciones —que esconden su orden totalmente artificial y arbitrario— no nos permite tener una relación inmediata y libre con la realidad; y de esa manera nos impide la comunión con la totalidad del mundo, con la diversidad cósmica.

La última parte de este trabajo trata de lo "cósmico". Lo cósmico en Tzara tiene una dimensión múltiple: ética, estética e incluso, por así decirlo, ontológica. Y tal vez también política, en el sentido más amplio. Cabría preguntarnos si esta última dimensión no acoge a todas las otras, pues lo cósmico se opone, en su afirmación misma, a los ejercicios de poder (el querer-dominar o querer-imponer) en todas las áreas del pensamiento y de la actividad humanos. En definitiva, lo cósmico nos muestra la concepción del mundo en Tzara —un mundo que, a través de su obra, aparece como un movimiento continuo y profundamente vital.

B. Tristan Tzara: su vida y sus escritos

Tzara antes de Dadá

Se sabe poco de la vida de Tzara antes de su etapa dadá. Ello es debido a la discreción del autor —quien nunca hablaba de su pasado— y a la inexistencia de una investigación específicamente biográfica. Entre los datos existentes, resaltaremos los que creemos más significativos.

Samuel Rosenstock (quien luego se llamará Tristan Tzara) nació el 16 de abril de 1896 en Moinesti, un pueblo de provincia (Bacau) de Rumania.

Su padre era contable a la vez que se dedicaba a la compraventa de maderas. Era también el representante de los habitantes judíos de su barrio. El origen judío de la familia de Tzara, no deja de tener una gran importancia dado que, en la época, en los documentos oficiales se especificaba la etnia a la que se pertenecía. Así, por ejemplo, en el certificado de fin de estudios de Tzara —obtenido en 1914—, consta que es de "nacionalidad israelita".

Este certificado de estudios, Tzara lo consigue en la capital rumana, Bucarest, donde ha realizado sus estudios de secundaria. Respecto a estos, Béhar indica que las notas obtenidas revelan una "escolaridad brillante", así como un conocimiento particularmente alto de la lengua francesa, alemana e inglesa. Simultáneamente a estos estudios, Tzara se entrega, en profundidad, a la vida literaria. Así, en 1912, crea, junto con Marcel Janco e Ion Vinea, la revista Simbolul ["Símbolo"]. El título de la revista apenas deja dudas sobre la influencia del simbolismo que recibe. Los poemas de Tzara, con los que contribuye a esta revista, se puede considerar, pues bajo esa influencia simbolista. Estos poemas, por otro lado, se presentan ya con el primer seudónimo de Tzara: S. Samyro, "formé du diminutif de son prénom et de la première syllabe du patronyme." como dice Béhar.

En el año que acaba sus estudios de secundaria (1914), Tzara se inscribe en la Facultad de Matemáticas y en la Facultad de Filosofía de Bucarest. En esta nueva fase, según Akira Hamada, Tzara se entrega más a la literatura que a los estudios universitarios, lo que lleva a su familia a reunirse para ver qué hacer con tal situación. Finalmente, la familia decidió enviarlo a estudiar muy lejos de Bucarest, a Zurich.

Cabe añadir que, en octubre de 1915, aparece publicado, en una revista rumana, el seudónimo definitivo "Tristan Tzara" (patronímico que será legalizado en 1925 por el gobierno rumano).

Al llegar a Zurich, este mismo año, Tzara se inscribe en la Facultad de Filosofía y letras. Tzara cuenta entonces 19 años.

Zurich, Cabaret Voltaire y Dadá

Obviamente es imposible dar cuenta aquí de la enorme actividad desplegada por Tzara a lo largo de los siete años de existencia del movimiento dadá. Por tanto sólo resaltaremos los elementos que tienen relevancia para nuestra investigación.

Dadá nace en 1916 en el marco del Cabaret Voltaire, cabaret fundado en febrero del mismo año, en Zurich, por el poeta, escritor y director de teatro alemán Hugo Ball en compañia de la poeta, cantante y bailarina alemana Emmy Hennings. El objetivo de este Cabaret es, como anuncia Ball en un periódico de Zurich, "créer un centre de divertissement artístique". Pero Ball también cifra su éxito en la repercusión social del mismo como confiesa en su diario: "Aussi longtemps que toute la ville ne sera pas soulevée par le ravissement, le Cabaret n'aura pas atteint son but" Este fin será alcanzado ampliamente: su importante incidencia social llevará a las autoridades a clausurar el cabaret "a petición de los burgueses". Los dadaístas habían inquietado más a las autoridades que sus vecinos revolucionarios —así, Lenin, entonces residente en Zurich—, y por ello estuvieron sometidos a vigilancia.

El día de la inaguración del Cabaret Voltaire, se presentan en la sala los rumanos Tristan Tzara y el pintor Marcel Janco. También se encuentra en la sala el pintor y poeta alsaciano Hans Arp y la pintora y bailarina suiza Sophie Taeuber. Seis días después se unirá a éstos el escritor alemán Richard Huelsenbeck, con quien ya queda configurado el primer núcleo dadá (después se unirán a este núcleo el pintor y luego cineasta alemán Hans Richter y el escritor austriaco Walter Serner). Por otra parte, el nombre "Dadá" es escontrado en el mismo mes de la inaguración del cabaret.

Entre otras cosas, el Cabaret Voltaire permitirá a Tzara tener un profundo conocimiento de las teorías de los más importantes y diversos movimientos artísticos de la vanguardia. Así, por ejemplo, la revista dirigida por Ball, Cabaret Voltaire, recoge textos de los "fondateurs de l'expressionnisme, du futurisme et du cubisme". No menos le servirá para entrar en contacto con la vanguardia filosófica, así con los textos de Bergson (como señalaba la observación de Ball ya mencionada), autor que pudo unir al ya conocido Nietzsche (y probablemente éste también profundizado por las conversaciones con Ball).

Las sesiones del Cabaret Voltaire son tan heterogéneas como el contenido de la revista Cabaret Voltaire: se presentan obras de los más diversos artistas y tendencias. El programa mismo de las sesiones es amplio: números de danza, piezas musicales, literarias, poéticas, etc., en intensas sesiones de temáticas también diversas (Dadá también realizará veladas temáticas, así por ejemplo, una velada "Sturm", otra "Art nouveau", etc.).

Ball deja pronto el movimiento dadá, y es principalmente Tzara quien se hace cargo de la organización de la mayor parte de las actividades dadás. Varios autores han resaltado la importancia de esta labor de Tzara. Así, Marc Dachy dice: "D'emblée il en assume la plupart des tâches (organisation, publications, prêts d'oeuvres, expositions) et lui assure un retentissement mondial". Estas tareas no eran fáciles de efectuar en un contexto de guerra, como señala Richter. En general, nadie duda del esencial papel que Tzara jugó a este respecto.

A estas tareas contribuye la entrada en contacto de Tzara con los artistas más diversos a través de viajes y numerosas cartas. Respecto a esto último y sólo por citar a los más relevantes, Tzara entra en relación epistolar con Apollinaire, Max Jacob, Reverdy, así como con varios poetas italianos, en 1916. En 1918, Tzara amplia sus relaciones epistolares. Entre muchos otros, inicia una correspondencia con Francis Picabia, Paul Éluard, Raoul Hausmann y Franz Jung. Y en 1919 entra en correspondencia con André Breton, Louis Aragon y Philippe Soupault. Son estos contactos epistolares, en gran parte, los que permiten un flujo recíproco entre las obras dadaístas y de otros artistas (materializado en exposiciones y revistas), además de impulsar la internacionalización del movimiento dadá.

Claro que Tzara no contribuye sólo como organizador, sino también con sus aportaciones creativas. Ya en la inauguración del Cabaret, Tzara lee poemas suyos y declama cantos negros. Y en la primera velada dadá (14 de julio de 1916), Tzara lee su primer manifiesto —y primer manifiesto dadá— "Manifeste de Monsieur Antipyrine", y el texto "Le poème bruitiste", en el que se exponen algunas experiencias poéticas dadaístas. Este mismo mes, Tzara inaugura, además, la "Colección Dadá" publicando su obra teatral La Première Aventure céleste de Monsieur Antipyrine, con grabados de Janco (en 1918, Tzara publicará también en esta colección Vingt-cinq poèmes con grabados de Arp).

En las veladas dadás de 1917, Tzara leerá también poemas negros de diferentes grupos étnicos además de otras composiciones propias. Respecto a sus manifiestos —los cuales forman igualmente parte de las veladas dadás—, además del primero ya mencionado, en una velada dedicada a él (julio de 1918), Tzara lee su "Manifeste Dada 1918". Este manifiesto se publicará en diciembre en su revista, alcanzando una gran resonancia. Por último, en abril de 1919, Tzara presenta el manifiesto "Proclamation sans prétention".

Señalaremos asimismo, lo que tiene gran relevancia para nuestra investigación, que Tzara realiza varias conferencias en el marco de diversas exposiciones dadaístas. Así, a principios de 1917, Tzara realiza tres: en torno al arte antiguo y moderno, sobre el cubismo y sobre los artistas de la exposición. En el mes de marzo, en la Galería Dadá recién inaugurada, Tzara realizará dos conferencias más, una sobre el expresionismo y el arte abstracto, y otra sobre el arte nuevo. En 1919, Tzara pronunciará otra conferencia sobre el arte abstracto.

A estos manifiestos y conferencias, se ha de añadir otro elemento: la publicación de su revista Dada (que comienza en julio de 1917 y que contará con siete números). Esta revista —con una tipografía revolucionaria— contiene numerosos artículos y algunos manifiestos, lo que la convierte en una parte fundamental de nuestra investigación.

Actividad de Tzara en París

En 1920, Tzara se desplaza a París. Señalaremos, no obstante, que ya existía una profunda relación con Francia y su cultura antes de este desplazamiento.

Tzara tiene preferencia por la cultura francesa. Esta influencia viene probablemente del ambiente cultural de Rumania. Como ha señalado Théodore Cazaban, la influencia francesa en este país es enorme. Y de hecho, Tzara deja su lengua materna (el rumano) por la francesa; ya en Suiza, sus escritos son en francés, lengua que elige definitivamente para su producción artística. En esto, Tzara parece seguir los pasos de dos extranjeros que escribían en francés, Apollinaire y Lautréamont, dos autores que Tzara valora mucho, sobre todo el último, a quien, junto con Rimbaud y Jarry considerará escritores "cósmicos".

Por otra parte, como ya hemos señalado, Tzara tenía contacto epistolar con el grupo que dirige la revista Littérature —Breton, Aragon y Soupault— y que posteriormente se considerará el núcleo dadá parisién, junto con Paul Éluard, Georges Ribemont-Dessaignes y Francis Picabia. Pero sobre todo, Tzara se escribe con Apollinaire, la principal figura literaria de la vanguardia parisina. Por otra parte, desde 1917, diversas revistas francesas acogen ya sus poemas.

Respecto a los últimos autores mencionados, destacaremos la figura de Picabia, al que Tzara conoció personalmente en Suiza, en 1919. Y es que podríamos decir que del mismo modo que Arp es la relación más importante de Tzara en Zurich, Picabia lo es en Francia. No podemos dejar de señalar que una de las principales fuentes de la gran sintonía entre ambos autores es Nietzsche. Es un nombre común para ambos. Sobre la importancia de este filósofo para Picabia, existen numerosos testimonios, entre los cuales cabe destacar el de su propia mujer, Gabrielle Buffet, quien dice de él: "Les seuls livres qu'il ait je crois vraiment lus et approfondis ... sont Nietzsche et Max Stirner."

No es extraño pues que cuando Tzara llega a París en 1920, se aloje precisamente en casa de Picabia, quien le había invitado el año anterior.

Al margen de esta relación, en esta etapa parisina no hay novedades notables con respecto a Zurich, desde el punto de vista de nuestra investigación. Tzara sigue organizando manifestaciones dadaístas.

Tzara publicará libros de poemas y la única novela que hizo: Faites vos jeux (1923). Publicará también los dos últimos números de su revista y realizará conjuntamente con otros dadaístas dos revistas más: Dada Augrandair (junto con Arp y Max Ernst), y Le Coeur à barbe.

Asimismo presenta, en diversas manifestaciones dadaístas, su manifiesto "Dada manifeste sur l'amour faible et l'amour amer" (1920), además de tres obras teatrales: Première Aventure céleste de Monsieur Antipyrine (1920), Deuxième Aventure céleste de Monsieur Antipyrine (1920) y Coeur à Gaz (1921).

También prologará catálogos de Picabia, de Ribemont-Dessaignes y de Man Ray, y realizará varias conferencias sobre Dadá, en París y Alemania.

La novedad más importante en el plano artístico consiste en la participación de Tzara en el Congreso Internacional Constructivista de Weimar (1922). Este congreso, al que asiste junto con Richter y Arp, y al que también acude Kurt Schwitters, se convierte en una manifestación dadaísta. Será a partir de aquí que la Bauhaus, proyectará dedicar un volumen de su colección a Tzara.

Mientras, se van haciendo patente las diferencias entre los artistas próximos a Tzara y el grupo de Littérature encabezado por Breton. Los primeros percibían en los últimos tendencias muy alejadas del espíritu dadá.

En 1923, Breton —acompañado por sus colegas de Littérature— interrumpe violentamente una manifestación dadaísta: sube al escenario y golpea a un actor dadaísta. Este será el acontecimiento que pone fin a las actividades conjuntas de los dadaístas en París. En 1924, sin embargo, Tzara presenta otra obra de teatro suya, Mouchoir de nuages, y publica en un volumen sus Sept Manifestes Dada, con algunos dibujos de Picabia. Y otros muchos dadaístas, al igual que Tzara, continuarán reivindicando Dadá individualmente.

Expansión de Dadá

Dejemos de lado un momento la biografía de Tzara y veamos de manera muy sucinta, la expansión de Dadá fuera de Zurich y París. El lugar donde se desarrolla el espíritu dadá de manera tan intensa como en Zurich y París, es sin duda Alemania, que cuenta con tres centros: Berlín, Colonia y Hanover.

Entre los numerosos artistas que participan en estos centros, podemos resaltar los siguientes nombres: de Berlín, Huelsenbeck (quien fue el artífice de este grupo), Raoul Hausmann (apodado Dadásofo), Franz Jung, Johannes Baader, Hannah Höch, los hermanos Wieland y Johannes Herzfelde, y Georg Grosz; de Colonia, Max Ernst y Alfred Gruenwald, más conocido como Theodor Baargeld; y finalmente de Hanover, Kurt Schwitters.

Estos centros se desarrollan de manera independiente tanto entre ellos como en relación con Zurich y París. De todos modos, Tzara tiene amistad —sobre todo a través de cartas— con varios de ellos, y participa en sus publicaciones, además de firmar algunos de sus manifiestos.

Cabe añadir que Schwitters es quien prolongará por más tiempo el espíritu dadá a través de su revista Merz. Tzara mantendrá una fértil correspondencia con este artista.

Además de Alemania, el espíritu dadá se extiende por muchos lugares. Así, New York, Italia, Georgia, Barcelona, Bélgica, etc. Como dicen Béhar y Carassou, "dans presque tous les pays européens —et dans quelques pays d'Amérique latine—, des groupes ou des individus isolés ont exprimé des conceptions dadaïstes."

Curiosamente también Japón —a pesar de la distancia geográfica y cultural del lugar de origen de Dadá— desarrolla un centro dadá.

Después de Dadá

Después de concluido el movimiento dadá, Tzara continuará su obra poética y su labor reflexiva. De la primera, destacaremos su obra L'homme approximatif, obra que comienza en 1925 y publica en 1931. Asimismo, publicará L'Arbre des voyageurs (1930), Où boivent les loups (1932), Parler Seul (1950), A Haute Flamme (1955) o Frère bois (1958), entre muchas otras obras. Señalaremos que la mayor parte de sus obras poéticas publicadas se acompañan de algún o varios grabados, aguafuertes o litografías de muy diversos autores (Ernst, Klee, Picasso, Kandisky, Sonia Delaunay, Miró, etc.), siguiendo la línea emprendida en la etapa dadá (con obras de Arp, Janco o Picabia).

Simultáneamante, Tzara realizará a lo largo de su vida numerosos artículos, en los que trata los más diversos temas, así sobre artistas, obras, la poesía, etc. Algunos de estos artículos los citaremos a lo largo de esta tesis ya que esas reflexiones, a menudo, están estrechamente unidas a sus ideas de la época dadá.

No falta tampoco alguna obra en las que Tzara mantiene la combinación entre el momento poético y el reflexivo, modalidad que predomina en el periodo dadá. Así, Grains et issues, obra publicada en 1933, año en el que también publica L'Antitête, donde Tzara retoma varios textos dadaístas.

Al margen de su producción, destacaremos otros hechos relevantes de su biografía. Así que en 1929, Tzara se une a los surrealistas, unión que concluirá en 1935. Por otra parte, y en lo que a política se refiere, Tzara tiene un papel muy activo. En 1932, Tzara se une a la Asociación de escritores y artistas revolucionarios. En 1936 y 1937, desarrolla un importante papel en defensa de la España republicana. Así, como secretario del Comité para la defensa de la cultura española, organiza en 1937 el II Congreso Internacional de Escritores en Madrid y Valencia. Publica además, junto con Vicente Alexandre, "Deux Poèmes" para recaudar fondos para el pueblo español.

Durante la segunda guerra mundial, Tzara es perseguido por el régimen de Vichy y la Gestapo, y debe mantenerse en la clandestinidad durante dos años, en los cuales colabora con la resistencia.

En 1947, año en el que le dan la nacionalidad francesa, Tzara se inscribe en el partido comunista, partido con el que mostrará sus divergencias a su vuelta de un viaje a Hungría en 1956. En 1960, Tzara firmará la declaración sobre el derecho a la insumisión en relación con la guerra de Argelia.

Destacaremos que si bien la participación en el partido comunista supone una diferencia clara con la postura del periodo dadá, como veremos, Tzara sigue manteniéndose firme en su rechazo a la instrumentalización política del arte o a la politización del arte, como se refleja en su polémica con Sartre en 1948, en torno a la "poésie engagée". Del mismo modo, Tzara se mantiene firme en su interés por el arte y culturas africanas, y un año antes de su muerte participa en el Congreso por la Cultura Africana realizado en Rodesia.

Por otro lado, no podemos dejar de mencionar la gran tarea que ocupa los últimos años de su vida: el estudio de los anagramas de Villon y de Rabelais. Esta tarea que emprende en 1956, no la abandona literalmente, hasta el final de su vida (el último día de su vida, su hijo le lee cien páginas de su estudio sobre Rabelais e indica, sin palabras, un error contenido en el texto).

Tzara, que no ha cesado durante toda su vida de escribir y hablar sobre Dadá, reimprime sus manifiestos dadaístas —y una serie de artículos dadaístas que se titula Lampisteries— en el año de su muerte, 1963 (Tzara muere el 24 de diciembre).