Blogia
Biblioteca Evoliana

Homenaje a Evola (II) Julius Evola y la Masonería

Homenaje a Evola (II) Julius Evola y la Masonería

Biblioteca Evoliana.- Uno de los puntos de divergencia entre Julius Evola y René Guènon se centra en el papel de la masonería como fenómeno iniciático específicamente occidental. M. Rick en su aportación al número especial de la revista "Totalité" dedicado a conmemorar el décimo aniversario del fallecimiento de Julius Evola, resume las posiciones que siempre sostuvo éste a lo largo de su vida. El rechazo que la masonería y sus pretensiones iniciáitcas siempre provocó en Evola no nace de una obsesión conspiranoica, sino de una perfecta coherencia con sus posiciones tradicionales. Por lo demás, Evola conoció perfectamente a la masonería italiana de su época y en el Grupo de Ur participaron algunos de los masones más notables de su época, como su amigo Arturo Reghini.

 

II

JULIUS EVOLA Y LA FRANC-MASONERIA

"(...) No existe en la fracmasonería de una iniciación
real y experimental, sino de vestigios decépitos
y de un ritualismo artificial e inoperante,
por no decir, mucho peor"

(El Arco y la Maza)

A diferencia de otros pensadores tradicionales y en especial de Guenón, Julius Evola no ha consagrado una parte importante de su obra al estudio crítico de la franc-masonería. Parece que este tema, cuya mención se encuentra en la mayor parte de sus obras, verdaderamente, jamás ha sido objeto, que sepamos, de un análisis más profundo, ni haya suscitado mayor interés para el autor de la "Tradición Hermética". Esto puede extrañar en un hombre para quien las nociones de Tradición e iniciación han sido centro primordial de reflexión.

Preguntándonos sobre esta actitud, hemos intentado comprender, a través de la vida y de la obra de Evola, su visión personal de la naturaleza de la Francmasonería y su posición en cuanto a la legitimidad iniciática de esta.

Uno de los primeros encuentros importantes para Evola, cuando acababa de ser publicado "El hombre como potencia", es, sin duda, el de Arturo Reghini, en 1925. Este alto dignatario masónico (33? del rito escocés) le facilitó interesantes ideas sobre la Tradición Romana y lo puso en contacto con Guenón. Evola reconoció en Reghini como un serio exponente provisto de una objetividad raramente igualada en los medios ocultistas de la época. Escribirá luego (El camino del Cinabrio, 1983) que Reghini le ha permitido liberarse de "ciertas escorias" que precisamente procedían de los medidos ocultistas.

Puede verdaderamente pensarse que algunos colaboradores del Grupo de Ur formanan parte de la francmasonería y ocupaban sin duda puestos importantes en el seno de las obediencias italianas. La escisión de este grupo en 1928, provocada por estos elementos, que deseaban mantener con vida la organización entonces prohibida por el régimen fascista, aparecía como un amargo recuerdo para Evola, quien no juzgó conveniente explicarse a este respecto. En la obra "Introducción a la Magia", se encuentran sin embargo, algunas precisiones cuanto menos ácidas, bajo la forma de flechas disparadas a los francmasones por el autor: "En realidad, conocemos demasiado el caso de personas, y no solamente occidentales, que se encuentran verdaderamente en regla con la "regularidad iniciática" en el sentido guenoniano del término y en primera línea todos los masones) pero que dan prueba de tal incomprensión y de tal confusión a propósito de todo lo que es verdaderamente esotérico y espiritual, que aparecen muy por debajo de personas que no han recibido este don, pero que están dotadas de una intuición precisa y de un espíritu suficientemente abierto" ["Introducción a la magia" cap. "Límites de la regularidad iniciática, publicado como opúsculo por la C.S.Z. en octubre de 1976].

En esta misma obra. Evola no teme añadir, en lo qque respecta a las sociedades masónicas contemporáneas de cocación iniciática: "Las escuelas que, en Occidente presumen de ser tales (...), cuyos iniciados, si hace falta, colocan sus cualificciones en tarjeta de visita, son vulgares mistificaciones (...)". El tono es este...

En la lectura de lo que precede y a la vista de numerosas y frecuentes referencias a Guenón en toda la obra de Evola, sobre todo en los que concierne al problema de la regularidad iniciática y sus límites, conviene mantener y clasificar esta noción de "regularidad" situando comparativamente los análisis de ambos autores sobre el tema. Esto a fin de comprender mejor las reticencias de Evola en lo que respecta a la eficacia de las iniciaciones contemporáneas, en general, y a la iniciación masónica en particular.

Para René Guenón, la iniciación es imposible solo con los medios del individuo: una intervención exterior, bajo la forma de influencias espirituales, es indispensable y no puede ser transmitida mas que por una organización "debidamente autorizada", es decir, relacionada con un centro espiritual y único. Aunque Guenón reconoce explícitamente que, en nuestros días no subsisten más que organizaciones degeneradas, víctimas del modernismo: "es a propósito que empleamos esta palabra para designar a la tendencia muy extendida que en la Masonería como por todas partes, se caracteriza por el abuso de la crítica, el rechazo del simbolismo, la negación de todo lo que constituye la ciencia esotérica y tradicional (...) Existen hoy, en Francia y en Italia, particularmente, olvidar verdaderamente imperdonables (...)". [Estudios sobre la masonería y el compañerismo, 1981. T.II, pág. 262-4]. Este autor estima que la realización exacta de los rituales (sea en el maarco de la Iglesia como de la Masonería), incluso siendo mal comprendidos por los iniciadores y por el iniciado, bastan para insuflar al postulante la influencia espiritualmente en los ritos.

Para Evola, por el contrario, la continuidad de las "influencias espirituales" es, de hecho, ilusoria cuando no existen representantes dignos y conscientes de una cadena dada y cuando la transmisión se ha vuelto mecánica (..) Lo que queda y lo que es transmitido no es algo más que algo degradado, un simple "psiquísmo", incluso abierto a fuerzas oscuras (artículo citado).

La necesidad de un lazo "horizontal" con un grupo determinado, además, no aparece como una exigencia en el espíritu de Evola: se reencuentra, sin duda, aquí el aspecto solitario del amante de las cumbres, más sensible a la contemplación silenciosa y más atraído por la meditación y la praxis individuales que por la hermandad, a veces disolvente de los conglomerados humanos. "(...) Lo esencial no es pues un enlace "a lo largo de la horizontal", es decir como una participación interior en los principios y en los estados supra-individuales (...)" (op. cit).

En 1937, Evola en su "Misterio del Grial y la Tradición Gibelina del Imperio", Evola va más lejos en su crítica a la Franc-masonería, viendo en esta una empresa subversiva y revolucionaria moderna, continuación bastardizada de organizaciones antiguos de tipo tradicional: "Se debe pues pensar que se trata aquí de un proceso de involución llegado a un punto tal, que tras la retiradda del principio animador origina de estas organizaciones, pudo producirse, una verdadera inversión de polaridad (...)" (Ed. de 1972, pág. 253) "Evola volverá a tocar este tema, años más tarde, en Orientaciones, hablando de "heterogéneris de los efectos": "Todo sucede como si fuerzas habiendo escapado de manos de quienes les habían invocado, dando lugar a procesos que han conducido a direcciones muy diversas de las que perseguían los fines originarios, en un juego de acciones y reacciones, y de choques con retroceso" (Ed. de 1980, pág. 2).

Para Evola, la fundación de la Gran Logia de Londres, en 1717, constituía el punto de partida de esta inversión de polaridad que hace de la masonería moderna un ejemplo de esta "segunda religiosidad" descrita por Spengler. Esta segunda religiosidad, fenómeno característico de las fases finales de civilización, se manifiesta por un aumento de las corrientes espirituales y místicas. Respuestas simplistas a los miedos existenciales, refugios ilusorios para sedientos de evasión y de compensación, estos sobresaltos de seudoreligiosidad recuerdan la ffase final de evolución de la vida de los organismos vivientes, la de la descomposición del cadáver... Una sola condición, estima Evola, permitiría aun a la franc-masonería de conservar su papel iniciático: tal sería el caso, muy improbable, de una supervivencia de algunos núcleos de la Antigua Masonería operativa. En cuanto a la masonería moderna, "no tiene - al menos para los cuatro quintas partes- absolutamente nada de iniciático, siendo un sistema fantasioso de grados construido sobre la base de un sincretismo inorgánico, hasta tal punto que representa un caso típico de lo que Guenón llama la seudo-iniciación" (op.cit).

A partir de 1934, fecha de la aparición de "Revuelta contra el mundo moderno", J. Evola no va a cesar de estoquear a una franc-masonería laicizada, responsable a sus ojos de acciones subversivos: estigmatiza, por lo demás, en esta obra, la "unidad juramentada de las logias masónicas en vistas a la preparación de revoluciones del Tercer Estado y del advenimiento de la democracia (...)" (tr. fr., 1972, p.453).

En 1944, Evola trabaja sobre un proyecto de una "historia secreta de las sociedades secretas", utilizan numerosos materiales puestos a disposición por las autoridades alemanas. Piensa mostrar así, pruebas en apoyo, el papel de subversión antitradicional operada por la inmensa mayoría de la Franc-masonería antes y después de 1789. Esta obra no será acabada por las circunstancias...

En "Los hombress y las ruinas", aparecido en 1953, Evola fustiga lo que llama "la guerra oculta", matizando sin emabargo sus análisis precedentes en cuanto al papel oculto de la franc-masonería y poniendo en guardia a los que estarían tentados de ver por toddas partes y en toda ocasión un transfondo oculto. La franc-masonería le aparece sin embargo siempre "como guardiana de los principios del Ministro y la Revolución Francesa, sus doctrinas cosntituyen una especie de religión laica de la democracia moderna, donde se ejerce y continua ejerciéndose, su acción militantte, sea confesada o semi-secreto" (tr.fr., 1972, pág. 191). Pero Evola precisa con mucha firmeza: "es preciso rechazar con mucha firmeza la tesis antisemita según la cual, la masonería sería una creación y con instrumento Israel", declaración que va a contracorriente de muchas posiciones de la época... No deja de tener utilidad recordar aquí que la explotación del mecanismo revolucionario, por el nuevo juego subterráneo de una judeo masonería empeñada en destruir el antiguo régimen, hizo las delicias de una derecha reaccionaria que no se privó en la época, por pereza intelectual, de servirse de un chivo expiatorio para no tener que contemplar su propia responsabilidad.

En "Cabalgar al Tigre", aparecido en 1961, Evola resume en algunas líneas las posibilidades, hoy contemplables, de una restauración tradicional: "(...) la nueva perspectiva que queda es la de una unidad invisible en el mundo, más allá de las fronteras, de estos raros individuos que tienen en común una misma naturaleza, diferente de los del hombre de hoy, y de una misma ley interior" (trad. franc. de 1964, pág. 227). Algunas frases más lejos concluye: "Si de nuevos procesos debían desarrollarse a fines del ciclo, es precisamente en unidades de este tipo que encontrarían quizás su punto de partida".

Este llamamiento a la re-creación de una Orden reagrupando, más allá de las fronteras y de las razas, una caballería del espíritu, podríamos ya oirla en los últimos parágrafos de "Orientaciones", cuando Evola escribía: "(...) Es importante y esencial que se constituya una élite, la cual, con su intensidad, definiera (...) la "Idea" en función de la cual se tenga el derecho de estar unidos (...)" (p.24).

"El arco y la maza", aparecido en 1968 parece ser una nueva ocasión para Evola de ajustar cuentas con las corrientes iniciáticas masónicas, ya que escribe: "Si se habla de iniciación n nuestros días, fuera de los sepulcros blanqueados y ritualistas de la franc-masonería", reconociendo sin embargo que "para quienes han hecho un balance absolutamente negativo de todos los valores culturales y sociales, ideológicos o religiosos de nuestra época, y que se reencuentran en el punto cero; para ellos, la libertad superior prometida en todo tiempo a aquel que se compromete en "la vía iniciática quizás la única alternativa" (el subrayado es nuestro) en relación a las formas de revuelta revelan un nihilismo destructor, irracional e incluso criminal" (pág. 125-126).

Terminando este artículo, gracias al cual pensamos poder mejor comprender los sentimientos de Evola cuando a esta Orden tan controvertidas como es la francmasonería, nos damos cuenta de que la interrogación subsiste: el juicio de Evola nos ha aparecido tras revisar estas obras, frecuentmente de manera terminante, en ocasiones mas atenuado. Fiel en esto a la línea que se marcó de denuncias siempre los avatares del mundo moderno, denunciando las más caras del espiritualismo de bazar, aplicándose a clarificar las nociones de Tradición e iniciación, explorando sin apriorismo las posibilidades actuales de restauración espiritual auténtica, Evola no ha dejado de denunciar una francmasonería "horizontal", exangüe, desespiritualizada y, por así deccir, caricaturesca. Si estos juicios, a menudo duros, nos parecen en gran parte justificados en lo que respecta a la masonería moderna, conviene señalar que Evola ha conservado en estatua por numerosos representantes masónicos que han trabajado para procurar restaurar esta corriente iniciática. Aunque no parece haber tenido ilusión sobre las posibilidades reales de tal restauración, pensamos que Evola ha conservado un cierto respeto a la Orden Masónica, aunque no sea más que por lo que fue. Es significativo, a este respecto, el leer esta nota publicada en "El Misterio del Grial" (...): "No quisiéramos que el lector sospechara que tenemos la menos animosidad preconcebida hacia la masonería. Personalmente hemos tenido relaciones amistosas con algunos altos dirigentes masones (...) Sabemos que existen algunas logias (...), que no se entregan a acctividades político-sociales (...). Pero debemos a la verdad no modificar al marco general que hemos presentado de la masonería moderna contemplada desde el punto de vista histórico y tomando en consideración la dirección predominante, real y atestada de su acción" (p. 261).

Entonces ¿rechazo categórico? ¿juicio más moderado?. A diferencia de la mayor parte de las críticas exteriores a la franc-masonería, que amalgaman la Orden y las obediencias, Evola a denunciado con justeza las organizaciones seudo-iniciáticas vueltas contra-tradicionales en sus manifestaciones temporales. El Espiritu, por su parte, continua soplando para aquellos que quieren superar las contingencias.

M. Rick

 

0 comentarios