Legionarismo ascético Encuentro con el jefe de la Guardia de Hierro. Julius Evola
Biblioteca Julius Evola.- En 1938 Evola fue a Bucarest a encontrar a entrevistar al jefe de la Guardia de Hierro Rumana. El texto de la entrevista sería publicado en la revista "Il Regime Fascista" y ha sido citada en múltiples ocasiones. De hecho, Evola reconoció la extraordinaria impresión que le causó el movimiento legionario rumano y su jefe Corneliu Zelea Codreanu. En la entrevista y en el artículo, Evola recoje algunas de las prácticas y de los rituales de la Guardia de Hierro a modo de pinceladas en las que se refleja el carácter místico de la organización.
Legionarismo ascético
Encuentro con el jefe de los "Guardias de Hierro"
de Julius Evola, El Régimen Fascista, el 22 de marzo de 1938,
Bucarest, marzo 1938
Rápidamente nuestro coche deja tras de si aquella curiosa zona que es el centro de Bucaresto: un conjunto de pequeños rascacielos y edificios modernísimos, predominantemente de tipo "funcional", con tiendas y almacenes entre parisinos y americanos, el único elemento exótico son los frecuentes sombreros de astracán de los agentes y los burgueses. Alcanzamos la estación del Norte, tomamos una polvorienta calle provincial costeada por pequeños edificios del tipo de la vieja Viena, que alcanza el campo con rigurosa línea recta. Después de media hora, el automóvil dobla de repente a mano izquierda, toma una calle campestre, se para frente a un edificio casi aislado entre los campos: es la llamada "Casa Verde", residencia del Jefe de los "Guardias de Hierro" rumana.
“La hemos construido con nuestras mismas manos", nos dicen con cierto orgullo los legionarios que nos acompañan. Intelectuales y artesanos se han asociado para construir la residencia de su jefe, casi en el sentido de un símbolo y un ritual. El estilo de la construcción es rumano: a los dos lados, se dilata con una especie de porche, casi da la impresión de un claustro.
Entramos y alcanzamos el primer plan. Allí encuentro a un joven alto y esbelto, con vestido deportivo, con un rostro abierto, da enseguida una impresión de nobleza, fuerza y lealtad. Es Corneliu Codreanu, jefe del Guardia de Hierro. El tipo es característicamente ario-romano: parece una reaparición del antiguo mundo ario-itálico. Mientras sus ojos gris-azules expresan la dureza y la fría voluntad propia a los Jefes, en el conjunto de la expresión hay simultáneamente una rara nota de idealismo, de interioridad, fuerza y humana comprensión. También su modo de conversar es característico: antes de contestar, parece absorberse, alejarse, luego, de repente, empieza a hablar, expresándose con precisión casi geométrica, en frases bien articuladas y orgánicas.
"Después de toda una falange de periodistas, de cada nación y color, que no supieron dirigir si no preguntas ligadas a la política cotidiana, es la primera vez, y con satisfacción" -dice Codreanu- "que viene a mí alguien que se interesa, ante todo, en el alma, el núcleo espiritual de mi movimiento. Para aquellos periodistas encontré una fórmula para satisfacerlos y para decirles algo, es decir: nacionalismo constructivo”.
"El hombre se compone de un organismo, es decir de una forma organizada, luego de fuerzas vitales, y luego de un alma. Lo mismo puede decirse de un pueblo. Y la construcción nacional de un Estado, aunque incorpore naturalmente los tres elementos, puros, por razones de diversa cualificación y herencia, puede tomar sobre todo los rasgos particulares de alguno de ellos.
"Para nosotros, en el movimiento fascista predomina el elemento Estado, que equivale a la forma organizada. Aquí habla la potencia formadora de la antigua Roma, maestra del derecho y de la organización política, del cuál el italiano es el más puro heredero. En el nacionalsocialismo, en cambio, se resaltan las fuerzas vitales, la raza, el instinto de raza, el elemento étnico-nacional. En el movimiento legionario rumano el énfasis se pone, sobre todo, en aquello que, en un organismo, corresponde al elemento alma: sobre el aspecto espiritual y religioso.
"De aquí surge la característica de los distintos movimientos nacionales, los cuales comprendan estos tres elementos sin descuidar ninguno, pero en distintas proporciones. El carácter específico de nuestro movimiento procede de una remota herencia. Ya Heródoto llamó a nuestros antepasados: "Los nos Dacios inmortales”. Nuestros antepasados getotracios tuvieron por fe, ya antes del cristianismo, la inmortalidad y la indestructibilidad del alma, lo que prueba su orientación hacia la espiritualidad. La colonización romana ha añadido a este elemento el espíritu romano de organización y forma. Todos los siglos siguientes han hecho miserable y han disgregado a nuestro pueblo: pero al igual que en un caballo enfermo, es posible reconocer la nobleza de su raza, así mismo en el ayer y hoy del pueblo rumano se pueden reconocer los elementos latentes de esta doble herencia.
"Y es esta herencia la que el movimiento legionario quiere despertar" continúa Codreanu. "Parte del espíritu: quiere crear un hombre espiritualmente nuevo. Realizado como "movimiento” esta tarea, nos espera el despertar de la segunda herencia, la de la fuerza romana políticamente formadora. Así el espíritu y la religión son para nosotros el punto de partida, el "nacionalismo constructivo" es el punto de llegada y casi una consecuencia. Al unir un punto con otro aparece la ética ascética y simultáneamente heroica de la "Guardia de Hierro" ".
Le preguntamos a Codreanu en que relación se encuentra la espiritualidad de su movimiento con la religión cristiano-ortodoxa. La respuesta es:
"Generalmente, tendemos a vivificar en la forma de una conciencia nacional y una experiencia experimentado lo que, en esta religión, muy a menudo se ha momificado y se ha convertido en el tradicionalismo de un clero soñoliento. Luego nosotros encontramos en una condición feliz por el hecho que a nuestra religión, articulada nacionalmente, es extraño el dualismo entre fe y política y puede proveernos elementos éticos y espirituales sin imponerse como en todo caso una entidad política. De nuestra religión el movimiento de la Guardia de Hierro retoma una idea fundamental: la del ecumenismo, es decir la superación positiva de cada internacionalismo y cada universalismo abstracto y racionalista. La idea ecuménica implica la de una sociedad considerada como unidad de vida, como organismo vivo, como un vivir junto, no sólo con nuestro pueblo, sino también con nuestros muertos y con Dios. La realización de esta idea en forma de experiencia efectiva es el centro de nuestro movimiento; política, partido, cultura, etcétera, para nosotros no son más que consecuencias y derivaciones. Tenemos que revivificar esta realidad central, y renovar en esta vía al hombre rumano, para luego proceder y construir la nación y el Estado. Un punto particular es que, para nosotros, la presencia de los muertos en la nación ecuménica no es una abstracción sino una realidad: la de nuestros muertos y, sobre todo, la de nuestros héroes. No podemos separarnos de ellos; ellos son como fuerzas libres de la condición humana, penetran y sustentan nuestra vida más alta. Los legionarios se agrupan periódicamente en pequeños grupos, llamados "nidos" ["cuib" n.d.c.]. Estas asambleas siguen rituales especiales. Cada reunión se abre pasando revista a todos nuestros compañeros caídos, a cuyo nombre los demás contestan "Presente". Para nosotros esto no es una ceremonia vacía, ni una alegoría, sino una evocación real.
"Distinguimos el individuo, la nación y la espiritualidad trascendente -continúa Codreanu- y en la dedicación heroica consideramos lo que lleva del uno al otro de tales elementos, hasta a una superior unidad. Nosotros negamos en cada forma el principio de la utilidad bruta y materialista: no sólo sobre el plano del individuo, sino también sobre el de la nación. Por eso en la nación reconocemos principios eternos e inmutables, en nombre de los que se tiene que estar listo para combatir, morir y sobre todo a subordinar, al menos con la misma decisión, nuestro derecho de vivir y de defender nuestra vida. La verdad y el honor son, por ejemplo, de los principios metafísicos, que nosotros ponemos más para arriba nuestra misma nación."
El carácter ascético del movimiento de la Guardia de Hierro no es genérico, sino también muy concreto y, por decirlo así, practicante. Por ejemplo, la regla del ayuno: tres días a la semana, unos 800.000 hombres practican el llamado "ayuno negro", es decir, la abstinencia de comida, de bebidas y de tabaco. Además, la oración tiene en el movimiento una parte importante. El Cuerpo de Asalto seleccionado que lleva el nombre de los dos jefes legionarios caídos a España, Mota y Marin, practica la regla del celibato. Le preguntamos a Codreanu que nos indica el sentido preciso de todo eso. Parece meditarlo durante un momento y luego contesta:
“Existen dos aspectos, que para aclararlos se necesita tener presente el dualismo del ser humano, compuesto de un elemento material naturalista y de un elemento espiritual. Cuando lo primero domina a lo segundo, es el "infierno". El equilibrio entre ambos es precario y contingente. Sólo el dominio absoluto del espíritu sobre el cuerpo es la condición normal y el presupuesto de toda fuerza verdadera, de todo heroísmo auténtico. Practicamos el ayuno porque propicia tal condición, afloja los vínculos corpóreos, propicia la autoliberación y la autoafirmación de la pura voluntad. Y cuando a eso se suma la oración, nosotros pedimos a las fuerzas de lo alto que se unan a nosotros y nos sustenten invisiblemente. Esto conduce a un segundo aspecto: es una superstición pensar que en cada combate salente las fuerzas materiales y sencillamente humanas sean decisivas; en ello entran, en cambio, también en juego las fuerzas invisibles, espirituales, al menos igualmente eficaces como las primeras. Somos conscientes de la positividad y de la importancia de tales fuerzas. Por ésto damos al movimiento legionario un carácter ascético. También, en las antiguas órdenes caballerescas estuvo presente el principios de la castidad. Esta característica, entre nosotros, está estrechamente ligada al Cuerpo de Asalto, con una justificación práctica, es decir que quien debe entregarse completamente a la lucha y no tiene que temer la muerte, conviene que no tenga los impedimentos de la familia. Por lo demás, se permanece en este cuerpo solamente hasta cumplir los 30 años. Pero, en todo caso, permanece siempre una aposición de principio: a un lado existen los que sólo conocen la "vida" y que, por lo tanto, no buscan sino la prosperidad, la riqueza, el bienestar, la opulencia; del otro lado están los que aspiran a algo más que la vida, a la gloria y la victoria en una lucha tanto interior como exterior. La Guardia de Hierro pertenece a esta segunda linea. Y su ascetismo guerrero se completa con una última norma: con el voto de pobreza que debe realizar la elite de los jefes del movimiento, con las reglas de renuncia al lujo, a las diversiones vacuas, a los ocios mundanos, en fin, con la invitación a un verdadero cambio de vida que nosotros hacemos a cada legionario."
(c) Por la traducción Ernesto Milà - infokrisis@yahoo.es
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