¿Evola Racionalista?
Hay quien ha querido presentar a un Evola cargado de una fuerte esclerosis racionalista pese a su clara filiación Tradicionalista. Este alguien ha intentado explicar el presunto racionalismo del gran intérprete romano de la Tradición como un residuo que le quedó tras su paso por un período filosófico anterior al Tradicionalista. Asimismo ha insinuado que su adentrarse en esta experiencia filosófica pudo deberse a una reacción, más o menos consciente, ante toda la carga de irracionalismo inherente a los movimientos vanguardistas a los que se había adherido previamente al citado período filosófico.
Contrariamente al parecer de la persona que ha presentado este parecer hemos de sentenciar que el Evola Tradicionalista se halla en la antítesis del racionalismo.
No es racionalismo sino, por el contrario, racionalidad lo que se puede percibir en los escritos de Evola. Con su adhesión al dadaísmo y al futurismo (1916-1922) quería romper y/o atacar estructuras, moldes, hábitos, costumbres e inercias de la vida burguesa tan propia a su época. Poco después se percató de que estas vanguardias artísticas proponían acabar con el modelo de vida burgués y con los vínculos condicionantes que éste enmaraña alrededor del ser humano pero no ofrecían una propuesta constructiva que reemplazara a dicho modo burgués. Evola, por aquel entonces, cuando pensaba en alternativas ya sólo lo hacía en términos de Espiritualidad; aunque la plasmación de ésta todavía resultase bastante indeterminada y apenas se aventurase en definirla.
Su paso por una etapa filosófica (1.923-27) también lo hace buscando algo que también se acerca a su temprano anhelo de Espiritualidad. Así elabora sus teorías del ´Individuo Absoluto´ y del ´Idealismo mágico´. Pero Evola cuando, más tarde, abandona esta etapa especulativa (la filosófica) para adentrarse en su definitiva etapa Tradicionalista (que le acompañará hasta su muerte en 1.974) lo hace sin concesiones a ningún tipo de pensamiento discursivo o racionalista y así se puede observar fácilmente leyendo su producción ensayística -tanto en libros como en artículos- perteneciente a esta referida etapa Tradicionalista. Ahora no pretende demostrar nada (por lo que ya no le sirve el racionalismo) sino exponer realidades, métodos y doctrinas y es por ello por lo que el estilo literario por él utilizado se vuelve ahora más directo y nítido. Ahora no pretende discutir nada y gusta, por ello, de recordar aquellas citas de Lao-Tse que rezan así: “Las verdades de la tradición no se razonan ni se discuten: son o no son”. “El hombre de virtud no discute”.
Su mentalidad racional (opuesta a un racionalismo que es padre del relativismo propio al disolvente mundo moderno) le viene de dos cauces:
1º) Una formación académica que en su adolescencia fue de índole técnica (ingeniería) y que le hace adentrarse en profundidad en el mundo de las matemáticas, de la física,...
2º) Una indoeuropeidad (por nacimiento y por elección; tanto existencial como espiritualmente) que en sus fuentes genuinas (como las del mundo clásico) siempre gustó de la racionalidad, de la proporción, de la claridad, de lo recto, de lo justo y de lo proporcional. Indoeuropeidad, pues, que en su pasado acorde con la Tradición siempre contrastó con lo irracional, con lo emotivo, con lo sugestivo, con lo pasional, con lo pulsional, con lo instintivo, con lo incontinente, con lo arrebatador que siempre fue propio de otros pueblos (los pelásgicos y los semitas eran/son un buen ejemplo de ello) que veían plasmada su idiosincracia en religiosidades de tipo telúrico-lunar que no conocían más vías de relación con lo Alto que la de la ciega fe, la devoción y la sumisión y que se hallaban, por esta razón, en franco contraste con las vías viriles, activas y metódicas (hasta racionales, podríamos decir) de la Iniciación que reivindica Evola como modo de entenderse con la Trascendencia. Iniciación que sí que hará posible el Conocimiento de lo Alto Incondicionado y la Identificación ontológica del iniciado con el mismo.
EDUARD ALCÁNTARA - SEPTENTRIONIS LUX
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