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Citas de Julius Evola (II) sobre la CONTESTACION GLOBAL CONTRA EL MUNDO MODERNO

Citas de Julius Evola (II) sobre la CONTESTACION GLOBAL CONTRA EL MUNDO MODERNO

Biblioteca Evoliana.- La segunda entrega de la selección de citas de Evola está dedicada a la "Contestación Global contra el mundo moderno". Un parte importante de las citas han sido extraída de la obra cumbre de Evola "Rivolta contro il mondo moderno", sin embargo, abundan también las incluidas en "Imperialismo Pagano" y en artículos publicados en los años 30. Resulta significativo que la mayor parte de estas citas hayan sido escritas en la que podemos llamar "segunda etapa" de su producción, la que tiene lugar entre la disolución del Grupo de Ur (1930) y el final de la Segunda Guerra Mundial (1945). En este período, Evola fiha las ideas centrales que inspirarán su obra. 

 

 

II

CONTESTACION GLOBAL CONTRA EL MUNDO MODERNO

 

Para Evola el concepto de decadencia indica una neta fractura con el mundo que llama "de la Tradición": su doctrina de la regresión no es, por otra parte, una incitación al fatalismo, vale en relación a puntos de referencia absolutos y a la escala de las grandes distancias históricas: por ello quien hoy opera positivamente sobre el plano concreto de la acción no puede, ni debe, dejarse impresionar.

El título mismo del capítulo sugiere inmediatamente el de la obra más importante del autor, Rivolta contro il mondo moderno (1934): esta obra bastaría por sí misma para atestiguar como, ya hace sesenta años, y precisamente en Italia, contra la decadente civilización actual, se alzó una "contestación", la cual, apoyándose sobre el sólido fundamento de lo que, en todos los tiempos, tradicionalmente puede revestir un carácter de normalidad en sentido superior, va mucho más allá y en profundidad que las que le han seguido. Crítico agudo de muchos aspectos del mundo moderno -cuya carrera hacia el desastre ha denunciado en sus libros durante casi cincuenta años- Evola invita a la reacción, a no dejarse condicionar ante la omnipotencia y el triunfo aparente de las fuerzas dominantes de la época. Evola rechaza todo reconocimiento con el mantenimiento de esta sociedad, sus estructuras, sus mitos y sus seudo-valores, una distancia interior exenta de compromisos y con el no aceptar estar ligada a ningún vínculo de naturaleza espiritual o moral.

Además de Revuelta contra el mundo moderno, los fragmentos ordenados en el capítulo presente, están extraídos de: Imperialismo pagano, Los hombres y las ruinas, Metafísica del Sexo, El "obrero" en el pensamiento de Ernst Jünger, Cabalgar el Tibre, L'Arco e la clava, como también de escritos aparecidos en periódicos diversos.

"Oponerse a cualquier consagración y "racionalización" del estado de hecho, no conceder ningún reconocimiento a fuerzas y corrientes que hayan tomado la mano, tal debe ser el principio"

Los hombres y las ruinas (II ed. 1967)

 

Europa ha creado un mundo que en todas sus partes constituye una antítesis irremediable y completa con lo que fue el mundo tradicional. No existen compromisos o conciliaciones posibles, las dos concepciones están enfrentadas una contra otra, separadas por un abismo sobre el que cualquier puente resulta ilusorio. Por otra parte, la civilización occidental, el mundo cristiano, está procediendo de forma vertiginosa hacia su lógica consecuencia, y la conclusión, sin querer ser profeta, no se hará esperar mucho. Aquellos que entrevén esta conclusión y consiguen sentir todo el absurdo y toda la tragicidad, deben buscar pues en si mismo el valor para decir no a todo.

Imperialismo pagano (1928)

 

Nos encontramos ante la ley misma que domina toda la cultura y la sociedad de hoy: en el plano inferior, el orgasmo industrializador, los medios que se convierten en fines, la mecanización, el sistema de los determinismos económicos y materialistas a los que la ciencia marca el ritmo -conectado con el arribismo, la carrera hacia el éxito que hombres que no viven, sino que son vividos- y, en el límite, los novísimos mitos del "progreso indefinido" sobre la base del "servicio social" y del trabajo convertido en fin en si mismo y deber universal; sobre el plano superior, el conjunto de las doctrinas fausticas, deveniristas y bergsonianas (...) No es acción, sino fiebre de acción. Y el correr vertiginoso de aquellos que han sido arrojados fuera del eje de la rueda y cuya carrera era tanto más loca en cuanto mayor es su distancia del centro. Tanto esta carrera, como la dependencia de las leyes sociales en el ámbito económico, industrial, cultural y científico son inevitabes, fatales en todo y por todo, en el orden interior de cosas que han creado, una vez que el individuo se haya vuelto ajeno y exterior a sí mismo, una vez que con el sentido de la centralidad, de la estabilidad y de la suficiencia interior haya perdido el sentido de lo que constituye verdaderamente el valor de la individualidad. La decadencia de Occidenta procede incuestionablemente de la decnadencia del inviduo como tal.

Imperialismo pagano (1928)

 

La infinidad de hombres sobre la tierra desierta de luz, reducidos a mera cantidad -solamente a cantidad-, convertidos en iguales en su identidad material como partes dependientes de un mecanismo abandonado a sí mismo, dejado en el vacío sin que nadie pueda hacer nada... esta es la tendencia que está en el fondo de la dirección económico-industrialista que triunfa en todo Occidente. Y quien siente que ésta es la muerte de la vida y el advenimiento de las leyes de la materia, el triunfo de un hecho tanto más terrible en tanto que ya no existe mas persona, sin que pueda considerarse más que un remedio: destrozar el juego del oro, superar el fetiche de la sociedad y las leyes de la interdependencia, restaurar los valores aristocráticos, los valores de la cualidad, la diferencia, el heroismo, el sentido de la realidad metafísica a la que hoy todo resulta contrario.

Imperialismo pagano (1928)

 

La onda oscura y bárbara, enemiga de sí y del mundo, que en la subversión frenética de toda jerarquía, en la exaltación de los débiles, de los desheredados, de los sin-nacimiento y sin-tradición agitados por la necesidad de "amar", de "creer", de abandonarse, en el rencor hacia todo lo que es fuerza, suficiencia, sabiduría, aristocracia, en el fanatismo intransigente y proselitista constituyó un veneno para la grandeza del Imperio Romano, y la causa máxima de la decadencia de Occidente. El cristianismo -recuérdese- no es lo que hoy subsiste como religión cristiana -tronco muerto carente de un impulso más profundo. Tras haber disgregado el conjunto de Roma, con la Reforma pasó a infectar la raza de los rubios bárbaros germáncos para luego penetrar también más arriba, tenaz e invisible: el cristianismo hoy está en acto en el liberalismo y en el democratismo europeo, y en todos los otros frutos de la revolución francesa, hasta el anarquismo y el bolchevismo; el cristianismo de hoy está activo en la estructura misma de la sociedad moderna-tipo -la anglosajona- y en la ciencia, el derecho, en la ilusión de poder de la técnica. En todo esto se conserva igualmente la voluntad niveladora, la voluntad del número, el odio hacia la jerarquía, la cualidad y la diferencia y el vínculo colectivo, impersonal, hecho de mutua insuficiencia, propio de las organizaciones de una raza de esclavos en revuelta.

Imperialismo pagano (1928)

 

El mundo tradicional fue jerárquico: en un sentido, sagrado, sobre la base de la realidad metafísica situada como principio, centro y fin de la existencia, como estado supremo del ser, como estado de verdad. Y donde la ordenación temporal secundó este esquema, a través de los grados de luz, se formó un tránsito espontáneo entre lo humano y lo no-humano, una visión simbólica de las cosas, de la naturaleza y de los acontecimientos, de la cual tomaron vida las "superadas" ciencias tradicionales, y en la cual el demonismo elemental de la naturaleza inferior en perpetuo devenir era detenido por formas de liberación y de luz. La ruptura de la relación entre ambos mundos, la concentración de toda posibilidad en uno solo de estos, el del hombre, la sustitución del supramundo con fantasmas efímeros y momentáneas exaltaciones de la naturaleza mortal, tal es el sentido del mundo moderno.

La Torre (10 marzo 1930)

 

La idea de la pluralidad de civilizaciones y la de la relatividad de la civilización moderna, se presenta para muchos con los rasgos de una herética e impensable extravagancia. Pero esto no basta: es necesario saber reconocer que la civilización moderna no solo podrá también desaparecer como tantas otras sin dejar rastro, sino que pertenece al tipo de las que, una vez desaparecida, igual que la vida momentánea, respecto al orden de las "cosas que son" y de cualquier otra civilización adherida a las "cosas que son", tiene un valor de mera contingencia.

Revuelta contra el mundo moderno (1934)

 

La sociedad moderna se presenta precisamente como un organismo que desde el tipo humano ha pasado al subhumano, en el cual toda actividad y toda reacción es determinada por las necesidades y las tendencias de la pura vida corporal. Sus principios dominantes corresponden exactamente a la parte animal y orgánico-vital de las jerarquías tradicionales (mercaderes y siervos): el oro y el trabajo. Tal como se han orientado las cosas, estos dos elementos van a condicionar casi sin excepción toda posibilidad de la vida para forjarse ideologías y mitos, mediante los cuales resultaría más clara la profundidad de la moderna perversión de todos los valores.

Revuelta contra el mundo moderno (1934)

 

Partiendo de estas premisas, de esta devastación cientifista, racionalista y maquinista, la civilización moderna ha cerrado gradualmente cualquier vía para la defensa de la personalidad frente a la agresión de lo colectivo. Y así hemos visto, en el terreno político, como -arrollada la diferencia aristocrático-feudal, eliminada cualquier tradición de sangre y de casta, destruido a través de una única ley niveladora y "pública" cualquier jus singulare, todo privilegio, cualquier franquicia, el individuo laico, revolucionario, liberal e iluminista haya reclamado inmediatamente la reacción: como el grupo, la patria, la raza, el Estado sean poco a poco reducidos al valor de personas independientes que exigen del individuo, que forma parte entrega y subordinación incondicionada no solo como ser natural y "político" sino también en cuanto ser ético y espiritual; que pretendan pues que toda forma de actividad se nacionaliza o se "socializa", cesa de ser un soporte para una cultura, es decir, para una libre formación de la persona, y se convierte en parte dependiente del ente político y temporal. Al mismo tiempo se fomenta demagógicamente el odio hacia cualquier personalidad superior y dominadora; los jefes no son admitidos, más que en cuanto son meros "exponentes" al servicio de la colectividad, del pueblo, de la patria en forma de jefes de partido democráticos o de tribunos de la plebe.

Revuelta contra el mundo moderno (1934)

 

En el nacionalismo, habitualmente se consideran solamente los aspectos particulares, la oposición entre la conciencia de un pueblo y la de otros pueblos. Este aspecto es real y al considerar el nacionalismo como fenómeno surgido de la disgregación de la anterior edad ecuménica y espiritual europea. Pero también es importante considerar el aspecto colectivista que el nacionalismo, en tanto que emancipación particularista de un principio universal, lleva en sí mismo y que resulta claro cuando se toma por punto de referencia la relación entre la personalidad y el grupo. Bajo esta óptica el nacionalismo se muestra como un espíritu de locura, una dictadura del demos, unida a la incapacidad del individuo para valorizarse, muy frecuentemente unida a factores sub y pre-personales.

Revuelta contra el mundo moderno (1934)

 

El "progreso" de la historia más allá del medievo se compendia esencialmente en un desarrollo del elemento burgués y de los intereses y actividades propias de la burguesía y nada más que de ella, ignorando a los demás elementos superiores de la jerarquía medieval: desarrollo que ha asumido los rasgos de un verdadero cáncer. El burgués ha cubierto de ridículo los ideales de la ética caballeresca precedente. El burgués, como la "gente nova" despreciada por Dante, ha estimulado la revuelta antitradicional, usurpando el derecho de las armas, fortificando los centros de una impura potencia económica, levantando estandartes propios, oponiendo -con las Comunas- una anárquica pretensión de autonomía a la autoridad imperial. Es el burgués quien poco a poco ha dado la apariencia de cosas naturales a lo que en otros tiempos -en tiempos de normalidad- hubiera sido considerado como una absurda herejía: el pensar que la economía es nuestro destino y el beneficio es el fin, el pensar que el comerciar y traficar es "actuar", el traducir cualquier cosa en términos de "rendimiento", de prosperity, de confort, de algo susceptible de especulación, de compra y venta, es la esencia de la civilización.

Régimen Fascista (3 abril 1934)

 

Quien ama los contrastes, también en relación con la guerra, debería considerar aquello en lo que se ha convertido la "civilización" moderna. Pasando a través del grado, aun no privado de cierta nobleza, del guerrero que combate por el honor de su príncipe, descendiendo hasta el tipo de mero "soldado" o militar, se ha unido, poco a poco, la idea, que es algo "medieval" y de bárbaros y fanáticos, luchar por la "vía de Dios" y por similares fantasías metafísicas; algo santísimo, sin embargo, es luchar por un trozo de tierra, por el "orgullo de la nación" o por el "porvenir de la patria" según el "deber" de todo buen ciudadano.

Revuelta contra el mundo moderno (1934)

 

El mundo moderno nos muestra también en algunos de sus desarrollos más singulares el retorno a los temas propios a las antiguas civilizaciones ginecocráticas meridionales. El socialismo y el comunismo en la sociedad moderna ?acaso no son más que reapariciones materializadas y mecanizadas del antiguo principio telúrico-meridional de la igualdad y de la promiscuidad de la Madre Tierra? Puramente físico y fálico es, en el mundo moderno, el ideal de la virilidad, propio de la ginecocracia afrodítica. El sentimiento plebeyo de la Patria afirmado con la revolución francesa y desarrollado por las ideologías nacionalistas como mística de la estirpe y, precisamente, de la Madre Patria, sagrada y omnipotente, es efectivamente la reminiscencia de una forma de totemismo femenino. Y los reyes y los jefes de gobierno privados de toda real autonomía, "primeros servidores de la nación", son productos de la desaparición del principio absoluto de la soberanía paterna y del retorno de aquellos que tienen en la Madre -en el gran totem materno de la "raza"- el origen de su poder. Hetairismo y amazonismo están igualmente presentes, bajo formas nuevas: es el disgregarse de la familia, es el sensualismo moderno, la continua búsqueda de la mujer y del placer; luego, es el neutralizarse y el masculinizarse de la mujer misma, la lucha por su emancipación y por la paridad de sus derechos en todos los terrenos, su bastardización deportiva. Aún hoy la amazona y la hetaira han suplantado a la madre y dominan sobre el hombre esclavo o animal de rendimiento práctico.

Revuelta contra el mundo moderno (1934)

 

Se ha considerado una conquista lo que es una abdicación. Tras siglos de "esclavitud" la mujer ha querido ser libre, ser por sí misma. Pero el considerado "feminismo" no ha sabido concebir para la mujer una personalidad, si no a imitacion de la masculina, a pesar de que sus "reivindicaciones" enmascaren una desconfianza fundamental de la mujer nueva hacia si misma, la impotencia de esta para ser y valer como lo que es: como mujer y no como hombre.

Revuelta contra el mundo moderno (1934)

 

La plebe no habría nunca podido irrumpir en todos los terrenos de la vida social y de la civilización si existieran aristocrátas realmente capaces de enpuñar la espada y ceñirse el cetro; así mismo en una sociedad constituida por hombres verdaderamente tales, la mujer nunca habría debido y podido tomar la via de la actual degeneración feminista. Si consideramos los períodos en los que la mujer ha unido una autonomía y un primado, vemos que coinciden casi siempre con épocas de cadencia evidente de las civilizaciones más antiguas. Así la verdadera reacción contra el feminismo y contra cualquier otra desviación femenina no debería desarrollarse contra la mujer, sino es contra el hombre.

Revuelta contra el mundo moderno (1934)

 

En un texto tradicional, escrito dos mil quinientos años antes del nacimiento de Nietzsche, se lee: "Perdida la Vía (es decir la inmediata adhesión a la espiritualidad pura) queda la Virtud; perdida la Virtud queda la ética; perdida la ética queda el moralismo. El moralismo es solo la cáscara exterior de la ética y la firma del principio de la decadencia". En este fragmento son enunciadas de forma concisa y exacta las varias etapas del proceso de caida que ha conducido hasta el ídolo burgués: el moralismo. Tal ídolo no fue nunca conocido en las grandes civilizaciones tradicionales; swolo lo ha sido en un sistema de domesticación y conformismo basado sobre la convención, el compromiso, la hipocreacia y la vellaquería, y justificado solo en función de un utilitarismo socializado.

Regime fascista (3 abril 1934)

 

Los puntos de divergencia entre Rusia y América no tienen apenas importancia para quienes miran la esencialidad. Al igual que Rusia, América, en los temas centrales de su "civilización" y de su forma de considerar la vida y el mundo, ha creado algo, que representa la precisa contradicción de la antigua tradición europea, en el seno de la cual todavía penetra deletéreamente (...). Los puntos de correspondencia, nos permiten ver en Rusia y América dos rostros de la misma cosa, dos movimientos que parten de los dos mayores centros de poder del mundo y que convergen, poco a poco, hacia un mismo punto. Una -realidad en vias de formarse, bajo el puño de hierro de una dictadura, a través del método de una estatización y de una racionalización inexorable. La otra -realización espontánea (y por tanto más preocupante) de una generación que acepta ser y querer ser lo que es, que se siente sana, libre y fuerte y añade por sí a los mismos puntos, sin la sombra casi personificada del "hombre colectivo", que aun tiene en su red, sin la dedicación fanático-fatalista del eslavo-bolchevizado. Pero tras una como la otra "civilización", tras una y otra grandeza, quien ve reconoce igualmente el preludio del advenimiento de la "Bestia sin nombre", "el mundo nuevo que viene".

Revuelta contra el mundo moderno (1934)

 

Podrá también suceder que la capitulación ante la tenaza que se cierra de Oriente y Occidente no sea siquiera advertida, que el hundimiento no tenga siquiera la grandeza de una tragedia. Rusia y América, pensando en una misión universal, traducen la sensación de un destino real. Centralizan las fuerzas, por la vía de las cuales se podrá realizar la última fase de la involución y del descenso del poder de una a otra de las antiguas castas hasta la última y el despertar del demonismo de lo colectivo. Y si tal destino deberá realizarse, y la tenaza, de Oriente y Occidente, cerrarse, toda esta espléndida civilización de titanes, de metrópolis de acero y cemento, de masas tentaculares, de álgebras y máquinas encadenadas las fuerzas de la materia, de dominadores de cielos y de océanos, aparecerá como un mundo que se tambalea en su órbita y tiende a desprenderse y alejarse definitivamente en los espacios, donde no existe ninguna luz, fuera de aquella siniestra encendida por la aceleracion de su misma caída.

Revuelta contra el mundo moderno (1934)

 

Así puede pensarse en la necesidad de que los destinos se cumplan. Ya lo hemos dicho: habiendo calcado el penúltimo grado, estando en el umbral del advenimiento universal de la verdad y del poder de la última de las antiguas castas, no debe realizarse aun más que aquello que queda por tocar el fondo de aquella "edad oscura" -kay yuga- o "edad del hierro", preconizada por las enseñanzas tradicionales, los rasgos generales de la cual corresponden extrañamente al rostro de la época contemporánea. Como los hombres, así también las civilizaciones tienen su ciclo, un principio, un desarrollo y un fin, y contra más ancladas están en lo contingente, más fatal es esta ley (...) Solo la estupidez de los modernos ha hecho creer por un momento que su civilización, radicada más que cualquier otra en lo temporal y en lo contingente, pueda tener un destino diferente y privilegiado.

Revuelta contra el mundo moderno (1934)

 

No es una paradoja afirmar que el idealismo, es decir la abusiva retórica de los "ideales sagrados", de las "ideas sublimes", de las "fes", es algo completamente burgués; algo vano que enmascara la ausencia de una silenciosa y verdadera fuerza creativa. Nosotros diremos pues que no es la ausencia, sino la presencia de los "ideales" y de las "fes", tomada en tal sentido, lo que caracteriza una época burguesa. "Ideales" y "fes" estuvieron verdaderamente ausentes allí donde fueron sentidos como demasiado poco, allí donde el hombre es central respecto a sí mismo, allí donde rige la fuerza pura, la potencia y la verdadera creacion. Civilización ascética, civilización guerrera, civilización creadora, tienen muy poco lugar para "ideales" y "fes", como por el "moralismo" y el "sentimentalismo".

Regime Fascista (3 abril 1934)

 

Si ha existido alguna civilización de esclavos, esta es precisamente la civilización moderna. Ninguna civilización tradicional vió jamás masas tan grandes condenadas a un trabajo vacío, desalmado, automático: esclavitud, que no tiene siquiera como contrapartida la estatura y la realidad tangible de la figura de los señores y de los dominadores, sino que viene impuesta anodinamente a través de la tiranía del factor económica y de las estructuras de una sociedad más o menos colectivizada. Y ya que la visión moderna de la vida, en su materialismo, ha restado al individuo toda posibilidad de conferir al propio destino algo de transfigurante, de verse un signo y un símbolo, así la esclavitud de hoy es la más dura y desesperada de las que se han conocido.

Revuelta contra el mundo moderno (II ed. 195)

 

El problema fundamental de nuesros días, respecto al cual cualquier otro es considerado como subordinado y accesorio, es el de la contra-revolución. Se trata de ver si existen aun hombres que sean capaces de decir no a todas las ideologías y seudoprincipios, los movimientos, los partidos y las instituciones que derivan de la revolución francesa, es decir de todo lo que va del liberalismo hasta el bolchevismo. Se trata, en segundo lugar, de agrupar a tales hombres, de darles una orientación, la sólida base de una visión general de la vida y de una rigurosa doctrina política.

Los hombres y las ruinas (1935)

 

Todos los aspectos exteriores de poder y progreso técnico-industrial de la civilización contemporánea no cambian nada el carácter involutivo de la misma. Digamos más, no dependen de esto, por que todo este aparente "progreso" ha sido realizado casi exclusivamente en función del interés económico, hegemónico en relación a cualquier otro. Hoy puede hablarse sin mas de un demonismo de la economía, la base del cual es la idea que en la vida sea individual o colectiva, el factor económico es el único importante, real, decisivo, que la concentración de todo valor e interés sobre el plano económico y productivo no es una aberración sin precedentes del hombre occidental moderno, sino algo normal y natural, no una eventual sucia necesidad, sino algo que es aceptado y exaltado.

Los hombres y las ruinas (1953)

 

Se reconoce que el desorden actual es debido a infecciones ideológicas. No es cierto que el marxismo hays surgido y sea antitético porque existe una cuestión social real (esto ha podido verificarse como máximo en la época industrial); se trata precisamente de lo contrario: la cuestión social en amplia medida surje, en el mundo de hoy, solo por que existe un marxismo, es decir, artificialmente, por obra de agitadores, de los considerados "despertadores de la conciencia de clase", sobre los cuales un Lenin se expresó muy claramente al contestar el carácter expontáneo de los movimientos proletarios y en el asignar al partido comunista la tarea, no de sostener tales movimiento donde existan de forma natural, sino provocarlos y suscitarlos por cualquier medio.

Los hombres y las ruinas (1953)

 

Conviene denunciar otra fijación patógena de la era económica, otro de sus slogans fundamentales. Aludimos a la superstición moderna del trabajo, que es propia tanto de las corrientes de "derecha" como a las de "izquierda". Como el "pueblo", así también el "trabajo" se ha convertido en una de aquellas entidades sagradas e intangibles, sobre las cuales el hombre moderno no sabe decir nada mas que loas y alabanzas. Una de las características de la era económica según en su aspecto más opaco y plebeyo es precisamente esta especie de autosadismo, que consiste en glorificar el trabajo como valor ético y deber humano esencial, y en el concebir bajo forma de trabajo cualquier tipo de actividad. En un futura humanidad más normal, no existirá esta perversión que aparecerá entre las más singulares.

Los hombres y las ruinas (1953)

 

Completamente moderno, extraño a cualquier civilización normal, es el realce dado al concepto de "Historia"; aun más extraño es la personificación de la historia en una especie de entidad mística, convertida en objeto de una supersticiosa religión, tanto que, como muchas otras abstracciones personificadas puestas de moda en una época que se dice "positiva" y "científica", que incluso suelen escribir con letras mayúsculas.

Los hombres y las ruinas (1953)

 

En la época de las democracias, la guerra misma se degrada, se acompaña de una exasperación y de un radicalismo que la época del presunto militarismo y de los "Estados militares" jamás conoció. Además, las guerras aparecen cada vez más desencadenadas por factores incontrolables, precisamente por que tales son las pasiones y los intereses que predominan en los Estados democráticos y nacionalistas, privados de un principio de pura soberanía,. Y la inevitable consecuencia de esto es que los conflictos adquieran un carácter cada vez más irracional, que conduzcan a lo que menos se ha previto y querido, que su trágico balance se cierre siempre en negativo, incluso en los términos de una "inútil carnicería", o también de una ulterior contribución al desorden universal.

Los hombres y las ruinas (1953)

 

Es evidente que hoy, por regresión, se vive en una civilización en la cual el interés predominante no es el intelectual o espiritual, no es tampoco el heroico o el referido a manifestaciones superiores de la afectividad, sino a aquello, subpersonal, determinado por el vientre y el sexo. El vientre es, hoy, el fondo de las luchas sociales y económicas más características y calamitosas. Su contrapartida es la importancia que, en nuestros días, tiene la mujer, el amor y el sexo.

Metafísica del sexo (1958)

 

Hoy se desarrollan procesos destructivos que se vuelven contra el mismo instrumento que el hombre ha creado para el dominio sobre la naturaleza, la técnica, a guisa del Golem. El hombre ya no puede huir de una situación de guerra material abierta y a las tempestades de hierro y de fuego que él mismo desencadena. La situación se repite: para hacer frente a esta realidad, creada cuando está apunto de volverse señor de la tierra y de realizar casi el bíblico: "Serás igual a Dios", pero separado de él, toma forma una nueva figura humana. Y aquella de quien, ante el desafío de la destrucción y de la mecanización, responde con un acto interno absoluto, hace suya una nueva ética y una nueva visión de la existencia.

L'"Operaio" nel pensiero di Ernst Jünger (1960)

 

Cuando hoy se habla de crisis, para la mayoría el punto efectivo de referencia es precisamente el mundo burgués: son las bases de la civilización y de la sociedad burguesa las que sufren esta crisis y son objeto inmediado de la disolución. No es el mundo que nosotros hemos llamado de la Tradición. Socialmente, política y culturalmente, está deshaciéndose el mundo que había cobrado forma a partir de la revolución del Tercer Estado y de la primera revolución industrial.

Cabalgar el Tigre (1961)

 

Por su tosquedad, por sus referencias explícitas al motivo de base -a la economía- en el mito comunista son más fácilmente reconocibles los elementos que indican el sentido final (...). En sus formas radicales este mito -que allí donde se ha afirmado controlando movimientos, organizaciones y pueblos, se une a una correspondiente educación, a una especie de lobotomía psíquica tendente a neutralizar metódicamente incluso en la infancia cada forma de sensibilidad y de interés superior, toda forma de pensar que no sea en términos de economía y de procesos económico-sociales- tiene tras de sí el vacío más pavoroso y presenta el valor del opiáceo más deletéreo hasta ahora suministrado para una humanidad desarraigada.

Cabalgar el Tigre (1961)

 

El absurdo propio del sistema de vida moderna se evidencia con toda crudeza precisamente en aquellos aspectos económicos que, esencial y regresivamente, la determinan. Por un lado, de una economía de lo necesario se ha pasado decididamente a una economía de lo superfluo, debido a la superproducción y al progreso de la técnica industrial. La superproducción exige, por el volumen de negocios de las fábricas, que sea alimentado o suscitado en las masas un máximo volumen de necesidades: a través de estas necesidades, convertidas en habituales y "normales", comportan un creciente condicionamiento del individuo. Aquí el primer factor es pues la naturaleza misma del proceso productivo disociado, que ha tomado casi de la mano al hombre moderno, como un "gigante desencadenado" incapaz de detenerse y capaz de volver verdadero el "Fiat productio, pereat homo!" (W. Sombart)

Cabalgar el tigre (1961)

 

Los últimos tiempos nos han ofrecido el espectáculo de la deserción y de la traición de los clérigos: estos -como observó Benda- han abandonado sus posiciones y han ido a converger con la intelectualidad, el pensamiento y han renunciado a su misma autoridad poniéndola al servicio de la realidad material, de los procesos y de las fuerzas que se afirman en el mundo moderno, proporcionando su justificación, un derecho, un valor. Lo que ha acelerado y potenciado aquellas fuerzas y procesos.

L'Italiano (junio-julio 1963)

 

Es innegable la caída de nivel de la iglesia moderna por el hecho de que ella tiene preocupaciones de carácter social y moralista de mucho más peso que el atribuido a la vía sobrenatural, con el ascesis y la contemplación, puntos esenciales de referencia de toda forma superior de religiosidad (...). De hecho, hoy las preocupaciones principales del catolicismo parecen ser un pequeño moralismo virtuosista sexual burgués y un inadecuado paternatismo asistencial.

Los hombres y las ruinas (IIed. 1967)

 

La revuelta puede ser legítima cuando se orienta contra una civilización en la que casi nada tiene ya una justificación superior, que es vacía y absurda, que, mecanizada y estandarizada tiende ella misma hacia lo subpersonal, en el mundo amorfo de la cantidad. Pero cuando se trata de "rebeldes sin bandera", cuando la revuelta es, por así decirlo, un fin en sí misma, el resto sirve apenas de pretexto, cuando se acompaña a formas de desencadenamiento, de primitivismo, de abandono a lo que es elemental en el sentido inferior (sexo, jazz negro, embriaguez, violencia gratuita e incluso criminal, exaltación complacida de lo vulgar y lo anárquico), entonces no es arriesgado establecer un nexo entre estos fenomenos y los otros que sobre un plano diferente atestiguan la acción de fuerzas del caos que afloran desde lo bajo a través de las grietas más visibles del orden subsistente.

Il Conciliatores (15 de noviembre 1967)

 

La perversión de la cultura moderna ha comenzado con el advenimiento de la ciencia, a la cual se han asociado el racionalismo y el materialismo. A tal respecto también puede hablarse de procesos autonomizados, los cuales han dado la mano al hombre que, por así decirlo, no consigue seguir al paso con sus mismas creaciones. No se trata, naturalmente, de negación práctica sino de lo que ha incidido sobre la visión del mundo, la cual desde hace tiempo, ha estado precisamente condicionada por la ciencia, la filosofía y las mismascreencias religiosas habiendo pasado prácticamente en un plano secundario e irrelevante. El "mito" de la ciencia es el que debería combatirse, es decir, la idea que conduce a lo que es verdaderamente digno de ser conocido, que ella en sus aplicaciones vaya más allá del dominio de los simples medios y dé alguna contribución a la solución de los problemas fundamentales de la existencia y del mundo. "Progresismo" y cientifismo van, por lo demás, de la mano.

Il Borghese (5 de septiembre 1968)

 

Es casi humorístico incluir entre las "reivindicaciones sociales", entre los "derechos inalienables de la persona humana", la libertad sexual próxima a la libertad de opinión, de culto, libertad de reunión, de residencia y de cualquier otra hermosa "conquista" de la democracia, desde el punto de vista de la cual, sin embargo, poco se podría objetar contra esta ulterior "reivindicación". Aquí, como en otros lugares, podría recordarse las palabras de Zarathustra nietzscheano, el cual interesaba no el ser libre DE alguna cosa (de las restricciones) sino el ser libre PARA algo, es decir el uso de la libertad, y recordaba como muchos pierden el último de sus valores en el momento de sacudirse todo yugo.

L'arco e la clava (1968)

 

El advenimiento de la democracia significa algo más serio y más grave de lo que hoy puede parecer desde el punto de vista símplemente político, es decir como el error y la estupidísima infatuación de una sociedad que prepara por sí mismo su propia fosa. No es erróneo afirmar que el clima "democrático" es tal que no puede dejar de ejercer, a la larga, una acción en sentido regresivo también sobre el hombre como personalidad y en términos "existenciales": precisamente tras las correspondencias antes indicadas entre el individuo como pequeño organismo y el Estado como gran organismo. Tal idea puede encontrar confirmación si se examinan varios aspectos de la sociedad más reciente. Platón dijo que aquellos que no tienen un señor en sí mismos, mucho menos lo tendrán fuera de sí mismos. Pues bien, lo que ha sido llamado "liberación" de uno o de otro pueblo, mezclado frecuentemente con la violencia (como tras la guerra mundial), con el "progreso democrático" que elimina todo principio de soberanía y de verdadera autoridad y toda ordenación de lo alto, hoy se establece en un número cada vez más relevante de individuos una "liberación" que significa la eliminación de cualquier "forma" interna, de todo carácter y rectitud: en una palabra, el declive o la carencia en el individuo de aquel poder central por el cual hemos recordado con la sugestiva denominación clásica de egemonikon.

L'Arco e la clava (1968)

 

Puede constatarse esta singular inversión: la antigua humanidad ha sido acusada de ser "mítica", es decir de haber vivido y actuado subyacendo a simples complejos fantásticos e irracionales. La verdad es, sin embargo, que nunca ha existido una humanidad "mítica" en sentido negativo, salvo, ciertamente, la humanidad contemporánea, que vive de aquellas grandes palabras escritas con mayúscula -empezando por Pueblo, Progreso, Humanidad, Sociedad, Libertad y tantas otras que han suscitado increíbles movimientos de masas y que conduce a una parálisis de toda capacidad de juicio lúcido y de crítica en el individuo, con las consecuencias más desastrosas- todas estas palabras presentan hoy el carácter de mitos, si bien, mejor sería caracterizarlos como "fábulas", por que etimológicamente "fábula", derivada de HACER, significa lo que corresponde a un simple hablar, es decir, palabras vacías. Esto es el nivel sobre el cual se encuentra la considerada humanidad evolucionada e iluminada de nuestros días

L'arco e la clava (1968)

 

Precisamente por que el saeculum, el mundo, hoy se ha llenado frenética y ciegamente en la inmanencia, la Iglesia habría debido defender, con reforzada intransigencia y decisión, el "supranaturalismo" y todo lo que tiene un carácter trascendente y verdaderamente sacro, partiendo de los valores de la contemplación y de la alta ascesis. Sin embargo la preocupación por "ponerse al día" ha llevado a las supremas jerarquías católicas en dirección opuesta, buscando una adaptación tácita a aquello que puede "necesitar" el hombre de nuestro tiempo.

Il Conciliatore (15 junio 1969)

 

Uno de los signos del agotamiento de la cultura actual es la atención que se concede al llamado "movimiento contestatario", en general, y en su forma particular al "movimiento estudiantil". No es que tal movimiento carezca de importancia, por el contrario: pero lo tiene solo como un índice de los tiempos (...). Las conexiones del contestatario con la llamada revolución sexual en los aspectos más espúreos y promiscuos de esta, su colusión con "melenudos", drogados y similares, son significativas, como es significativo el espectáculo ofrecido por muchos sectores en los cuales el "sistema" represivo está siendo sustituido por otro cada vez más el "permisivo". ¿Qué uso se hace de este nuevo espacio, de esta nueva libertad? Los síntomas, aquí, se multiplican, evidenciando que toda la "revuelta" está condicionada por lo bajo; la "contestación" aparece como lo opuesto a aquella revuelta, de fondo aristocrático, que aun podía caracterizar algunas individualidades de la generación precedente, a partir de Nietzsche, del mejor Nietzsche.

Il Conciliatore (15 abril 1970)

 

Dejando aparte el sector clínico, de validez restringida, si en un ámbito más amplio se aceptan sugestiones, los mitos y la jerga del psicoanálisis, se está aceptando implicitamente una imagen mutilada, degradada, desfigurada del ser humano que impide, a la inversa de lo que pretendía, una verdadera integración de la personalidad. Por otra parte, la infección psicoanalitica, el papel que el psicoanálisis ha tomado en la cultura, deben considerar como un signo poco confortante de los tiempos, de aquellos tiempos que ya antiguas tradiciones habían anunciado definiéndola como una "edad oscura". En lugar de tributar respeto y admiración a los psicoanalistas, deberían verse en ellos a personas necesitadas de un tratamiento, al ser afectadas por una verdadera y, más o menos, aguda paranoia que haría muy oportuno su aislamiento.

Il Conciliatore (15 noviembre 1970)

 

 

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