Julius Evola y la Sociedad Teosófica Independiente de Roma
Biblioteca Julius Evola.- Hemos traducido este interesante artículo escrito por Marco Colorado y que fue traducido al francés por la web VoxNR. Evoa y, sobre todo, René Guenon, frecuentaron en su juventud los ambientes ocultistas, de los que pronto terminarían por renunciar y que posteriormente criticaron con conocimiento de causa. Las relaciones de Julius Evola con la Sociedad Teosófica Independiente de Roma apenas eran conocidas, pero el paso apresurado por la revista Ultra, fue un intermedio entre su salida del dadaismo y el inicio de su período filosófico. Vale la pena conocer este período con detalle.
Julius Evola y la Sociedad Teosófica Independiente de Roma
La Sociedad Teosófica romana, la Liga Teosophica Indépendante, fue fundado el 22 de febrero de 1897 por Gualtiero Aureli, AC Loyd, la Señora de Moskvitinoff, Enrico Mannucci, Oliviero Boggiani y Decio Calvari, en enlace directo con la logia de Londres. Esta sociedad reunió dos grupos de teósofos romanos que existieron alrededor del 1895 con una biblioteca circulante financiada por la condesa Constancia Wachtmeister.
Este centro de cultura teosófica atrajo enseguida a intelectuales, escritores y artistas, muy importantes. Basta con señalar que un hombre muy célebre que Giovanni Amendola fue miembro de ella para tener conciencia del interés que despertó la creación de esta sociedad. Eva Kuhn, la incansable novia de Amendola, recuerda: “A diez ocho años, Giovanni tuvo su primer contacto con la rama romana de la Sociedad Teosófica. He encontrado en su biblioteca un libro de Lady Isabel Oakley, entonces presidenta de este grupo, con una dedicatoria fechada en 1900. Fue un trabajo sobre los elementos místicos en la masonería". Además, su hijo Giorgio, uno de los primero miembros del Partido Comunista italiano, recuerda como Annie Besant, “la gran sacerdotisa del nuevo orden espiritual ", tenía a su padre en alta estima.
En enero de 1907, Decio Calvari, alto funcionario del estado, fundó una revista de estudios y búsquedas espirituales a la que dio el nombre de “Ultrao”. Calvari se impuso como jefe de la Sociedad Teosófica romana a la que condujo con autoridad e inteligencia durante las polémicas creadas por los conflictos entre Rudolf Steiner -que fundó un nuevo concepto, la Antroposofía que atribuyó una importancia particular a los misterios cristianos- y Annie Besant, fiel a la enseñanza de Blavatsky. Decio Calvari tuvo la inteligencia de permanecer independiente en la polémica, emitió críticas personales y originales, y se posicionó como propagador y analista de los problemas más serios y más profundos que la cultura espiritualista debatió en estos años. Tuvo en su revista a colaboradores entre los mejores especialistas de la época como Arturo Reghini [NDLR: miembro del OTO, franc-masón especialista en la filosofía pitagórica].
Después de la primera guerra mundial, Ultra continuó presentándose no sólo como un órgano calificado de discusión de temas teosóficos, sino también de otros temas espiritualistas, religiosos y filosóficos. Otras actividades que van desde cursos sobre la historia de las religiones, a la organización de conferencias y debates, a menudo reunieron a la intelectualidad de esos años, a pesar de su dispersión entre diferentes polos artísticos y radicalismos políticos. La cultura de esta época se distinguió por una apertura de mente notable, por la publicación de numerosas revistas interesantes y por los debates incesantes. De forma óptima Ultra fue el catalizador de estos encuentros y de estos enfrentamientos intelectuales gracias a la dirección hábil de Calvari. Años después, Evola lo definió como una personalidad que tuvo un valor real y que fue deudor de “su primera introducción al tantrismo".
Ultra publicó bajo el título de Movimiento Espiritualista una agenda que ocupó las últimas páginas de la revista y que señaló las reuniones, conferencias, debates, etcétera. Así sabemos que el “Barón J Evola tuvo el 13 de diciembre de 1923 bajo la égida del periódico una conferencia sobre el tema El idealismo, el ocultismo y el problema del espíritu moderno”; la conferencia dio lugar a la redacción de un artículo que Evola publicó en el mismo número bajo el título ligeramente diferente de “El idealismo, el ocultismo y el problema del espíritu contemporáneo”. Fechado en Cortina d’Ampezzo, en agosto de 1923, siguió al cierre de sus experiencias artísticas futurista y dadaísta en pintura y poesía a finales de 1922. Esta fue, probablemente, la primera publicación de Evola concerniente a los temas esotéricos, filosóficos y espirituales.
En ese mismo período, redactó “Teoría y fenomenología del individuo absoluto”, trabajo fundamental que no fue publicado sin embargo hasta 1927. Es pues particularmente significativo que Evola haya elegido a Ultra y a la Sociedad Teosófica de Calvari para empezar su nuevo ciclo de actividad.
Es interesante notar que “El idealismo, el ocultismo y el problema del espíritu contemporáneo” declara que la Teosofía de Blavatsky y el Antroposofia de Steiner son “los únicos medios esotéricos y mágicos mediante los cuales el hombre moderno puede ser ayudado en su construcción de la inmortalidad", en otras palabras convertirse en "Dios" en la realidad concreta. En esto se de cita una larga tradición filosófica que va de Kant al idealismo alemán, a Nietzsche y al individualismo de Stirner. Bajo esta iluminación, el ocultismo teosófico sólo tiene el defecto de no estar en plano de igualdad con el nivel teórico con las alturas especulativas y las posiciones gnoséologiques alcanzadas por la tradición idealista.
La insuficiencia gnoséologique y teórico de la Teosofía puede ser integrada, sin embargo, con la ontología idealista, así que se podría decir, más o menos, que el idealismo mágico -tal es el nombre dado por Evola a su concepción filosófica- es la fusión cultural de estas dos concepciones. Así la teosofía representaría la “práctica", el "trabajo" heredero de la acción espiritual y mágica que el ego tiene que emprender para alcanzar la inmortalidad concebida en términos de convertirse en Dios, y, al mismo tiempo, es la realización práctica de la teoría steinerienne de “lo único”.
En 1924, año de crisis a causa del fascismo y de las protestas democráticas y antifascistas, Evola siguió entregando sus contribuciones a Ultra y a la Sociedad Teosófica. También reforzó sus relaciones con los medios culturales masónicos y con una corriente antifascista agrupada en torno a la personalidad de Giovanni Amendola, Colonna de Cesaro y Adriano Tilgher.
En junio de 1924, Ultra publicó el texto de una conferencia dada por Evola el 10 de abril del mismo año en la Sociedad Teosófica de Roma. En esta contribución titulada “El poder como valor metafísico”, Evola reafirmó la idea de que “el ego sólo consiste en la voluntad y que el espíritu y Dios no son nada más de las posibilidades autarquicas y solipsistas, determinadas por el poder infinito y absoluto del individuo que trata de convertirse en un individuo absoluto".
Durando todo el año, Evola continuó una serie de contribuciones que aún más lo ataron a los círculos espiritualistas. También escribió en Athanor y en Ignis, dos revistas publicadas por Reghini. Este último, miembro de la fansmasonería, defendió ideales aristocráticos, fue un especialista del esoterismo y el pitagorismo, amigo de René Guénon y defensor de un imperialismo pagano en el campo político y religioso. Evola también colaboró con el periódico Il Mondo que se hizo campeón de la política antifascista de Giovanni Amándola, al que definió como un antifascista aristócrata.
A fin año, Ultra salió con un ensayo de Evola sobre la escuela de sabiduría de Hermann Keyserling en la que reconoció de numerosos méritos al trabajo de este filósofo y ocultista alemán, especialmente concerniente a su presentación de lo que era el itinerario espiritual del ego.
En 1925, Evola continúa su colaboración con Ultra. Es el período en el que profundiza en sus búsquedas sobre el tantrismo. Da conferencias sobre este tema y reelabora su interpretación de esta tradición sobre la base de su idealismo mágico. Esto acaba con la publicación de su libro a “El hombre como potencia”, a finales del año 1926.
La primera parte del libro tuvo su origen en los artículos publicados en tres números sucesivos de Ultra, bajo el título “El problema del oriente y el occidente” y “La teoría del conocimiento según el Tantra”. Se trató superar las fronteras entre oriente y el occidente sobre las bases de la práctica tántrica. Esta interpretación fue inmediata y severamente criticada por Guénon; luego, Evola, en su madurez, rescribió el texto que debía finalmente convertirse en “El yoga de la potencia”. Sea como fuere, la publicación en Ultra es un indicador importante de las relaciones de Evola con la Sociedad Teosófica en esta época.
Ese mismo año, los cursos de cultura espiritual organizados por la Sociedad Teosófica de Roma conocieron un interés creciente. Además de Evola, Calvari, el célebre psicólogo Roberto Assagioli y los colaboradores tradicionales de éste, tomaron la palabra Adriano Tilgher, Colonna de Cesaro, el eminente orientalista Giuseppe Tucci, Bernardino Varisco, el poeta Arturo Onofri, Nicolás Moscardelli y Luigi Volpicelli.
En el último número de Ultra en 1925, se publicó otro ensayo de Evola, “El individuo y el devenir del mundo”. Este ensayo generó tal estruendo que fue traducido al alemán y publicado en 1931 en la prestigiosa revista Logos que contó entre sus redactores Ernst Cassirer y Edmundo Husserl. El artículo en cuestión fue una presentación de la esencia solipsista del Idealismo mágico y de la Teoría y la fenomenología del individuo absoluto, que el autor propuso como una solución espiritual-existencialista audaz a los problemas del alma europea en estos tiempos de decadencia.
La línea radicalmente solipsista de la filosofía evoliana en este período buscó un desarrollo práctico y teórico en la religión, la iniciación y la magia. Es con esta óptica que tienen que ser vistos sus trabajos sobre el taoísmo y el tantrismo. Sabemos hoy como este itinerario concluyó con un Evola que llega en su madurez a una posición teórica muy próxima a la del tradicionalismo integral de René Guénon. A mediados de los años veinte, sin embargo, la búsqueda de Evola todavía fue extremadamente caótica. En busca de puntos de referencia para sustentar su solipsismo ontológico y espiritual, fue del tantrismo al paganismo grecorromano, del taoísmo a la tradición alquímico hermética, interpretando todo a la fría luz del individuo absoluto. Está vía le hizo entrar en conflicto en 1926 con Calvari y los demás colaboradores de Ultra. En un ensayo titulado “La Vía de la realización del yo según los misterios de Mitra”, Evola distinguió claramente su vía espiritual mágica, iniciática, masculina, de auto-realización y de construcción individual de lo que consideraba como inferior, exaltado por las escuelas que se refieren al Védanta que tendían esencialmente a reducir al individuo a un no-individuo. Pero el Védanta estaba en el corazón mismo de la espiritualidad teosófica, y a causa de eso Calvari se desmarcó enseguida de la posición de Evola.
En 1926, el gran poeta y filósofo hundú Rabindranath Tagore, fue a Italia, siendo recibido por Mussolini y por el filósofo Benedetto Cruce. Durante todo su estancia, Tagore fue acompañado por Roberto Assagioli, vicedirector de la Sociedad Teosófica romana y secretario de redacción de Ultra. Éste consiguió de Tagore una contribución a la revista y organizó un encuentro entre Tagore y los principales miembros de la redacción de Ultra y la Sociedad Teosófica romana, incluido Evola. Eso no atenuó sin embargo la crisis entre este último y la Sociedad Teosófica. Evola empezó a colaborar regularmente con otro órgano de prensa, Crítica Fascista de Giuseppe Bottai, y de un modo significativo empezó a competir con Ultra publicando en el enero de 1927 el primero número de Ur, “publicación mensual de ciencias initiatiques".
El choque definitivo tuvo lugar a causa de una crítica de Vittorino Vezzani al libro de Evola sobre el tantrismo, “El hombre como potencia” que fue publicado en 1926. Besan, uno de los pilares de Ultra, escribió a principios de 1927 un artículo que tras haber realizado una alabanza al “joven y genial escritor", abordó el anticristianismo y el idealismo mágico, definiéndolos como ni morales, ni religiosos, sino como un tipo bajo de una moralidad y de una religión que no comprende: “Es amoral e irreligioso y constituye, por consiguiente, una línea de desarrollo infra-humano trágicamente peligrosa para cualquiera capaz de seguirlo en particular y por la humanidad en general".
A parte su crítica del cristianismo sobre la que no volvió nunca, incluso reconociendo el valor positivo de la tradición católica, númeras críticas que Vezzani hizo de “El Hombre como potencia” serán retomadas sucesivamente por el mismo Evola. Evola que, vino a admitir en su vejez, que si el hombre occidental hubiera adoptado “directamente tales doctrinas, el efecto casi hubiera sido un cortocircuito inevitable y destructor, locura o automóvil-destrucción".
En 1927, Evola, estaba lejos de haber aclarado la esencia profunda de la espiritualidad tradicional. Así, el artículo de Vezzani azuzó una polémica violenta que continuó en los siguientes números de Ultra y que confirmó que las dos posiciones era irreconciliables. Evola, fiel a su concepto de Dios como una simple posibilidad del individuo, afirmando que éste, construyendo la inmortalidad, tiene que operar “más allá del bien y del mal”, en un proceso mágico parecido “al proceso químico en la formación de la dinamita que no es bueno ni malo, sino sencillamente posible. El bien y el mal sólo conciernen al uso que puede hacerse de la dinamita". Besan, por su parte, estimando que la moral es un aspecto fundamental, no sólo de la vía religiosa, sino también de la vía esotérica e iniciática, niega todo “desarrollo autónomo en oposición con la divinidad, queriendo romper sus leyes” y defendió los valores de amor y de caridad que reconocía como fundamental en todas las tradiciones, empezando por el Budismo Mahayana.
La línea de “experimentación trascendental” sostenida por Evola en Ur y en sus escritos de la época, se opuso lógicamente a la cultura teosófica de Ultra y de la Sociedad dirigida por Calvari. En un largo ensayo, aparecido en noviembre de 1927 sobre Bilychnis, Evola condena el teosofismo como opuesto al verdadero ocultismo ("que sólo es un sistema de experiencias prácticas y trascendentales") y como ejemplo de las divagaciones visionarias y sentimentales mezcladas de un gnosticismo mal comprendido.
La ruptura, sin embargo, fue mucha violenta y radical como ambiguo bajo ciertos aspectos. Numerosos colaboradores de Ur fueron Antropósofos, otros se refirieron a Kremertz, al cristianismo esotérico o a la tradición masónica. Evola deseó condenar severamente los aspectos irracionales, modernos y democráticos de la cultura teosófica y antroposófica, pero no pudo al mismo tiempo negar algunos aspectos intelectuales e iniciáticos que este conjunto contenía.
Ya, en el número de junio/julio de 1925, de Ignis, mientras seguía colaborando con Ultra, Evola había atacado calurosamente a la Antroposofía creada por el teósofo Rudolf Steiner en 1913, mientras que sus principales colegas estuban en camino de convertirse en steinerianos. Algunos años más tarde, en el junio de 1930, Evola volvió a la Teosofía para denunciar sus pretensiones espirituales, aún reconociendo la calidad y la dignidad de diferentes personalidades de la escena teosófica europea empezando por Decio Calvari.
Finalement dans Masques et visages du spiritualisme contemporain publié en 1932, Evola confirma sa condamnation de la Théosophie et de l’Anthroposophie tout en leur reconnaissant encore quelques aspects positifs.
Por fin, en “Máscara y Rostros del Espiritualismo Contemporáneo” publicado en 1932, Evola incluso confirmó todavía su condena de la Teosofía y a la Antroposofía aun reconociendo algunos aspectos positivos.
Sea como fuere, más allá de los acontecimientos particulares que marcaron la colaboración de Evola con Ultra y la Sociedad Teosófica durante los años veinte, parece que un elemento mayor sobresale. La experiencia de la cultura teosófica fue para Evola un acontecimiento de importancia fundamental para construir las bases sólidas de su ideal personal y de su panorama espiritual.
Durante los años veinte, Evola, como muchos intelectuales, vivieron a través de la cultura teosófica una experiencia efectiva de realización intelectual y espiritual. Tuvo la oportunidad de encontrar nuevos escenarios y otros horizontes, más allá de las visiones estrechas del cristianismo y el materialismo.
[Adaptado de un artículo de Marco Colorado, Julius Evola and the Independent Theosophical Asociation of Roma, Theosophical History]
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