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Biblioteca Evoliana

Síntesis de la Doctrina de la Raza (03) Consecuencias del sentimiento de Raza

Síntesis de la Doctrina de la Raza (03) Consecuencias del sentimiento de Raza

Biblioteca Evoliana.- Evola aborda en este capítulo una temática que hoy se ha olvidado. El verdadero racismo de base biológica, apareció en el siglo XIX en los medios liberales e imperialistas británicos. Al considerar a cada raza como compuesta por individuo iguales entre sí, pero diferenciados en relacion a otros grupos raciales, ese racismo era de base democrática, liberal e igualitaria. Frente a esas formasde racismo biológico, Evola sigue apurando en este capítulo las consecuencias de toda doctrina de la raza, que van mucho más allá de las normas eugenésicas aprobadas en los años 20 y 30, no solamente en Alemania.

 

3. CONSECUENCIAS DEL SENTIMIENTO DE RAZA

El conde de Gobineau que, desde cierto punto de vista, puede ser considerado como el padre del racismo moderno, no ocultó jamás las razones profundas de su opción; lo que le incitó a escribir su famoso: "Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas" en 1853 fue una reacción de todo su ser contra la "ciénaga democrática e igualitaña" en la que se hundían cada vez más las naciones europeas.

Ahora bien, es precisamente ese pathos el que debería acompañar toda actitud racista coherente y, por deducción, producir efectos precisos en el ámbito político-social. Bien entendido, tales deducciones no pueden ir más que en el sentido de las ideas maestras del fascismo, las cuales se encuentran de este modo reforzadas y dinamizadas, por casi decir.

Proclamarse racista significa efectivamente levantarse contra el mito democrático según el cual el va lor supremo sería "la humanidad" en singular míen tras que todos los seres serían por esencia iguales puesta por el evangelio de los inmortales príncípios no existe o representa a nuestros ojos bien poco.

Debe de quedar bien claro que no entra dentro de nuestras intenciones el negar la existencia de un cierto número de elementos que son comunes a la gran mayoría de seres humanos; pero también se plantea la existencia de otros aspectos que presentan diferencias igualmente evidentes e incontestables no menos reales. Ahora bien, si se quiere establecer una escala de valores entre unos y otros, hay que tomar posición: para las vocaciones internas, se trata aquí de una nueva "puesta en acción". El racismo, lo podemos afirmar sin reservas, se define conforme con el espíritu clásico, ese espíritu cuya característica fue la exaltación de todo lo que tiene una forma, un rostro, una indicación por oposición a todo lo que es informe o bueno para todos o indiferenciado. El ideal clásico (y añadiremos nosotros) igualmente "ario", es el del cosmos, es decir de un conjunto de naturalezas y de sustancias bien individualizadas, unidas de modo orgánico y jerárquico a un todo: no tiene nada que ver con el ideal más o menos romántico o panteista de( caos en tanto que principio que, en su indiferenciación se sitúa por debajo de todo lo que tiene una forma.

En esta concepción, la mítica "humanidad" de la fábula democrático aparece desde nuestro punto de vista, simplemente como un denominador común, un substrato colectivo que no tiene para nosotros mayor interés salvo en el marco de las formas vivas, concretas y bien definidas en los cuales se articula. Ahora bien, esas formas son precisamente las razas en tanto que unidades tanto de sangre y de instinto como de espíritu. El racista, consecuentemente, reconoce la diferencia y quiere la diferencia para él: ser diferente, ser cada uno si mismo no es un mal sino un bien. )En qué momento existió verdaderamente esa famosa humanidad? Cuando de un mundo bien articulado se involuciona a un mundo caótico, colectivista, indiferenciado, que no se puede concebir sino como el estado final espantoso de un proceso de nivelación y de disgregación social y espiritual. En este momento cuando en la hipótesis en el que cualquier diferencia corporal subsistiría aún cuando se la consideraría como accidental, no esencial, insignificante y despreciable. He aquí lo que se oculta detrás del mito igualitario y detrás la ideología democrática y liberal.

En la visión racista de la vida, por contra, toda diferencia (incluso física) es simbólica lo interior se manifiesta al exterior, lo que es exterior es símbolo signo o síntoma de algo interior: tales son los pñncipios fundamentales de un racismo completo. Desde el punto de vista romano y fascista que es el nuestro, es particularmente importante insistir sobre esta vocación clásica, a la cual ya hemos hecho alusión del racismo: firmeza de voluntad, rechazo de todo lo interés salvo en el marco de las formas vivas, concretas y bien definidas en los cuales se articula. Ahora bien, esas formas son precisamente las razas en tanto que unidades tanto de sangre y de instinto como de espíritu. El racista, consecuentemente, reconoce la diferencia y quiere la diferencia para él: ser diferente, ser cada uno si mismo no es un mal sino un bien. )En qué momento existió verdaderamente esa famosa humanidad? Cuando de un mundo bien articulado se involuciona a un mundo caótico, colectivista, indiferenciado, que no se puede concebir sino como el estado final espantoso de un proceso de nivelación y de disgregación social y espiritual. En este momento cuando en la hipótesis en el que cualquier diferencia corporal subsistiría aún cuando se la consideraría como accidental, no esencial, insignificante y despreciable. He aquí lo que se oculta detrás del mito igualitario y detrás la ideología democrática y liberal.

En la visión racista de la vida, por contra, toda diferencia (incluso física) es simbólica lo interior se manifiesta al exterior, lo que es exterior es símbolo signo o síntoma de algo interior tales son los principios fundamentales de un racismo completo. Desde el punto de vista romano y fascista que es el nuestro, es particularmente importante insistir sobre esta vocación clásica, a la cual ya hemos hecho alusión del racismo: firmeza de voluntad, rechazo de todo lo que es indiferenciado, reasumir los principios mismos de nuestra antigua sabiduría: Conócete y se tú mismo. Fidelidad a su propia naturaleza, es decir, a su sangre y a su raza tal es la contrapartida interior ética y espiritual de las ideas que la genética, las ciencias de la herencia y la biología suministran a las formulaciones del racismo científico. Y tales son las directivas precisas que se derivan para la educación racial.

 

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