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Evola y la Cuestión Racial, por Eduard Alcántara

Evola y la Cuestión Racial, por Eduard Alcántara

Biblioteca Evoliana.- Hasta ahora no habíamos colocado on line ningún texto de Evola relativo a sus estudios sobre la "doctrina de la raza". En las próximas semanas iremos colocados algunos textos y artículos sobre este tema. Se trata, sin duda, de uno de los aspectos más polémicos de la obra de Evola, aunque sin duda, exento de cualquier tentación de xenofobia y racismo. Para abordar este aspecto de la obra evoliana publicamos este ensayo de Eduard Alcántara a modo de introducción. En él están implícitos las líneas generales de Evola en este terreno.

 

 

EVOLA Y LA CUESTIÓN RACIAL

Eduard Alcántara

Mucho se ha escrito, a partir del desconocimiento, sobre la postura que el gran intérprete de la Tradición, Julius Evola, mantuvo a lo largo de su vida a propósito del tema racial. Desde esa ignorancia hacia su obra se ha llegado a afirmar que de cara a pensar en la hipotética constitución de comunidades u organizaciones de naturaleza Tradicional a nuestro autor no le importaría en absoluto la extracción racial de sus miembros, mientras todos ellos defendieran una visión Superior y Trascendente de la vida y de la existencia. No le importaría, se ha afirmado, que fueran diferentes grupos raciales y aun elementos mestizos los que integraran un mismo ´Regnum´ o ´Imperium´.

Estas erróneas interpretaciones del mensaje del maestro transalpino arrancan de la idea de que al priorizar jerárquicamente su concepto de la ´raza del espíritu´ por encima del de la ´raza del cuerpo´, Evola tendría en cuenta, como primer y principal criterio aglutinador de comunidades el de la afinidad de inquietudes, y de vivencias, espirituales de sus integrantes; dejando como anécdota accesoria el origen étnico de los mismos.

Estos errados ´analistas´ ignoran que la naturaleza y los atributos de esta ´raza del espíritu´ que Evola nos describió como los que fueron propios del hombre indoeuropeo que, en sus orígenes -y a lo largo de diversos ciclos heroicos que protagonizó-, vivió en consonancia con los parámetros de la Tradición Primordial, ignoran, decíamos, que son una naturaleza y unos atributos que, para nuestro autor, sólo se podrán despertar en el seno de un tipo racial concreto: el del indoario. Más todavía, defendía Evola la idea de que entre los subgrupos en los que se dividen los actuales pueblos indoeuropeos (nórdicos, fálicos o dálicos, dináricos, alpinos, mediterráneos o atlánticos –de emparentamiento muy directo con el mundo celta-, báltico-orientales,... ) hay uno más apto, innatamente, para reconquistar la esencia primigenia de lo que él define como ´raza del espíritu´: se trata del tipo nórdico, pues éste fue el propio del hombre indoeuropeo de los orígenes. Del hombre indoeuropeo cuya espiritualidad es definida por Evola con los adjetivos de ´apolínea´, ´uránica´ o ´solar´ y que conoce de lo sobrio, de la medida, de lo impasible, de lo impertérrito, de la ´gravitas´ y de lo majestático como patrones internos a seguir en el proceso de autorrealización y como atributos externos de conducta. (1)

Este tipo nórdico tendría, para Evola, más disponibilidad y accesibilidad a la hora de intentar recuperar la esencia de la ´raza del espíritu´ y, una vez reconquistado este tipo de espiritualidad, seguidamente podría erigirse en modelo a seguir por los otros subgrupos étnicos indoeuropeos por tal de que dicha reconquista se hiciera también extensible a ellos. (2)

En el seno de la misma Italia nuestro maestro de la Tradición proponía la selección de individuos de clara extracción nórdica –el ariorromano, según denominación suya- que presentarían una mayor predisponibilidad y predisposición para convertir, en ellos, en acto las potencialidades propias de este tipo de espiritualidad apolínea. Individuos que adoptarían la función de arquetipos y ejemplos a seguir por tal de aspirar a que el resto de subgrupos étnicos que habitaban (en época de Evola) la Península Itálica –todos ellos indoeuropeos- emprendieran también el camino de la auténtica reconstrucción espiritual. (3)

La postura que estamos intentando fijar se ve reflejada nítidamente en una máxima evoliana que afirma que “la raza es necesaria, pero no suficiente”. Esto es, que se necesita ser de una determinada extracción racial –en este caso la indoeuropea- para poseer las potencialidades que le puedan permitir a uno, si hace uso de la libertad de que goza, emprender el uránico-solar, y heroico, camino del desapego y de la transfiguración iluminadora interiores. Pasar de potencia a acto en el plano de la Trascendencia es un privilegio de que disponen aquellos individuos indoarios que no se conformen exclusivamente con discurrir por el mundo perecedero del devenir, sino que se pongan como meta el superar su condición material finita para llegar al Conocimiento de la Realidad Suprasensible y para aspirar a la propia identificación –de dicho individuo- con lo Supremo, inmutable e incondicionado.

La raza es necesaria, pero no suficiente”, pues de poco nos sirve un individuo cuyos rasgos físicos podamos catalogar como indoeuropeos, si ese individuo no interioriza unos valores y una cosmovisión conformes con los que siempre definieron la manera de ser y de actuar de la raza a la que pertenece.

El principal ´leit motiv´ de Evola a la hora de abordar la cuestión racial, radicaba en superar muchas de las doctrinas básicamente biologistas (4) que circulaban, sobre todo, por la Europa anterior al fin de la segunda gran conflagración mundial. Pugnaba por no reducir al hombre a su mera condición corporal y animal (5), por no dejarlo convertido en el ser mutilado y privado de su dimensión Absoluta al que lo empezó a reducir el racionalismo y al que lo acabó por abocar el materialismo propios de las etapas crepusculares por las que está transitando este disolvente mundo moderno. Pugnaba por llenar la raza del cuerpo con el componente espiritual que desde sus más ignotos orígenes le fue consustancial.

Consustancial le es al mundo negro un tipo de ´espiritualidad´ (si es que se puede utilizar este término) (6) animista y que en ningún caso va más allá de lo que son los cultos totémicos. Consustancial le es a los diferentes pueblos semitas otro tipo de ´espiritualidad´ que oscila entre la denominada como sacerdotal, demétrica o matriarcal y la calificada como ctónica o telúrica. Consustancial siempre le fue a los indoeuropeos la espiritualidad apolínea, uránica, hiperbórea, solar u olímpica.

´Espiritualidades´ como, p. ej., la matriarcal, lunar o pelásgica primaron entre el ´homo europaeus´ sólo como consecuencia de un proceso de caída; como el resultado de una involución que le imposibilitó la vivencia y la visión directa de la Realidad Metafísica y le abocó al plano inferior de la creencia, de la fe y de la devoción hacia esa Realidad. En cambio, para pueblos como los de origen racial semita un tipo de ´espiritualidad´ ya sea de corte sacerdotal o demétrico o ya sea de índole telúrica es a lo más a lo que pueden aspirar debido a las más romas y limitadas predisposiciones y potencialidades innatas que les ´brinda´ su extracción étnica.

Si todo lo señalado hasta este momento, a alguna mente ofuscada en sus erróneos prejuicios no le hubiese bastado para dejar de recelar sobre la postura que Evola siempre mantuvo al respecto del tema sobre el que estamos escribiendo y si todavía hubiese quien creyese que nuestro autor pudiera admitir algún tipo de mestizaje no tan sólo de carácter cultural sino hasta racial, dejaremos que sea el mismo gran maestro de la Tradición quien hable directamente y disipe, así, cualquier vestigio de duda de una manera categórica, incontestable y contundente.

En un artículo intitulado “Teología del estado nacional”, y citando a Wilhem Stapel, Evola se posiciona en contra de “cualquier pretendida ´moralidad´ de validez universal, es decir, indiferente respecto de la raza y de la nación. Cada raza tiene su ética, su derecho, sus costumbres, su religiosidad en formas bien distintas. Un pueblo degenera y perece cuando asume una ética extraña, concepciones y principios que no son conformes a su propia naturaleza. Un pueblo es éticamente sano cuando su ética y sus costumbres se encuentran en armonía con su sangre y con su espíritu innato –se podría decir con sus ´dioses´.” (7)

En otro escrito (“Acerca de las diferencias entre la concepción del estado fascista y nacional-socialista”) equipara su postura con la propia que defiende el Führer al afirmar que “Hitler, en un discurso pronunciado en 1.933 en Nüremberg, ha correctamente reconocido que la forma física nórdica no siempre puede acompañarse de elementos espirituales correspondientes, de modo tal que, al respecto, el extremo criterio debe estar dado por el examen de la actitud del alma y del espíritu, por el carácter, por las obras”; al respecto recordemos de nuevo, con nuestro autor, que “la raza es necesaria, pero no suficiente.

En dicho escrito también podemos leer que “cuando el fascismo italiano haya hecho suya la idea racista” se percibirá claramente “un beneficio para nuestra Revolución, obstaculizada todavía, en tantos sectores, por escorias ´positivistas´ y ´oficiosas´ o intelectualistas, y por un estilo que, aparte de la raza del cuerpo, no siempre podremos denominar ´ario´.” (8)

En “La Edad Media y nosotros” apunta que “los adversarios de nuestro tiempo son más que nacionales: bolchevismo, comunismo, judaísmo, plutocracia, masonería...” (9)

El carácter que el judaísmo tiene de catalizador y acelerador de los procesos de decadencia que han tenido lugar a lo largo de los últimos siglos, es una cuestión que Evola ha analizado profunda y extensamente a lo largo de un buen número de artículos; algunos de los cuales han sido recopilados en un volumen titulado “Escritos sobre judaísmo” (10)

En “El equívoco universalista” señala que “en la romanidad crepuscular la ciudadanía romana fue concedida irresponsablemente a cualquier especie de elementos espurios o de razas inferiores y la Urbe acogió sin dificultad cultos y costumbres exóticos. Así justamente este ´universalismo´ fue una de las principales causas de la ruina de la romanidad.” (11)

Leemos en “Por un verdadero derecho europeo” la siguiente queja: “Dicha admisión (la anexión de Turquía a la comunidad jurídica de las naciones europeas que tuvo lugar en el congreso de Berlín) fue concordada por Bismarck con el judío británico Disraeli”. (12)

En “Revuelta contra el mundo moderno” anota en un capítulo titulado “El ciclo se cierra” (en el apartado dedicado a los Estados Unidos) y refiriéndose al jazz que: “En las grandes salas de las ciudades yanquis en donde centenares de parejas se sacuden como fantoches epilépticos y automáticos ante los sincopados negros, es verdaderamente un ´estado de muchedumbres´, es la vida de un ente colectivo que se vuelve a despertar.”

En su obra “Orientaciones para una educación racial” realiza una síntesis de muchos de los asuntos tratados en “Síntesis de la doctrina de la raza”. Si repasamos, en el primero de estos dos trabajos, el capítulo “Significación interior de la raza” nos encontraremos con afirmaciones como las que siguen:

“Las reacciones de los individuos con respecto a las ideas racistas constituyen una especie de barómetro que revela la ´cantidad´ de raza presente en ellos. Decir sí o no al racismo no es una simple alternativa intelectual, no es una elección subjetiva y arbitraria. Dice sí al racismo aquél en el que la raza vive aún; y, por el contrario, se opone aquél que buscando coartadas en todos los ámbitos a fin de justificar su aversión y desacreditar el racismo, demuestra que ha sido vencido interiormente por la antiraza (aquél en el cual las fuerzas originales han sido reprimidas, ya sea por el peso de los deshechos étnicos, herederos de cruzamientos y de procesos de degeneración, ya sea por un estilo de vida burgués, afeminado e intelectualizante).“

En el capítulo “Consecuencias del sentimiento de raza” escribe que “En la visión racista de la vida toda diferencia (incluso física) es simbólica: lo interior se manifiesta al exterior, lo que es exterior es símbolo, signo o síntoma de algo interior; tales son los principios fundamentales de un racismo completo.”

En el intitulado “Herencia racial y Tradición” asevera que “De lo que un ancestro tanto espiritual como biológico le ha transmitido, el individuo puede, pues, si permanece fiel a su raza, extraer las fuerzas necesarias para alcanzar una perfección personal y representar la encarnación del ideal íntegro de la raza. Al igual que puede contaminar esa herencia, dilapidarla, ponerla al servicio de determinismos a los que dan lugar mezclas de sangre y mestizajes de tal tipo que ésta, tarde o temprano, será sofocada por influencias paralizantes o disolventes.”

En otro capítulo, “Significación de la profilaxis racial”, pensando en las posesiones que Italia tenía en África, nos dice que “Una de las circunstancias que han favorecido las tomas de posición “racistas” de Italia ha sido precisamente la necesidad de prevenir el mestizaje de nuestro imperio colonial.”

En “Importancia de la teoría de las ´razas interiores´” leemos:

“Naturalmente, la fisiognomía o ciencia de la fisonomía, juega aquí un gran papel: decir que ´el rostro es la expresión del alma´ es enunciar un lugar común, pues el cuerpo (formas del cráneo, proporciones de los miembros, etc.) tiene, para el que sabe comprenderlo, un lenguaje lleno de enseñanzas. De aquí, la significación precisa de ciencias tales como la craneología, el estudio del esqueleto, etc., que, a primera vista, pueden parecer técnicas.”

“Un alma que vive el mundo como algo frente a lo que hay que tomar posición, como el objeto de un combate y de una conquista, debería normalmente poseer un rostro en el que los rasgos enérgicos y ardientes reflejasen esta experiencia interior, junto con un cuerpo esbelto, grande, enérgico y recto, un cuerpo ´ario´ o ´nórdico-ario´.”

“Los cruzamientos y mestizajes tienen por efecto que las almas de una raza se encuentren en el cuerpo de otras razas, lo que provoca la alteración tanto de la una como de la otra. Crean verdaderos inadaptados en el amplio sentido de la palabra.”

En el capítulo “La raza y los orígenes” escribe que “Frente al esplendor de la prehistoria nórdico-occidental y aria, las civilizaciones asiático-orientales aparecen como crepusculares e híbridas, tanto espiritual como étnicamente. Lo que ocultan, verdaderamente grande y luminoso, procede, en realidad, de la acción inicial civilizadora del núcleo perteneciente a las razas dominadoras nórdico-occidentales.”

En “Las migraciones nórdico-occidentales” afirma que “la raza de los orígenes está tan presente hoy en el pueblo italiano como puede estarlo en el pueblo alemán, si bien sofocadas en ambos casos bajo el peso de los deshechos étnicos, de otros componentes raciales y como efecto de procesos anteriores de degeneración biológica y cultural.”

Nos encontramos en “ La raza, la romanidad y la historia italiana” con que “cuanto más se extiende el antiguo imperio más se debilita la ´raza de Roma´: eleva a la dignidad de ciudadanos romanos a elementos étnicamente discutibles,...”

En “El arquetipo de nuestra ´raza ideal´” leemos:

“¿Cuáles son las características de nuestro arquetipo? Exteriormente es de elevada estatura y con anchas espaldas en los hombres. Sus miembros están bien proporcionados. Es delgado, enérgico, dolicocéfalo (aun cuando menos que el tipo propiamente nórdico). Sus cabellos son morenos; a diferencia de algunos tipos menos puros mediterráneos, sus cabellos no son rizados sino ondulados. Los labios son finos y las cejas no son gruesas. La nariz es fina y alargada, recta o ligeramente aguileña. El maxilar inferior es bastante desarrollado, aunque menos pronunciado que en el tipo nórdico; expresa un tipo activo y pronto para el ataque.”

El último capítulo lleva por título “Campo histórico del racismo fascista” y en él pondera que “La comunidad de sangre o de raza será la premisa de base. Pero en el interior de tal comunidad, un proceso de selección adecuada fijará ulteriores jerarquías en función de las cuales podrá nacer algo semejante a una nueva aristocracia: un grupo que (no sólo sobre el plano físico, sino en términos de raza heroica, de estilo hecho de honor y fidelidad) testimoniará la raza ´pura´, es decir, la verdadera raza o raza ideal.”

En el capítulo “Tabúes de nuestros tiempos” pertenenciente a “Los hombres y las ruinas” nos dice que: “la raza blanca, al levantar el principio de la autodeterminación de los pueblos y al usar tropas de color en insensatas guerras fraticidas, había creado un arma que se ha vuelto en su contra; arma que no habría sido demasiado peligrosa si luego los blancos no hubiesen sido tomados imprevistamente por la psicosis anticolonialista, desconociendo todo lo que de realmente tuvo de positivo la colonización, a contrabalancear con lo negativo, para los pueblos africanos, conduciéndolos a un nivel al cual ellos jamás habrían podido llegar por sus solas fuerzas y capacidad”. “Intelectuales y artistas franceses de izquierda junto al clan de J. P. Sartre, inventaron y exaltaron la ´négritude´ creando un mito en el cual el negro jamás habría podido pensar: la ´négritude´ , concepto absurdo que querría hacer valer para los negros algo similar a aquello que para Italia es la italianidad, para Alemania la germanidad, etc.” “Aquellos negros que se han hecho una cultura, únicamente porque han frecuentado los institutos de instrucción de los blancos, se han apresurado a hacer propio ese mito.”

“Hemos tenido ocasión de indicar la negrización cultural resaltable en los Estados Unidos, bien visible en el campo de la música de baile, del arte, de las danzas, de ciertos comportamientos típicos, etc.: la infección después ha pasado en parte a los pueblos europeos. ¿Por lo demás algunos exponentes de la ´beat generation´ protestataria norteamericana (en su período de auge) no habían quizás llegado a hacer del negro un modelo y un compañero (habiendo hablado Norman Mailer, en un conocido escrito, del tipo ´beat´ como de un ´white Negro´, es decir de un ´negro blanco´), mientras que muchachas blancas han hecho una de sus manifestaciones protestatarias el ir a la cama con negros?.”

“En cuanto a la promiscuidad social en EE.UU. se sabe del arreciar de la infatuación ´integracionista´ y antisegregacionista que entre otras cosas muestra uno de los absurdos a los que conducen la democracia y el igualitarismo fanático. En efecto, querer imponer la ´integración´ es un abierto ultraje a aquel principio de la libertad, que bajo otros aspectos se exalta tanto. Nadie negará nunca a una familia el derecho de no acoger y de mantener alejados a aquellos extraños que le resultasen antipáticos (independientemente de las razones de tal antipatía), pero la promiscuidad con los negros en la vida pública se la quiere imponer por ley en nombre irónicamente de la libertad, de una libertad concebida en un solo sentido.”

“Se habla como de una abominación del régimen del ´apartheid´ vigente en Sudáfrica, interpretándolo tendenciosamente como una ´inadmisible segregación´ , mientras que en realidad se trata sólo de ´separación´: el significado literal del término es el de ´estar aparte´, estar cada uno por sí mismo, junto a los suyos, no en un régimen de opresión, sino de ´desarrollos separados´, con la sola reserva de que, en base a la violencia democrática del puro número, una mayoría negra no desplace a los blancos y no se ponga al frente de un Estado que sólo los blancos han creado y que sólo a los blancos debe su prosperidad y civilización.”

“Los negros de Norteamérica (fanatizados socialmente por agitadores respaldados por los comunistas) también se pusieron a hacer ´racismo´, un racismo contra el cual nadie levanta su voz, mientras que todo racismo de los blancos es marcado a fuego como ´nazismo´ o peor.”

“...Otra solución sería la de invitar a los negros racistas y a los del ´Poder Negro´ a irse a sus patrias de origen, en los nuevos Estados africanos; pero en eso no puede ni pensarse: nadie lo aceptaría, pues los negros poseen muchas veces de sus compañeros africanos de raza una opinión mucho peor que la de los blancos; a ellos les resulta cómodo quedarse, en vez, entre los blancos y recabar ventaja de las estructuras y de las instituciones de una sociedad que no ha sido creada por ellos, sino por los blancos.”

“Lo que puede acontecer cuando el negro tiene el poder ya se lo ha visto, por lo demás, en Norteamérica con la experiencia de los llamados ´carpet-baggers´, cuando la demagogia nordista en 1.868 dejó que los negros fuesen democráticamente al poder en la administración de los Estados del Sur derrotados: se tuvo un régimen de corrupción, de incompetencia tan grande que enseguida hubo que dar marcha atrás para evitar la ruina completa. Y si este ejemplo pareciese anticuado, se vea lo que sucede en los Estados africanos convertidos en ´libres´ como consecuencia de la psicosis anticolonialista: junto a ridículas imitaciones simiescas de las instituciones democráticas europeas se tienen conjuras y golpes de Estado a repetición, rebeliones, luchas tribales, homicidios, desorden administrativo, despotismos primitivos apenas enmascarados.”

“Aparte de la recepción de negros que se encuentran entre los estudiantes y que se distinguen muchas veces por una arrogancia provocativa, y como individuos de torvas actividades en concordancia con los ´protestatarios´ pelilargos, hay que señalar el compromiso de la televisión que sólo sabe hablar bien de los negros y no pierde ocasión alguna para tomar partido por ellos con distorsiones de toda especie, que proyecta películas yanquis en donde se ve a los negros en el papel de jueces, abogados, actores, policías, y así sucesivamente, que enrola a cantantes negros y mezcla a bailarinas blancas con negras, de modo tal de acostumbrar al público a una comunidad bastarda no privada de peligros, dado el nivel moral propio, lamentablemente, de nuestra población. Es un factor de disgregación que se agrega a otros.

Dejamos estos contundentes párrafos de “Los hombres y las ruinas” y echamos mano a lo que Evola nos apunta, ahora, en el capítulo “Música moderna y jazz” de su libro “Cabalgar el tigre”:

En materia musical “Occidente se ha ido a buscar los temas de inspiración en el patrimonio de las razas exóticas más bajas, en los negros y en los mestizos de las zonas tropicales y subtropicales.”

“Puede apreciarse que ha sido el primitivismo, al que ha regresado el hombre del tipo más reciente, concretamente el de América del Norte, ha sido el que le ha hecho escoger, asimilar, y desarrollar por una afinidad electiva, una música que tiene una impronta de tal manera primitiva, como la música negra, que, además, en el origen, estaba asociada a formas oscuras de éxtasis.”

“El hecho de que hayamos subrayado todo esto no implica de ningún modo que nos asociemos a las reacciones moralizantes contra el modernismo en este dominio, a pesar de la indiscutible contaminación que aporta, además, el elemento negro.”

Los comentarios que transcribimos a continuación los podemos encontrar en el capítulo “Norteamérica negrificada” que fue incluido en “El arco y la clava”:

Se asiste a una negrificación, a un mestizaje y a un retroceso de la raza blanca frente a razas inferiores más prolíficas.”

“Los promotores de la denominada ´integración racial´ en los Estados Unidos no sólo propugnan la completa promiscuidad racial a nivel social y quieren que los negros tengan libre acceso a cualquier cargo público y político (por lo cual en rigor podríamos esperarnos en el futuro también a un presidente negro), sino que no formulan problema alguno de que los negros mezclen su sangre con la de su pueblo de raza blanca.”

“Norteamérica se encuentra negrificada en los términos no tan sólo demográfico-raciales, sino sobre todo de civilización, de comportamiento, de gustos.”

“Los ingleses han obligado a sus compatriotas de Rhodesia a separarse de la Commonwealth, aplicando sanciones en su contra, por no haberse plegado a la imposición de conceder el voto democrático indiscriminado a la masa de población negra, cosa que los habría hecho salir de las tierras civilizadas tan sólo por ellos.”

“¿Por qué los ´integracionistas´ no piden que uno entre los cincuenta Estados de la Unión sea despoblado y cedido para poner allí a todos los negros estadounidenses a fin de que se administren por sí mismos y hagan todo lo que quieren sin fastidiar y contaminar a nadie?”

“Prescindiendo del componente puritano-protestante (el cual, a su vez ,en razón de su valorización fetichista del Antiguo Testamento, expresa no pocas tendencias judaizantes), parece que justamente el elemento negro, en su primitivismo, haya sido el que dio el tono a los aspectos relevantes de la psiquis norteamericana.”

“Aquella brutalidad que es uno de los aspectos innegables del norteamericano puede bien definirse como de origen negro. En los ´felices´ días que aquello que Einsenhower no se preocupó por denominar la ´Cruzada en Europa´ y en los primeros períodos de la ocupación se han podido observar formas típicas de tal brutalidad.”

“No es exagerado decir que el tonto orgullo de los norteamericanos por su ´grandeza´ de carácter espectacular, por los ´achievements´ de su civilización se resiente pues también ello de la psiquis negra (primitiva e infantil).”

Así es como tenemos que también el ´integracionismo´ social y cultural negro se está difundiendo en la misma Europa (a través de películas importadas y de la televisión)... a fin de que el gran público se acostumbre poco a poco con la promiscuidad y pierda cualquier remanente de natural sensibilidad de raza y de sentido de distancia.

El fanatismo que ha suscitado aquella masa informe y aullante de carne que es la negra Hella Fitzgerald en sus exhibiciones en Italia, es un fenómeno tan triste como indicativo.

En el mismo capítulo nuestro gran intérprete de la Tradición ratifica las siguientes impresiones expresadas por C. G. Jung:

Las expresiones emotivas del norteamericano y, en primer lugar, su manera de reír, se pueden estudiar perfectamente en los suplementos de los diarios yankees dedicados a la ´society gossip´. Aquel modo inimitable de reír, de reír a lo Roosevelt, es visible en su forma original en el negro de ese país. Aquella manera característica de caminar con las articulaciones relajadas, o bien balanceando las caderas, que se ve en forma tan habitual en los yankees, deriva de los negros... Las danzas yankees son danzas de negros. El temperamento vivo que se manifiesta, en manera particular, en la expresión verbal, el flujo continuo, ilimitado de las charlas que caracteriza a los diarios norteamericanos, es un ejemplo notable de ello; no deriva por cierto de los progenitores de estirpe germánica, sino que se asemeja al ´chattering´ de aldea negra. La casi completa falta de intimidad nos recuerda, en los Estados Unidos, a la vida primitiva en las cabañas abiertas en donde reina una completa promiscuidad de todos los miembros de la tribu.

Quedan, pues, incontestablemente fijadas las certidumbres que defendía Evola al respecto del tema racial. Certidumbres que mantienen una coherencia total a lo largo de toda su vida, pues téngase bien presente que los fragmentos que aquí hemos reproducido corresponden a artículos y a obras escritos y/o publicados en el transcurrir de los años ´30, ´40, ´50 y ´60 de la pasada centuria y que algunos de los libros de los que han sido extraídos fueron revisados y ampliados por nuestro autor en reediciones posteriores en las que mantiene o añade las reflexiones que hemos podido leer.

Damos por sentado el hecho de que, a partir de ahora, nadie volverá a pensar que Evola le otorgaba un papel insignificante a la raza del cuerpo. Más todavía si tenemos presente que el también considerado como ´El último gibelino´ postulaba que los rasgos físicos de una raza representan el reflejo externo de la cosmovisión y de los valores que le son innatos a ella. Por lo cual la raza del cuerpo deberíamos de considerarla y de tratarla como emanación y legado inviolable e inalterable de lo sacro y Superior.

Hace algún tiempo redactamos un escrito bajo este mismo título. En aquella ocasión empezamos por intentar realizar un esbozo de la ´doctrina de la raza´ que el italiano Julius Evola sistematizó en su día de acuerdo a los parámetros que siempre definieron a la Tradición y por los que se rigieron los pueblos indoeuropeos antes de precipitarse a la sima del crepuscular y deletéreo mundo moderno. Y tras dicho esbozo reprodujimos una buena relación de reflexiones suyas, aparecidas en una representativa cantidad de sus obras, escritas a lo largo de varias décadas, en las que se difuminaban totalmente ciertos equívocos -propalados por la ignorancia (sobre el contenido de la obra de Evola) de unos y la mala intención de otros- existentes sobre el verdadero carácter de esta ´doctrina de la raza´.

Al respecto de esta doctrina deberíamos resumir que el autor italiano estableció una jerarquía entre lo que él clasificó como las tres razas que forman ese compuesto que llamamos ´hombre´. En lo más alto de esta jerarquía situó lo que denominó como ´raza del espíritu´ (conformada por el tipo de espiritualidad que en el hombre indoeuropeo siempre fue de naturaleza solar, celeste, viril, olímpica, operativa, transformadora y activa). Bajo ésta y como reflejo de su carácter nos explicó que se halla la ´raza del alma´ -alma como sinónimo de psique o mente- (cuyos atributos definitorios siempre fueron tales como el honor, el valor, la fidelidad, la ´gravitas´, la templanza, el autodominio, el espíritu de sacrificio, la mesura,…). Y finalmente nos habló de una ´raza del cuerpo´ que sería la raza física y que siempre reflejaría en los rostros de sus integrantes esos atributos de nobleza que hemos relacionado como definitorios de la ´raza del alma´.

Nos dejó bien claro que dichos atributos de nobleza insertos en la ´raza del alma´ sólo se desarrollan si el hombre es fiel a la tradición espiritual que siempre caracterizó a la etnia a la que pertenece. O dicho de otro modo, si es fiel a su ´raza del espíritu´. Si abandona a ésta, los atributos de la ´raza del alma´ pueden sobrevivir, como por inercia, durante un cierto tiempo pero, a la postre, desaparecerán.

Asimismo cuando estos atributos de la ´raza del alma´ hayan desaparecido y hayan sido sustituido por otros extraños (extraños, en este caso, a los propios y originarios del hombre indoeuropeo), tales como la pusilanimidad, la cobardía, el amor a la vida fácil, cómoda y extasiada por lo sensual y por los más bajos placeres, el engaño, la perfidia o el humanitarismo ramplón, pacifista y cosmopolita, cuando esto suceda el hombre no conocerá más de lo diferenciado y lo cualitativo y caerá en el marasmo de la masa, de lo cuantitativo, del número, en lo gregario despersonalizado y, en consecuencia, caerá en una mescolanza niveladora, indiferenciadora e igualitarista no sólo a nivel cultural sino también racial o étnico. Igualmente una pérdida de tensión interior motivada por esta perturbación sufrida en el seno de la ´raza del alma´ acaba reflejándose en la ´raza del cuerpo´ en forma de laxitud externa, amaneramiento, de expresión innoble, agazapada, o taimada o de rostro bobalicón y falto de expresión enérgica.

Lo expuesto hasta ahora describe una caída que acontece desde arriba hacia abajo: empezando por la ´raza del espíritu´, continuando por la ´raza del alma´ y acabando en la ´raza del cuerpo´. Caída que sigue la lógica de una concepción jerárquica de la vida. Pero también debería de quedar claro que sin el eslabón inferior (la ´raza del cuerpo´) se hace imposible cualquier anhelo e intento de restauración de la integridad perdida del hombre –en este caso- indoeuropeo, pues es en el interior de este hombre indoeuropeo donde se hallan en estado larvario, adormecidos y en potencia los atributos mentados de la ´raza del alma´ y la llama de ese tipo de espiritualidad concreta propia de nuestra ´raza del espíritu´. Atributos del alma y tipo de espiritualidad que deberíamos de imponernos rescatar si queremos aspirar, algún día, a considerarnos Hombres en sentido integral y atributos del alma y tipo de espiritualidad que en cada raza revisten unas determinadas, peculiares e intransferibles características.

Las citas que expondremos seguidamente se añaden a las que, de nuestro autor italiano, ya ofrecimos en el anterior citado escrito que lleva el mismo título que éste. No serán tan numerosas, ya que las consideramos como un añadido hecho a aquéllas. Han sido extraídas de la 2ª edición ampliada de “La raza del espíritu”, publicada, en marzo de 2.005, por la argentina Ediciones Heracles. De la 1ª edición ya extractamos algunas citas que colocamos, en su día, en el artículo aludido. Revisten estas nuevas citas un carácter muy contundente a la hora de deshacer malentendidos que van en la línea contraria a lo que hemos expuesto en el párrafo anterior. Malentendidos que irían en la línea de afirmar que para Evola la ´raza del cuerpo´ no tendría ningún valor mientras las esencias de la ´raza del espíritu´ y los atributos de la ´raza del alma´ estuvieran en acto, en vigencia. Hemos creído desautorizar y vaciar de argumentos tamaña tropelía y consideramos que aún más lo harán las siguientes palabras de Evola.

Así pues en un artículo titulado “Raza y cultura” y publicado, en enero de 1.934, en la revista “La rassegna italiana” nuestro gran intérprete transalpino de la Tradición afirmaba que:

“Racismo significa pues reconocimiento de una determinada diferenciación de los hombres como dato originario: relación de un determinado grupo de hombres con un ´tipo´; purificación de la estirpe que le corresponde respecto de los elementos extraños sea étnicos como culturales; íntima adhesión del sujeto a la tradición de la propia sangre y a las ´verdades´ que se encuentran íntimamente vinculadas con esta sangre; eliminación de cualquier mezcla espuria.”

Y en el mismo artículo añadía:

“Por cierto, la preservación de la pureza étnica se nos debe aparecer como la condición más favorable para que también el ´espíritu´ de una raza se mantenga en su fuerza y pureza originaria.”

En otro escrito titulado “Raza y ´ascesis´” y publicado, en abril de 1.942, en la misma revista sentenciaba que:

“El hombre ario posee una semilla de luz, un elemento sobrenatural, un núcleo intangible y soberano, que en otras razas se encuentra ausente, o bien está ofuscado o, finalmente es sentido tan sólo como externo y ajeno.”

En el mismo articulo anterior escribía que:

“Las relaciones entre raza y ascesis se esclarecen en el mismo momento en que se tenga presente que, en el curso de los milenios, no sólo la superior conciencia ´olímpica´ de las razas arias se ha sumamente ofuscado en la gran mayoría de sus exponentes, sino que cruzas múltiples han introducido, a través de una sangre extraña, también instintos, formas de sensibilidad y sobre todo de pasionalidad y de deseo que hoy en día se consideran como ´normales´ y ´humanas´ para cualquiera, pero que sin embargo eran ajenas a la originaria alma aria, ario-romana y nórdico-aria. Ahora bien, uno de los significados principales de una ascesis bien comprendida es justamente éste: reconquistar aquello que se ha perdido; vivificar el estado primordial; neutralizar la influencia desmedida de la parte instintiva, pasional e irracional del ser humano, exasperada sobre todo en razón de la mezcla con la sangre de razas no-arias; reforzar aquellos caracteres típicos de naturaleza ´sidérea´, soberana, impasible, que originariamente se encontraban en el centro de la ya mencionada humanidad ´hiperbórea´ y de todas sus ramificaciones como raza dominadora.”

En otro escrito que lleva por título “Valores supremos de la raza ariana”, publicado, en febrero de 1.940, en la revista “La difessa della razza” aclaraba que:

“Para ser realmente ´ario´ los textos indicaron en efecto una doble condición: el nacimiento y la iniciación. Ario se nace, no se deviene; nascitur, no fit.”

Y, por último, en el mismo escrito nos explicaba que:

“…es posible descubrir aquello que, en las diferentes civilizaciones, atestigua la presencia o la reemergencia de fuerzas y de tradiciones pertenecientes a la arianidad y aquello que, en vez, debe considerarse como alteración o deformación debida a influjos e infiltraciones de razas y castas inferiores.”

Nos parece que, tras estos dos artículos nuestros escritos bajo el mismo título en los que la voz de Evola ha sido la protagonista, huelgan más comentarios y sobra cualquier tipo de aclaración más.

EDUARD ALCÁNTARA

SEPTENTRIONIS LUX

NOTAS

(1) Atributos externos de conducta que –junto a otros como los de la nobleza, la fidelidad, la austeridad, la autodisciplina o la valentía- conformarían lo que Evola definió como ´raza del alma´.

(2) Quede siempre claro que, de acuerdo con el principio aristocrático de la desigualdad natural del hombre, no todos los individuos llegarán, óbviamente, a conseguir los mismos logros en el terreno de la realización y/o transformación interiores.

(3) En el libro “Síntesis de la doctrina de la raza”, editado en 1.941, nuestro autor desarrolla este propósito. Ediciones Heracles lo editó en castellano, en 1.996, bajo el título “La raza del espíritu”.

(4) Tengamos presente que el biologismo racial reduccionista no representa sino más que una de las múltiples variantes del materialismo propio de una modernidad que tan en las antípodas se halla del pasado sacro de los pueblos indoeuropeos.

(5) Y aun podríamos contemplar una condición humana por debajo de la física, que sería aquella que tiene por contenido al mundo de un subconsciente al que toda persona restaurada en su integridad de cuerpo, mente o alma y espíritu debe dominar, ordenar y convertir en un reflejo de la armonía y el sosiego anímicos conseguidos.

(6) Entrecomillamos, en estos casos, el vocablo ´espiritualidad´ porque ni el animismo ni la religiosidad sacerdotal y lunar alcanzan el plano del Espíritu, del Ser, sino que pululan por el plano psíquico. En el caso de las creencias de corte pelásgico o lunar no se puede llegar jamás al Conocimiento –nivel espiritual- de lo Absoluto, sino que tan sólo se tiene la aspiración limitadora de creer –nivel mental- piadosamente en lo Supremo.

(7) Este artículo fue incluido en una compilación de escritos de nuestro autor a la que se le dio el título de “El Estado Tradicional” y que Ediciones Heracles publicó en 2.002 en lengua castellana.

(8) Op. cit.

(9) Op. cit.

(10) También traducido al castellano y publicado por Ediciones Heracles en 2.002.

(11) Integrado en el ya citado “El Estado Tradicional”

(12) Op. cit.

Nota.- Se ha intentado seguir un criterio básicamente cronológico –referido al momento en que fueron redactadas por Evola- a la hora de ir insertando, en el presente escrito, las diferentes y numerosas citas textuales.

 

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