Blogia
Biblioteca Evoliana

Hablando de "Orientaciones" de J. Evola

Hablando de "Orientaciones" de J. Evola

Biblioteca Evoliana.- Cuando colocamos on line el ensayo de Evola, "Orientaciones" ya dijimos que se trataba de una de las puertas de entrada más accesibles a la obra de Evola. Eduard Alcántara en el artículo que colocamos a continuacion comenta y resume lo esencial de esta obra, destilando los valores y principios de esta obra. Reiteramos la importancia de la lectura de "Orientaciones"  y de su perfecto conocimiento, o de otra manera al lector le resultará particularmente difícil penetrar en el contenido del resto del corpus evoliano.

 

  

HABLANDO DEORIENTACIONES” DE J. EVOLA

Eduard Alcántara

 

Este libro representa un breviario idóneo para fijar cuáles son los fundamentos y principios básicos que ha de seguir y a los que ha de aspirar cualquier persona que aspire a caminar por derroteros radicalmente opuestos a los que nos quiere obligar a recorrer el presente Mundo Moderno.

Trata, de una manera sucinta, de descubrir o aclarar posturas de cariz existencial, ético, espiritual, cultural y político destiladas de cualquier tipo de influencia distorsionadora que pudiesen haber recibido de épocas decadentes como la nuestra.

Nosotros, en el presente escrito, nos vamos a limitar, casi exclusivamente, a hacer un repaso de los aspectos que son tratados a lo largo de los once puntos en los que el gran intérprete de la Tradición dividió este libro:

1.      Nos recuerda el pensador italiano que nos encontramos en medio de un mundo en ruinas y que, por tanto y antes que nada, nos debemos plantear el siguiente problema: ¿existen aún hombres en pie en medio de estas ruinas?

2. Afirma que si un Estado tuviera un sistema político o social que, en teoría, valiera como el más perfecto, pero en el cual el soporte humano fuese tarado, entonces ese Estado descendería antes o después al nivel de la sociedad más baja. Igualmente dice que si las cualidades de ese hombre fueran óptimas, aun enmarcado en un tipo de Estado con serias deficiencias, la comunidad de la que formase parte se encaminaría paulatinamente a los niveles más altos.

Por tanto, aboga por la reconstrucción de un hombre nuevo, animado mediante un determinado espíritu y una adecuada visión de la vida. Fortificado mediante la adhesión férrea a ciertos principios.

3.      En este punto traza una de las pinceladas de lo que deberá ser el hombre nuevo mencionado anteriormente. Y será aquel que sea fiel al espíritu legionario, es decir, aquel que sepa elegir el camino más duro.

4.      Y si valores como el del honor, la fidelidad, la valentía, el espíritu de servicio o el de sacrificio que encarnan el arquetipo del guerrero son los que deberán ser adoptados como norma vital, deberán, en consecuencia, rechazarse los modelos existenciales burgués y proletario.

Otro trazo del hombre nuevo vendría conformado por el de su asunción del principio de la impersonalidad activa, para el que lo que cuenta es la obra y no el individuo; el egoísmo quedará, pues, fulminado ante la lucha por la consecución de fines superiores.

5.      En este apartado se nos desenmascara el hecho constatable de que el liberalismo, después la democracia, más tarde el socialismo, también el radicalismo y, en fin, el comunismo o bolchevismo no han aparecido históricamente sino como grados de un mismo mal, como estadios que prepararon sucesivamente el complejo proceso de una caída.

Asimismo se nos advierte de cómo lo que hoy en día conocemos como globalización provocada por el demoplutocratismo, y que Evola denomina americanismo, comporta, y comportaba, más peligro que, según su propia denominación, el bolchevismo, porque el mismo mal actúa, en el primero, en forma más sutil y las transformaciones acontecen imperceptiblemente en el plano de las costumbres y de la visión general de la vida.

6.      Como todo nuestro quehacer y todos los ámbitos de la vida deben de estar al servicio de la consecución de metas superiores, nuestro pensador nos quiere dejar bien claro el peldaño jerárquico que debe ocupar cada actividad social y, así, afirma categóricamente que “nuestro radicalismo de la reconstrucción exige que no se transija con la alucinación o el demonio de la economía”.

7.      Se comienza, en este nuevo punto, por señalar que el tipo de Estado por el que hay que abogar es el Orgánico, no así el Totalitario. Y es que si el primero tiene la función de dirigir y coordinar las actividades de los grupos y entidades sociales, a los que representa, en pos de metas supremas, el segundo, por el contrario, pretende inmiscuirse en el planteamiento de dichas actividades y, más aun, reglamentarlas; o, dicho de otro modo, aspirar a establecer todas las pautas, hasta las más concretas, de la vida de los diferentes órganos y entes comunitarios, con el consiguiente proceso de igualitarización que ello acarrea.

Se continúa por defender el concepto de Imperium como doctrina de Estado basada en función de una autoridad y de un poder que están investidos de una naturaleza sacra que quiere y debe ser la guia que sirva de modelo a la comunidad a la que articula y aglutina.

Se sigue por rechazar concepciones del Estado, como la bonapartista, que no se basan en ningún fundamento de carácter Superior, sino en el prestigio que, al Jefe de Estado o de Gobierno, le otorgan o refrendan las fuerzas irracionales de la masa. Igualmente, se repudia cualquier variante de democracia porque en ellas el poder también encuentra su legitimización en este mismo tipo de fuerzas.

Se acaba por ensalzar el concepto de élite revolucionaria como órgano rector del Estado y, en relación a su composición, se acaba por afirmar que la suprema nobleza de los Jefes no es la de ser amos de siervos, sino Señores que aman la libertad también de quienes les obedecen.

8.      En este apartado se repudian concepciones jacobinas como la del nacionalismo o la de la idea genérica de patria, que se suelen basar en un enfoque físico hacia la tierra en que se habita, o en una adhesión de corte sentimental hacia ella o hacia los momentos más álgidos de su pasado histórico, o en las tierras movedizas e inestables de la voluntad popular alentada por el nefasto Rousseau.

Ante ello Julius Evola defiende que hay que darles a la Idea y al Estado la primacía respecto a una nación y a un pueblo que sólo dentro del Estado adquirirán un significado, una forma y participarán en un grado superior de existencia. (1)

Como colofón se acaba haciendo una relación de términos que son la clave para la constitución de las directrices políticas de una comunidad: Idea, Orden, élite, Estado y Hombres de Orden.

9.      El último gibelino –como ha sido llamado nuestro autor- rechaza de plano todos los subproductos que ha originado la llamada cultura libre, no sólo desgajada de cualquier sentido de Trascendencia sino, aún peor, en muchos casos frontalmente opuesta a ella: materialismo histórico, economicismo, darwinismo, psicoanálisis, existencialismo, neo-realismo,...

Asimismo sostiene que la verdadera realidad de la existencia está subordinada a un algo que va más allá; dejando atrás, por la voluntad de un más, aquello que está vinculado a lo meramente humano.

Y deja claro que estas líneas de superación no hay que tenerlas intelectual y dialécticamente, sino vivencialmente, realizadas en su directo significado a través de una vida interior y en la propia conducta. Y aclara también, por otro lado, que desintoxicados, de cultura libre, podremos conseguir claridad, rectitud y fuerza.

10.   Se nos habla aquí de la doble posibilidad que existe de superar a la sociedad burguesa y al espíritu burgués que conlleva:

- Yendo a parar a algo todavía más bajo.- la subhumanidad colectivizada y materializada que propugna el realismo marxista.

- Combatiéndolos para elevarse por encima de ellos.- desdeñando la vida cómoda; siguiendo a los que exigen todo de ellos mismos; amando la unión entre la vida y el riesgo; haciendo nuestra la inexorabilidad de la idea desnuda y de la acción precisa.

 

11.  En este último apartado se niega por igual la legitimidad del Estado laico como la del clerical o clericalista, ligando a este último con una crítica hacia el moralismo católico por su componente de humanitarismo, de iusnaturalismo y de igualitarismo y por su ideal del amor y del perdón, en lugar del de honor y justicia.

Se reprocha al catolicismo que no haya sido capaz de hacer suya una elevación ascética, al estilo del espíritu del mejor Medievo de los cruzados, sino que, por el contrario, haya descendido a un nivel mediocre y, en el fondo, burgués y mezquino.

     Como conclusión, Evola nos advierte de la necesidad de defender la intransigencia absoluta de la idea, en función de la cual se debe estar unidos y nos advierte, igualmente, de que es indispensable afirmar esta idea sobre todo, en la forma del hombre nuevo, del hombre de la resistencia, del hombre recto entre las ruinas.

 

(1)  Sobre las ideas expresadas hasta el momento en este punto nº 8, recomendamos la lectura del artículo escrito por José Antonio Primo de Rivera en el nº 2 de F. E., titulado La gaita y la lira

 

Eduard  Alcántara

Septentrionis  Lux

 
Nota: Aparte de algunos análisis y comentarios nuestros, gran parte de este escrito consta de frases textuales de Julius Evola, que no han sido destacadas con otro tipo de letra, sino que únicamente se han destacado algunas reflexiones, ideas o conceptos considerados por nosotros de especial trascendencia.

0 comentarios