La Tradición Hermética (07) 6. La creación y el mito
Biblioteca Julius Evola.- Evola introduce al lector en una temática apasionante, la doctrina de los elementos cósmicos que tienen su correspondencia en el ser humano. Además alude a que una de las formas posibles de la expresión hermética es el "mito". El mito, lejos de ser un relato novelado o moralizador, expresa el conocimiento hermético. Pero solamente puede ser entendido en su justa medida por aquel que ha pasado por la experiencia hermética. Todos los elementos que entrar en el contexto de los relatos míticos son susceptibles de una interpreación hermética.
6. La creación y el mito
Queremos llamar la atención todavía sobre un último aspecto de la analogía: según la concepción hermética, como los elementos del cosmos se corresponden con los del hombre, así el proceso de la creación y aquel con el cual el hombre, a través del Arte, se reintegra en sí mismo, siguen una misma vía y tienen el mismo significado. La relación analógica entre el Arte alquímico y la acción demiúrgica aparece ya en los primeros textos griegos: Pelagio, Comario, Zósimo. En las diversas fases de la realización hermética se reconocerían las fases de la creación: la experiencia íniciática proporcionaría la clave de la cosmogonía, y viceversa: toda cosmogonía tradicional, y también toda mitología, según la exégesis hermética, tendría, entre otros significados, el de una exposición figurada y velada mediante enigmas de las diversas operaciones y transformaciones del Arte[1].
Para hacerse una idea cabal de esta enseñanza es evidentemente necesario superar la idea de la creación como un hecho histórico agotado en el pasado, espacial y temporal; hay que concebirla en función de un estado «creativo», metafísico por su propia naturaleza, y por ello supraespacial y supratemporal, fuera tanto del pasado como del futuro, que es más o menos el mismo concepto que algunos místicos designaron con el término creación eterna. En tal sentido, la creación es un hecho siempre presente y la conciencia puede recuperarla actualizándose en estados, que ‑según el «principio de inmanencia»‑ constituyen posibilidades de su naturaleza profunda ‑‑de su «caos»‑, mientras que en el mito cosmogónico se nos presentan bajo la forma de símbolos, dioses y figuras y acciones primordiales[2]. Y puesto que la meta del «ambula ab intra», de la «vía interior» hermética que descíende al «interior de la tierra», es precisamente esa «naturaleza profunda», queda esclarecido también este aspecto de la enseñanza hermética, y cómo los alquimistas no s4lo toman como paradigma las diversas fases de la creación esiodea e incluso bíblica, sino que incluso a veces amplían también la analogía a los mismos episodios de las empresas heracleas y jasónicas, las cuales para ellos tampoco tienen valor ni como «hechos históricos» ni como «fábulas», sino como alusiones a estados y actos espirituales extra temporales.
Hay que añadir a todo esto que esta «vivencia del míto» no tiene, en el hermetismo, un alcance vagamente «místico». De todo lo expuesto anteriormente se desprende que «vívir el mito» significa acceder a través de los símbolos a una percepción de orden suprahistórico, en la cual la naturaleza y el propio hombre, por así decir, se hallan en un estado de creación y que, entre otras cosas, contiene por ello el secreto de las energías que actúan en el interior y por detrás de las cosas visibles y de la propia corporeidad humana. Como veremos, éste es el presupuesto de todas las operaciones alquímicas en sentido estricto, o sea en el no puramente iniciático.
Nos limitaremos por ahora a señalar la relación de tales ideas con el significado más profundo de las antiguas tradiciones según las cuales dioses, demonios o héroes serían los introductores en la «física», o sea, en el conocimiento vivo de los misterios de la naturaleza: herméticamente «conocer» un dios es realizar un «estado creativo» que al propio tiempo es un significado metafísico, el «alma desconocida» y el poder oculto de un determinado proceso de la naturaleza.
Las distintas referencias de los textos a «genios», númenes, etcétera, que en visión o en sueño habrían revelado a los «Hijos de Hermes» los secretos del Arte, adquieren sentido cuando se relacionan con esta concepción.
[1] Cf. CAG, 11, 213‑14. Esta idea es explícita en CRASSELLAME, Oda Alchemica (texto en 0. WIRTH, El Simbolismo Hermético, París, 1909, p. 161): «Nuestra Gran Obra muestra claramente que Dios ha hecho el todo de la misma manera que ha producido el elixir físico». MORIENO, Colloquio, etc. BPC, 11, 88: «Contíene en sí los cuatro elementos y se asemeja al mundo y a la composición del mundo». Cf. DELLA RIVIERA, Il Mondo Magico, etc. cit., 46, 98‑99. FILALETES, Introitus apertus ad occlusum Regis palatium, c. V. PERNETY, Fables cit., 1, 25: ORTULANO, COMM. alla Tabula Smaragdina: «Nuestra piedra se hace de la misma manera que fue creado el mundo» (BPC, 1, § 11), etc.
[2] En el hermetismo se reafirma por lo demás la idea tradicional de la unidad interna de todos los mitos, expresada también por J. M. RAGON (De la Majonnerie occulte et de VInitiation hermétique, París, 1926, p. 44): «Al reconocer la verdad de la alianza de los dos sistemas, el simbólico y el filosófico, en las alegorías de los monumentos de todas las épocas, en los escritos simbólicos de todos los sacerdotes de todas las naciones, en los rituales de las sociedades mistéricas, obtendríamos una serie constante, un sistema invariable de principios que proceden de un conjunto amplio, imponente y verdadero, únicamente en el cual pueden coordinarse debidamente». Acerca del contenido simbólico del mito, nos limitaremos a reproducir este único testimonio: BRACCESCO, Espositione, cit., ff. 77 b, 42 a: «Los Antiguos ocultaron bajo las fábulas poéticas esta ciencia, y hablaron por semejanzas... Aquel que no tenga conocimiento de esta ciencia, no podrá conocer la intención de los Antiguos, de lo que quisieron indicar tras los nombres de tantos dioses y diosas, y mediante sus generaciones, sus enamoramientos y mutaciones; y no penséis que en esas leyendas se ocultan cosas morales».
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