Notas sobre el III Reich (05).El "Estado de la Orden" y las SS
Biblioteca Julius Evola.- De todo el aparato del Estado hitleriano, las SS eran la estructura que mejores comentarios recibió, no solamente de Julius Evola, sino también y sobre todo de la nobleza alemana, que lo consideraron el "único cuerpo respetable" en el que podían estar afiliados. Evola recuerda que las SS fue modelada por Himmler a imagen y semejanza de la Orden de los Caballeros Teutónicos y que su idea era constituir un "Estado de la Orden", que debería vertebrar toda Alemania de la misma forma que los teutónicos crearon Prusia.
L' « Etat de l'Ordre » et les SS
Consideremos agora algunas iniciativas del Tercer Reich que, desde nuestro punto de vista, no están desprovistos de interés y en las cuales influencias y exigencias ligadas parcialmente a las ideas de la “revolucion conservadora” han tratado. Se trata de todo lo que estaba en relación con el concepto, o el ideal, de un Ordensstaat, es decir, de un Estado dirigido por una Orden (en oposición partícula a la fórmula del Estado-Partido) más allá de las fórmulas colectivizantes de la Volksgemeinschaft, de la colectividad nacional-racial y del “Estado del Führer» con base totalitaria, populista y dictatorial.
En cierta forma, se recuperaba así la tradición de los orígenes prusianos. Se sabe, en efecto, que el núcleo original de Prusia fue una Orden, la Orden de los Caballeros Teutónicos, que fueron llamados en 1226 por el duque polaco Conrad de Mazovia para defender las fronteras del Este. Los territorios conquistados y los dados en feudo formaron un Estado dirigido por esta Orden, protegida por la Santa Sede del que sin embargo sobre el plano de la disciplina y por el Sacro Imperio Romano. Este esado comprendía Prusia, Brandeburgo y Pomerania; fue a parar a los Hohenzollern en 1415. En 1525, con la Reforma, el Estado de la Orden se «secularizó», emancipándose de Roma. Pero si el lazo propiamente confesional de la Orden se encuentra así atenuado, este no conserva menos su fundamento ético, ascético y guerrero. Así continúa la tradición, que da forma al Estado prusiano bajo sus aspectos más característicos. Paralelamente a la constitución de Prusia en reino, la Orden del Águila Negra fue creada en 1701, Orden ligada a la nobleza hereditaria, que recuperó como divisa la de los orígenes y del principios clásico de justicia: Suum cuique. No deja de tener interés señalar que, en la formación « prusiana » del carácter, especialmente por lo que respecta al cuerpo de oficiales, se refería explícitamente a una recuperación viril del estoicismo a través del dominio de uno mismo, la disciplina, la firmeza de alma y un estilo de vida sobrio e integro. Así, por ejemplo, en el Corpus Juris Militaris introducido en las Academias en el siglo XVIII se recomendaba al oficial el estudio de las obra de Séneca, Marco Aurelio, Cicerón y Epíctero; Marco Aurelio en particular fue una de las lecturas de Federico el Grande. Correlativamente, se alimentaba cierta antipatía por el intelectualismo y el mundo de las letras (se puede recordar a este respecto la actitud sarcástica y drástica de Federico-Guillermo I, el “Rey Soldado” que quería hacer de Berlin una «Esparta nórdica» [1]. El lealismo («libertad en la obediencia») y el principio del servicio y del honor caracterizaban a la clase política superior que dirigía el Estado prusiano, antiguamente “Estado de la Orden”, y lo que le confería su forma y su fuerza.
Quizás es preciso indicar también la influencia que ejerció en algunos medios en un período más reciente y durante la Reública de Weimar, la Bundesgedanke, el pensamiento o el ideal Bund, implicaba forma organizativas. Bund quiere decir, en general, liga o asociación; pero, en este caso específico, la expresión había un conenido próximo al de Orden, y no estaba carente de relación con lo que había sido designado en ciertas investigaciones etnológicas y sociológicas, bajo el nombre de Männerbund, es decir, la «sociedad de hombres». Se penaba en una élite definida mediante una solidaridad exclusivamente viril, mediante una especie de autolegitimidad. En Alemania, antes mismo del desarrollo del nacional-socialismo, diferentes Bünde nacieron pues e, incluso cuando tenían modestos efectivos, con orientaciones diversas y un carácter casi siempre exclusivo; en los casos donde el dominio de sus intereses interfería con el dominio político, eran partidarios de un régimen elitista, opuesto a los regímenes de masas.
Estos precedentes eran recordados, es preciso saber que la idea que podía servir para corregir el hitlerismo, era que el Estado debía ser dirigido, antes que por un partido único, precisamente por algo parecido a una “Orden” y que, en consecuencia, el Tercer Reich, una de las tareas fundamentales era la creación de cuadros cualificados por medio de una formación sistemática de una élite, concebida como la encarnación típica de la idea de un nuevo Estado y de la visión del mundo correspondiente. Con esta diferencia parcial, en relación a la tradición precedente, que aquí se tomaba en consideración, además de las cualidades del carácter, cualidades físicas, el factor «raza» -con una referencia particular al tipo nórdico- era realzado. Las iniciativas tomadas en este sentido por el Tercer Reich fueron fundamentalmente dos.
La primera fue la constitución, mediante el partido, de tres Ordensburgen, de tres «castillos de la Orden». Se trataba de complejos con edificios cuya arquitectura quería inspirarse en el viejo estilo nórdico-germánico, con amplios terrenos anexos, bosques, prados, y lagos, donde los jóvenes eran acogidos, tras una selección previa. Se les daba una formación militar, física e intelectual, se les enseñaba una cierta «visión del mundo», una parte especial estaba considerada a todo lo que se tenía que ver con el valor y la resolución, con pruebas físicas bastante arriesgadas. Además, en los Castillos eran en ocasiones evocados procesos jurídicos con los aspirantes, o Junker, que tenían su desarrollo ante el público: se elegían procesos donde el honor y otros valores éticanos jugaban un papel para probar, mediante una serie de discusiones, la sensibilidad moral y las facultades naturales de juicio de los individuos. Rosemberg supervisaba los Ordensburgen; sus ideas servían de fundamento esencial para el adoctrinamiento, lo que, dadas las reservas que hemos hecho sobre ellas, introducía en el conjunto un factor problemático. Los jóvenes salidos de estas instituciones, donde llevaban una vida en «sociedad de hombres solos», aislados del resto del mundo, habrían asumido la posesión de un título particular y preferencial para asumir funciones políticas y obtener puestos de responsabilidad en el Tercer Reich o, más bien, en lo que el Tercer Reich hubiera debido convertirse.
Pero las SS tuvieron muchas más importancia. A partir de la propaganda bien conocida en la posguerra, a penas se habla de las SS, la mayor parte de la gente piensa especialmente en la Gestapo, en los campos de concentración, en el papel que algunas unidades de las SS jugaron en las represalias durante la guerra. Todo esto es una simplificación bastante grosera y tendenciosa. No entraremos en este terreno aquí, ya qe no tenemos porque ocuparnos de las contingencias. En ese caso como en otros, solo los principios nos interesan aquí, las ideas directrices que es preciso estudias independientemente de lo que algunas de sus aplicaciones pueden haber dado lugar. Es preciso pues aclarar algunos aspectos de las SS generalmente ignorados (o que se prefiere ignorar).
En el origen, las dos letras SS eran las iniciales de Saal-Schutz, designación de una especie de guardia personal que Hitler, durante el primer período de su actividad, tenía a disposición para su protección y para el servicio de orden en las reuniones políticas. Entonces no era más que un pequeño grupo. A continuación, las dos S se refirieron a Schutz-Staffeln (literalmente : « batallones de protección ») y fueron estilizados con dos signos en zig-zag, los cuales reproducían un viejo signo nórdico-germánico, las «runas de la victoria» e, igualmente, la «fuerza-rayo». Se llega a la formación de un verdadero cuerpo, para la protección del Estado, a partir de ahora –el “Cuerpo Negro”- distinto de las Camisas Pardas, o SA. Hitler y Göring se sirvieron de este cuerpo en la represión del 30 de junio de 1934, que puso fin a las veleidades de una “segunda revolución” radical en el interior del partido. Por su papel en esta acción, las SS obtuvieron un estatuvo y poderes particulares; fue considerada como la “guardia de la revolución nacional-socialista”.
El verdadero organizador de las SS fue Heinrich Himmler, quien fue nombrado Reichsführer SS, es decir jefe de las SS para todo el Reich. Himmler era de origen bávaro y educacion católica. Mientras era estudiante de agronomía había formado parte en 1919 de los cuerpos de voluntarios que lucharon contra el comunismo. Tenía tendencia promonárquicas y conservadoras de Derechas que le había sido transmitidas por su padre, el cual había sido el preceptos lealista del príncipe heredero Enrique dE baviera. Pero el ideal de una Orden, ejercía sobre él una fascinación particular ; su mirada estaba vuelta sobre los voluntarios de la antigua Orden de los Caballeros Teutónicos de la que ya hemos hablado. Las SS, hubieran debido ser un cuerpo capaz de asumir bajo una forma nueva la función misma de núcleo central del Estado, que la nobleza había tenido, con su lealismo. Para la formación del hombre de las SS, contempló una mezcla de espíritu estartano y de disciplina prusiana. Pero tuvo contemplo también la Orden de los Jesuitas (Hitler decía de él bromeando que Himmler era su “San Ignacio de Loyola”) en lo que concernía a cierta despersonalización llevada hasta límites inhumanos. Así, se decía, por ejemplo desde el principio que aquel que quería formar parte de las SS debía estar dispuesto, si era necesario, por su fidelidad y su obediencia a no perdonar a ninguno de sus hermanos; o que para un SS las excusas no existían; solo la palabra dada era algo absoluto. Por citar un ejemplo, extraído de un discurso de Himmer, se podía perdir a un SS que se abstuviera de fumar ; si no prometía hacerlo, era expulsado, pero si lo prometía y no cumplía, entonces “no le quedaba otra vía más que el revolver”, es decir, el suicidio. Pruebas de valor físico eran previstas en los regimientos militarizados : por ejemplo deber permanecer en calma en posición de firmes, esperando la explosión de una granada colocada sobre el casto de acero que llevaba.
Existía otro aspecto particular: la cláusula racial. Fuera de la sangre «aria» (ascendencia aria probada hasta 1750 al menos) y una constitución física sana, se concedia gran importancia al tipo racial nórdico de gran talla. Himmler, además, habría querido hacer de la SS una Sippenorden, es decir, una Orden que, a diferencia de las antiguas órdenes de caballeros, había correspondido en el futuro a una raza, a una sangre, a un linaje hereditario (Sippe). En consecuencia, la libertad de elección conyugal del SS estaba muy limitada. No debía casarse con cualquier mujer (por no hablar de mujeres de otra raza). La aprobación de una oficina racial especializada era necesaria. Si no se aceptaba su juicio, había que abandonar la Orden, pero en el momento de la admisión (tras un período probatorio), esta cláusula estaba claramente precisada para el aspirante SS. Así se reafirmaba el biologismo racista, ligado a cierta banalización del ideal femenino que daba un relieve particular al aspecto “madre” de la mujer.
Mientras que Hitler alimentaba aversión por los descendientes de las viejas casas reales alemanas, Himmler tenía una debilidad por ellas y estimaba que las SS eran, en el Tercer Reich, el único cuerpo que podía convenir a los príncipes. De hehco, diferentes representantes de la nobleza formaron parte de ella. El príncipe Waldeck-Pyrmont se había enrolado en 1929; en 1933 se adhirieron los príncipes de Mecklenburg, Hohenzollern-Sigmaringen, Lippe-Biesterfeld, etc. El príncipe Philippe de Hesse era un amigo personal de Himmler desde hacía tiempo. La aproximación de esta importante organización del Tercer Reich con la nobleza alemana en los últimos años se expresó también en las relaciones cordiales mantenidas con el Herrenklub de Berlín (el «Club de los Señores») y en el hecho de que Himmler diera un discurso en la Deutsche Adelsgenossenschaft (la Corporación de la Nobleza Alemana). Las relaciones con el ejército fueron más reservadas, menos por divergencias de orientación que por razones de prestigio, cuando fueron creadas en las SS regimientos armados y militarizados y, en último lugar, verdaderas divisiones que debían adoptar el nombre de Waffen-SS. Fue, sin embargo. Paul Hausser, que había abandonado el ejército cuando era teniente coronel, para militar en las fiulas de la «revolución conservadora» y del Stahlhelm de Seldte, que reorganizó en 1935 la academia de las SS y supervisó luego la escuela de cadeter de las SS en «Welfenschloss» de Brunswick.
Al desarrollarse, las SS se ramificaron en múltiples secciones, algunas de las cuales, dado su carácter específico, dejaron sin duda en segundo plano los aspectos de “Orden”. Podemos hacer abstracción aquí de las SS «con la calavera” que tuvieron funciones paralelas a las de la policía ordinaria y a la policía del Estado (por lo demás, un decreto de 17 de junio de 1936, nombró a Himmler jefe de la policía en el ministerio del interior); es a este sector de las SS a los que eventualmente se atribuyen algunos aspectos negativos del cuerpo, utilizados para presentar como abominables a todo el cuerpo. Señalaremos solamente la Verfügungstruppe SS, que era una fuerza armada « a disposición», dependiente directamente del jefe del Reich, en julio de 1940,da nacimiento a las Waffen-SS, es decir a unidades militars de élite cuya preparación elevada (dada la formación personal exigida al hombre de las SS) durante la Segunda Guerra Mundial debieron imponer al enemigo respeto y admiración. La sección Rusha (iniciales de Rasse und Siedlungshauptamt), que se ocupaba de cuestiones raciales y de colonización interior puede igualmente se dejada de lado. Son iniciativas de orden cultural de las SS las que pueden quizás presentar aquí un interés.
La realización del ideal de Himmler reconocía una especie de handicap en el hecho de que una Orden en sentido propio debería tener igualmente un fundamento espiritual; pero, en este caso concreto, no podía haber ninguna referencia al cristianismo. En efecto, la orientación anticristiana, la idea de que el cristianismo era inaceptable en razón de todo lo que contenía de no-ario y de no «germánico», esta idea estaba muy presente en las SS y, a pesar de cierta tensión existente entre Himmler y Rosenberg, había entre los dos, sobre este tema, una indiscutible convergencia de puntos de vista. Estando excluidos el catolicismo y el cristianismo, el problema de la visión del mundo se detenia pues, en todo lo que no fuera más lejos de una disciplina severa y de la formación del carácter; los SS tuvieron también la ambición de ser una weltanschauuliche Stosstruppe, es dcir, una fuerza de ruptura en el terreno de la Weltanschauung preciamente. Desde hacía tiempo en el seno de la SS, se había constituido la SD, o « Servicio de Seguridad » (Sicherheitsdienst), que habría debido tener también, en principio, actividades culturales y de control cultural (declaración de Himmler en 1937). Incluso si el SD se desarrollo luego en otras direcciones, comprendido el contra-espionaje, su Buró VII mantuvo un carácter cultural, y sabios y profesores serios formaron también parte del SD. Además, se podía devenir un SS «de oficio», ad honorem (Ehrendienst, servicio honorífico): esta posibilidad afectaba a las personalidades de la cultura que se estimaba que habían aportado una contribución válida en la dirección que hemos indicado antes. Podemos citar, por ejemplo, el profesor Franz Altheim, de la universidad de Halle, célebre historiador de la Antigüedad romana y el profesor O. Menghin, de la universidad de Viena, eminente especialista de la prehistoria. L'Ahnenerbe, instituto particular de las SS, tenía como tarea realizar investigaciones sobre la herencia de los orígenes, del terreno de los símbolos y de las tradiciones al dominio de la arqueología.
En efecto, la atención se había vuelto hacia lo que podía extraer de esta herencia en materia de visión del mundo y en este campo de investigación el exclusivismo nacionalistas de algunos medios fue descartado. Es así, por ejemplo, que Himmler subvencionó al holandés Hermann Wirth, autor de la Aurora de la Humanidad, gran obra sobre los orígenes nórdico-atlánticos, e invitó a pronunciar conferencia a un autor italiano [evidentemente, el autor habla de si mismo] que realizaba investigaciones en este terreno igualmente y, en general, sobre el mundo de la Tradición, manteniéndose a distancia del catolicismo y del cristianismo, pero evitando las desviaciones ya señaladas por nosotros a propósito de Rosenberg y de otros autores.
Se desprende de todo esto que las SS presentaron un marco bastante diferente y más complejo de lo que se cree generalmente. Si estas iniciativas particulares permanecieron como proyectos, el hecho de que pudieran pensarse tiene un sentido. En principio, el idea de un “Estado de la Orden », en su oposición al Estado totalitario, dictatorial, de masa, y al Estado-partido, no puede ser juzgado más que positivamente desde el punto de vista de la derecha; ya hemos tenido ocasión de expresarnos a este respecto criticando la noción fascista del partido único. En el caso específico de Alemania, todo habría dependido de esto: en qué media habría podido llegar a una integración de los elementos de Derecha aun en su lugar, con una rectificación de los aspectos del Tercer Reich que eran para algunos representantes de la “revolucion conservadora” y del espíritu prusiano, una contracción usurpadora de sus ideales.
La SS adquirió cada vez más importancia política, hasta el punto de que se pudo hablar de ella como de un “Estado dentro del Estado” o, más precisamente, del “Estado SS”. En efecto, tuvo células en numerosos puestos clave del Reich en la administración, la diplomacia, etc. La concepción de un Estado de la Orden implicaba en efecto, que los hombres de la Orden fueron designados para estos puestos, tal como fue el caso para la nobleza en el pasado.
Finalmente, es preciso hacer una alusión a las Waffen SS. En el mes de julio de 1940, las formaciones de las SS que, en el origen y en tiempos de paz, habían sido concebidas como una « fuerza a disposición », dieron nacimiento a unidades militares y a divisiones blindas que, aún guardando cierta autonomía, lucharon al lado de la Wehrmacht. De estas Waffen-SS nació, hacia finales de la Segunda Guerra Mundial, lo que algunos llamaron “el primer ejército europeo”. Himmler aprobó la idea, formulada primeramente por Paul Hausser y recuperada luego por Gottlob Berger, de constituir con voluntarios de todas las naciones de las divisiones de Waffen-SS para luchar contra Rusia comunista y para defender Europa y su civilización. Así fue recuperada, prácticamente la función que había tenido, en los orígenes la Orden de los Caballeros Teutónicos en tanto que guardia del Este, y que había animado a los Freikorps, los voluntarios que habían combatido a los bolcheviques en las regiones orientales y en los países bálticos tras la Primera Guerra Mundial. En total, más de 17 naciones estuvieron representadas en las Waffen-SS, con verdaderas divisiones: franceses, belgas, holandeses, escandinavos, belgas, holandeses, ucranianos, españoles e incluso suizos, etc. El conjunto contó con 800.000 combatientes, de los cuales solamente una parte procedían de la zona germánica, los voluntarios, a causa de esto, fueron frecuentemente, tratados como «colaboradores». Tras la guerra los supervivientes fueron a menudo perseguidos en sus naciones respectivas.
En un discurso pronunciado en Poznan el 4 de octubre de 1943, Himmler habló precisamente de las SS como de la Orden armada que, en el porvenir, tras la eliminación de la Unión Soviética, habría debido hacer guardia en Europa sobre los Urales contra las «hordas asiáticas». Lo importante, es que en esta situación un cierto cambio de perspectiva tuvo lugar. Se cesa de identificar la “arianidad” con el “germanismo”. Se quería combatir no por un nacional-socialismo expansionista reposando sobre un racismo unilateral, ni por el pangermanismo, sino por una idea superior, por Europa y por un «Orden Nuevo» europeo. Esta orientación ganó terreno en las SS y se expresó en la declaración de Charlottenburg publicada por el Bureau Central de las SS hacia final de la guerra; este texto era una respuesta a la declaración de San Francisco hecha por los aliados sobre los objetivos de la guera «cruzada de la democracia». En esta declaración de Charlottenburg, se trataba de la concepción del hombre y de la vida propia al Tercer Reich y, sobre todo, del concepto de Orden Nuevo, el cual no habría debido ser hegemónico, sino federalista y orgánico.
Es preciso recordar, por otra parte, que se debió a Himmler un intento de paz in extremis (considerado por Hitler como una traición). Por medio del conde Bernadotte, Himmler transmitió a los aliados occidentales una propuesta de paz por separado, a fin de continuar la guerra únicamente con la URSS y el comunismo. Se sabe que esta propuesta –que, si hubiera sido aceptada, habría podido asegurar a Europa otro destino, evitando así la « guerra fría » que seguiría y el paso al comunismo de la Europa situada tras el « telón de acero »- fue rechazada en nombre de un ciego radicalismo ideológico, al igual que había sido rechazada, por la misma razón, la oferta de paz hecha por Hitler a Inglaterra en términos razonables, durante un famoso discurso en 1940, en un momento en que los alemanes eran los vencedores.
0 comentarios