Blogia
Biblioteca Evoliana

El Misterio del Grial - Capítulo II - El ciclo del Grial. XXI. La sede del Grial

El Misterio del Grial - Capítulo II - El ciclo del Grial. XXI. La sede del Grial

Biblioteca Julius Evola.- Evola nos explica en este parágrafo que la sede del Grial en el mito, jamás fue una iglesia o un templo, sino un castillo. Este tema no está carente de interés porque refleja que el tema del Grial es, eminentemente, un tema heroico. De la misma forma que el Grial al ser rescatado junto con José de Arimatea de la prisión, no pasará a ser custodiado por una orden religiosa, sino por una orden de caballeros, los Templeissen, así mismo, su sede será siempre una fortaleza.

 

XXI. LA SEDE DEL GRIAL

Hemos visto que entre los lugares donde se desarrollan las pruebas de los caballeros del Grial figuran en primer lugar la «Isla» y el «Castillo». El «viaje» a esos lugares se considera esencialmente sub specie interioritatis, o sea a modo de desplazamiento de la conciencia en un mundo habitualmente cerrado al ser humano. Continúa un simbolismo iniciático general y universal, aparte de las referencias específicas que ya hemos mencionado, y que remiten a la tradición de Avalón y de la «Isla Blanca».

Precisamente Píndaro había dicho que a la tierra de los hiperbóreos no se llega ni por tierra ni por mar y que sólo a héroes como Heracles les fue dado hallar el camino. En la tradición del Lejano Oriente, la isla, en el extremo de las tierras septentrionales, se dice que sólo puede alcanzarse con el vuelo del espíritu, y en la tradición tibetana, del Sambhala, la mística sede septentrional que ya hemos visto que tiene relación con el avatara Kalki, se dice que «se encuentra en mi espíritu». Este tema aparece también en la saga del Grial. El castillo del Grial, en la Queste, es denominado palais spirituel, y en el Percevalli Gallois, «castillo de las almas» (en el sentido de seres espirituales). Mordrain llega a la isla rocosa situada allí donde «se efectúa la verdadera travesía hacia Babilonia, Escocia e Islandia», y donde se inician sus pruebas, al haber sido arrebatado por el Espíritu Santo. Y si Plutarco refiere que en la sede hiperbórea la visión de Cronos se produce en el estado de sueño, Lanzarote, en la Morte Darthur; tiene la visión del Grial en un estado de muerte aparente, y en la Queste, en un estado que no sabe si es de sueño o de vigilia, tiene la visión del caballero herido arrastrándose hasta el Grial para aliviar sus sufrimientos. Son experiencias más allá de los límites de la conciencia corriente.

A veces, el castillo se presenta invisible e imposible de alcanzar. Sólo a los elegidos les está permitido hallarlo, o por un feliz azar o mediante un encantamiento, pues si no, se sustrae a los ojos del buscador. En Wolfram, el propio Grial resulta invisible para los no bautizados, pero esta descripción del agua del bautismo: «El agua hace prosperar a todos los seres que denominamos criaturas. Gracias a esa agua pueden ver nuestros ojos. El agua lava las almas y las hace tan brillantes que los propios ángeles no tienen mayor fulgor», basta ya para convencemos de que más que del bautismo cristiano, se trata de una auténtica iluminación, por tener aquí el agua más o menos el mismo significado que tiene el «Agua divina» o «Agua filosofal» en el hermetismo. En muchos casos, el castillo, una vez que el héroe ha llegado a él y lo ha visitado, desaparece de repente, y él se encuentra en una playa desierta o en un bosque. En otros casos, la empresa del héroe se agota ya con el hallazgo del castillo, sin que se tenga que hacer la pregunta sobre el Grial. Cuando se presenta el castillo rodeado por las aguas, por el mar (Queste), por un río impetuoso (Grand Saint Graal), donde se encuentra también el rey pescador (Wolfram), hay símbolos (además de lo que ya hemos dicho sobre las representaciones «polares») de inaccesibilidad, de aislamiento. Se encuentra también el tema del «vado peligroso». En la Queste du Graal, el castillo está custodiado por dos leones, es decir, por el mismo animal al que vencerá Galván en la prueba del «castillo de Orgeluse», que es de nuevo una prueba iniciática. En Wolfram, la llegada al castillo por un camino anormal se da en la forma que Parsifal lo alcanza recorriendo, sobre su caballo blanco abandonado a sí mismo en el bosque, tanto trayecto como podría hacerlo un pájaro. El castillo se nos presenta aquí «sólido y poderoso», con muros lisos que lo harían seguro aunque estuviese asediado por todos los ejércitos del mundo: Swaz erden hât umbslagenz mer, - danc gelac nie hûs sô wol ze wer – als Munsalvaesche. En el castillo hay «esplendores que no tienen igual en la Tierra. Pero, desdichadamente, quien se dedica a buscarlo nunca lo encuentra: sin embargo, muchos son los que se entregan a esa búsqueda. Mas para verlo es necesario llegar a él sin saberlo: er muoz unwizzende geschehen». El lugar donde se encuentra está desierto, es salvaje, mortal; es el Montsalvatsche en las Tierras de Salvatsche. «La vía que conduce a él está llena de combates - swâ diu stêt - von strîte rûher wec dar gêt.» «No se suele cabalgar tan cerca del Montsalvatsche sin tener que pasar un peligroso combate o ir al encuentro de esa expiación a la que todo el mundo da el nombre impiden a los hombres de cualquier nación el acercarse, a excepción de los indicados por una inscripción que aparece en el propio Grial: se consagran a una lucha hasta la última gota de su sangre contra todo invasor. Titurel: En medio del bosque se alza un monte que nadie puede encontrar a menos de ser guiado a él por ángeles, el monte defendido, el monte custodiado, Montsalvatsche. Sobre él se cierne el Grial, sostenido por seres invisibles.

En los textos más posteriores, el monte del Grial, Montsalvatsche, suele pasar del significado de mons silvaticus al de mons salvationis en relación con la tierra de Salvaterra y de San Salvador en España, donde se encuentra el Grial, o sea, de monte de la salvación. Tenemos pues, en general, distintos símbolos en los que siempre se expresa la idea de inviolabilidad frente a cualquier profanación o ruina, y el tema de la invisibilidad, junto a otros afines, subraya el concepto de una inaccesibilidad que es la propia de todo aquello que se sustrae al dominio del mundo corpóreo, de la forma y de los sentidos físicos: conforme a un límite, que para el hombre común se identifica con el de la muerte, o al menos con el del estado de sueño. Hemos visto ya que el castillo del Grial, sobre el que «descienden las llamas del Espíritu Santo», es asimismo aquel donde se desarrolla la «prueba del sueño». Superar esta prueba equivale a pasar activamente más allá de la conciencia de vigilia del individuo físico. Pero esto no sucede sin una crisis y sin una acción difícil y arriesgada: a lo cual, según este punto de vista interpretativo, puede atribuirse uno de los «peligrosos combates» de los que habla Wolfram. Quienes tienen conocimientos en esta materia saben efectivamente que tales aventuras pueden concluir también en la locura, la enfermedad o la muerte.

En relación con esto, es bastante interesante la imagen que se encuentra en un manuscrito: caminar sobre el filo de una espada. Lanzarote llega al castillo de su aventura pasando por el puente constituido por el filo de una espada. Es un tema conocido por más de una tradición, especialmente por la irania e irano-islámica, que se aplica tanto a las experiencias del estado post mortem, del Más Allá, como a las de la vía iniciática: y a la Kata Upanishad comparaba el camino hacia la sabiduría con el caminar sobre el filo de una navaja.

En cuanto a la guarda de que son objeto el Grial y su sede, en un sentido específico y en relación con lo que expondremos dentro de poco, se trata de la defensa de un determinado centro espiritual. A este respecto, es importante que expresemos ya desde aquí también esta consideración. La sede del Grial es siempre un castillo, un palacio real fortificado, nunca una iglesia o un templo. Sólo en los textos más posteriores se comienza a hablar de un altar o capilla del Grial en relación con la forma más cristianizada de la saga, en la que acaba confundiéndose con el cáliz de la Eucaristía. Pero en las redacciones más antiguas de la leyenda no hay nada parecido; y la ya señalada estrecha relación del Grial con la espada y la lanza, además de con una figura de rey, o de aspecto regio, basta para autorizarnos a considerar extrínseca esa posterior formulación cristianizada. Según eso, el centro del Grial que debe defenderse «hasta la última gota de la sangre» no sólo no puede estar relacionado con el cristianismo y con la Iglesia, que ya hemos dicho que constantemente quiere ignorar este ciclo de mitos, sino que, más en general, tampoco puede relacionarse con un centro de tipo religioso o místico. Se trata más bien de un centro iniciático, que conserva el legado de la tradición primordial, según la unidad indivisa -propia de ella- de las dos dignidades: la regia y la espiritual.

 

 

0 comentarios