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Hitler y las sociedades secretas

Hitler y las sociedades secretas

Biblioteca Evoliana.-  Recibimos la traducción de este artículo sin más mención, aun cuando ha sido citado muy frecuentemente. En é Evola rompe un mito demasiado insistente para que no lo tratara antes o después. Las relaciones del nazismo con las sociedades secretas fueron muy limitadas. Contrariamente a lo que han dicho algunos apologistas del nazismo (Miguel Serrano, fundamentlamente) o muchos de sus detractores (Pawels y Bergier en "El Retorno de los Brujos"), las relaciones del nazismo con el esoterismo y la magia fueron poco menos que nulas. 

 

 

HITLER Y LAS SOCIEDADES SECRETAS

Julius Evola

Es notorio que algunos autores en Francia han investigado la relación del nacionalsocialismo alemán con las sociedades secretas y las organizaciones iniciáticas. La motivación para ello ha sido el supuesto trasfondo ocultista del movimiento hitleriano. Esta tesis fue propuesta primeramente en el bien conocido y muy exitoso libro El amanecer de los magos, ("El Retorno de los Brujos") donde el nacionalsocialismo es definido como la unión del "pensamiento mágico" con la tecnología. La expresión usada para ello fue: "divisiones panzer más René Guénon", una frase que puede haber provocado que el eminente representante del pensamiento tradicional y las disciplinas esotéricas se agitara indignado en su tumba.

El primer malentendido aquí es la confusión del elemento mágico con el mítico, siendo que uno no tiene nada que ver con el otro. El papel de los mitos en el nacionalsocialismo es innegable, por ejemplo, en la idea del Reich (imperio), el Führer carismático, Raza, Sangre, etcétera. Sin embargo, antes de llamarlos "mitos", uno debe aplicar a ellos el concepto "ideas-energías motivadoras" de Sorel (que son todas las ideas sugestivas usadas comúnmente por los demagogos), y no atribuirles ningún ingrediente mágico. De la misma manera, ninguna persona racional relaciona la magia con los mitos del fascismo, tal como el mito de Roma o el del Duce, tampoco con los de la revolución francesa o el comunismo. La investigación debe proceder diferentemente si se dirige hacia el surgimiento de ciertos movimientos, sin saber que están sujetos a influencias que no son meramente humanas. No obstante, no es el caso de los autores franceses. Ellos no están pensando en influencias de este tipo sino de una naturaleza concreta, ejercida por organizaciones que existieron realmente, algunas de las cuales fueron "secretas" en varios grados. Igualmente, algunos han hablado de "superiores desconocidos", que supuestamente han originado el movimiento nacionalsocialista y han usado como médium a Hitler, aunque no es claro qué propósitos tenían en mente cuando lo hacían. Si uno considera los resultados, las consecuencias catastróficas que representó para el nacionalsocialismo, aun indirectamente, tales propósitos debieron ser oscuros y destructivos. Uno podría identificar el "lado oculto" de este movimiento con lo que Guénon llamó la "contrainiciación", pero los autores franceses han propuesto la tesis de que Hitler, el "médium", se emancipó hasta cierto punto de los "superiores desconocidos", casi como un golem, y que el movimiento siguió entonces su dirección fatal; pero en este caso uno debe admitir que tales "superiores desconocidos" no poseían verdadera precognición y tenían un poder muy limitado, al haber sido incapaces de poner un alto a Hitler, su supuesto médium.

Se ha entretejido mucha fantasía sobre los hechos concretos del origen de los temas y símbolos del nacionalsocialismo. Se ha hablado acerca de ciertas organizaciones como predecesoras, pero difícilmente podríamos atribuir a alguna un carácter iniciático genuino y comprobable. No hay duda de que Hitler no inventó la doctrina racial alemana, el símbolo de la esvástica o el antisemitismo ario: todos ellos tenían una larga existencia en Alemania. Un libro titulado El hombre que dio a Hitler sus ideas habla de Jörg Lanz von Liebenfels (el título nobilario se lo otorgó a sí mismo), que había sido monje cisterciense y fundó una orden que usaba la esvástica. Lanz editó desde 1905 el periódico "Ostara", el cual conocía Hitler, en el que las teorías raciales arias y antisemíticas habían sido desarrolladas claramente.

Pero mucho más importante para el "trasfondo oculto" del nacionalsocialismo es el papel de la Sociedad Thule. Las cosas son más complejas aquí. Esta sociedad surgió a partir de la Orden Germánica fundada en 1912 y dirigida por Rudolf von Sebottendorf, quien había estado en Oriente y publicó un extraño folleto titulado La práctica de la antigua francmasonería turca. Las prácticas descritas en él involucraban la repetición de sílabas, gestos y pasos, cuya meta era la transformación iniciática del hombre, tal como la alquimia también mencionada. No es claro con qué organización masónica turca estuvo en contacto Sebottendorf, tampoco si él mismo practicó tales cuestiones o simplemente las describió

Aún más, no se puede establecer si estas prácticas fueron empleadas en la Sociedad Thule que encabezaría Sebottendorf. Sería muy importante saber esto, ya que muchas personalidades nacionalsocialistas de alto rango, desde Hitler hasta Rudolf Hess, frecuentaban dicha sociedad. En cierto modo, Hitler fue introducido al mundo de ideas de la Sociedad Thule por Hess durante su encarcelamiento juntos después del fallido Pustch (golpe de estado) de Munich.

En todos estos hechos debe enfatizarse que la Sociedad Thule fue menos una organización iniciática que una sociedad secreta, que ya usaba la esvástica y que fue marcada por un antisemitismo decidido y un pensamiento racial germánico. Uno debe ser cauto acerca de la tesis de que el nombre Thule es una seria y consciente referencia a una conexión nórdica y polar, con el propósito de hacer una conexión con los orígenes hiperbóreos de los indogermanos, ya que Thule aparece en la tradición antigua como el centro o isla sagrado en el extremo norte. Ciertamente Thule puede tener un papel en el nombre "Thale", una localidad en el Harz donde la Orden Germana tuvo una reunión en 1914, en la que se decidió crear una völkisch o banda secreta para combatir el supuesto judaísmo internacional. Sobre todo, estas ideas fueron enfatizadas por Sebottendorf en su libro Antes de la llegada de Hitler, publicado en Munich en 1933, en el cual indicó los mitos y el punto de vista völkisch que existió antes de Hitler

Así, una investigación seria sobre las conexiones iniciáticas de Hitler con las sociedades secretas no conducen lejos. Unas cuantas explicaciones son necesarias en relación a Hitler como médium y a su poder de atracción. Nos parece pura fantasía que él haya alcanzado dicho poder debido a prácticas iniciáticas. Si fuera así uno tendría que aceptar la misma explicación acerca del poder psíquico de otros líderes, como Mussolini y Napoleón, lo que es absurdo. Es mucho mejor asumir que a partir de los movimientos de masas había surgido un vórtice psíquico, el cual se concentraba en él como centro y le proporcionaba una cierta radiación que percibían especialmente las personas sugestionables.

La cualidad de médium (que, para decirlo contundentemente, es la antítesis de una calificación iniciática), puede ser atribuida a Hitler con unas cuantas reservas pues hasta cierto punto parecía ser un poseso, lo que lo diferencia de Mussolini, por ejemplo. Cuando arengaba a las masas hacia el fanatismo, uno tenía la impresión de que otra fuerza lo dirigía como un médium, aun cuando él era un hombre de un tipo extraordinario y extraordinariamente dotado. Nadie que escuchara cómo se dirigía a las arrobadas masas podría tener otra impresión. Puesto que hemos expresado nuestras reservas acerca de que los supuestos "superiores desconocidos" estuvieran involucrados, no es fácil definir la naturaleza de esa fuerza suprapersonal. Respecto a la teosofía nacionalsocialista (Gotteserkenntnis), esto es, a su supuesta dimensión mística y metafísica, debemos considerarla como el único punto de contacto entre este movimiento y el Tercer Reich con respecto a los aspectos místicos, iluministas e incluso científicos. En Hitler uno puede encontrar muchos síntomas de un típico punto de vista "moderno", fundamentalmente profano, naturalista y materialista; aunque, por otra parte, él creía en la Providencia, cuya herramienta creía ser, especialmente en relación con el destino de la nación alemana (por ejemplo, él veía un signo de la Providencia el que hubiera sobrevivido al intento de asesinato en su jefatura de cuartel en la Prusia Oriental). Alfred Rosenberg, el ideólogo del movimiento, proclamó el mito de la Sangre, en el que hablaba del "misterio" de la sangre nórdica y le atribuía a ésta un valor sacramental; aunque al mismo tiempo atacó todos los ritos y sacramentos del catolicismo como ilusorios, tal como un hombre de la Ilustración. Él maldecía contra el "oscuro hombre de nuestro tiempo", mientras atribuía al hombre ario el mérito de haber creado la ciencia moderna. El nacionalsocialismo se interesó por las runas, las antiguas letras-signos nórdico-germánicos, los cuales deberían reconocerse como puramente simbólicos, antes que haberlos utilizado como el fascismo usó ciertos símbolos romanos, haciendo a un lado su significado esotérico. El programa del nacionalsocialismo de crear un hombre superior tiene algo de "misticismo biológico" implícito, pero esto nuevamente era un proyecto científico. Cuando mucho, puede tratarse de una cuestión del superhombre en el sentido nietzscheano, pero nunca el de un hombre superior en el sentido iniciático.

El plan para "crear una nueva orden racial, religiosa y militar de iniciados, reunida alrededor de un Führer divinizado", no puede ser reconocido como la política oficial del nacionalsocialismo, como escribe René Alleau, aun cuando la relaciona y la compara, entre otros, con los ismaelitas del Islam. Unos cuantos elementos de un nivel elevado fueron visibles únicamente entre los jerarcas de la SS.

En primer lugar, uno puede ver claramente la intención del Reichführer-SS Heinrich Himmler de crear una orden en la que los elementos de la ética prusiana se combinaran con los pertenecientes a las antiguas órdenes de caballería, especialmente la Orden Teutónica. Él buscaba legitimar tal organización, pero no podía lograrlo dado que aquellas antiguas órdenes del catolicismo eran opuestas abiertamente al ala radical del nacionalsocialismo. Himmler también buscaba, sin posibilidad de ninguna conexión tradicional, una relación entre la herencia nórdico-hiperbórea y su simbolismo (Thule), no obstante, aquellas "sociedades secretas" discutidas arriba no tenían ninguna influencia sobre ella. Él estaba enterado, como dice Rosenberg, de las investigaciones del holandés Herman Wirth acerca de la tradición nórdico atlante. Himmler fundó posteriormente, junto con Wirth, la organización de investigación y enseñanza llamada la Ahnenerbe. Esto no carece de interés, pero no hay un "trasfondo oculto" en ello.

Así, el resultado neto es negativo. La fantasía de los autores franceses alcanza su punto más alto en el libro Hitler y la tradición cátara, de Michel Angebert (París, 1971). Trata acerca de los cátaros, llamados también albigenses, quienes fueron una secta herética que se extendió especialmente en el sur de Francia entre los siglos XI y XII, y que tenía su centro en la fortaleza de Montségur. De acuerdo con Otto Rahn, ésta fue destruida en "una cruzada contra el Grial", como se titula uno de sus libros. Lo que el Grial y los Caballeros del Grial tenían que ver con esta secta permanece completamente en la oscuridad. La secta se distinguía por un tipo de maniqueísmo fanático: algunas veces sus propios creyentes morían de hambre o por otra causa como una demostración de su desapego del mundo y su rechazo a la existencia terrestre en carne y materia. Ahora se cree que Rahn, con quien nosotros nos escribimos cuando vivía y tratamos de persuadir acerca de la falta de base de su tesis, era un hombre de la SS y que se envió una expedición para recobrar el legendario Grial que se supone fue puesto a salvo cuando la fortaleza cátara de Montségur fue destruida. Se dice que después de la caída de Berlín una unidad alcanzó el Zillertal y escondió este objeto al pie de un glaciar, en espera de una nueva era.

La verdad es que cuando se habla de una unidad comando, ésta tenía una misión menos mística: el rescate y entierro de los tesoros del Reich. Estos últimos ejemplos muestran a lo que tales fantasías pueden conducir cuando no se refrena la imaginación. La SS (que incluía no sólo unidades de combate sino también investigadores y académicos expertos) montó una expedición al Tíbet con la finalidad de realizar investigaciones en el campo del alpinismo y la etnología, y otra al Ártico, aparentemente para investigación científica pero también con el propósito de establecer la posible situación de una base militar alemana. De acuerdo con aquellas interpretaciones fantásticas, la primera expedición buscaba un vínculo con un centro secreto de la Tradición, mientras que la otra buscaba contactar con la desaparecida Thule hiperbórea.

 

 

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