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Biblioteca Evoliana

Síntesis de la Doctrina de la Raza (10) Fisonomía de las diversas razas

Síntesis de la Doctrina de la Raza (10) Fisonomía de las diversas razas

Biblioteca Julius Evola.- Es, solamente, a partir de este momento, cuando Evola ya ha definido los elementos esenciales de su doctrina de la raza y cuando ya ha establecido los motivos por los que su concepcion permite explicar muchas cosas, habiendo llegado a la noción de arquetipo, cuando aborda otro problema fundamental: la taxonomía de las distintas razas. Evola se apoya paa esto en los trabajos científicos de Claus y sintetiza un cuadro completo de los rasgos de las razas más extendidas así como de sus características psicológicas más acusadas.

 

10.- FISIONOMIA DE LAS DIVERSAS RAZAS

Lo hemos dicho ya con insistencia, una de las características del racismo moderno es la búsqueda de núcleos étnicos primitivos. La antropología de ayer se limitaba a una clasificación sumada de las razas conocidas-. blanca, negra, amarilla, roja, etc. tal y como lo hemos estudiado todos en la escuela. Pero el racismo moderno ha situado mucho más lejos el análisis y la clasificación, sobre todo en lo que concierne a la raza blanca que nos interesa más particularmente. En materia de razas físicas las investigaciones contemporáneos distinguen, así, en el interior de lo que de modo general se entiende por "raza blanca" o "caucásica", una serie de razas, en el sentido particular según el cual las razas poseen una fisonomía y una "constancia" propias, si bien se le pueden aplicar las leyes de la herencia y de los cruzamientos.

Dirigimos aquí al lector a la clasificación estableci da en nuestra obra: Il mito del sangue limitándonos aquí a recordar los punto esenciales. Conviene distinguir en el mundo blanco seis razas principales. En primer lugar, la raza nórdica y la raza occidental, calificada igualmente de mediterránea por ciertos autores: en cada una predomina la dolicocefalia, el tipo rubio en la primera, el tipo castaño en la segunda, pero la proporción de los miembros es idéntica; en general, los tipos occidentales son de menor estatura pero poseen algo más de finura siendo de rasgos menos abruptos. Tenemos seguidamente la raza fálica calificada por Günther de "raza rubia pesada", la cual, teniendo numerosos rasgos comunes con la raza nórdica, se diferencia al ser más pesada, rechonchos y de más elevada talla. Hace gala de una cierta lentitud tanto física como intelectual, siendo más introvertido, eventualmente braquicéfala, tiene disposiciones particulares para la constancia, la cual degenera a menudo en obstinación. Sigue a ésta la raza dinámica en la cual parecen fundirse elementos de las razas nórdicas y occidental, junto con un elemento que se encuentra en ciertas razas no europeas tales como la raza armenia o levantina: esto aparece al menos en los rasgos físicos (nariz, labios, etc.) sin que tenga por tanto resonancias tal componente heterogéneo, sobre el plano espiritual: el hombre dinámico es un tipo activo, tiene disposiciones para la guerra, el orden y el "estilo" propio al hombre nórdico pero da prueba de menos concentración y de más ligereza (gusto particular por los colores, inclinación a la alegría, etc.) Tenemos seguidamente la raza alpina, o según otra nomenclatura, "del este" (ostíche), que se distingue por una fisonomía más marcada: el tipo es más redondo y entrado en carnes, más frecuentemente braquícéfalo, castaño con ojos pequeños un poco redondos, de pequeña estatura de piel amarillenta. Finalmente la raza báltico oriental que predomina entre los pueblos cercanos a Rusia, es de rostro alargado, rubio, de ojos grises, los pómulos y la forma de los ojos recuerda el tipo mongol de frente baja y nariz chata. Parece que también aquí en esta raza los elementos de tronco común nórdico occidental hayan absorbido ciertos elementos de una raza no europea correspondientes a la de los primeros pobladores eslavo asiáticos.

Tales son las principales "razas del cuerpo" presentes en los pueblos europeos en proporciones y según combinaciones variadas y que se pueden calificar de constitutivas o esenciales. Pues en esos mismos pueblos, las infiltraciones de razas extranjeras no han faltado: razas levantina, "desértico", mongoloide, negroide, mediterráneo africana, a las cuales se añade el elemento hebraico que a despecho de la persistencia de tipos generales específicos, no debe, no obstante, ser considerada como una raz propiamente dicha sino como una cierta mezcla étni ca que se define ante todo a partir de una "raza de alma" común.

Si se pasa ahora al "racismo de segundo grado" se trata de ver qué contenido, qué almas (o raza del alma) encuentran, en las formas físicas y las disposiciones de cada una de esas "razas del cuerpo", el instrumento que les permita expresarse de forma fiel. El que ha ido más lejos en este tipo de investigaciones es, una vez más, L.F. Claus. Remitimos de nuevo al lector al resumen de su teorías que se hallan en nuestra obra El mito de la sangre, limítándonos aquí a su simple mención.

El tipo de alma más adecuada al tipo físico nórdico es la de la raza del "hombre activo", del hombre que siente el mundo como algo que se despliega ante el, en tanto que objeto de conquista o de ataque. Normalmente, al tipo "occidental" le es propio por el contrario, el estilo de una alma más exteriorizada, predispuesta al juego, al gesto y a la exhibición, un alma que se siente en el mundo como un actor que debe ejercitar su papel ante un público. La raza "alpina", se presta a un modo de expresión intimista del alma. Le gusta reflejarse sobre si misma, substraerse a la amplitud de los problemas del mundo gracias a actividades dirigidas hacia la realización de una calma y un seguro bienestar. La raza "fálica" expresa el estilo de un alma que es testaruda y tenaz en los fines que se fija, pero con torpeza, sin la chispa de una libertad interior. Claus evoca luego las dos últimas razas del alma que corresponderían respectivamente, según él, a la raza orientaloide o "desértica" y a la raza "levantina". En cuanto a la primera, se trata de la raza de( "hombre de la revelación", del alma) encuentran, en las formas físicas y las disposiciones de cada una de esas "razas del cuerpo", el instrumento que les permita expresarse de forma fiel. El que ha ido más lejos en este tipo de investigaciones es, una vez más, L.F. Claus. Remitimos de nuevo al lector al resumen de su teorías que se hallan en nuestra obra El mito de la sangre, limitándonos aquí a su simple mención.

El tipo de alma más adecuada al tipo físico nórdico es la de la raza del "hombre activo", de( hombre que siente el mundo como algo que se despliega ante el, en tanto que objeto de conquista o de ataque. Normalmente, al tipo "occidental" le es propio por el contrario, el estilo de una alma más exteriorizada, predispuesta al juego, al gesto y a la exhibición, un alma que se siente en el mundo como un actor que debe ejercitar su papel ante un público. La raza "alpina", se presta a un modo de expresión intimista del alma. Le gusta reflejarse sobre si misma, substraerse a la amplitud de los problemas del mundo gracias a actividades dirigidas hacia la realización de una calma y un seguro bienestar. La raza "fálica" expresa el estilo de un alma que es testaruda y tenaz en los fines que se fija, pero con torpeza, sin la chispa de una libertad interior. Claus evoca luego las dos últimas razas del alma que corresponderían respectivamente, según él, a la raza orientaloide o "desértica" y a la raza "levantina". En cuanto a la primera, se trata de la raza del "hombre de la revelación", inclinada a vivir el mundo como un perpetuo milagro, una continua manifestación del azar, amante de lo cambiante y lo imprevisible, como el nómada- en cuanto al segundo, se trata de la raza del "hombre de la redención" caracterizado por un sentimiento de esclavitud con respecto al cuerpo y a la carne, junto con un turbio deseo de liberarse y de rescatarse, sobre la base de un infranqueable dualismo entre la carne y la espiritualidad (o lo sagrado).

Sin embargo, los vínculos establecidos por Claus entre raza del cuerpo y raza del alma deben ser considerados en esas dos últimos casos como muy aproximativos, pues las mismas disposiciones internas pueden también caracterizan a otros elementos raciales; de tal modo que la raza del hombre de la revelación, como lo muestran diversas observaciones de Claus se encuentra también en la raza báltico oriental del cuerpo, mientras que la del hombre de la redención, refleja sobre todo algunos aspectos característicos del "estilo" propio de la componente hebraica. Claus no ha aplicado su teoría concerniente a la raza interior a la última raza del cuerpo, la "dinámica": se puede no obstante suponer sin riesgo de equivocarse que el estilo que le es propio comprende ciertos elementos del alma "activa" a los cuales se añaden algo del elemento occidental-mediterráneo (gusto de un cierto "teatro" para la acción, aun cuando menos exteriorizado) así como la influencia de inestabilidad propia al "hombre de la revelación".

Aquí el lector se encuentra, no obstante, confrontado a una sede de apelativos, útiles tan solo en tanto que pasen al estado práctico, es decir, en tanto el lector se esfuerce en sentir lo que verdaderamente significan para el examen de los rasgos de los diversos tipos característicos de una u otra raza, buscando hacer el análisis espectral de las fisonomías para descubrir en los tipos más "puros" (el término indica en sentido exhaustivo el elemento interior, la "raza del alma"). Convendría para ello, tener acceso a una documentación fotográfica que se encontrará sin dificultad en las principales obras aparecidas sobre la cuestión (El autor hace referencias aquí a obras y a autores cuyas obras eran asequibles en los años treinta pero que hoy por razones obvias son prácticamente imposibles de conseguir). Citemos entre otras las nuestras obras El mito de la sangre y Sintesis de doctrina de la raza, las de Gunther, von Eiekstedt, Fischer, el mismo Clauss, etc. En un segundo tiempo, habrá que pasar de los libros, a la realidad, a la vida, es decir, habituarse a descubrir las influencias y las interferencias de una raza o de otra sobre las fisonomías particularmente marcadas, de hombres vivos en la actualidad, a fin de ejercitar el ojo no solo del antropólogo sino también del psicólogo, en ver las concordancias o discordancias entre el elemento interior y los elementos somáticos y fisiognómicos.

Seguidamente, nos aplicaremos en particular a tener un agudo sentido de las interferencias raciales (entre razas similares) que son aptas para producir resultados favorables- esto gracias al examen y al análisis, no solo del linaje físico, sino también por el estilo de acción, de comportamiento y de pensamiento propios a los diferentes tipos. De un modo general, si se admite que los cruces entre elementos nórdicos y occidentales, entre elementos fálicos y dinámicos son favorables, los realizados entre esos mismos elementos y la alpina o báltico oriental son por contra, considerados como desfavorables, así como lo son igualmente las mezclas de estas últimas razas entre ellas así como con la occidental. No es desfavorable sin embargo la unión de elementos fálico mediterráneos y dinámico occidentales.

Al elemento más puro y más válido que guardan todas estas razas gracias a una lejana unidad de origen, es posible hacer corresponder el nombre de loraza aria" o "nórdico aria" cuyo sentido nos reservamos en precisar en páginas posteriores.

 

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