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Biblioteca Evoliana

Cita de Julius Evola (I) sobre la TRADICION

Cita de Julius Evola (I) sobre la TRADICION

Biblioteca Evoliana.- En 1970, las Edizioni Giovanni Volpe publicaron un volumen de "Citas" de Julius Evola. Recopiladas por Giovanni Conti, estas citas suponen la mejor antología de textos evolianos publicados hasta ahora. En aquel momento, estaban de "moda", los libros de "citas" (ek Libro Rojo de Mao, el Pequeño Libro Rojo de los Escolares, etc.). Este volumen suposu para muchos de nosotros un primer contacto con el trabajo de Julius Evoia. El libro está dividido en Temas y, progresivamente iremos publicándolo. Esta primera entrega la recopilación está dedicada a "la Tradición"

 

I

LA TRADICION

En toda su obra, Julius Evola siempre ha evidenciado el concepto según el cual la Tradición es única en su esencia, aun admitiendo varias formas de expresión y realización que actúan en el curso de la historia: la Tradición, de hecho, no se identifica con algún contenido, sino que se reencarna siempre en nuevas formas históricas, para las que la fidelidad en la Tradición se debe identificar sobre todo con la fidelidad a los "principios". Una tradición es válida, pues, no por lo que puede tener de limitado y particular, sino por lo que en ella se refiere a un contenido metafísico (o "esotérico"), reconocible también, en formas diversas, en otras tradiciones.

Es propio del pensamiento de Evola la constante referencia a una tradición que, en el sentido ahora recordado, se funda sobre símbolos de la acción más que sobre los de puro conocimiento o contemplación y que, siendo por ella la más congenial a la forma mentis predominante en Occidente, más eficaz y profundamente podría actuar hoy en la dirección de una restauración de los valores tradicionales. Para quien reconoce tales valores y opera para afirmarlos, puede decirse, en nuestro tiempo, "hombre de la Tradición".

Los fragmentos referidos en el presente capítulo han sido tratados en aquellas obras que de forma particular han tratado este tema: La Tradición hermética, Revuelta contra el mundo moderno, Los hombres y las ruinas, El Arco y la Clava, como también en varios escritos del Autor escritos en varios periódicos.

"Solo el retorno al espíritu tradicional podría salvar a Occidente en una nueva conciencia ecuménica europea".

Revuelta contra el mundo moderno (1934)

Más allá del pluralismo de civilizaciones debe reconocerse -sobre todo si nos limitamos a tiempos hasta los cuales la mirada puede distinguir con cierta seguridad las estructuras esenciales- un dualismo de civilizaciones. Se trata de la civilización moderna de un lado y, de otro, del conjunto de todas las civilizaciones que la han precedido (para Occidente, hasta finales de la Edad Media). Aquí la fractura es completa. Más allá de la varidad múltiple en su forma, la civilización premoderna o, como puede llamarse, tradicional, represente algo efectivamente diverso. Se trata de dos mundos, de los cuales uno se ha diferenciado hasta no tener ya casi ningún punto espiritual de contacto con el precedente. Con lo que, también las vías para una efectiva comprensión de este último está vedado para la gran mayoría de los modernos.

La Tradición Hermética (1931)

Cuando oponemos al mundo moderno el mundo tradicional, esta oposición es simultáneamente ideal. El carácter de temporalidad y de "historicidad" es inherente en realidad solo a uno de los dos términos de tal oposición, mientras el otro, el referido al conjunto de las civilizaciones de tipo tradicional, es caracterizado por la sensación de que lo que está más allá del tiempo, es decir de un contacto con la realidad metafísica que confiere a la experiencia del tiempo una forma diversas, "mitológica", casi de ritmo y de espacio más que de tiempo cronológico, para utilizar la expresión de Max Schelling. Haber perdido este contraste, verse disuelto en el espejismo de un puro fluir, de un huir, de un tender que empuja cada vez más allá la propia meta,. de un proceso que no puede y no quiere detenerse en alguna posesión y que en todo y por todo se consuma en términos de "historia" -esta es una de las características fundamentales del mundo moderno, este es el límite que separa dos épocas, es decir, no solo y no tanto en sentido histórico, como y sobre todo en sentido ideal, orgánico y metafísico. Pero entonces, el hecho de que, respecto al momento actual, civilización de tipo tradicional se encuentren en el pasado, es meramente accidental: mundo moderno y mundo tradicional pueden ser considerados siempre como dos tipos universales, como dos categorías apriorísticas de civilización.

Revuelta contra el mundo moderno (1934)

¿Qué se trata de "conservar"? ¿a qué orígenes debería volverse? A parte de la experiencia fascista, a diferencia de la de otras naciones europeas la historia italiana ofrece bien poco, como realidad concreta, a menos que nos reportemos hasta la romanidad. Pero nexos no ideales y electivos, aunque concretos y tradicionales con la romanidad no existen más allá del tiempo: existe el peligro de terminar en una retórica inoperante. Así "conservar" no puede ser una realidad subsistente y amenazada, pueden ser solo ideas y principios normativos. Este es el único plano concebible para un "retorno" y para el fundamento positivo, para la legitimación y el carisma de una voluntad revolucionaria.

L'Italiano (diciembre 1963-enero 1964)

En su significado verdadero y vivo, tradición no es un supino conformismo a todo lo que ha sido, o una inerte persistencia del pasado en el presente. La Tradición es, en su esencia, algo metahistórico y, al mismo tiempo, dinámico: es una fuerza general ordenadora en función de principios poseedores del carisma de una legitimidad superior -si se quiere, puede decirse también: de principios de lo alto- fuerza que actúa a lo largo de generaciones, en continuidad de espíritu y de inspiración, a través de instituciones, leyes, ordenamientos que pueden también presentar una notable variedad y diversidad.

Los hombres y las ruinas (1954)

Hablando de tradición nos referimos a algo más amplio, austero y universal que no sea el simple catolicismo, de forma que solo integrándose en él el catolicismo puede reivindicar un carácter de verdadera tradicionalidad. Debe pues permanecer firme que ser tradicionales y ser católicos no son necesariamente lo mismo. No solo eso: aunque parezca paradójico para algunos, quien es tradicional siendo solamente católico en el sentido corriente y ortodoxo, no es tradicional más que a medias. Repitámoslo: el verdadero espíritu tradicional es una categoría bastante más amplia del simplemente católico.

Los hombres y las ruinas (1954)

Para el verdadero conservador-revolucionario se trata deu na fidelidad no a formas e instituciones de tiempos pasados sino a principios de los que la una y la otra pueden ser expresiones particulares adecuadas para un cierto período y en una cierta área. Y en tanto estas expresiones particulares pueden juzgarse en sí mismo caducasy mutables, por que conecta con situaciones históricas a menudo irrepetibles, de altratanto y correspondientes principios tienen un valor que no afecta a las mencionadas contingencias, tienen también una peremne actualidad. Como una semilla, de ella pueden siempre nacer formas nuevas, homólogas respecto a las antiguas, por lo que en su eventual sustituirse -en ocasiones "revolucionariamente"- a las primeras se mantendra una continuidad entre la mutación de los factores históricos y sociales, económicos y culturales. Para garantizar tal continuidad, aun manteniendose firmes a los principios, abandonar eventualmente todo lo que debe ser abandonado en lugar de endurecerse o lanzarse a la derrota casi por pánico y buscar confusamente ideas nuevas cuando se verifican crisis y los tiempos cambian, esta es la esencia del verdadero conservadurismo. En tal aspecto espíritu conservador y espíritu tradicional forman una sola y misma cosa.

Los hombres y las ruinas (1954)

En la búsqueda de puntos de referencia una forma histórica dada puede pues ser considerada exclusivamente como ejemplificación y como más o menos adherida a la aplicación de los principios dados, y este es un procedimiento completamente legítimo, parangonable a lo que en matemática es el tránsito de la diferencial a la integral. en tal caso no puede hablarse ni de anacronismo ni de "regresión"; en tal caso no se ha fetichizado nada, no se ha absolutizado nada que en esencia no fuera ya absoluto, por que talesson los principios. De otra forma, se haría como quien, por casualidad, quisiera acusar de anacronismo a los que defienden ciertas virtudes particulares del ánimo por el hecho de que se reclaman también a alguna figura particular del pasado en el cual aquella virtud se han manifestado precipitadamente. Como dice el mismo Hegel, "se trata de reconocer, en la apariencia de lo temporal y de lo transitorio, la sustancia, que es inmanente, es lo eterno, que es lo actual"

Los hombres y las ruinas (1954)

El axioma de la mentalidad revolucionaria-conservadora o revolucionaria-reaccionaria es que por los valores supremos, por los principios-base de cada ordenación sana y normal, y como tales, para entenderse, podamos ya indicar los del verdadero Estado, del imperium y de la auctoritas, de la herarquía, de la justicia, de las clases funcionales y de las categorías de valores, del orden político en su preeminencia respecto al orden social y económico y así sucesivamente, no existe mutación, no existe devenir. En su dominio no existe "historia" y pensar en términos de historia es absurdo. Tales valores y principios tienen un carácter esencialmente normativo. En el orden colectivo y político revisten la misma dignidad propia, en la vida individual, a los valoresy a los principios de una moral absoluta: principios imperativos que requieren un directo, intrínseco reconocimiento (y es la capacidad de tal reconocimiento que diferencia existencialmente una categoría dada de ser de otra) y que no son perjudicados por el hecho de que en uno o en el otro caso el individuo, por debilidad, donde siendo impedido por fuerza mayor, no sepa realizarlos o separa realizarlos solo en parte, y en un punto y no en el otro de su existencia: porque hasta los que no abdican interiormente, hasta en la abyección y en la desesperación el reconocimiento no será menor. Igual naturaleza tienen las ideas que un vico llamaría "las leyes naturales de una república eterna que varía en el tiempo en varios lugares".

Los hombres y las ruinas (1954)

De hecho, en una nación no está siempre presente una suficiente continuidad tradicional viva donde el referirse a las dichas instituciones subsistentes o bastante próximas en el pasado valga directamente también como una referencia a las correspondientes ideas. Puede sin embargo suceder que, interrumpiéndose la continuidad, se imponga el procedimiento que se deba referir a otra época, pero solo para recavar ideas válidas en sí misma. De esto está en vía toda particular el caso para Italia (...). Por que, como se ha dicho, falta en Italia un verdadero pasado "tradicional", existe hoy quien, en el buscar de organizarse contra las posiciones más avanzadas de la subversión mundial, para tener una base concreta, histórica, ha hecho referencia a principios e instituciones del período fascista. Ahora, el siguiente principios fundamental debería permanecer firma: que si las ideas "fascistas" debieran ser aun defendidas, deberían serlo no en tanto que "fascistas", sino en tanto, que para un tiempo dado, han representado una forma particular de aparecer y afirmarse de ideas anteriores y superiores al fascismo, de ideas que tienenel carácter de "constantes", que pueden ya encontrarse como partes integrantes de toda una gran tradición política europea.

Los hombres y las ruinas (1954)

Gustosamente se habla de "tradición europea" y de "cultura europea". Existe quien se contenta con simples palabras. En cuando a "tradición", ya desde hace tiempo, Europa -y Occidente- ignora su sentido más alto. Se podría decir que la "tradición" en sentido integral, se distingue del simple "tradicionalismo", es una categoría perteneciente a un modo casi desaparecido, a una época en la que una única fuerza formadora se manifestaba, sea en las costumbres como en la fe, sea en el derecho como en las formas políticas y en la cultura, en suma, en cada dominio de la existencia.

Los hombres y las ruinas (1954)

Es necesario examinar hasta el fondo las propias ambiciones "revolucionarias", dándose cuentaque si se acepta referir tales ambiciones en sus límites legítimos, nos limitaría a formar parte del escuadrón de demolición. Solo quien se mantiene verdaderamente en pié puede decirse que se encuentra en un alto nivel. La consigna de un hombre así será Tradición, entendida en su aspecto dinámico...Suyo será el estilo de quien, cuando las circunstancias cambien, donde las crisis se precipiten, donde nuevos factores actúe y los precedentes diques peligren, conserve su sangre fría, su disposición para abandonar lo que debe ser abandonado, para que lo esencial no quede comprometido, sabe avanzar estudiando impasiblemente formas adaptadas a las nuevas circunstancias y con ellas sabe imponerse, tanto que una inmaterial continuidad sea restablecida o mantenida y cada actuación privada de base o a la propia aventura sean evitados. Esta es la tarea, este es el estilo de los verdaderos dominadores de la historia, bien distinto y más viril del simplemente "revolucionario".

Los hombres y las ruinas (1954)

La oposición entre la civilización moderna y civilización tradicional puede expresarse como sigue: las civilizaciones modernas están divorciadas del espacio, las civilizaciones tradicionales estuvieron divorciadas del tiempo. Las primeras -las civilizaciones modernas- son vertiginosas por su fiebre de movimiento y de conquista espacial, generadora de un arsenal inagotable de medios mecanicos aptos para reducir toda distancia, para abreviar todo intervalo, para contraer en una sensación de ubicuidad todo lo que ha aparecido en multitud de lugares... Por el contrario, las civilizaciones tradicionales fueron vertiginosas en su estabilidad, en su identidad, en su subsistir indestructible e inmutablemente en medio de las corrientes del tiempo y de la historia: fueron capaces de expresar incluso en formas sensibles y tangibles una sombra de la eternidad.

L'arco e la clava (1968)

Las formas principales de la vida tradicional, entendidas como "categorías", tienen la misma dignidad de los principios éticos: valen en sí mismas y buscan solo ser reconducidas y queridas, pretenden que el hombre se mantenga interiormente firme y haga con ellas medidas si mismo y de su propia vida, como precisamente hace, siempre y en todas partes, el hombre tradicional.

Revuelta contra el mundo moderno (III ed. 1969)

Por "civilización tradicional", se entiende una civilización orgánica, tal que en su interior toda la actividad esté orientada de forma unitaria según una idea central y, más específicamente, "de lo alto hacia lo alto". "Hacia lo alto", significa hacia algo superior a lo que es naturalista y simplemente humano. Esta orientación presupone un conjunto de principios que poseen una inmutable validez normativa y un carácter metafísico. A tal conjunto, puede darse el nombre de Tradición, por que los valores y los principios de base son esencialmente los mismos en cada tradición histórica dada, a parte de una variedad de adaptaciones y de formulaciones. Quien reconoce tales valores y los afirma, puede decirse "hombre de la Tradición".

Entrevista a Gianfranco de Turris. L'Italiano (noviembre 1970)

Para quien observa el dominio histórico, la Tradición viene referida a lo que se podría llamar una trascendencia inmanente. Se trata de la idea recurrente según la cual una fuerza de lo alto haya actuado en una o en otra área o en uno o en otro ciclo histórico, en modo que valores espirituales y supraindividuales constituyeran el eje y elsupremo punto de referencia para la organización general, la formación y la justificación de toda realidad y actividad subordinada y simplemente humana. Esta forma es una presencia que se transmite, y esta transmisión, propia del carácter supraelevado respecto a las contingencias históricas, de dicha fuerza constituía precisamente la Tradición. Normalmente la Tradición tomada en este sentido es llevada por quien está en el vértice de las correspondencias jerárquicas, o de una élite, y en sus formas más originaria y completas no existe separación entre poder temporal y autoridad espiritual, la segunda siendo también, en vías de principios, el fundamento, la legitimición y el carisma de la primera.

Il Conciliatores (15 junio 1971)

Para el segundo aspecto de la Tradición, es necesario referirse al plano doctrinal; el punto de referencia es lo que puede llamarse la unidad trascendente presente en varias tradiciones. Puede tratarse de tradiciones de tipo religioso, pero también de otro género, sapienciales y mistéricas. Lo que ha sido llamado el "método tradicional" consiste en el descubrir una unidad o correspondencia esencial de símbolos, formas, mitos, dogmas, disciplinas, más allá de las diversas expresiones que las correspondencias de significado pueden asumir en tradiciones históricas dadas.

Il Conciliatores (15 junio 1971)

 

 

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