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Evola y Romualdi en España. Enrique Ravello

Evola y Romualdi en España. Enrique Ravello

Biblioteca Julius Evola.- En el curso de los actos en recuerdo del XXX Aniversario del fallecimiento de Julius Evola, tuvo lugar unas jornadas conmemorativas en el curso de las cuales tomó la palabra el presidente de la Asociación Cultural "Tierra y Pueblo", Enrique Ravello, el cual aludió en su parlamento, entre otras cosas, al papel del pensamiento de este autor y de uno de sus intérpretes más representativos, el malogrado Adriano Romualdi. Reproducimos el texto completo de esa alocución y recordamos que la asociación Tierra y Pueblo ya había convocado anteriormente, en España, unas jornadas sobre Evola, cuyas intervenciones fueon recopiladas en un volumen cuya lectura recomendamos y que puede ser adquirido en la misma asocación [véase en la URL en la columna de enlaces.

 

Evola y Romualdi en España. Enrique Ravello

La muerte del general Franco puso al descubierto las grandes carencias de la derecha radical española a la hora de poder articular un discurso político coherente, moderno y capaz de competir con los diferentes “adversarios” en el terreno político.

La herencia recibida del franquismo era nula, el Franquismo fue una simple praxis –con sus cosas positivas y sus cosas negativas ninguna ideología detrás, referencias a España y al catolicismo pero sin mayor contenido. Franco no fue el Mussolini español, por desgracia.

La herencia lejana fue mucho más pequeña que lo imaginado. Desde siempre en Europa se ha hecho una valoración apasionada de la Falange y sus fundadores hasta el límite de redimensionar su importancia política y sus posiciones ideológicas. El libro de A. Marcigiliano I Figli di Don Chisciotte realiza un buen estudio sobre las referencias ideológicas de la Revolución conservadora española: de Ortega y Gasset, a Menéndez Pelayo, Unamuno y los ideólogos de FE-JONS: José Antonio, Ramiro Ledesma y Enésimo Redondo, pero lo cierto es que estos tres fueron prematuramente asesinados en los inicios de la Guerra Civil española, antes de que se pudiera organizar un verdadero corpus ideológico, y sobre todo antes de que se pudiera crear una organización que llevase al mensaje a la sociedad española y crease adhesiones numéricamente importantes; recordemos que FE-JONS nunca llegó a conseguir –ni de lejos- un solo diputado en el parlamento español y que si José Antonio lo fue, fue antes de la fundación de FE y en las listas de un partido de derecha monárquica.

El decreto de unificación y la creación de FET de las JONS fue el cierre de toda posible evolución política al estilo del que se estaba dando en muchos países europeos. Y aún más, 1945, cerró cualquier tipo de comunicación con Europa y se pasó a concebir a España como algo diferente y ajeno al resto del continente.

En definitiva, los rasgos ideológicos de la derecha radical española a finales de los 70, eran:

1) Una idea de España cerrada, cubierta de una retórica neo-imperial pero realmente extremadamente jacobina, y consecuente liberalista, igualitaria y uniformizadora, hasta tal punto que hace literalmente imposible la presencia de esta derecha radical en territorios como Cataluña, País Vasco y Galicia.

2) Un catolicismo axfisiante convertido en moral y en moralina pequeño burguesa que obsesionó a varias generaciones de españoles con el temor al “pecado” y el castigo divino hasta extremos que, de contarlos aquí, parecerían cómicos, pero que en absoluto lo son.

3) Hispanoamericanismo/Africanismo. España se reconocía en comunión con Hispanoamérica continente muy parcialmente poblado por descendientes de europeos, excepto los casos de Uruguay y Argentina y zonas concretas del resto de países.

Viendo, a su vez, en África el lugar natural de expansión y alianzas de España.

4) Antieuropeísmo. Todo lo que venía de Europa, era concebido como pecado como posible alienación de la reserva espiritual de Occidente, o, incluso como racismo.

Ante esta situación hay una doble reacción interna en el mundo de la destra española:

La mayoritaria, que se enquista en estas posiciones sin ninguna posibilidad de reactivación ideológica.

La minoritaria que entiende la absoluta necesidad de buscar fuera, en Europa las bases de la necesaria renovación ideológica, partiendo siempre de un fuerte europeísmo. La organización que capitaneó este proceso de forma casi exclusiva fue Cedade, aunque también hay que mencionar la labor personal de Ernesto Milá, que no llegó a ser miembro de la misma pero siempre estuvo cercano. También en Cedade hubo dos formas de entender esa apertura a Europa, que no dejaron de estar en tensión interna.

a) nostálgico-romántica: que se centró exclusivamente en los autores de la Alemania nacionalsocialista, y otros como Codreanu, para terminar en un deleite puramente estético sobre la Época. Esta tendencia cayó pronto en una entropía paralizante y terminó también por ser incapaz de articular discursos novedosos.

b) otra más actual que buscó sus referentes entre los movimientos nacionalrevolucionarios europeos: donde nos encontramos con el GRECE en Francia y en Italia con una serie de pensadores entorno al MSI y al mundo tradicional: aquí es cuando encontramos a Evola y a Romualdi.

EVOLA.

En este contexto la incorporación del pensamiento evoliano en el “área” española trae elementos más que novedosos, rupturistas, supone un redimensionamiento de ciertos puntos centrales del mensaje y señala líneas de ruptura definitiva. Pasando a analizar los elementos del pensamiento evoliano incorporados, citaremos:

1) Sin duda el más importante y determinante es la idea de Tradición, de una transmisión y una continuidad de principio espiritual que recorre como columna vertebral todo el proceso histórico y que da forma y valencia a todas las grandes civilizaciones conocidas. La existencia de unos principios tradicionales y se adecuación o no a los mismos, como clave para analizar a una sociedad y su futura evolución. Es decir también el criterio tradicional como método historiográfico, al fin y al cabo eso es Rivolta contra il mondo moderno.

Además, y aún más importante en el caso español, esta idea de tradición relativiza el fenómeno puramente religioso y a la vez daba una respuesta o, mejor, una propuesta espiritual no-cristiana y sí metafísica, todo hay que decirlo, también superadora de ciertos neopaganismo que podríamos calificar de racionalistas o simplemente filosóficos como es el caso del Alain de Benoist.

2) La mayor aportación que hace Evola al pensamiento tradicional y que, a nuestro juicio, le sitúa –polémica guerreros/sacerdotes aparte- por encima de Guénon y de casi cualquier otro autor tradicional es identificar el origen y la expansión de la Tradición con un grupo humano concreto al que denomina raza hiperbórea, origen de las razas arias. Esta realidad de una nueva clave al conocimiento histórico y también a la problemática del agotamiento de energía y debilitamiento interno de los descendientes de aquellos portadores de la Tradición y constructores de las grandes civilizaciones –es decir de nosotros mismos- tema que trata perfectamente en Síntesi della doctrina della razza, traducida al castellano como La raza del espíritu.

Todo este esquema chocará frontalmente con la tradicional derecha española ligada siempre a conceptos igualitaristas y universalitas que consideró las posiciones evolianas como “extremadamente racistas” (es una frase textual).

3) La noción de Imperium, la denuncia del nacionalismo decimonónico como manifestación de ideologías antitradicionales, modernas e igualitaristas. El nacionalismo español franquista se envolvió en una retórica imperial que no fue más que un oropel semántico alejado absolutamente de la idea de Imperium, idea que definitivamente, se pierde para Espala con la Guerra de Sucesión de 1700 en la que la dinastía reinante, los Austria (también llamados por la Habsurgo de Madrid por diferenciarlos de la rama reinante en Viena) pierde el trono frente al que será el primer Borbón español, Felipe V.

El nacionalismo de matriz jacobina como antítesis del concepto tradicional de Imperio basado en la unidad de la diversidad y la constante denuncia del nacionalismo moderno como colectivismo democratizante por Evola, dará nuevos argumentos a los intentos renovadores de la destra radicale separándola cada vez más de los residuos paleofranquistas.

Al margen de estos tres aspectos fundaméntales Evola ha influenciado en cada uno de nosotros de forma personal y particular: permitiéndonos reconocer, gracias a sus lecturaas, lo que “de occidental hay en Oriente”, y poder integrarlo en la ecuación personal, en este mismo sentido haber realizado una exposición del budismo original en su libro, La doctrina del despertar, demostrando la perfecta adecuación de esta ascesis guerrera para el hombre europeo contemporáneo, tanto en su conocimiento, como en su práctica (zazen). También Evola da claves necesarias para un entendimiento de los procesos históricos de la Antigüedad, son sus escritos sobre el Mitraísmo, de obligada lectura, los que permiten conocer la esencia de esta iniciación (más que religión) profundamente aria y guerrera, del todo diferente al resto de “cultos mistéricos” –ésos sí- orientales del Bajo Impero romano.

Esto sin olvidar la lúcida y profunda explicación que da Evola al llamando “ciclo romano”, que de otro modo, sólo se entendería parcialmente y en un sentido simplemente “arqueológico”. Ciclo romano que quizás aún no haya terminado como apunta en sus reflexiones Renato del Ponte.

La historiografía de la obra evoliana en España tendría, como hemos dicho, sus inicios ene Cedade y en concreto en dos –por aquel entonces- jóvenes militantes de la sección madrileña de la organización a principios de los 70: Isidro Palacios (primer traductor de Evola) y el conocido Antonio Medrano. Varias iniciativas y traducciones ligadas siempre a Cedade y/o Ernesto Milá continúan con el proceso durante algún tiempo hasta la aparición –de nuestra mano- de Marcos Ghio, sus Ediciones Heracles y su Centro de Estudios Evolianos de Buenos Aires. Ghio, hijo de familia lombarda, y expulsado de la docencia por declaraciones a favor del gobierno militar argentino sanción que consistió en seguir pagándole el sueldo íntegro aunque sin poder dar clases (algo sólo concebible en Argentina) hizo que dedicase el tiempo a poder traducir casi todas las obras principales de Evola, que serán publicadas y distribuidas en España con nuestra ayuda. Estamos en una fecha tan tardía como mediados de los 90, es entonces cuando se produce la introducción “masiva” de Evola en España y cuando el conjunto de la juventud de la destra radicale lo lee íntegra y directamente por primera vez en castellano.

A principios de la presente década un enfrentamiento ideológico -que, increíblemente, llegó a referirse al atroz atentado islamista del 11M como un “acto tradicional” (??)- con el Centro de Estudios Evolianos ha congelado esta colaboración, que de momento es irrecuperable.

2004 supone la organización del primer homenaje a Julius Evola habido en España, será organizado por Tierra y Pueblo en Madrid contando con la participación de Antonio Medrano y Renato del Ponte. También fue invitado Isidro Palacios, quien se adhirió al mismo pero, lamentándolo, no pudo participar por motivos de un viaje laboral.

ROMUALDI.

La introducción de la obra de Romualdi en el “área” española, va a hacerse de modo unidireccional, seremos concretamente nosotros, primero sin encuadre organizativo y luego como Tierra y Pueblo, los encargados de ello, aunque también es obligatorio señalar la edición de ENR del libro Corrientes políticas e ideológicas del nacionalismo alemán (la que sería su tesis doctoral). Y desde aquí diremos que es una labor fundamental y en la que podemos considera cierto éxito, al lograr que Romualdi sea una referencia válida para casi todas las familias del área, es nuestra intención seguir insistiendo en esta labor.

No ocultamos nuestra absoluta sintonía con Adriano Romuladi, en casi cada línea de las escritas por él. Lo consideramos el más preclaro discípulo de Evola, un lúcido intérprete de la Tradición, tanto conceptual como vitalmente, y también quien pone los fundamentos correctos y precisos del nacionalismo europeo post-45, teniendo el mérito intelectual de haber realizado el aggiornamiento de las ideologías derrotadas en el 45 para convertirlas de nuevo en material políticamente operativo.

Para Romuladi la palabra Tradición tiene un apellido: europea. Según sus palabras –que también compartimos plenamente-, los europeos serían “il popolo della luce. Il popolo destinato a portare il logos, la legge, l´ordine, la misura. Il popolo che ha divinificato il Celo di fronte alla Terra, il Giorno di fronte alla Notte. La razza olimpica por eccellenza”. El “racismo” de Romualdi es de inspiración tradicional y con implicaciones metafísicas.

En Romualdi la idea tradicional tiene implicaciones vitales personales dando forma a un carácter y a una personalidad completa. Como se indica en el prólogo de la edición española de Los indoeuropeos. Orígenes y migraciones: “en sus planteamientos teóricos y prácticos en el terreno político, se puede ver el genio de alguien que está muy lejos de nostalgias y apasionamientos, mira la realidad desde sólo llegan los más grandes, su propuesta es la del un dorio, la de un ario; nada de nostalgia de lo superfluo, pero tampoco ninguna transigencia en el campo de los valores, ni en la defensa de la verdad”. En palabras de Evola “Romualdi comprendía lo que llamamos mundo de la Tradición y sabía que era de ese mundo de donde habría que extraer los fundamentos de una seria política de Derecha”.

Será este conocimiento de la Tradición y su proximidad a Evola el motivo de su conocido ensayo Julius Evola el hombre y la obra, la primera de sus obras publicada en español y editada primero como Ed. Iskander y en su 3º edición como Tierra y Pueblo.

Incluyendo a los indo-arios y demás indoeuropeos esparcidos por Asia, el libro bien podría haberse llamado El problema de una Tradición aria, pensamos que no fue así, no sólo por los obvios problemas del uso de ese término después de 1945, sino porque precisamente lo que Romuladi quiere potenciar es una conciencia propiamente europea como base de una nacionalismo europeo posible aquí y ahora.

El problema de una tradición europea está articulado en tres ejes: la Prehistoria indoeuropea, el Mundo Clásico y la Cristiandad: asumiendo toda nuestra herencia. Así se abarca el conjunto de experiencia espiritual e histórica del hombre occidental constatando a través de los siglos la pervivencia de una misma Cosmovisión y una sustancia humana común, si bien los ciclos determinados por el cristianismo, debieron pasar por un necesario proceso de rectificación previo de esta doctrina, en su origen muy ajena a la naturaleza anímica y espiritual europea.

Efectivamente, en los diversos momento de nuestra historia espiritual, el principio de “no-dualidad”, y su desarrollo en la doctrina de los estado múltiples del ser, se muestra como la esencia y fundamento de los ciclos desarrollados en el marco de los tres ejes mencionados: de los Upanisad a Heráclito, de Platón a Sidharta Gautama y de Plotinio y su Aurea Catena al M. Ekhart. Pero en nuestro universo espiritual hay un concepto determinante y especialmente valorado por Romualdi: el Orden, principio que conforma el horizonte de toda acción cósmica y en consecuencia también de toda acción humana: de la ascesis, la ética, la urbanística, la guerra hasta el cultivo de los campos “aquel que cultiva el grano, cultiva el Orden” dice el Avesta. Nos atrevemos a decir que ese ensayo constituye un canto a lo que en Tradición se conoce como Vía de la Acción, “una vía- en palabras del propio Romualdi- en la que el fin, es decir la identidad Suprema, se concibe como algo a conquistar, como la victoria sobre las potencia que produce adviya, es decir ignorancia entre el sujeto individual y el sujeto universal”. En este texto Romualdi pretende, ante todo, colocar al europeo frente a sí mismo, ofreciéndole los caminos por los que buscar su identidad perdida. Pero no se trata sólo de que el europeo tome “posición frente” al mundo, sino más bien “responsabilidad ante” el mundo. Puesto que si sólo la desnaturalización de Occidente, su alejamiento de la Tradición, pudo desatar fuerzas que han llevado a la totalidad del planeta a esta situación casi desesperadas, únicamente la capacidad y la energía de Europa, reintegradas en nuestra visión del mundo, podrán poner freno al desastre y harán posible retomar tantos siglos de deslizamiento hacia la nada.

En Los indoeuropeos. Orígenes y migraciones nuestro autor sintentiza toda la investigación fundamentalmente alemana que determina el indudable origen nórdico de nuestros pueblos, en un momento en el que la tesis de Gimbutas eran difundidas con todo tipo de apoyo por la inteligencia oficial y en el que cualquier réplica basada en objetivas pruebas arqueológicas, históricas, filológicas y antropológicas parecían rozar lo legalmente permitido. Hoy es más evidente que nunca que la veracidad de las tesis defendidas expuestas por Romualdi en ese ensayo, habiendo quedado evidenciado que la cultura de kurganes, hipotetizada por Gimbutas y su escuela como origen de lo indoeuropeo, es sí un núcleo de difusión indoeuropea, pero secundario y derivado de uno nórdico anterior. De no haber mediado la derrota del 45, este libro sería la base de los manuales universitarios actuales. Pero además su enorme valor está en que lanza la idea clave sobre la que se debe articular el nacionalismo europeo del silo XXI: más allá de intereses económicos o comerciales, de estrategias políticas o de alianzas militares defensivas, siempre aspecto coyunturales, el nacionalismo europeo responde a una realidad esencia e inmutable, la comunidad de origen bio-racial de todos nosotros, descendientes de aquellos indoeuropeos que habitaron la zona báltica y que en sus expansiones dieron nacimiento al mundo celta, al germánico, a Roma y a la Hélade: Europa es esa herencia o no es nada, un ente vacío que deambula por los despacho de los burócratas de Bruselas.

Un apunte final sobre este libro es llamar la atención sobre el aparato crítico incluido en la edición española, y que pensamos, debería tenerse en cuenta en próximas ediciones italianas del libro (aunque sabemos que hay una muy reciente). Para todo aquel que quiera conocer el proceso de indoeuropeización en la península ibérica, estimamos que es de necesaria lectura. Hay que decir que lo que escribe Romualdi al respecto está bastante alejado de la realidad y es herencia de los varios errores y visiones tópicas de los arqueólogos e investigadores alemanes del siglo XX, incluyendo a Gunther, Kossina, Krahe, que nunca dedicaron el suficiente tiempo a ese estudio. Así es y así hay que decirlo.

En definitiva Evola Y Romualdi supusieron, hace ya varias décadas, una posibilidad de profundidad y renovación para el pensamiento de una Destra que, entonces , pretendía ser europea. Realidad ideológica y política en la en la que atronadoramente, sigue faltando la presencia española, por la propia incapacidad de asimilación e integración de las coordenadas ideológicas de una Destra que hoy sí es efectivamente europea.

Enrique Ravello.

 

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